El Ejército Revolucionario
del Pueblo (ERP)
y Montoneros
ante la dictadura
En su revista Evita Montonera
Nº11 de enero de 1976, Montoneros asumen que la violencia que
desarrollan contribuye a generar
condiciones para el golpe que aparece como
muy cercano; pero consideran que los militares se encaminan a un fracaso, porque
les será imposible derrotar a Montoneros, y
que, las FFAA se van a quebrar y un sector
se va a fusionar con ellos.
Como dijo Firmenich a García Márquez:
“también el golpe formaba parte de la lucha
interna en el movimiento peronista.” Por ello,
Montoneros en todos sus documentos de la
época insisten en caracterizar a la dirigencia
política y sindical del peronismo como traidora, y al gobierno como enemigo.
Por lo tanto el golpe sería una continuidad de
lo anterior pero sin la “fachada democrática”.
En el boletín El Montonero Nº 6, de agosto
de 1975, con la firma de Conducción Nacional se explicitaba:
“La situación actual”
“Vivimos una situación angustiosa caracterizada por una inflación superior al 200%
anual, un crecimiento acelerado de la desocupación, el deterioro impresionante del
salario real, la devaluación constante de
nuestra moneda, el comienzo de un proceso
de quiebras de pequeñas y medianas empresas, etc. Esta crisis económica se da en
medio de una crisis política más angustiosa
aún. En efecto, hoy en día no tenemos presidente, nadie gobierna
ni nadie tiene autoridad
moral para gobernar.”
“Nosotros venimos advirtiendo, sobre este drama que hoy padecemos,
desde el 20 de junio de
1973. Ese día empezó la
gran traición al pueblo y
a los trabajadores peronistas.”
“Es sabido que para
muestra basta un botón,
y nosotros advertimos
desde aquel día que
aquella masacre era sólo el anticipo de lo
que le sucedería al pueblo argentino, si no
se rectificaba el rumbo, si no se lo echaba
a López Rega y si no se impedía la candidatura de Isabel Martínez.”
“Se lo dijimos personalmente al General
Perón, se lo dijimos multitudinariamente en
reiteradas ocasiones, pero no tuvimos éxito.
Perón se equivocó. No sólo se equivocó en
no echarlo a López Rega, más se equivoca
cuando prefirió pelearse con la mayoría del
pueblo reunido en la plaza el 1º de mayo de
1974. Toda nuestra lucha por tratar de evitar
la traición y recuperar el gobierno popular fue
en vano. Así fue que tras la muerte del Gral.
Perón, la traición copó total y definitivamente
el gobierno.”
“Ante esta situación nosotros respondimos
de la única forma posible: denunciamos el
carácter antiperonista del gobierno de Isabel,
dijimos que beneficiaba a la oligarquía y al
imperialismo. Retornamos a la clandestinidad, les declaramos la guerra, reiniciamos la
lucha armada e impulsamos todas las luchas
obreras y populares.”
“Derrocaron a Isabel y sus payasos”
En el Evita Montonera Nº 12 de marzo de
1976, se refieren al golpe. A diferencia del
Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)
todo el análisis y discurso montonero están
teñidos por el debate interno del peronismo,
donde la organización intenta presentarse
como los genuinos herederos y superadores
de Perón. Pero más allá de eso, Montoneros
y ERP coinciden en el análisis binario de
que el golpe va a incentivar a las masas, a
lanzarse a una guerra civil contra el régimen
militar; guerra que sería conducida por las
“vanguardias revolucionarias” . Incluso hay
tratativas entre ambas organizaciones de
fusionarse en una sola. Cuando en julio del
1976 Santucho muere resistiendo su detención, estaba por realizarse una reunión con
Firmenich para tratar de coincidir en una
organización única.
Dice el Evita Montonera Nº 12: “En la madrugada del 24 de marzo la fuerza armadas
derrocaron a Isabel y sus payasos. El desenlace de Isabel de todas maneras, ya lo
habíamos previsto hace tiempo, en el Evita Montonera N.º 11 y en el plan anual 1976
de Montoneros.”
