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01/11/88 -- N62

 06/08/2024   1467

 “Reparar la indiferencia suicida del pasado, remediar las iniquidades derivadas de una injustificable inacción gubernativa que nos tocó en herencia, prevenir los males que se incuban con el mantenimiento del desorden en las relaciones sociales y la falta de protección a los fundamentales derechos de los trabajadores, son pues, los objetivos inmediatos de la acción revolucionaria, a cuyas directivas debéis ajustar vuestra acción

Juan Perón, mayo 1944.



La libre competencia se ha destrozado a sí misma; la prepotencia económica ha suplantado al mercado libre; al deseo de lucro ha sucedido la ambición desenfrenada de poder; toda la economía se ha hecho extremadamente dura, cruel implacable”

Pío XI, 1931



INTRODUCCIÓN

El primero de julio se cumplirán 70 años del paso a la eternidad del tres veces presidente de la República Argentina, el Tte. Gral. Juan Domingo Perón.

Perón fue el creador y el ejecutor de la doctrina justicialista de tercera posición, basada en la armonía y en la conciliación de clases buscando la unidad nacional. Estas ideas tienen una notable influencia católica, según las encíclicas sociales. La Iglesia decidió elevar su voz ante el problema social, en un mundo en donde la hegemonía liberal se había agotado y en un país en donde su aplicación, como mera economía primaria extractivista y exportadora había colapsado después de la Gran Guerra de 1914 y del crack financiero de 1929.

Las consecuencias del capitalismo salvaje y global, super industrializado, que emanaba de los países centrales y posible solamente por un imperialismo expansivo y agresivo1, resultaría en el dominio (político y territorial, en algunos casos, cultural y económico en otros) de un puñado de naciones por sobre el resto del orbe llevando a la miseria absoluta a la mayoría de los trabajadores y de los pueblos.

Nadie, a menos que haya sofocado todo sentimiento de justicia, puede dejar de afligirse al ver la enorme desproporción entre alegrías y pesares de esta clase. (…) Vivir, para él, es no morir. Más allá del trozo de pan que debe alimentarlo, a él y a su familia, más allá de la botella de vino que debe quitarle por un instante la conciencia de sus penas, no pretende nada, no espera nada. (…) Hay que haber bajado a esos pasadizos donde el aire es húmedo y frío como en una caverna; haber sentido deslizar vuestros pies sobre el suelo sucio, haber tenido que caer en ese fango, para darse una idea del sentimiento penoso que se experimenta al entrar en la vivienda de esos míseros obreros (…) Es allí donde – a menudo sin fuego en el invierno, sin sol durante el día, a la claridad de una vela de resina, por la noche – los hombres trabajan durante 14 horas…2

Por el otro lado, la reacción a esta explotación derivó en doctrinas de izquierda, de inspiración socialista, marxista o anarquista en donde el odio de clase conllevó a enfrentamientos irreconciliables en el seno de la sociedad y donde se discutían premisas de consenso básicas como la existencia del Estado y de la propiedad privada, cuando no se daban cuenta del problema de la dependencia nacional por las potencias de turno. Desde 1917 y con la consolidación de la revolución bolchevique y de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), la otra mitad del mundo será comandada por otro imperialismo expansionista, en donde no imperaba el capitalismo, el dinero y la supuesta libertad de mercado, sino, la otra cara de la moneda, el control total por el estado y la inexistencia de la individualidad.

Tanto en uno como en otro de los imperialismos el ser humano no es considerado un fin en sí mismo y, de esta manera, con esta concepción antropológica, la política y el estado accionan en consecuencia con ese fin. En los imperialismos (capitalista y marxista) el ser humano será meramente un medio para otros fines (el enriquecimiento insaciable de los patrones por un lado y la revolución mundial, o un número en una planificación, por el otro).

