Boxeo y Derecho:
la abogacía
en la trinchera
“Los boxeadores imaginan el boxeo no como un trampolín para la
agresión y una ejercitación en la violencia sino como un oficio de
habilidad corporal, oficio de actuación competitiva que requiere
conocimiento técnico sofisticado y un permanente compromiso moral
que pueda permitir no solo mejorar en lo material, sino también,
y más urgentemente, construir un ser heroico
públicamente reconocido.”
Loic. J. D. Wacquant
Existen distintos sinónimos en la definición del término abogado. Para la
Real Academia Española, abogado,
da, Del lat. advocatus.
1. m. y f. Licenciado en derecho que ofrece profesionalmente
asesoramiento jurídico y que ejerce la defensa
de las partes en los procesos judiciales o en
los procedimientos administrativos.
2. m. y f.
Intercesor o mediador.
3. m. y f. Nic. Persona
habladora, enredadora, parlanchina.
Quizás
la más delirante pero a la vez inquietante, que
por supuesto no es de la RAE, es la que lo
define como un boxeador intelectual. Seduce
y al mismo tiempo inquiere, sirve para pensar y quizás asumir que ser abogado es ser un
boxeador, pero por otro medio. Que no se
puede ser un buen abogado –en un mundo
tan injusto y cruento- si no se está dispuesto
a pelear.
Loic Waqant fue discípulo de Pierre Bourdieu.
Ambos eran fanáticos del boxeo. Wacquant se
cansó de estudiar la cárcel en abstracto. Vino a
la Argentina a estudiar las cárceles de verdad:
las cárceles de la miseria. Como Bourdieu,
Wacquant se cansó de la filosofía idealista
que se construye como castillos de naipes. La
sociología jurídica es una disciplina reciente
y nace precisamente por esta necesidad de
aterrizar la filosofía a la realidad social concreta, a los hechos crudos. Aporta lo material al
mundo “filosófico” abstracto, inmaterial, falsamente
“universal”. La sociología
del derecho, hoy de moda,
no nace en cualquier lugar:
nace con la –y como- sociología de las prisiones.
En la prisión lo que existe
es una neutralización brutal
de los cuerpos pobres. Un
amontonamiento de cuerpos que a nadie le importan.
No es lo mismo una prisión
en Holanda –cada vez más
en desuso- que una prisión en Argentina, donde los
presos están hacinados.
Los
cuerpos sin derechos –como
los cuerpos precarizados
de los trabajadores- son
los cuerpos que defiende
la abogacía estatal. Sean
trabajadores precarizados,
sean presos hacinados, sean
personas vulneradas, el abogado del Estado está para
asumir esa defensa. Ninguna
otra. El derecho nace en ese
momento. No es el Estado el que somete y
encierra los cuerpos pobres. Es el mercado
que destrata mano de obra barata y que ya
no sirve, debilitando al Estado para que no
incline esta desigualdad de base. El Estado
está para defender la dignidad y la vida de los
trabajadores. Esta para defender la dignidad
que el mercado no defiende. Los derechos que
el mercado quiere eliminar o recortar porque
representan un “costo”, una “carga”. El mercado y el derecho no van juntos. A menudo
se contraponen. Ser abogado “liberal” no es
lo mismo que ser un abogado del Estado o de
los trabajadores. Son dos caminos distintos.
Y no se nos forma para poder elegir. Se nos
forma para ser funcionales al mundo privado.
No al derecho colectivo de los trabajadores. Se
nos forma para ser abogados de empresas. No
para defender a los trabajadores. No para defender al Estado. El Estado y los trabajadores
son cada vez más pobres. Esto está lejos de
ser una casualidad. Refleja una manera cada
vez más hegemónica (“técnica”) de formar a los
abogados. De “enseñar” (a “defender”, o más
bien, a no defender…) el Derecho.