“Los comandantes dan el golpe porque el
gobierno era superado por la movilización
popular y el enfrentamiento armado, especialmente al iniciarse la Tercera Campaña
Militar de Montoneros.”
“Con este golpe termina una etapa y otra
nueva se inicia. El justicialismo de la integración al sistema de la conciliación de clases,
de la traición a los intereses del pueblo ha
terminado.”
“Pero mucho se equivocan los
gorilas si creen haber destruido
al peronismo, todo lo contrario, lo
que se terminó fue la resaca. Este
peronismo ahora además de saber
por qué y contra quién lucha sabe
cómo luchar y con la conducción
de Montoneros se convertirá en el
pilar del Movimiento de Liberación
Nacional”
“Se abren perspectivas para incorporar nuevos sectores en la
construcción de la retaguardia, la
infraestructura y la logística del
ejército y sus Milicias Montoneras.
Ingresan a nuestra retaguardia
sectores del campo popular y de la
Nación que han visto cerrarse las
perspectivas políticas electorales
en el corto plazo y que quieren
incorporarse a la resistencia.”
“Cuando el Frente de Liberación
Nacional deje sin apoyo alguno al
ejército cipayo, y hayamos avanzado en la edificación del Ejército
Montonero y sus Milicias, el enfrentamiento generalizado va a destruir
esta carta de dependencia.”
Evidentemente, Firmenich y la conducción
de Montoneros, estaba midiendo muy mal
la correlación de fuerzas, y su grave error
político los precipitaba a una tragedia que
nadie imaginaba.
Siempre hay que analizar los hechos dentro
de su contexto histórico. Que Firmenich dijera en 1977 “nos preparamos a soportar, en
el primer año, un número de bajas humanas
no inferiores a 1.500 unidades.” Hablar de
jóvenes militantes como números, “bajas”
“unidades”. Hoy suena espantoso, sobre todo para quienes tienen un familiar, o amigo
cercano desaparecido. Pero, en esa época y
en ese contexto, había un mandato sacrificial
que inicialmente era “morir por el pueblo”,
que se transformaba en “morir por la Orga”
que supuestamente era la “vanguardia” del
pueblo, y el lenguaje del aniquilamiento o
muerte, del otro o propia, era casi natural.
Y, como escribí otras veces, cuando la política se lleva al plano de la acción violenta, los
errores políticos se pagan con vidas propias
o ajenas. Y las organizaciones guerrilleras
erraron en evaluar su correlación de fuerzas con los militares, pero además tuvieron
que enfrentar algo que nunca sospecharon
que podía suceder: un plan sistemático de
terrorismo de estado con un nivel de impunidad y crueldad impensable en la historia
de nuestro país.
El Ejército Revolucionario del Pueblo
Al igual que la organización Montoneros, el
ERP recibió el golpe del 24 de marzo, casi
con entusiasmo: “El golpe colocó al pueblo
(...) a las puertas de una época histórica
y gloriosa por la que ya marcha erguida y
determinada su vanguardia guerrillera”, proclamaba su líder, Mario Roberto Santucho.
Los historiadores Jorge Cernadas y Horacio
Tarcus, en un interesante trabajo sobre la
respuesta al golpe de 1976, se preguntan:
“por qué ninguna de las fuerzas del amplio
arco de las izquierdas argentinas fue capaz
de producir, ya sea antes, durante o después
del golpe militar, un análisis realista y crítico
de la coyuntura clave de 1976.
Señalemos simplemente que un análisis de
estas características hubiese permitido resguardar físicamente y armar políticamente
las propias fuerzas de la izquierda (...) para sostener con mayor eficacia la resistencia
a la dictadura militar.”
Breve historia del PRT-ERP
El Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) de origen trotskista nace a fines
de los años 60. En 1970 se divide en PRT
La Verdad, que encabeza Nahuel Moreno,
y el PRT Combatiente, con su brazo armado
ERP, liderado por Mario Roberto Santucho.
El PRT La Verdad luego da origen al PST
(Partido Socialista de los Trabajadores), que
no participa de la lucha armada.