Encontramos en Vicente Sierra, en el texto El hombre, la sociedad y el estado en la doctrina peronista, escrito durante el principio del gobierno de Perón una interpretación católica de su gobierno, dirá del mismo:

Por tradición, los argentinos sabemos al Hombre portador de valores eternos y de un fin propio y sobrenatural. Porque el hombre es, esencialmente, una realidad de orden espiritual. Por eso es Persona. El serlo es lo que lo diferencia de la piedra, de la planta y del animal”. 3

Para el General Perón el Estado ni puede ser indiferente ni debe ser absorbente. En uno de sus discursos ha dicho: ´venimos a ordenar valores´. Tal posición responde a la tomada frente al Hombre, frente a la persona humana que surge de las más puras doctrinas políticas de la catolicidad, y que confirman, con profunda verdad, lo que dijera el General Perón en cierta oportunidad: ´´Vengo a realizar las doctrinas expuestas en las encíclicas papales”.4

Esta concepción humanista y católica del ser humano como persona la tendrá siempre presente Perón, la encontramos, por ejemplo en una de sus intervenciones más famosas, en el cierre de su discurso sobre la Comunidad Organizada en el Congreso de filosofía de Mendoza:

Nuestra comunidad tenderá a ser de hombres y no de bestias. (…) Esta comunidad que persigue fines espirituales y materiales, que tiende a superarse, que anhela mejorar y ser más justa, más buena y más feliz, en la que el individuo puede realizarse y realizarla simultáneamente, dará al hombre futuro la bienvenida desde su alta torre con la noble convicción de Spinoza: “Sentimos, experimentamos, que somos eternos”.5

Volviendo a nuestro protagonista, Perón nació (1893) y creció en una Argentina en donde la “cuestión social”, ya estaba instalada, en los lugares industrializados, como un problema y donde la clase dirigente y la política en general no podía, o no quería, encontrar soluciones para armonizar la situación. Se lee el sentimiento de época cuando inaugura el citado Congreso de filosofía, dice:

No puede existir a este respecto divorcio alguno entre el pensamiento y la acción, mientras la sociedad y el hombre se enfrentan con la crisis de valores más profunda acaso de cuantas su evolución ha registrado”.6

Las influencias del pensamiento de Perón, como de cada individuo, son diversas y variadas y el mundo de las ideas de una persona se compone de experiencias personales, los momentos únicos en que le tocó vivir, lecturas, evoluciones o maduraciones sociales que se desarrollan en la historia, etc. Perón fue un lector voraz, un hombre que aprendía de todos con los que se relacionaba y por sobre todo un hombre de su tiempo.

En Perón se combinan las cualidades de ser un hombre de acción y práctico, por un lado, al ser un oficial del Ejército Argentino, conocedor de la realidad social por sus diversos asientos en el interior del país en donde conoció su geografía y su territorio7.

Yo conozco, señores, el suelo de mi patria desde Jujuy a Tierra del Fuego y desde Buenos Aires hasta Mendoza. Conozco al hombre de mi patria, porque durante treinta años los hijos o hermanos de ustedes han pasado por mi comando. Y al hablar de la masa trabajadora, yo me refiero a esos hombres que he querido como si fueran hijos míos y que sigo queriendo a través de treinta generaciones de veinte años que han sido instruidos por nosotros.”8

Tuvo también la oportunidad de conocer destinos internacionales, al ser agregado militar en Chile o el de ser observador del conflicto bélico que se avecinaba en la Europa previo a la Segunda guerra mundial. Allí tuvo la oportunidad de estudiar y permanecer bastante tiempo en Roma. De esta visita no ha faltado quienes insinúen que lo que más encandiló al joven militar fue el estado fascista o Mussolini. Sin embargo, en Italia se encontraba con la magnificencia de la Ciudad Eterna, como él mismo cuenta en sus cartas:

El Vaticano deberá ser un símbolo para este tiempo que vivimos y un ejemplo para todas las generaciones de los hombres. Después de ver esto he pensado mucho en la razón que podría haber para dar en el mundo una mayor injerencia al Vaticano en el manejo de los pueblos y de las naciones.”9

A la par de ser un conocedor del país y del mundo, también será un hombre de las ideas. No sólo leía, sino que era profesor de Historia militar en la Escuela Superior de Guerra, escritor10, un gran conocedor de la historia nacional y mundial y también de la camada de lo que se llamó los “intelectuales militares11, pensadores que salidos del seno del Ejército teorizaban y llevaban a la práctica desarrollos productivos, tecnológicos y sociales.

