¿Cuál es la razón por la que ustedes decidieron incorporarse
a UPCN?
Ailén
Martínez, Delegación Superintendencia de Riesgos del Trabajo: me sumé al sindicato interpelada
por la necesidad de trascender lo individual. En estos tiempos que corren nos
invaden de todos lados con que uno puede solo, con que no hay nada como la
autonomía y es toda una mentira, porque somos con otros. Tiene que ver con un
proyecto de vida. Cómo quiero construir mi vida de aquí en más, siendo parte de
algo más grande que yo.
Belén
Garnier, Delegación Ministerio de Educación: Creo que pertenecer a una
organización es un voto de confianza que uno construye colectivamente.
Joaquín
Suárez, Delegación Anses: Yo me siento militante. Mis inicios fueron con la
militancia política y encontré en el sindicato un espacio de contención, de
transformación y de poder hacer lo que lo que uno siente, lo que ama.
Diego
Depetris, Delegación Ministerio de Ciencia y Tecnología: trabajaba en la cafetería del
Ministerio y las primeras personas con las que me relacioné fue con gente del
gremio que se me fue acercando, invitándome a reuniones, eventos, partidos de
fútbol. El vínculo primordial se dio a través de encuentros informales. Después
fui colaborador y continué como delegado,
ahí pude ver la magnitud de la Organización, la importancia que tiene el sindicato
como herramienta para transformar la realidad de los trabajadores. Yo solo no
podía ayudar a un compañero o compañera con un problema, con la espalda gremial
sí. Y también acompañar, porque no sólo vienen con problemas los/as compañeros/as,
también traen propuestas para progresar, llevar a cabo actividades o encuentros
que generan sentido de pertenencia dentro del organismo y del gremio, como me
pasó a mí.
Nicolás
Martínez, Delegación Superintendencia de Seguros de la Nación: primero por una cuestión de origen,
UPCN fue principalmente familia. Después, por el sentido de vivir en comunidad,
la construcción colectiva. Siempre creo
que uno puede mucho más unido y mancomunado con otros compañeros y compañeras
que individualmente. Por convicción y por todo lo que venimos mencionando,
no me imagino en otro lugar que no sea UPCN.
Clara
Carrillo, Delegación Superintendencia de Riesgo de Trabajo: Vengo al sindicato desde que era
chiquita, para mí esto siempre fue familia y cuando empecé a trabajar, continué
con esa misma familia y la ampliamos un poquito más. Tuve la libertad de elegir
participar y pude involucrarme en esto que siempre lo había vivido como hija de
un compañero, pasar a ser parte realmente y comprometerme desde otro lugar, el
mío.
Laura
Lorences, Secretaría de Juventud: Siempre milité, aun cuando ni sabía que lo estaba haciendo,
como por ejemplo en el colegio, resolviendo problemas, organizando algo,
defendiendo a un compañero/a. Lo seguí haciendo en la universidad y en la
militancia política, en el barrio. Sumarme a UPCN primero me dio la posibilidad
de poder militar también en mi lugar de trabajo, un desafío que me resultaba
muy interesante, después me di cuenta de la magnitud de esta organización. Fui ganando
confianza paulatinamente con cada uno de los logros que íbamos obteniendo en el
organismo, que es lo más lindo que te puede pasar cuando intervenís
gremialmente, ver que efectivamente podés contribuir con tus acciones a
cambiarle un poco la realidad a tus compañeros y compañeras.
¿Cuál creen que es lo diferente, aquello lo que podemos
acercar a los jóvenes a nuestra organización?
Belén
Garnier:
creo que los jóvenes se acercan a nuestro gremio porque nosotros marcamos una
presencia que no encuentran en otro. Además de un trabajo que hace que vean
resultados y se sientan atraídos por el camino gremial.