Durante la dictadura de Lanusse (1971-
1973) el ERP se va a convertir en la principal organización guerrillera de izquierda,
ejecutando numerosas acciones armadas
principalmente en el eje Rosario- Buenos
Aires. Los hermanos Santucho, oriundos
de Santiago del Estero, realizaron un fuerte
trabajo político en el norte argentino, en
especial en Tucumán, captando jóvenes
trabajadores de esa zona.
Cuando el gobierno militar de Lanusse convoca a elecciones levantando la proscripción
del peronismo, el PRT-ERP llama a votar
en blanco. El 11 de marzo gana la fórmula
peronista Cámpora-Solano Lima y el 25 de
mayo de 1973 se inicia un nuevo gobierno
democrático.
El electo presidente Cámpora, hace un llamamiento al PRT-ERP a deponer las armas
e integrarse al sistema democrático, cuya
primera medida será liberar a todos los presos políticos incluyendo a los militantes del
ERP. Pero el ERP responde públicamente
que “no van a dejar de combatir”. Si bien
aclaran que no van a atacar a los funcionarios de gobierno, “nuestra organización
seguirá combatiendo militarmente a las empresas y a las fuerzas armadas; en cuanto
a la policía, (…) no la atacará mientras ella
permanezca neutral”. Un eufemismo para no
decir explícitamente que le declaran la guerra a un gobierno elegido democráticamente
por el 49% de los votos.
El 25 de mayo Cámpora decreta la liberación
de todos los presos políticos. Los militantes del ERP que salen de las cárceles, de
inmediato pasan a la clandestinidad para
combatir al gobierno democrático que les
dio la libertad.
De julio a diciembre de 1973 realizan 185
acciones militares.
El 6 de septiembre de
1973, intentan el copamiento del Comando
de Sanidad del Ejército en la Ciudad de
Buenos Aires. El 19 enero de 1974 asaltan
la guarnición de Azul. En las acciones matan
al Coronel Gay, su mujer Hilda Caseaux y al
conscripto Daniel González. Tres oficiales
resultan heridos y el Coronel Jorge Ibarzabal es secuestrado. Del lado del ERP, hay
dos heridos, Carrara y Altera. Otros dos,
Antelo y Roldán, son denunciados como
desaparecidos.
En el mes de mayo establecen una columna
guerrillera en el monte tucumano. En agosto
de 1974 atacan la fábrica militar de Villa
María y el Regimiento de Infantería de Catamarca. En Catamarca fracasa el intento y
16 guerrilleros mueren a manos del ejército.
En venganza el ERP lanza una campaña de
asesinatos de oficiales militares, que cobra
nueve vidas, hasta que en Tucumán matan
al capitán Viola y su hijita de tres años.
Durante todo 1975, el ERP sigue realizando
“ejecuciones” de militares, policías y sindicalistas peronistas. Pero, a fines de 1975 la columna rural de Tucumán
es derrotada por el ejército.
Y el ERP decide concentrar
todas sus fuerzas en atacar el
Batallón de Monte Chingolo,
las fuerzas militares estaban
alertadas y en el intento mueren 62 guerrilleros. Cuando
se produce el golpe en marzo del 76, el ERP ya estaba
prácticamente derrotado. En
julio mueren Roby Santucho
y Benito Urteaga a manos de
fuerzas militares. A fines de
1976 sus dirigentes parten al exilio, y sus
militantes se dispersan.
La guerrilla esperaba el golpe militar
Tanto el ERP como Montoneros, de 1974 a
1975 habían progresado en sus aparatos militares, pero habían perdido el apoyo político
que tenían previo al gobierno constitucional.
Porque, una cosa era el uso de la violencia
contra la dictadura de Lanusse, y otra muy
distinta usarla contra los gobiernos populares de Cámpora, Perón e Isabel, lo que ellos
denominaban “farsa democrática”.
Entonces, aunque no lo proclamaban, estaban esperando el desenlace de un golpe, en
la creencia de que el pueblo se iba a sumar
masivamente al enfrentamiento contra los
militares. Era su visión binaria de la política,
de un lado los militares, del otro el pueblo,
conducido a la guerra civil por las vanguardias revolucionarias. Como ya sabemos
nada de eso sucedió. La guerrilla quedó más
aislada políticamente y fue destruida por el
terrorismo de estado.