Entonces las influencias de Perón son vastísimas, entre las que se cuentan, el ejército, el movimiento obrero, pensadores nacionales y extranjeros, la misma realidad e historia argentina, procesos populares regionales, etc. Empero, hay una influencia que parece cruzar gran parte de estas influencias y que brinda un paraguas más amplio doctrinariamente y ésta es la influencia de la Iglesia Católica a través de lo que se llama la Doctrina Social de la Iglesia.

Esto es (el Movimiento Peronista) un proyecto político de reivindicación de los intereses obreros que – lejos de adoptar los lineamientos marxistas de la lucha de clases y el internacionalismo proletario – se basó en principios cristianos de la conciliación social y se arraigó en la tradición e historia nacional.” 12



IGLESIA Y LIBERALISMO

La Argentina no escapó del enfrentamiento que la Iglesia y los diferentes Estados Europeos llevaron a cabo durante gran parte del siglo XIX. Países donde, luego de la Revolución Francesa y de varias idas y vueltas políticas, se consolida el consenso de una mentalidad racionalista, burguesa, individualista, iluminista y liberal. De esta manera los estados dirigidos por los hombres empapados de esta nueva mentalidad comienzan a avanzar con cambios y modificaciones que transformaron de raíz el orden político y social, anteriormente muy influido por la Iglesia.

Desde fines del siglo XIX, en nuestro país, la Iglesia se vio inmiscuida en varios conflictos con el Estado y con su clase dirigente, lo que determinó una pérdida en la influencia y en el poder de aquélla. La elite argentina copiaba las luchas europeas, siguiendo el espejo que su mentalidad le demandaba.

La generación del ochenta avanzó con una batería de leyes y medidas que se caracterizaban por un espíritu laico de la sociedad y en el acaparamiento de atribuciones propias e históricas de la Iglesia por parte del Estado. La más conocida y con mayores repercusiones quizá sea la Ley de educación N° 1.420 de 1884, que quitaba la educación católica de las currículas de las escuelas. También por esos años se aprobaron la Ley del registro civil (1884) y la Ley de matrimonio civil (1888), entre otras, con sus respectivos avances también en cada provincia. El conflicto se complementó con un intenso y acalorado debate político y social. Para ver un pantallazo del debate católico contra el liberalismo, leemos al jefe por entonces del partido católico, José Manuel Estrada:

El enemigo ha vigilado durante nuestro sueño. (…) Hoy día, señores, revienta la podredumbre fermentada en medio siglo de acumulación, de que es culpable en segundo lugar el liberalismo imperante; en primer lugar, nosotros que hemos abdicado, que hemos capitulado, que hemos querido servir a dos señores (…) El liberalismo pierde toda timidez, y dueño del poder y de la fuerza, se torna cínico e insolente. ¿Qué quiere? ¡No lo oculta señores! Quiere la centralización del Estado y de la sociedad...”13

El conflicto escaló hasta el punto de tener que expulsar en octubre de 1884 al Nuncio apostólico, diplomático de la Santa Sede, Luis Mattera, con lo que quedan rotas las relaciones con la Iglesia por décadas. En la práctica la Iglesia y el catolicismo protagonizarían la mayor oposición al Roquismo y a los gobiernos siguientes, llevando el enfrentamiento abiertamente a la escena pública con sus periódicos y plumas y a la arena legislativa con sus dirigentes políticos y parlamentarios. 14



CUESTIÓN SOCIAL

Paralelamente, en estos años, comienza a conocerse en nuestro país lo que se llamaría la “cuestión social”. La República Argentina había cambiado drásticamente a raíz de la fomentada inmigración que alentaba la clase dirigente. Si el censo de 1869 daba una población de 1.737.076 habitantes, se llegó a 7.885.237 en 1914. Los inmigrantes traían las nuevas formas de organización proletaria del incipiente movimiento obrero contra el abusivo capitalismo del viejo continente.

