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 25/07/2022   1215
Boxeo y Derecho: la abogacía en la trinchera 

“Los boxeadores imaginan el boxeo no como un trampolín para la agresión y una ejercitación en la violencia sino como un oficio de habilidad corporal, oficio de actuación competitiva que requiere conocimiento técnico sofisticado y un permanente compromiso moral que pueda permitir no solo mejorar en lo material, sino también, y más urgentemente, construir un ser heroico públicamente reconocido.” 
Loic. J. D. Wacquant


Existen distintos sinónimos en la definición del término abogado. Para la Real Academia Española, abogado, da, Del lat. advocatus.
1. m. y f. Licenciado en derecho que ofrece profesionalmente asesoramiento jurídico y que ejerce la defensa de las partes en los procesos judiciales o en los procedimientos administrativos. 
2. m. y f. Intercesor o mediador.
3. m. y f. Nic. Persona habladora, enredadora, parlanchina. 

Quizás la más delirante pero a la vez inquietante, que por supuesto no es de la RAE, es la que lo define como un boxeador intelectual. Seduce y al mismo tiempo inquiere, sirve para pensar y quizás asumir que ser abogado es ser un boxeador, pero por otro medio. Que no se puede ser un buen abogado –en un mundo tan injusto y cruento- si no se está dispuesto a pelear. 

Loic Waqant fue discípulo de Pierre Bourdieu. Ambos eran fanáticos del boxeo. Wacquant se cansó de estudiar la cárcel en abstracto. Vino a la Argentina a estudiar las cárceles de verdad: las cárceles de la miseria. Como Bourdieu, Wacquant se cansó de la filosofía idealista que se construye como castillos de naipes. La sociología jurídica es una disciplina reciente y nace precisamente por esta necesidad de aterrizar la filosofía a la realidad social concreta, a los hechos crudos. Aporta lo material al mundo “filosófico” abstracto, inmaterial, falsamente “universal”. La sociología del derecho, hoy de moda, no nace en cualquier lugar: nace con la –y como- sociología de las prisiones. En la prisión lo que existe es una neutralización brutal de los cuerpos pobres. Un amontonamiento de cuerpos que a nadie le importan. No es lo mismo una prisión en Holanda –cada vez más en desuso- que una prisión en Argentina, donde los presos están hacinados. 

Los cuerpos sin derechos –como los cuerpos precarizados de los trabajadores- son los cuerpos que defiende la abogacía estatal. Sean trabajadores precarizados, sean presos hacinados, sean personas vulneradas, el abogado del Estado está para asumir esa defensa. Ninguna otra. El derecho nace en ese momento. No es el Estado el que somete y encierra los cuerpos pobres. Es el mercado que destrata mano de obra barata y que ya no sirve, debilitando al Estado para que no incline esta desigualdad de base. El Estado está para defender la dignidad y la vida de los trabajadores. Esta para defender la dignidad que el mercado no defiende. Los derechos que el mercado quiere eliminar o recortar porque representan un “costo”, una “carga”. El mercado y el derecho no van juntos. A menudo se contraponen. Ser abogado “liberal” no es lo mismo que ser un abogado del Estado o de los trabajadores. Son dos caminos distintos. Y no se nos forma para poder elegir. Se nos forma para ser funcionales al mundo privado.

No al derecho colectivo de los trabajadores. Se nos forma para ser abogados de empresas. No para defender a los trabajadores. No para defender al Estado. El Estado y los trabajadores son cada vez más pobres. Esto está lejos de ser una casualidad. Refleja una manera cada vez más hegemónica (“técnica”) de formar a los abogados. De “enseñar” (a “defender”, o más bien, a no defender…) el Derecho. En los últimos 30 años, el lenguaje corporativo empresarial empieza a reemplazar los términos de la política y también al lenguaje jurídico. La caída del muro de Berlín fue de la mano del discurso empresarial que asocia la vida del Estado a la “gestión” administrativa eficaz de cualquier empresa privada, como si el Estado fuera igual (y representara lo mismo) que una empresa “eficiente”. Ya Hegel había cuestionado este error. 

En los 90 se pone de moda una carrera: Administración de Empresas. Los abogados empezamos a hablar cada vez más como contadores. El lenguaje se va transformando paulatinamente, asumiendo un tono de mercado con una inmensa influencia economicista y más acotada a la Escuela de Chicago (La escuela de Chicago se caracterizó por rechazar las ideas del keynesianismo que se mostraban a favor de la intervención del Estado, para promover, en cambio, el libre mercado y las ideas del monetarismo. Sus principales exponentes fueron Milton Friedman y George Stigler, ambos premiados con el Nobel de Economía). 