En los últimos 30 años, el lenguaje corporativo empresarial empieza a reemplazar los
términos de la política y también al lenguaje
jurídico. La caída del muro de Berlín fue de la
mano del discurso empresarial que asocia la
vida del Estado a la “gestión” administrativa
eficaz de cualquier empresa privada, como si
el Estado fuera igual (y representara lo mismo)
que una empresa “eficiente”. Ya Hegel había
cuestionado este error.
En los 90 se pone de
moda una carrera: Administración de Empresas. Los abogados empezamos a hablar cada
vez más como contadores. El lenguaje se va
transformando paulatinamente, asumiendo un
tono de mercado con una inmensa influencia
economicista y más acotada a la Escuela de
Chicago (La escuela de Chicago se caracterizó por rechazar las ideas del keynesianismo
que se mostraban a favor de la intervención
del Estado, para promover, en cambio, el libre
mercado y las ideas del monetarismo. Sus
principales exponentes fueron Milton Friedman
y George Stigler, ambos premiados con el
Nobel de Economía).
La economía pone de
rodillas a la política y al derecho, le quita sus
principios, su concepto, su lenguaje (1) . La teoría
monetarista incursiona en los Gobiernos como
nueva ideología (“neutral”) y los Estados ceden
a su rol como motor de la economía. El Fondo
Monetario Internacional promueve el desmantelamiento de los estados de bienestar, las IFIS
fungen como agentes propagandísticos que
impulsan su desmantelación poniendo como
condición para el endeudamiento de los países
la ventas de sus activos. Las empresas del
Estado desaparecen una por una (ENTEL; Gas
del Estado, SEGBA, por citar solo algunas).
El
Patrimonio nacional se vende o se desmantela
para poder endeudarse. Los abogados laboralistas son ellos mismos cuestionados, como
si defender el derecho de los trabajadores
estuviera mal: fuera una “industria” mafiosa. La
famosa frase que para los argentinos implicó
la venta de las empresas a manos privadas:
“las joyas de la abuela” o más brutal aún la
frase del abogado argentino ministro en los
años 90, padre del derecho administrativo
neoliberal: “Nada de lo que deba ser estatal
permanecerá en manos del Estado”. Crecen
las urbanizaciones cerradas con fuerte control
de seguridad. Se aíslan dentro de grandes
urbes aquellos grupos que con sus riquezas
pueden pagar nuevas formas de vida sin presencia estatal a la vista. La escuela pública es
desprestigiada. Las clases medias le dan la
espalda. Lo público se cuestiona como idea.
Desaparece como concepto. La educación
privada se desarrolla como competidora.
El
concepto de GOBIERNO, se va transformando
en la idea de GOBERNANZA, para las naciones. La gobernanza viene del mundo privado,
corporativo, anti político. La política es una
mala palabra, como la palabra “trabajador”
con derechos. La Administración del Estado
sobresale sobre las políticas para gobernar.
Se administra y no se gobierna. Los “números”
se adueñan del centro del cuadrilátero. Todo
tiende a cerrar si dan las cuentas fiscales. Las decisiones públicas se subordinan a los rojos
de los balances. Lo público, lo universal, lo de
todos, se pierde con lo privado, singular, lo
de pocos. Y a este giro se le llama “eficacia”.
“Modernización”. Pero lo único que crece en
nuestros países (como en Chile) así “modernizados” es la precariedad. Es la informalidad.
Es la falta de derechos. Es la injusticia. Es la
falta de abogados dispuestos a dar la pelea.
A
veces el Estado mismo no tiene los abogados
que hacen falta para empezar a pelear. Para
saber dar la pelea. A los abogados no se los
forma para eso. Para eso nadie nos prepara.
En el medio de la contienda entre lo público y lo
privado; entre políticas de estado e inversiones
privadas, en la España tironeada también entre
dos formas de hacer política, surge la frase
en un periódico español, de Málaga, en el
año 2008: “ABOGADOS DE TRINCHERA” .
Abogados que no eligen el mundo corporativo.