Así 1878 es el año en que se ve la primera huelga en nuestro país, realizada por la Unión Tipográfica. El conflicto obrero había comenzado y año tras años escalaría en una espiral que parecería no tener fin. Era en esencia, lo mismo por lo que pasaba Europa desde que en Inglaterra, la concentración de capital y tecnologías originó lo que se llamó “Revolución Industrial”, el maquinismo.

El surgimiento en Europa, en el siglo XVIII de la Revolución industrial, dio paso al capitalismo y determinó, sin duda, un avance estimulante para el desarrollo de la humanidad. Pero en la razón de ser de su principal motivación, es decir: en la búsqueda desenfrenada del lucro individual por sobre el bienestar común, vino a generar un conflicto social tan interminable que continúa hasta el día de hoy15

Los trabajadores se comenzaban a organizar16, pero las múltiples ideologías, grupos, centrales, divisiones y conflictos internos hacían muy difícil la creación de un poder alternativo y por sobre todo nacional. Una de las respuestas de la dirigencia argentina, complementaria a la represión directa, fue la Ley de Residencia 1902 a fin de deportar a los inmigrantes indeseados, esperando que sacando a un par de cabecillas se resolvieran mágicamente los problemas. Y los conflictos escalaron con episodios sangrientos, de cientos de muertos, como en las jornadas de la Semana trágica (1919), el conflicto en La Forestal (1918-1921), o la Patagonia Rebelde (1918), entre otros.

En estos casos señalados, el gobierno radical, a pesar de empezar a intentar mediar en algunos conflictos, sobre todo en los que ponían en jaque el sistema agroexportador, tampoco pudo, o quiso, resolver el problema de fondo. Las pocas leyes que pudieron ser promulgadas a favor del trabajador, o por lo menos intentando regular un poco la situación, en los diferentes períodos, fueron sistemáticamente ignoradas por los patrones y olvidadas por el Estado, que debía velar por su cumplimiento.

“…las leyes del trabajo se fueron aprobando parsimoniosamente. A la primera-la de descanso dominical, de 1905- siguió la del trabajo de mujeres y menores (1907), la de indemnización por accidentes de trabajo a empleados del estado (1913), al referida al embargo de sueldos, jubilaciones y pensiones y préstamos a empleados públicos (1914) y a la jornada de ocho horas reclamada por los trabajadores desde 1880, recién fue establecida legalmente en 1929. (…) Por otra parte, la aprobación de las leyes no fue acompañada en generalidad de los casos del cumplimiento de sus disposiciones; la tenaz resistencia patronal, la falta de una adecuada inspección estatal, hizo que con frecuencia la legislación laboral fuera letra muerta.”17

Para referirnos y saber el estado de penurias y miserias en que se encontraban los trabajadores argentinos, en 1904 aparece el informe de Juan Bialet Massé sobre el Estado de las clases obreras argentinas.

Del variado cuadro laboral presentado en el informe de Bialet Massé, pueden extraerse ciertas características comunes, que configuran la situación normal de los trabajadores de la época: el salario escaso, insuficiente para atender las mínimas necesidades de la subsistencia propia y del grupo familiar; la jornada de trabajo extensa; la falta de descanso semanal; las malas condiciones de higiene en los lugares de trabajo y la falta de elementos que garanticen la seguridad del trabajador; las multas patronales (…); la ausencia casi completa de protección para el trabajador enfermo, incapacitado o anciano.”18



REACCIÓN CATÓLICA. ENCÍCLICAS SOCIALES.

Será la Iglesia Católica, a través de su Pontífice León XIII, quién alzará la voz para tratar de solucionar la conflictiva cuestión social, en un mundo en donde, por un lado el liberalismo consideraba que no había que intervenir en pos de la libertad de mercado y las fuerzas contrarias a estas conspiraban directamente para hacer caer el sistema total, el capitalismo en sí mismo y con eso todo orden social existente.