La economía pone de rodillas a la política y al derecho, le quita sus principios, su concepto, su lenguaje (1) . La teoría monetarista incursiona en los Gobiernos como nueva ideología (“neutral”) y los Estados ceden a su rol como motor de la economía. El Fondo Monetario Internacional promueve el desmantelamiento de los estados de bienestar, las IFIS fungen como agentes propagandísticos que impulsan su desmantelación poniendo como condición para el endeudamiento de los países la ventas de sus activos. Las empresas del Estado desaparecen una por una (ENTEL; Gas del Estado, SEGBA, por citar solo algunas). 

El Patrimonio nacional se vende o se desmantela para poder endeudarse. Los abogados laboralistas son ellos mismos cuestionados, como si defender el derecho de los trabajadores estuviera mal: fuera una “industria” mafiosa. La famosa frase que para los argentinos implicó la venta de las empresas a manos privadas: “las joyas de la abuela” o más brutal aún la frase del abogado argentino ministro en los años 90, padre del derecho administrativo neoliberal: “Nada de lo que deba ser estatal permanecerá en manos del Estado”. Crecen las urbanizaciones cerradas con fuerte control de seguridad. Se aíslan dentro de grandes urbes aquellos grupos que con sus riquezas pueden pagar nuevas formas de vida sin presencia estatal a la vista. La escuela pública es desprestigiada. Las clases medias le dan la espalda. Lo público se cuestiona como idea. Desaparece como concepto. La educación privada se desarrolla como competidora. 

El concepto de GOBIERNO, se va transformando en la idea de GOBERNANZA, para las naciones. La gobernanza viene del mundo privado, corporativo, anti político. La política es una mala palabra, como la palabra “trabajador” con derechos. La Administración del Estado sobresale sobre las políticas para gobernar. Se administra y no se gobierna. Los “números” se adueñan del centro del cuadrilátero. Todo tiende a cerrar si dan las cuentas fiscales. Las decisiones públicas se subordinan a los rojos de los balances. Lo público, lo universal, lo de todos, se pierde con lo privado, singular, lo de pocos. Y a este giro se le llama “eficacia”. “Modernización”. Pero lo único que crece en nuestros países (como en Chile) así “modernizados” es la precariedad. Es la informalidad. Es la falta de derechos. Es la injusticia. Es la falta de abogados dispuestos a dar la pelea. 

A veces el Estado mismo no tiene los abogados que hacen falta para empezar a pelear. Para saber dar la pelea. A los abogados no se los forma para eso. Para eso nadie nos prepara. En el medio de la contienda entre lo público y lo privado; entre políticas de estado e inversiones privadas, en la España tironeada también entre dos formas de hacer política, surge la frase en un periódico español, de Málaga, en el año 2008: “ABOGADOS DE TRINCHERA” . Abogados que no eligen el mundo corporativo. Abogados que aún creen que su carrera tiene algún sentido en la medida en que la “justicia” juega algún papel en su discurso. No desaparece como consigna. En el mundo privado no tiene sentido un abogado que defienda la “justicia”. “Málaga dedica la primera calle de España a los abogados de oficio. La Junta de Andalucía acaba de abonarles el primer trimestre y todavía les debe el segundo. Algunos los denominan ´abogados de trinchera´ porque están dispuestos a pelear en la defensa jurídica de todas las personas que no cuentan con recursos económicos para pagársela. 

La figura de los abogados de oficio, que celebró ayer el día que el gremio del Derecho les dedica cada año a nivel nacional, recibió un merecido homenaje en Málaga con la inauguración de una avenida con este nombre -la primera de España en hacerlo-, situada en las inmediaciones de la Ciudad de la Justicia, entre la avenida Blas Infante y la avenida Gregorio Prieto, junto a las calles Fiscal Luis Portero y Decano Agustín Moreno.”2 El título parece en principio raro y contradictorio. Se podrá tratar de comprender lo descriptivo para poder sintetizar otro rol. Otra forma de ser abogado. La interrogación que lleva la oración que implícitamente conlleva el encabezado: por qué un abogado tiene que estar en la trinchera y no en su cómoda oficina – estudio, esperando que los clientes acudan a su salvación. ¿Por qué un abogado debe salir de su lugar de confort? Puede ser muy potente y movilizante poder tomar otra perspectiva intelectual del ejercicio profesional. 