Diego
Depetris:
también la seriedad con la que trabaja el gremio. Mejor que decir es hacer, es así siempre, nosotros vamos con la verdad,
tal vez otros prometen o proponen más de lo que pueden cumplir y, cuando no
cumplen, los/as trabajadores/as se sienten desilusionados. Nosotros no, nos
vamos con lo justo. Militamos la carrera administrativa, militamos la obra
social. Nos suele pasar que
afiliados a otro gremio nos preguntan a nosotros y no a su delegado. Podría decirse que lo que nos diferencia
sería ir con la verdad, ir con cosas concretas. La capacitación y la
formación también hacen la diferencia. Es fundamental. Yo pasé por los tres
ciclos de la Escuela Sindical y fue una herramienta primordial para mi trabajo
de delegado. Obviamente, el día a día, caminar los pasillos, las oficinas, es
central, pero eso se completa cuando das respuestas.
¿Hay resistencia a la afiliación y participación de los
jóvenes?
Joaquín
Suárez:
El trabajador y la trabajadora no son
ajenos a lo que trasciende, al momento histórico y político que vivimos. Lo
cierto es que no hay tanto rechazo como se quiere instalar, aunque
permanentemente se procura imponer un descreimiento a los sindicatos. Creo que
en el tiempo, si pensamos en la agenda de la juventud, con el poder de la
organización más la militancia y el trabajo, vamos poder ir rompiendo ese
discurso.
Ailén
Martínez:
también tiene que ver con el cambio de
paradigma que hay en relación con el trabajo. Antes a alguien le decían “vas
a entrar a trabajar al estado y vas a estar toda tu vida” y le parecía bien, le
generaba una sensación de estabilidad total. Hoy a alguien de 20 años le decís vas a estar toda la vida acá y te
dicen “no, yo me quiero ir de viaje por el mundo, quiero hacer otras cosas”.
Entonces hay que trabajar para combatir un poco eso, no prometiéndole al joven
algo a 20 años, sino mostrando qué podemos hacer para acompañarlo durante el
tiempo que decidan quedarse.
Diego
Depetris:
la cuestión generacional de quienes hoy entran a la administración pública
dista de la generación de mi padre, de mi abuelo; para ellos, tener trabajo en
blanco significaba, tal vez, la posibilidad de adquirir una vivienda propia.
Era más fácil con trabajo en blanco lograrlo. Hoy el compañero de 20 años que entra de a la administración pública
sabe que es muy difícil que llegar a la casa propia con su sueldo y entonces
las expectativas que se generan a largo plazo se van reduciendo. Saben que
están ahí un tiempo y cuando le sale
otra cosa mejor se van y con eso tenemos que combatir día a día. Cómo hacer
para generar sentido de pertenencia con el gremio si ni siquiera la tienen con
la oficina en la que están trabajando, que sienten que están de paso. Es un
desafío.
Clara
Carrillo:
Hay un prejuicio sobre la administración pública, sus trabajadores/as y,
obviamente, los sindicatos. Verlo como
algo que hay que cambiar porque no funciona, porque es algo del pasado,
porque hablar de sindicalismo es hablar de viejos varones, no hablar de
mujeres, no hablar de jóvenes. En UPCN nosotros dimos ese cambio y por eso
entiendo que seguimos siendo el gremio mayoritario. Porque representamos en la realidad a todos los/as trabajadores/as, con su
variedad, mujeres, varones o lo que decidan ser, jóvenes, gente grande, con los
mismos objetivos o no, profesionales o no. Esa amplitud nos da la diferencia,
ese plus y por eso somos lo que somos hoy en día.
Joaquín
Suárez:
si bien suena romántico esta cuestión generacional de “no quiero estar tanto
tiempo en un mismo lugar”, me parece que quien ingresa al Estado, por la misma
transmisión de los medios, ya ingresa no queriéndolo. Venimos desde Gasalla estigmatizando al empleado estatal y hoy que
tenés miles de herramientas comunicacionales es peor todavía. Desde una
organización como la nuestra podemos llegar mediante la militancia a contener,
abrazar y contribuir a que comprendan que el camino puede ser diferente. El
gran desafío que tenemos por delante es repensar de qué manera podemos llegar
con nuestras voces también a quienes no son trabajadoras y trabajadores
públicos. Hace varios años, la representación sindical existía también
fuera del ámbito laboral, en el barrio, en el club, en diferentes espacios. Eso
cambió y es necesario que la sociedad también empiece a vernos de otra manera porque,
en definitiva, parte de esa sociedad es la que después ingresa a trabajar en el
estado. Entonces, que cuando ingrese, tenga una mirada más real sobre qué es
ser un/a trabajador/a público/a. No es fácil, pero de alguna manera hay que
hacerlo.