No era novedoso que la Iglesia se expidiera sobre cuestiones doctrinarias e ideológicas. Sobre todo, a raíz de las innumerables doctrinas y situaciones caóticas surgidas de la revolución francesa. Ya en 1864 tenemos la encíclica Quanta cura, donde se criticaba al liberalismo y al progresismo en todas sus formas y venía acompañada con un Syllabus condenatorio de 80 errores doctrinales. Esta encíclica fue citada por los católicos contra las reformas ya mencionadas.

La Rerum Novarum es la encíclica de 1891 de León XIII que comienza formalmente con la doctrina social de la Iglesia. Significa “de las cosas nuevas” y el subtítulo es Sobre la cuestión obrera, lo que ya es bastante sugerente. La iglesia se posiciona como impulsora novedosa de una nueva y superadora tercera posición.

Comienza afirmando que los obreros se encuentran solos e indefensos y en una condición desgraciada y calamitosa, por haberse destruido los gremios en el siglo XVIII y por la explotación a la que se ven sometidos por doquier. Como reacción, entonces, surge el socialismo que fomenta el odio para con los ricos para acabar con la propiedad privada, que es, para la Iglesia justa y necesaria. Es justa y necesaria porque se pretende que el obrero con su trabajo pueda ser el dueño de su tierra y de su propiedad. De esta manera adhiriendo a los socialistas, los obreros, se hacen un daño al negar para todos esa propiedad privada.

Hay un especial hincapié en la familia o llamada sociedad doméstica. Esta es la verdadera sociedad, anterior al Estado y no debe estar de ninguna manera sometida al Estado. La herencia es importante como patrimonio familiar. El trabajador tiene que tener un patrimonio para trasmitirles a sus hijos y no arrancar de esta manera sin nada. El asistencialismo por el Estado sólo sería permitido, entonces, en situaciones extremas, no en la normalidad.

León XIII propone que la solución sea tripartita involucrando al Estado, a los capitalistas y a los obreros, en un espíritu de cooperación. Es una doctrina de concordia de clases que tiene que darse en cada nación y ser coordinada por cada gobierno, garantes de esta manera del bien común.

La concordia engendra en las cosas hermosura y orden; y, al contrario, de una perpetua lucha no puede menos de resultar la confusión junto con una salvaje ferocidad19.

El pontífice afirma que, naturalmente, no hay odios de clase, no hay una clase enemiga de la otra indefectiblemente. Se necesitan. Sin trabajo no puede haber capital y sin capital trabajo.

Al respecto, dirá el general Perón hablando sobre la armonía, citado por Vicente Sierra:

En el orden social, los obreros han estado contra sus patronos, sin ninguna ventaja para el país, porque todo lo que es lucha disocia el acuerdo, la armonía. El amor es lo único que une.”20

Es interesante rescatar los deberes que les exige León XIII a los ricos, recordándoles, que no deben tenerlos a los trabajadores por esclavos y deben respetar el carácter de persona del obrero, “que lo que verdaderamente es vergonzoso e inhumano es abusar de los hombres, como si no fuesen más que cosas21

Para garantizar esto, la autoridad pública, a través del Estado, debe tener cuidado y provecho de la clase proletaria, como una parte más del todo social, haciendo una justicia distributiva. Más adelante resume la totalidad de esta acción pública en una clara directiva a los mandatarios de todo el mundo:

Deben, sin embargo, los que gobiernan, proteger la comunidad y los individuos que la forman. Deben proteger la comunidad, porque a los que gobiernan les ha confiado la naturaleza la conservación de la comunidad, de tal manera que esta protección o custodia del público bienestar es no sólo la ley suprema, sino el fin único, la razón total de la soberanía que ejercen; y deben proteger a los individuos o partes de la sociedad, porque la filosofía, igualmente que la fe cristiana, conviene en que la administración de la cosa pública es por naturaleza ordenada, no a la utilidad de los que la ejercen, sino a la de aquellos sobre quienes se ejerce. (…) porque la clase de los ricos, como se puede amurallar con sus recursos propios, necesita menos del amparo de la pública autoridad; el pueblo pobre, como carece de medios propios con que defenderse, tiene que apoyarse grandemente en el patrimonio del Estado.” 22

Más adelante sugerirá comenzar con una verdadera política de asistencia social donde el Estado debe garantizar conjuntamente con la armonía social, el salario justo, el descanso necesario y que los trabajadores puedan tener garantizados también los bienes del alma, que son necesarios para alcanzar, a través de esta vida material, el Sumo Bien de la Verdad, que es el destino de las personas.