La otroriedad que convoca Levinas. El Otro. Relacionar otros tipos de ejercicio del ser abogado. El atentado ejecutado el 16 de junio de 1955, en la Ciudad de Buenos Aires, más precisamente en la Plaza de Mayo, justo frente de la Casa Rosada, edificio donde es la sede del poder ejecutivo, constituyó el inicio de la violencia política moderna en la Argentina. El bombardeo realizado por aviones de la Marina de Guerra, que como objetivo principal tenía asesinar al Presidente de la Nación, dejó sus huellas en el mármol del Ministerio de Economía. Las balas perforaron la pared del Estado. Sus “daños colaterales”, fueron entre civiles y militares más de 308 muertos, muchos de ellos niños y 800 heridos. La historia oficial habla poco de esto. Pero este hecho político inauguró en la Argentina la violencia desatada como nunca antes. El golpe fue frustrado, resistido. Tres meses más tarde, las mismas fuerzas, más organizadas y con armas de imposible defensa (amenazaron bombardear la Ciudad de Ensenada, En las inmediaciones de la Ciudad de la Plata) iniciaron un golpe (“libertario”). El 16 de setiembre del mismo año, se produce el golpe y el gobierno elegido por el voto popular es derrocado por las Fuerzas Armadas con un grupo de terratenientes y algunos jerarcas religiosos. Comienza la persecución por razones políticas de ciudadanos en forma sistemática. Proscripciones. Juicios sumarísimos. Fusilamientos. Obreros y estudiantes son encarcelados con dirigentes políticos y sindicales provenientes del gobierno depuesto. Es el inicio del Terrorismo de Estado en la Argentina. 

Quedan rémoras de ese discurso cuando aún hoy se escucha a la prensa cuestionar a los abogados que defendemos los derechos humanos de los “delincuentes”. Como si los “delincuentes” no tuvieran derechos. Como si el “garantismo” fuera entre nosotros una mala palabra. Como si no hubiera que defender las garantías de la constitución y el debido proceso. Es absurdo que en un país con millones de pobres, el problema de la inseguridad se deba al exceso de “garantías”. Como si el problema de la desigualdad, el hambre, la exclusión, la violencia, fueran obra del “garantismo” y de los jueces que defienden las garantías (“garantistas”). Y no exactamente al revés: la violencia es producto del hambre, la exclusión, la desigualdad. Los conflictos se deben a la falta de garantías. No a su exceso. 

Si algo no sobra en nuestro país son “garantías”. Si algo no sobra es “garantismo”. Las garantías pueden “sobrar” en Dinamarca o Noruega (son la razón de su desarrollo). Pero de ninguna manera sobran “garantías” en la Argentina, donde la mitad o más de los presos están presos sin condena, violando la Constitución. Argentina transita una marcada época sin Estado de derecho. Pero había abogados ejemplares y decididos a poner el cuerpo. Están a la altura de lo que la coyuntura les reclama. 

Ventura Mayoral y Fernando Torres, abogados ambos (llevan adelante la investigación del primer trabajador metalúrgico desaparecido, con dos noveles abogados como ayudantes, Ortega Peña y Eduardo Duhalde) crean la COFADE (Comisión de Familiares de Detenidos políticos y gremiales). Norberto Centeno (defensor de activistas obreros y sindicales). Estos abogados inician un recorrido. Una nueva forma de ejercer el derecho. Entienden el ejercicio de la profesión, como una combinación del saber con la exposición del cuerpo, sus cuerpos. Inauguran en la segunda mitad del Siglo XX, una nueva forma de ser ABOGADO. En la década de los 60, el gobierno de facto modifica el Código Penal. Crea comisiones de enjuiciamiento de dudosa constitucionalidad. Se conforma la Confederación General de los Trabajadores Argentinos (CGTA). Clara respuesta a la GGT, “dialoguista “con el gobierno militar. En la CGTA, se crea un cuerpo de abogados con la dirección de Ortega Peña y Eduardo Duhalde, de alcance de nivel nacional. Se federaliza el cuerpo para defender a los trabajadores, presos políticos y estudiantes. 

En la inteligencia de estos profesionales se valora la importancia y el rol de la organización de los abogados. Como resorte de defensa al debilitado estado de derecho, nace la Asociación de abogados. Algunos que la impulsaron siguiendo la línea de relación directa entre interés profesional e interés de la sociedad, son Gerardo Taratuto, Yacub Mario, Vicente Zito Lema, Cárcova3 . A principios de los 70, desaparece el primer abogado Martins Néstor junto con su cliente Nildo Zenteno Lo estremecedor del hecho es que en el momento que la patota va a secuestrarlo, estaba con su cliente. Ante la agresión policial, Zenteno decide defender a su abogado. 