Pero el 24 de marzo de 1976 Mario Roberto
Santucho estaba exultante y escribió una
proclama de alto contenido emocional, pero
carente de análisis serio de la realidad. Sería
un típico error de apreciación de la izquierda
argentina, previsible y perdonable. Pero
cuando la política se transforma en acción
armada, los errores políticos se pagan con
muertes propias y ajenas. Y como dicen
Tarcus y Cernadas dos historiadores de
izquierda “un análisis realista y crítico (...)
hubiese permitido resguardar físicamente
y armar políticamente a las propias fuerzas”. Pero las organizaciones guerrilleras
actuaron en dirección opuesta, y en lugar
de resguardar física y políticamente a sus
militantes, los convocaron a una guerra civil
que nunca existió.
¡Argentinos a las armas!
Con ese título Santucho escribe el editorial
de El Combatiente, con fecha 31 de marzo
de 1976: “La usurpación del gobierno por los
militares y el recrudecimiento de la represión
antipopular que caracteriza a la nueva Dictadura coloca a todo nuestro pueblo frente
a un desafío histórico, en una nueva etapa
de la lucha revolucionaria ya iniciada, a las
puertas de una época histórica y gloriosa por la que ya marcha erguida y determinada su
vanguardia guerrillera.”
“El fracaso final del peronismo y el golpe
militar reaccionario, imponen al pueblo
argentino la histórica responsabilidad de
rebelarse masivamente, tomar en sus manos los destinos de la patria, afrontar con
heroísmo los sacrificios necesarios y librar
con nuestra poderosa clase obrera como
columna vertebral, la victoriosa guerra revolucionaria de nuestra Segunda y definitiva
Independencia.”
"Es una tarea grandiosa que nos honrará
y purificará, que despertará y activará las
mejores virtudes, que hará surgir de nuestro
pueblo miles y miles de héroes. ¡El espíritu
del Che, del Negrito Fernández, de los heroicos compañeros que cayeron en la lucha se
multiplicará por miles en las filas populares!”
“Respondiendo con honor y vigor al desafío
de la hora, uniéndonos y organizándonos
para la resistencia y la victoria conquistaremos para nuestros hijos el nuevo mundo
socialista de felicidad colectiva. Nadie podrá
decir el día de mañana que los argentinos
no supimos cumplir nuestros deberes de
patriotas y revolucionarios. Las nuevas
generaciones, por cuya felicidad daremos
todo de nosotros, recordarán con orgullo a
sus mayores, como nosotros recordamos a
los patriotas que fundaron la nacionalidad.”
“Y esa histórica responsabilidad que pesa
sobre nuestros hombros será dignamente
cumplida por nuestro pueblo, por nuestro
Partido, por nuestro Ejército Guerrillero y
todas las fuerzas revolucionarias progresistas y patrióticas, organizando e impulsando
virilmente la resistencia popular, avanzando
en la unidad obrera, popular y patriótica,
movilizando amplias masas, empleando
todos los medios y formas de lucha, desarrollando el trabajo político entre los soldados
y suboficiales, aniquilando con decisión a
la oficialidad enemiga, construyendo con
energía y habilidad profesional las fuerzas
revolucionarias políticas y militares.”
Sin dudas es una vibrante y convocante
arenga a la lucha. Pero Santucho en la
pasión revolucionaria que lo embargaba,
omitía su deber como conductor, como jefe
político y militar de una organización que
venía de sufrir duras derrotas en Tucumán y
Monte Chingolo. Omitía que Trotsky y Lenin
enseñaron que una correlación de fuerzas
desfavorable, no se puede suplir con mero
voluntarismo. Y que, el primer deber de un
jefe, es resguardar y conservar sus fuerzas
propias. Tres meses después de esta proclama, cuando se disponía a salir del país,
Santucho muere resistiendo su detención.
Y, en los meses siguientes, centenares de
jóvenes militantes del ERP van a caer en
manos de la represión ilegal y hoy integran
las listas de detenidos-desaparecidos.
Aldo Duzdevich*
* Escritor, autor de los libros Salvados por Francisco y La Lealtad-Los montoneros que se quedaron con Perón.