En cuanto al bienestar material, también establece consideraciones distintivas entre los obreros, como la cantidad de horas de trabajo, el descanso necesario, la diferencia de trabajos en las estaciones del año, el respeto y cuidado de niños y mujeres.

Prima la idea de superioridad de la justicia a la de libertad de negociación del contrato entre las partes, no pudiendo ser el salario inferior a las condiciones mínimas de sustento familiar, y a la organización en corporaciones que discutan estas cuestiones con la patronal y el Estado si es que fuere necesario.

Importancia sobre el salario, para que, mediante el ahorro, también el trabajador pueda ir formando su propio capital y de esta manera aumentar la propiedad privada de todos los miembros de la comunidad, como algo necesario y justo.

El progreso es la posibilidad del ahorro de una familia en su residencia. Esto, dice, detendría las migraciones, posibilitando la realización de las propias familias en su propia patria.

Más estas ventajas no se pueden obtener sino con esta condición: Que no se abrume la propiedad privada con enormes tributos e impuestos. No es la ley humana, sino la naturaleza la que ha dado a los particulares el derecho de propiedad, y por lo tanto no puede autoridad pública abolirlo, sino solamente moderar su ejercicio y combinarlo con el bien común.23

A continuación, se listan numerosas políticas sociales que organizándose comunitariamente hay que paliar: Necesidad de constituir instituciones de socorros mutuos, de seguros para atender necesidades propias del obrero o viudez de la esposa o la orfandad de los niños, o de enfermedad, u otros accidentes, patronatos para niños, niñas, jóvenes y ancianos.

Similar concepción tendrá Perón iniciada la Revolución de 1943:

Por encima de preceptos casuísticos, que la misma realidad puede tornar caducos el día de mañana, está la declaración de los altísimos principios de colaboración social, con objeto de robustecer los vínculos de solidaridad humana, incrementar el progreso de la economía nacional, fomentar el acceso a la propiedad privada, acrecer la producción en todas sus manifestaciones, y defender al trabajador mejorando sus condiciones de trabajo y de vida. Éstas son las finalidades a que debemos aspirar24.

Después aclara que las instituciones más importantes son las corporaciones de artes y oficios (sindicatos) y es deseoso que crezca su número y actividad. Estas, son de carácter privado, no tienen que pertenecer al Estado y están en la misma naturaleza del hombre por ser un ser social. Es imprescindible que crezcan el número de organizaciones que no tengan fines inconfesables, de odios y lejanos a la doctrina de la Iglesia, sino que puedan:

constituir y de tal manera gobernarse las asociaciones de obreros, que les proporcionen medios aptísimos y de los más fáciles para el fin que se proponen, el cual consiste en que consiga cada uno de los asociados, en cuanto sea posible, el mayor aumento posible de bienestar físico, económico y moral.” 25

En palabras de Perón:

El ideal de un Estado no puede ser la carencia de asociaciones; casi afirmaría que es todo lo contrario. Lo que sucede es que únicamente pueden ser eficaces, fructíferas y beneficiosas las asociaciones cuando, además de un arraigado amor a la patria y un respeto inquebrantable a la ley, vivan organizadas de tal manera que constituyan verdaderos agentes de enlace que lleven al Estado las inquietudes del más lejano de sus afiliados y a éste hagan llegar las inspiraciones de aquél26.