Es elocuente y realza aún más la conjunción del compromiso del abogado que está a disposición del interés social. Abogado-trabajador desaparecido. Pero también del interés del defendido en la figura de su abogado. No cualquier abogado le sirve. Recuperada la democracia en octubre de 1983 y con los juzgamientos a las distintas cúpulas militares que gobernaron de facto desde el año 1976, también entonces distinguidos abogados y abogadas empeñaron toda su labor y compromiso para esclarecer y demostrar los crímenes perpetrados por las dictaduras cívico - militares. 

Llegando a juzgar a los responsables del genocidio argentino, sobresalen algunos nombres: Rodolfo Mattarollo, además poeta, Atilio Librandi, Eduardo Barcesat, Miriam Bregman, Rodolfo Yanzon, Pablo Llonto. Todos ellos pudieron contribuir para que en el país hubiera un poco más de memoria y justicia con una rutilante consigna “Nunca más”. En este sentido, interesa destacar que la actuación colectiva de todos estos abogados contuvo un doble carácter: político y profesional. Por un lado, respondió a su decisión por colocar sus destrezas profesionales en favor de la restauración del estado de derecho. En el otro tópico, crear una red de defensa para los encarcelados, detenidos y desaparecidos. 

Sin este horizonte, la abogacía pierde su sentido primigenio: defender la justicia. Hoy parece que los abogados se forman para ser burócratas y no profesionales comprometidos. Saben más de economía y de administración, que de derecho. En la facultad de derecho de la UBA no hay una sola materia dedicada a impartir Teorías de la Justicia. Esa carencia debe ser saldada. Desde los años 90 en las facultades de Derecho y en sintonía con la política de gobierno llevada en esos tiempos, la currícula es modificada. Materias de importancia fueron eliminadas como centrales, como de cursado obligatorio de los planes de estudio. Derecho político y filosofía del Derecho son reemplazadas. Análisis económico y financiero se ubican como materias centrales. La orientación economicista gana la pulseada a la orientación histórica - filosófica. La ausencia de formación en filosofía del derecho e historia es inédita en las casas de estudios. 

Esta ausencia impacta de lleno en la formación -y en el compromiso del abogado que allí se “forma”. Que allí se “prepara”. “Es preciso y necesario volver a darle al abogado del Estado la fuerza que le sacaron. Restablecerle la pasión por defender al Estado”. Estas palabras que están en consonancia con las de la doctora Celia Marisa Fiorella Vispo, integrante del Cuerpo de abogados, pueden obrar como un resumen. El objetivo central de la gestión actual no es otro más que levantar la moral del cuerpo de abogados del Estado: es reivindicar su tarea. La expresión “hay que levantar la moral” no es una expresión ambigua porque sí: porque hoy esa “moral” está por el piso. Porque el Estado estaba “por el piso” y porque los abogados y abogadas que lo defendían, también estaban destratados. No reconocidos. No valorados. Desestimados. Subestimados en su trabajo. 

Nicolino Loche, destacado boxeador argentino, en la década de los 70 viajó a Japón para disputar el título del mundo como retador, ante el temible Paul Fuji que hasta ese momento obtenía sus victorias produciendo un desgaste físico - psíquico a sus desafiantes, en primer término. En sus cualidades boxísticas, tenía una pegada como pocos boxeadores. 

Su apodo era “golpe de martillo”. Era uno de esos boxeadores, que si encontraba un espacio descubierto en la cara del oponente, con sus veloces manos y su impacto preciso, producía un gran daño al adversario. Llevándole con su trabajo, sostenido y persistente, al final en sus victorias. Era un gran noqueador. Sorprendente campeón del mundo. 

El desafiante, que se había ganado el alias de “intocable”, apodo que la sociedad boxística le había puesto en referencia a sus dotes, ganaba sin que le pegaran, esquivando golpes más que dándolos. Modesto provinciano, mendocino. Sencillo, pertenecía a una escuela de boxeo de gran preparación técnica. Era callado. Muy veloz de mente y sobre todo de reflejos. De cintura prodigiosa. 
Para los que no lo saben o disgustan del boxeo, la cintura es la parte que articula las extremidades inferiores (piernas) con las extremidades superiores (brazos), comprendiendo esta parte del cuerpo humano el tronco y cabeza. La cabeza es el rey del ajedrez. Siempre hay que preservarlo. Siempre (!) De ahí el apodo de Intocable. 

Podía desafiar al rival, ofreciendo su cara para que pudiera golpearla, con sus manos puestas detrás de su frontalidad. Apenas muy pocas veces podían golpearlo. Era sobrio. Respetuoso del rival. Su estilo y valentía podían ser más veloces que los golpes que arrojara su oponente, esquivándolos todos o casi todos y dejándolo en situación de desesperación ante tantos yerros sostenidos. 