Laura
Lorences:
hay que dar la batalla cultural y mediática cotidianamente. Si todo el tiempo,
en todos los medios están criticando al sindicalismo y al Estado en general, (en
la pandemia esto se intensificó, se apuntaba a los/as trabajadores/as estatales
por el sueldo a fin de mes, por la estabilidad como si fuera algo malo) tenemos
que trabajar además para revertir eso, y ahí también es fundamental el rol de
la juventud. Nosotros estamos orgullosos
de trabajar en el Estado porque realmente es una herramienta con la cual le podés
resolver cuestiones concretas a tu pueblo y no hay nada más gratificante que
eso. Esa tiene que ser nuestra bandera y lo que tenemos que transmitirle a
la generación que nos sigue. Que no sólo tenés un trabajo que te permite cubrir
tus necesidades y desarrollarte, sino que también estás contribuyendo a la
comunidad; trabajar el sentido de pertenencia de los compañeros y poner
en evidencia las intenciones de quienes denuestan y critican constantemente lo
público que no son para nada inocentes.
¿Sienten que el estado da una respuesta a las necesidades
laborales de los jóvenes, de movilidad, de transformación, en sus intereses?
¿El sindicato, como organización, contiene también esa nueva idiosincrasia o
paradigma que los jóvenes necesitan?
Pensándolo desde el estado y el sindicato como dos instituciones, si están
respondiendo a esas necesidades.
Belén
Garnier:
en relación con lo que venían diciendo, en cuanto a que hay jóvenes que
ingresan al Estado pero que no tienen una proyección para toda su vida, el
sindicato tiene un abanico de herramientas para darles. Además, el contexto es muy difícil, encontrar trabajo
no es tan fácil como en otro tiempo y el Estado, a través del sindicato, le
está dando herramientas para su formación y para, justamente, estabilizar su
vida. Creo que eso hace que el joven se sienta contenido y que tenga la
confianza suficiente para afiliarse.
Nicolás
Martínez:
el Estado no le está dando respuesta a esta problemática nueva que tienen los
jóvenes y no veo que estén pensando cómo hacerlo. Hoy un joven entra precarizado y después, en lo cotidiano, el laburo en
gran parte de los organismos termina siendo monótono y el joven busca otra
cosa, muchos terminan encontrándola en el sindicato. Podemos cambiarlos de
área, de organismo, contenerlos a través de una revista, una actividad, un
espacio cultural, pero es difícil para nosotros contrarrestar lo que el Estado,
como empleador, no hace. Si bien estamos militando, incentivando, creando
espacios, ese/a compañero/a muchas veces no logra materializar su laburo en una
política pública concreta y lo termina desmotivando. Los gobiernos llegan, se preocupan por cómo acomodarse, marcar sus ejes
de gestión y no hay una mirada integral del Estado. Nosotros lo que
tenemos que seguir haciendo es estar presentes, llevar lo que hacemos, lo que
pensamos, nuestros valores. Tenemos muchas herramientas desde el gremio para
tratar de contener en los diferentes perfiles profesionales, culturales, pero
es una pelea compleja.
Clara
Carrillo: el
Estado tiene la posibilidad de hacer esa actualización interna y prepararse
para una transformación. Este es un momento muy concreto donde, claramente,
hablar de esto es complicado, año de elecciones, uno está esperando a ver qué
pasa. Pero están las herramientas para
esa transformación, creo que los temas de hoy son la tecnología e inteligencia
artificial y, no menos importante, el movimiento de compañeros/as. Tenemos
muchos compañeros y compañeras que ayudamos a cambiar de organismo de acuerdo a
lo que han estudiado, por ejemplo. Tal vez su lugar no es donde ingresaron pero
puede ser en otra parte del Estado donde tengan utilidad, puedan desarrollarse,
hacer una carrera y que se sientan felices con lo que hacen. En lo que respecta al sindicato, nosotros
estamos avanzando en esa transformación, intentando acompañarla todo lo que se
pueda; lo hacemos a través de la capacitación, por ejemplo. Vamos preparando a
la gente para que, cuando el Estado esté listo, nuestra gente también pueda
avanzar. El FoPeCap es una gran herramienta por ejemplo. El otro día
hablábamos con una compañera que decía que había acumulado tres maestrías. ¿Y
por qué? porque tuvo la posibilidad de hacerlas. Tal vez no le sirvan mucho en
lo que está haciendo ahora, pero se está preparando para cuando llegue el
momento de utilizar su conocimiento. Otra
herramienta muy interesante que surgió en este último tiempo es el CIDISP.