Abogados que aún creen que su carrera tiene
algún sentido en la medida en que la “justicia”
juega algún papel en su discurso. No desaparece como consigna. En el mundo privado
no tiene sentido un abogado que defienda la
“justicia”. “Málaga dedica la primera calle de
España a los abogados de oficio. La Junta de
Andalucía acaba de abonarles el primer trimestre y todavía les debe el segundo. Algunos los
denominan ´abogados de trinchera´ porque
están dispuestos a pelear en la defensa jurídica de todas las personas que no cuentan con recursos económicos para pagársela.
La figura
de los abogados de oficio, que celebró ayer el
día que el gremio del Derecho les dedica cada
año a nivel nacional, recibió un merecido homenaje en Málaga con la inauguración de una
avenida con este nombre -la primera de España
en hacerlo-, situada en las inmediaciones de
la Ciudad de la Justicia, entre la avenida Blas
Infante y la avenida Gregorio Prieto, junto a
las calles Fiscal Luis Portero y Decano Agustín
Moreno.”2
El título parece en principio raro y contradictorio. Se podrá tratar de comprender lo descriptivo
para poder sintetizar otro rol. Otra forma de ser
abogado. La interrogación que lleva la oración
que implícitamente conlleva el encabezado: por
qué un abogado tiene que estar en la trinchera
y no en su cómoda oficina – estudio, esperando
que los clientes acudan a su salvación. ¿Por
qué un abogado debe salir de su lugar de
confort? Puede ser muy potente y movilizante
poder tomar otra perspectiva intelectual del
ejercicio profesional.
La otroriedad que convoca Levinas. El Otro. Relacionar otros tipos de
ejercicio del ser abogado.
El atentado ejecutado el 16 de junio de 1955,
en la Ciudad de Buenos Aires, más precisamente en la Plaza de Mayo, justo frente de
la Casa Rosada, edificio donde es la sede
del poder ejecutivo, constituyó el inicio de la
violencia política moderna
en la Argentina. El bombardeo realizado por aviones
de la Marina de Guerra, que
como objetivo principal tenía
asesinar al Presidente de la
Nación, dejó sus huellas en
el mármol del Ministerio de Economía. Las balas perforaron la pared del Estado. Sus “daños
colaterales”, fueron entre civiles y militares
más de 308 muertos, muchos de ellos niños y
800 heridos. La historia oficial habla poco de
esto. Pero este hecho político inauguró en la
Argentina la violencia desatada como nunca
antes. El golpe fue frustrado, resistido. Tres
meses más tarde, las mismas fuerzas, más
organizadas y con armas de imposible defensa
(amenazaron bombardear la Ciudad de Ensenada, En las inmediaciones de la Ciudad de la
Plata) iniciaron un golpe (“libertario”). El 16 de
setiembre del mismo año, se produce el golpe
y el gobierno elegido por el voto popular es derrocado por las Fuerzas Armadas con un grupo
de terratenientes y algunos jerarcas religiosos.
Comienza la persecución por razones políticas
de ciudadanos en forma sistemática. Proscripciones. Juicios sumarísimos. Fusilamientos.
Obreros y estudiantes son encarcelados con
dirigentes políticos y sindicales provenientes
del gobierno depuesto. Es el inicio del Terrorismo de Estado en la Argentina.
Quedan
rémoras de ese discurso cuando aún hoy se
escucha a la prensa cuestionar a los abogados
que defendemos los derechos humanos de los
“delincuentes”. Como si los “delincuentes” no
tuvieran derechos. Como si el “garantismo”
fuera entre nosotros una mala palabra. Como
si no hubiera que defender las garantías de la constitución y el debido
proceso. Es absurdo que
en un país con millones de
pobres, el problema de la inseguridad se deba al exceso
de “garantías”. Como si el
problema de la desigualdad,
el hambre, la exclusión, la
violencia, fueran obra del
“garantismo” y de los jueces
que defienden las garantías (“garantistas”). Y
no exactamente al revés: la violencia es producto del hambre, la exclusión, la desigualdad. Los
conflictos se deben a la falta de garantías. No a
su exceso.
Si algo no sobra en nuestro país son
“garantías”. Si algo no sobra es “garantismo”.