Muchos rivales al terminar la pelea se bajaban del ring enojados. Decían “esto no es boxeo”. Nicolino, el intocable, había inventado otra forma de boxear. Volviendo al momento del campeonato mundial, cuando ya estaba preparado en el vestuario, un par de horas antes de la pelea desde la camilla donde estaba acostado, luego de que le hicieran el vendaje (proteger las manos con vendas, antes que se coloquen los guantes) de rigor, en sus manos, pidió a su entrenador que apagaran la luz del ambiente. Nicolino se durmió. Antes de la “batalla de su vida”, decidió dormir una siesta. 

Su entrenador fue quien lo despertó con el tiempo suficiente antes de la pelea. Inició su calentamiento físico y marchó rumbo al ring. El intocable ese día tuvo su mayor alegría y para muchos su mejor pelea. Le ganó por abandono al temerario Paul Fuji y fue campeón del mundo. Fue el mejor entre todos. Algunos hechos que sobresalen del momento previo al subir al ring para disputar la pelea y tener la posibilidad, aunque el adversario sea temerario, poderoso y sobre todo campeón.

Condición. Entrenamiento (técnica de la materia) - preparación física. Serenidad. Decisión. Ambición. 

1- La Condición: Es el rasgo individual que se trae antes, mucho antes de elegir ser boxeador. Ser boxeador también se elige. Es la historia de cada uno. Incluso antes de que se empiece a entrenar; se pueden mejorar todas las condiciones, pero es lo que hay que tener más en cuenta para la preparación. Las ventajas y desventajas de la persona. Los directores técnicos (maestros que inician y conducen al boxeador hasta la pelea) le llaman “el material”. Capacidad de aprender y escuchar. Capacidad de resolver. Capacidad de aguantar. Capacidad de crear. Capacidad de golpear. Capacidad de defender. 

2- Entrenamiento - preparación física-: El cuerpo dócil, en términos de Foucault, debe ser moldeado. Preparado para pelear. Con múltiples ejercicios, programados en base al tipo de actividad que requiere el boxeo. El entrenamiento siempre tiene como objetivo principal la pelea. La repetición del movimiento con la adecuada capacitación aeróbica, van a producir en la persona en el momento del combate que su cabeza pueda pensar más libremente para resolver con su técnica dificultades que no estén guionadas. 

3- Serenidad y decisión: Son cualidades que se instalan en la mente del boxeador cuando el entrenamiento está completado de acuerdo a los objetivos trazados. Y complementado con el tipo de personalidad que se tenga. La convicción de saber por qué se encuentra en el ring y para qué son dos aspectos que se deben saber cuando el púgil hace la opción en la toma de decisión. 

4- Ambición: La ambición es el germen del que procede todo crecimiento de nobleza, decía Oscar Wilde. Para todo boxeador es difícil comprender su existencia sin saber contra quién pelear, sin quién pelear. Sin oponente, no hay pelea y sin “bolsa”, tampoco lo hay. A mayores desafíos mejores bolsas. Mejores pagas. Mejores rivales. 

Conclusión 

Entender que un abogado es un boxeador intelectual, es todo un desafío a nuestra creatividad del pensamiento. Tratar de comprender que cada expediente, cada juicio es una pelea; que cada vez que se representa a un trabajador es también una pelea. La historia de cada profesional que con su matrícula realiza su trabajo es una pelea. Que cuando se decide la defensa de alguien se debe tomar con serenidad y decisión. La ambición es siempre sacar el mejor resultado sin traicionar los valores éticos y morales que determinan la profesión. Hay numerosos ejemplos que pueden mantener bien alta la mirada del abogado. Mariano Moreno es sin duda el nombre más conmovedor en la historia argentina. Hubo y existen muchos. Un objetivo que siempre debe tener como punto de referencia es la defensa de los derechos humanos y ¡nunca bajar la guardia!

1 - Croxatto, G. L. “Ya no hablamos como abogados“. Diario Página 12. Buenos Aires, 25 de mayo de 2022.
 
2 - Abogados de trinchera: una labor noble y mal remunerada”, en La Opinión de Málaga, Septiembre 2008.
 
3 - La AGAE, la actual asociación gremial de abogados, toma su nombre de la Gremial de Abogados de la que Ortega Peña fue el principal referente

Guido Croxatto* y Gustavo Fernández**
* Abogado penalista. Director Nacional de la Escuela del Cuerpo de Abogados y Abogadas del Estado (ECAE) 
** Abogado laboralista, hijo del boxeador Jorge Fernández, recordado como el “Toro de Pompeya“.
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