Hablábamos del sindicato interviniendo, pensando proyectos de políticas
públicas para la sociedad.
Laura
Lorences:
hay que tener comprensión del contexto y los tiempos que corren. La tecnología
no es algo bueno o malo, es algo que avanza, que puede solucionar problemas,
facilitar y mejorar el trabajo siempre que se utilice con esos fines. Respecto
a las tareas, hay áreas en las que es necesaria la rotación, como la atención
al público directa, por ejemplo; estar durante años, ocho horas por día,
atendiendo problemas, poniendo el cuerpo, trae consecuencias. Creo que la clave está en escucharnos. No caer en la soberbia y pensar las
herramientas sólo entre nosotros sino estar abiertos y escuchar a los compañeros para saber qué están necesitando.
Cuando damos el debate abiertamente nos encontramos con un montón de realidades
y vidas diferentes, nos pasó por ejemplo con el teletrabajo. Desde ya que
nosotros, que concebimos al trabajo como un ordenador de la vida social, creemos
que debe ser presencial; que trabajar en equipo, vernos las caras, compartir
con el otro/a es fundamental, está en nuestra esencia. Pero cuando nos
acercamos al compañero o compañera que se toma dos o tres medios de transporte
para llegar al trabajo, está contratado y no llega a fin de mes, también nos
muestra una realidad que debemos atender. A lo mejor podemos, dependiendo el
organismo y el tipo de tarea, conseguir que un día a la semana pueda no viajar
y trabajar igual a través de medios tecnológicos y también nos sirve como
gremio esa gestión porque lo estamos favoreciendo y va a venir a trabajar más
contento. Otro ejemplo es el que nos estamos dando con el trabajo sobre las
licencias por tareas de cuidados, que históricamente han recaído sobre las
mujeres. Antes, cuando una compañera se tomaba un día la criticaban, “faltó
otra vez, tiene el nene enfermo de vuelta”, era terrible para la persona que lo
vivía con culpa. Y es algo que le corresponde, es un derecho. Desde el gremio
venimos trabajando en un cambio de paradigma, dándole relevancia al derecho a
cuidar para todos los géneros. Estos avances son los que van a contribuir a cambiar
la percepción de los más jóvenes que se incorporan al trabajo, que además de lo
que hablamos antes del sentido de pertenencia pueda sentir más comodidad y
tenga cada vez más y mejores derechos.
Nicolás
Martínez:
sobre el teletrabajo se generó una dicotomía. Es verdad que muchos compañerxs quieren
teletrabajo y ante la posibilidad de hacerlo un día por semana lo eligen pero
el Estado tiene que pensar en cómo llevarlo adelante, porque trabajar desde la
casa sin herramientas no es teletrabajo. Tenemos
que ver cómo nos organizamos ante las nuevas tecnologías que van apareciendo, que
son inevitables y ver cómo intervenimos ante esta cultura que nos quiere
avasallar sin que nos disperse. Nos pasó en la pandemia, nos pudimos
organizar muy bien mediante grupos de whatsapp de un día para el otro y tener
contacto directo, pero no es lo mismo mandar un mensaje que estar, hablar con el/la compañero/a. Me
parece que es un debate que tenemos que dar. No nos podemos oponer, pero hay
que ser cuidadosos, es un tema muy complejo lo de las tecnologías. No solamente
por la tecnología, sino también por lo que van inculcando. Esto del individualismo lo vemos cada vez más, es cada día más fuerte
sobre lo colectivo. Quizás nuestro mayor desafío es cómo volvemos a hacer para
entender esto de la comunidad, esto de lo colectivo ante lo individual.