Las garantías pueden “sobrar” en Dinamarca
o Noruega (son la razón de su desarrollo).
Pero de ninguna manera sobran “garantías”
en la Argentina, donde la mitad o más de los
presos están presos sin condena, violando la
Constitución.
Argentina transita una marcada época sin
Estado de derecho. Pero había abogados
ejemplares y decididos a poner el cuerpo. Están
a la altura de lo que la coyuntura les reclama.
Ventura Mayoral y Fernando Torres, abogados ambos (llevan adelante la investigación del
primer trabajador metalúrgico desaparecido,
con dos noveles abogados como ayudantes,
Ortega Peña y Eduardo Duhalde) crean la
COFADE (Comisión de Familiares de Detenidos políticos y gremiales). Norberto Centeno
(defensor de activistas obreros y sindicales).
Estos abogados inician un recorrido. Una nueva
forma de ejercer el derecho. Entienden el ejercicio de la profesión, como una combinación
del saber con la exposición del cuerpo, sus
cuerpos. Inauguran en la segunda mitad del
Siglo XX, una nueva forma de ser ABOGADO.
En la década de los 60, el gobierno de facto
modifica el Código Penal. Crea comisiones de
enjuiciamiento de dudosa constitucionalidad.
Se conforma la Confederación General de los
Trabajadores Argentinos (CGTA). Clara respuesta a la GGT, “dialoguista “con el gobierno
militar. En la CGTA, se crea un cuerpo de
abogados con la dirección de Ortega Peña y
Eduardo Duhalde, de alcance de nivel nacional.
Se federaliza el cuerpo para defender a los
trabajadores, presos políticos y estudiantes.
En la inteligencia de estos profesionales se
valora la importancia y el rol de la organización
de los abogados. Como resorte de defensa al
debilitado estado de derecho, nace la Asociación de abogados. Algunos que la impulsaron
siguiendo la línea de relación directa entre
interés profesional e interés de la sociedad,
son Gerardo Taratuto, Yacub Mario, Vicente
Zito Lema, Cárcova3
.
A principios de los 70, desaparece el primer
abogado Martins Néstor junto con su cliente Nildo Zenteno Lo estremecedor del hecho es
que en el momento que la patota va a secuestrarlo, estaba con su cliente. Ante la agresión
policial, Zenteno decide defender a su abogado.
Es elocuente y realza aún más la conjunción
del compromiso del abogado que está a
disposición del interés social. Abogado-trabajador desaparecido. Pero también del interés
del defendido en la figura de su abogado. No
cualquier abogado le sirve.
Recuperada la democracia en octubre de 1983
y con los juzgamientos a las distintas cúpulas
militares que gobernaron de facto desde el año
1976, también entonces distinguidos abogados
y abogadas empeñaron toda su labor y compromiso para esclarecer y demostrar los crímenes
perpetrados por las dictaduras cívico - militares.
Llegando a juzgar a los responsables del genocidio argentino, sobresalen algunos nombres:
Rodolfo Mattarollo, además poeta, Atilio Librandi, Eduardo Barcesat, Miriam Bregman, Rodolfo
Yanzon, Pablo Llonto. Todos ellos pudieron
contribuir para que en el país hubiera un poco
más de memoria y justicia con una rutilante consigna “Nunca más”. En este sentido, interesa
destacar que la actuación colectiva de todos
estos abogados contuvo un doble carácter:
político y profesional. Por un
lado, respondió a su decisión
por colocar sus destrezas
profesionales en favor de la
restauración del estado de
derecho. En el otro tópico,
crear una red de defensa
para los encarcelados, detenidos y desaparecidos.
Sin
este horizonte, la abogacía
pierde su sentido primigenio: defender la justicia. Hoy
parece que los abogados se
forman para ser burócratas
y no profesionales comprometidos. Saben más de
economía y de administración, que de derecho.
En la facultad de derecho de la UBA no hay
una sola materia dedicada a impartir Teorías
de la Justicia. Esa carencia debe ser saldada.