Buscar cómo romper con esa mirada me parece fundamental.
Diego
Depetris:
las generaciones más jóvenes, obviamente, están a favor del teletrabajo, por lo
menos en mi organismo. Era muy difícil plantear el regreso a la presencialidad,
defender el puesto de trabajo en la oficina era como una locura. Para las generaciones como la mía o un
poquito más grandes, fue negativo el teletrabajo. A las compañeras y compañeros
que trabajaban en la cocina de los funcionarios, las recepciones, incluso en
oficinas, que su vida social era en el trabajo, les pegó muy fuerte. Se
avejentaron más en dos años de encierro que en uno de normalidad, fue tremendo.
Con respecto a las herramientas tecnológicas, las tenemos que aprovechar a
nuestro favor.
Todas las épocas tienen desafíos y conquistas. La disputa
por conseguir una jornada laboral cuando la gente trabajaba 14 horas por día
fue una conquista sindical. Para los/as trabajadores/as públicos/as, la carrera
administrativa también fue un logro sindical. ¿Qué desafío creen que se puede
plantear en esta coyuntura que pueda ser transformador?
Ailén
Martínez:
el tema de la reducción de la jornada laboral está sobre la mesa. La conquista
de la jornada laboral de ocho horas diarias fue hace mucho tiempo. Hoy cambiaron las cosas, las tecnologías se
actualizaron y lo que antes llevaba cinco horas hoy se resuelve en menos
tiempo. Y ese tiempo extra que se destina al trabajo, se puede destinar a otra
cosa que, para mí, es fundamental: el tiempo libre, el ocio. Estamos, y me
incluyo, completamente en contra de los que nos metieron que si descansas un
rato, está mal, sentir culpa por llegar a nuestras casas y no hacer nada, porque
tendría que estar estudiando, formándome o saliendo, teniendo vida social. No
puedo quedarme en mi casa porque ya me dijeron que eso está mal. A cualquier persona de mi generación que le
pregunto cómo está, me responde que está cansada, haciendo terapia, que no da
más. La pandemia terminó de romper
nuestra salud mental, nos dejó rotos. Y después la pandemia terminó y tuvimos
que hacer como que no pasó nada, volvimos a la rutina de ocho horas en el
trabajo, cuatro en la facultad, dos viajando y no se sostiene. La gente está en
piloto automático. Entonces, un tiempo de ocio, de decir me tomo una horita
para descansar, para hacer yoga, para respirar, para lo que sea, es
fundamental. No veo sino a futuro cómo resisten las cabezas. Incorporar
momentos de ocio dentro de la jornada laboral, para poder relajar. En mi
organismo trabajamos mucho el tema de factores de riesgo psicosociales, salud
mental. Hace poco hicimos una charla por el día de la salud mental y muchos se
sorprendían de que se estuviera hablando de ello en un sindicato. Tenemos que intervenir sobre la salud
mental y ésta se alcanza, también, con óptimas condiciones laborales, con
el reconocimiento de tu trabajo, incluso el simbólico que muchas veces es tanto
o más importante que el económico.
Belén
Garnier:
la organización de los tiempos de
trabajo tiene que ver con una tarea gremial que el sindicato venía trabajando
hace mucho, que es el derecho a la desconexión. La desconexión real del
trabajador tanto en la presencialidad como cuando estuvimos en pandemia. La
legislación recogió el guante, lo puso en palabras, pero es algo que el
sindicato venía haciendo hace años que es, los tiempos de trabajo de cada uno
de los compañeros y las compañeras. Hay un horario de trabajo que hay que
respetar y una vez que el/la trabajador/la se va a su casa, ya no está a
disposición del Estado empleador, sino que
está atravesando otro momento. Y pasó
con muchos compañeros en la pandemia, que había mucha demanda de los/as
trabajadores/as a los delegados/as porque no se cortaba nunca el tiempo. Eran
las 9 de la noche y estaba el jefe mandando mensajes de whatsapp, pidiendo una
planilla de Excel o pidiendo que entren al GDE a firmar una cosa, hay
tiempos que no se respetan y la organización del tiempo de trabajo es
fundamental. Es un derecho conquistado y que hay que seguir poniendo en la
agenda porque, a veces, el Estado empleador se olvida.