Desde los años 90 en las facultades de Derecho y en sintonía con la política de gobierno llevada en esos tiempos, la currícula es
modificada. Materias de importancia fueron
eliminadas como centrales, como de cursado
obligatorio de los planes de estudio. Derecho
político y filosofía del Derecho son reemplazadas. Análisis económico y financiero se
ubican como materias centrales. La orientación
economicista gana la pulseada a la orientación
histórica - filosófica. La ausencia de formación
en filosofía del derecho e historia es inédita en
las casas de estudios.
Esta ausencia impacta
de lleno en la formación -y en el compromiso del abogado que allí se “forma”. Que allí se
“prepara”.
“Es preciso y necesario volver a darle al abogado del Estado la fuerza que le sacaron. Restablecerle la pasión por defender al Estado”.
Estas palabras que están en consonancia con
las de la doctora Celia Marisa Fiorella Vispo,
integrante del Cuerpo de abogados, pueden
obrar como un resumen. El objetivo central de la gestión actual no es otro más que levantar
la moral del cuerpo de abogados del Estado:
es reivindicar su tarea. La expresión “hay que
levantar la moral” no es una expresión ambigua porque sí: porque hoy esa “moral” está
por el piso. Porque el Estado estaba “por el
piso” y porque los abogados y abogadas que
lo defendían, también estaban destratados.
No reconocidos. No valorados. Desestimados.
Subestimados en su trabajo.
Nicolino Loche, destacado boxeador argentino,
en la década de los 70 viajó a Japón para disputar el título del mundo como retador, ante el temible Paul Fuji que hasta ese momento obtenía
sus victorias produciendo un desgaste físico
- psíquico a sus desafiantes, en primer término.
En sus cualidades boxísticas, tenía una pegada
como pocos boxeadores.
Su apodo era “golpe
de martillo”. Era uno de esos boxeadores, que
si encontraba un espacio descubierto en la
cara del oponente, con sus veloces manos y su
impacto preciso, producía un gran daño al adversario. Llevándole con su trabajo, sostenido y
persistente, al final en sus victorias. Era un gran
noqueador. Sorprendente campeón del mundo.
El desafiante, que se había ganado el alias de
“intocable”, apodo que la sociedad boxística le
había puesto en referencia a sus dotes, ganaba
sin que le pegaran, esquivando golpes más que
dándolos. Modesto provinciano, mendocino.
Sencillo, pertenecía a una escuela de boxeo
de gran preparación técnica. Era callado. Muy
veloz de mente y sobre todo de reflejos. De
cintura prodigiosa.
Para los que no lo saben
o disgustan del boxeo, la cintura es la parte que
articula las extremidades inferiores (piernas)
con las extremidades superiores (brazos),
comprendiendo esta parte del cuerpo humano
el tronco y cabeza. La cabeza es el rey del
ajedrez. Siempre hay que preservarlo. Siempre
(!) De ahí el apodo de Intocable.
Podía desafiar
al rival, ofreciendo su cara para que pudiera
golpearla, con sus manos puestas detrás de su
frontalidad. Apenas muy pocas veces podían
golpearlo. Era sobrio. Respetuoso del rival.
Su estilo y valentía podían ser más veloces
que los golpes que arrojara su oponente, esquivándolos todos o casi todos y dejándolo en
situación de desesperación ante tantos yerros
sostenidos.
Muchos rivales al terminar la pelea
se bajaban del ring enojados. Decían “esto
no es boxeo”. Nicolino, el intocable, había
inventado otra forma de boxear. Volviendo al
momento del campeonato mundial, cuando ya
estaba preparado en el vestuario, un par de
horas antes de la pelea desde la camilla donde
estaba acostado, luego de que le hicieran el
vendaje (proteger las manos con vendas, antes
que se coloquen los guantes) de rigor, en sus
manos, pidió a su entrenador que apagaran
la luz del ambiente. Nicolino se durmió. Antes
de la “batalla de su vida”, decidió dormir una
siesta.