Clara
Carrillo: lo que pasó en la pandemia fue
un hecho extraordinario para una situación extraordinaria a la que nosotros le
pusimos el pecho y todo el empleo público salió con lo mejor que tenía, lo
único que tenía, sacamos la computadora de casa, lo que se tenía y dimos todo,
aunque no se reconoció. Hicimos lo que pudimos con lo que teníamos, si queremos
hacerlo se puede trabajar pero no es lo que pasó en la pandemia. No nos
adaptemos a una situación extraordinaria con herramientas precarias y digamos
que está todo bien, porque no. No está bien, no nos acomodemos a la
irracionalidad de esta situación.
¿Cómo ven el tema de la jornada laboral y el de la movilidad
dentro de la administración?, ambos dentro de la normativa y que,
evidentemente, hay que trabajarlos, como herramienta para modernizar el Estado
Clara
Carrillo:
hay que hacerle frente a ese pequeño temor a romper con lo establecido. Hemos
hablado largamente con el equipo todo lo relacionado con las nuevas tecnologías
y el home office y creo que el miedo
más grande son los cambios de gobierno. ¿Por qué nos daría miedo trabajar sobre
una reducción de horario o en lugar de entrar a las 8 de la mañana como toda la
vida entrar a las 12:30 h porque no hay tránsito? Por ese miedo tácito, y no
tanto, porque algunos lo llevaron tristemente a la realidad, que ante un cambio
de gobierno utilicen esas mismas herramientas para extorsionarte o “apretarte”.
Hay quienes sostienen que nos oponemos a estas nuevas modalidades porque van en
contra de los sindicatos. En realidad, todo lo que sea atomizar va en contra de
las y los trabajadores y, cuanto más atomizados, más difícil es la acción
gremial. ¿Pensamos cuál es la función del Estado en sí y cuál la nuestra? Somos
servidores públicos, me parece importante poder salir un poco de ese microclima
y ponerse en los zapatos de las personas a las que debemos servir. Hace un rato
hablamos de vocación. Nuestra labor tiene que ir en sintonía con las
necesidades y urgencias de la población a la cual servimos.
¿Cómo piensan la carrera administrativa y esta formación del
FoPeCap y de los/as compañeros/as para ocupar los espacios de poder? Una
crítica que muchas veces recibimos es no formar compañeros y compañeras para
ocupar direcciones, secretarías. ¿cómo
lo ven ustedes desde la perspectiva joven?
Nicolas
Martínez:
un desafío interesante me parece es tener trabajadores y trabajadoras
participando activamente en la elaboración de las políticas públicas, cosa que
hoy está faltando. Y es tarea también de cada una de las delegaciones, promover
aquellos compañeros y compañeras que sabemos están en condiciones de ocupar
espacios de decisión en los distintos organismos. Cuesta mucho que el trabajador sea parte de la elaboración de las
políticas públicas, y cuando lo es, se nota su conocimiento para elaborarla y
su capacidad a la hora de la implementarlas. Y también institucionalizar,
de alguna manera, la participación de las representaciones sindicales en las
mismas.
Diego
Depetris:
volviendo a la carrera y volviendo un poco a lo que hablábamos antes, cuando
concursé, cuando me salió la planta lo primero que dije fue “no hago un
currículum más en mi vida”. Y los compañeros de la Delegación, en ese momento que
recién me estaba incorporando, me plantearon por qué conformarme sólo con eso
cuando tenía tantas herramientas para estudiar. Yo tenía solo secundario
entonces. Estudié, me están corrigiendo la tesis y pronto seré Licenciado en
Gestión de Políticas Públicas. Entonces, el día de mañana, con el título y la
formación, si el gremio necesita que ocupe algún espacio, voy a estar
preparado. La capacitación es constante y las herramientas están y son
accesibles. Hay que saber llegarle a los
compañeros y compañeras más jóvenes para mostrarle que el gremio no solamente
negocia paritarias y reparte mochilas para el comienzo de clases, todo el año
trabaja y todo el año tiene herramientas para que se profesionalicen.