Su entrenador fue quien lo despertó con
el tiempo suficiente antes de la pelea. Inició su
calentamiento físico y marchó rumbo al ring. El
intocable ese día tuvo su mayor alegría y para
muchos su mejor pelea. Le ganó por abandono
al temerario Paul Fuji y fue campeón del mundo. Fue el mejor entre todos.
Algunos hechos que sobresalen del momento
previo al subir al ring para disputar la pelea y
tener la posibilidad, aunque el adversario sea
temerario, poderoso y sobre todo campeón.
Condición. Entrenamiento (técnica de
la materia) - preparación física.
Serenidad. Decisión. Ambición.
1- La Condición: Es el rasgo individual que se
trae antes, mucho antes de elegir ser boxeador.
Ser boxeador también se elige. Es la historia
de cada uno. Incluso antes de que se empiece
a entrenar; se pueden mejorar todas las condiciones, pero es lo que hay que tener más
en cuenta para la preparación. Las ventajas
y desventajas de la persona. Los directores técnicos (maestros
que inician y conducen
al boxeador hasta la
pelea) le llaman “el
material”. Capacidad
de aprender y escuchar. Capacidad de resolver.
Capacidad de aguantar. Capacidad de crear.
Capacidad de golpear. Capacidad de defender.
2- Entrenamiento - preparación física-: El
cuerpo dócil, en términos de Foucault, debe
ser moldeado. Preparado para pelear. Con
múltiples ejercicios, programados en base al
tipo de actividad que requiere el boxeo. El entrenamiento siempre tiene como objetivo principal
la pelea. La repetición del movimiento con la
adecuada capacitación aeróbica, van a producir
en la persona en el momento del combate que
su cabeza pueda pensar más libremente para
resolver con su técnica dificultades que no
estén guionadas.
3- Serenidad y decisión: Son cualidades que
se instalan en la mente del boxeador cuando
el entrenamiento está completado de acuerdo
a los objetivos trazados. Y complementado
con el tipo de personalidad que se tenga. La
convicción de saber por qué se encuentra en
el ring y para qué son dos aspectos que se
deben saber cuando el púgil hace la opción en
la toma de decisión.
4- Ambición: La ambición es el germen del
que procede todo crecimiento de nobleza, decía Oscar Wilde. Para todo boxeador es difícil comprender su existencia sin saber contra
quién pelear, sin quién pelear. Sin oponente,
no hay pelea y sin “bolsa”, tampoco lo hay.
A mayores desafíos mejores bolsas. Mejores
pagas. Mejores rivales.
Conclusión
Entender que un abogado es un boxeador intelectual, es todo un desafío a nuestra creatividad
del pensamiento. Tratar de comprender que
cada expediente, cada juicio es una pelea; que
cada vez que se representa a un trabajador es
también una pelea. La historia de cada profesional que con su matrícula realiza su trabajo
es una pelea. Que cuando se decide la defensa
de alguien se debe tomar con serenidad y decisión. La ambición es siempre sacar el mejor
resultado sin traicionar los valores éticos y
morales que determinan la profesión. Hay numerosos ejemplos que pueden mantener bien
alta la mirada del abogado. Mariano Moreno
es sin duda el nombre más conmovedor en la
historia argentina. Hubo y existen muchos. Un
objetivo que siempre debe tener como punto
de referencia es la defensa de los derechos
humanos y ¡nunca bajar la guardia!
1 - Croxatto, G. L. “Ya no hablamos como abogados“. Diario Página 12. Buenos Aires, 25 de mayo de 2022.
2 - Abogados de trinchera: una labor noble y mal remunerada”, en La Opinión de Málaga, Septiembre 2008.
3 - La AGAE, la actual asociación gremial de abogados, toma su nombre de la Gremial de Abogados de la que Ortega Peña fue
el principal referente
Guido Croxatto*
y Gustavo Fernández**
*
Abogado penalista. Director Nacional de la Escuela del Cuerpo de Abogados y Abogadas del Estado (ECAE)
** Abogado laboralista, hijo del boxeador Jorge Fernández, recordado como el “Toro de Pompeya“.