En el epílogo insta a que cada parte haga cumplimiento efectivo, si de corazón lo que se desea es solucionar el problema social:

Aplíquese cada uno a la parte que le toca, y prontísimamente; no sea que con el retraso de la medicina se haga incurable el mal, que es ya tan grande. Den leyes y ordenanzas previsoras los que gobiernan los Estados; tengan presentes sus deberes los ricos y los amos: esfuércese, como es razón, los proletarios: suya es la causa (…).”27

En el año 1931 saldría la encíclica Quadragesimo Anno28, de Pío XI por la conmemoración de los 40 años de la Rerum Novarum, por la cual se reafirmaban y refrescaban los conceptos de la “Carta magna del trabajo”. Se criticaba la avaricia de los capitalistas, pero también las falsas doctrinas de los “intelectuales” socialistas, que engañaban al obrero. Se reafirmará el carácter individual y social de la propiedad, uno mira al interés de los particulares y otro al bien común. Se brega por la justicia social, en donde los beneficios no pueden ser únicamente de unos pocos:

Dese, pues, a cada cual la parte de bienes que le corresponde; y hágase que la distribución de los bienes creados vuelva a conformarse con las normas del bien común o de la justicia social; porque cualquier persona sensata ve cuán grave daño trae consigo la actual distribución de bienes, por el enorme constante entre unos pocos riquísimos y los innumerables pobres.29

Más adelante, instaba enérgicamente a poner en práctica todo lo dicho en ésta y en la encíclica de León XIII, a fin de defender el orden público, la paz y la tranquilidad de la sociedad humana contra los “promotores de la revolución”.

En el apartado Restauración del orden social, brega por encontrar en las instituciones algo que pueda representar de mejor manera a la comunidad.

Al hablar de la reforma de las instituciones pensamos principalmente en el Estado: no que deba esperarse de su acción toda salvación, sino que por el vicio que hemos llamado “individualismo” han llegado las cosas a tal punto que, abatida y casi extinguida aquella exuberante vida social que en otros tiempos se desarrolló en las corporaciones o gremios de todas clases, han quedado casi solos frente a frente los particulares y el Estado. (…) Es injusto y al mismo tiempo de grave perjuicio y perturbador del recto orden social, confiar a una sola sociedad mayor y más elevada lo que pueden hacer y procurar comunidades menores e inferiores. Conviene que la autoridad pública suprema deje a las asociaciones inferiores tratar por sí mismas los cuidados y negocios de menor importancia. (…) Ésta debe ser ante todo la mira, éste el esfuerzo del Estado y de todos los buenos ciudadanos: que cese la lucha de clases opuesta y se promueva una cordial cooperación entre las diversas profesiones de los ciudadanos.”30

Más adelante especificará la conformación de estas asociaciones por arte u oficio (Perón dirá Rama de actividad).

Pues bien perfecta curación no se obtendrá, sino cuando, quitada del medio esa lucha, se formen miembros del cuerpo social, bien organizados, es decir, órdenes o profesiones en que se unan los hombres, no según el cargo que tienen en el mercado del trabajo, sino según las diversas funciones sociales que cada uno ejercita. (…) Así, los que ejercen una misma arte o profesión, sea económica, sea de otra especie, forman asociaciones o cuerpos hasta el punto que muchos consideran esas agrupaciones que gozan de su propio derecho, si no esencialmente a la sociedad, al menos connaturales a ella. (…) así también los que ejercitan la misma profesión formarán unos con otras sociedades igualmente libres para alcanzar fines que en alguna manera estén unidos con el ejercicio de la misma profesión”.31

Complementando con lo anterior, Pío XI, se referirá a la economía, a esa economía libre y sin control endiosada por el liberalismo. La economía, dice, no puede dejarse libremente suelta al mercado o a la libre concurrencia. Tiene que estar, para no producir los desequilibrios, causantes de todos estos males, dirigida y atada a algo superior y más noble: La justicia y la caridad social. Hasta proclama la cooperación de varias naciones juntas en busca de esta justicia y orden económico. Resuelve, que la libertad económica sólo trajo libertad para acrecentar el poder para unos pocos.

Cuando los dueños absolutos del dinero, estos potentados extraordinariamente poderosos, gobiernan el crédito y lo distribuyen a su gusto; diríase que administran la sangre de la cual vive toda la economía, y que de tal modo tienen en su mano por decirlo así, el alma de la vida económica, que nadie podría respirar contra su voluntad. Esta acumulación de poder y de recursos nota casi originaria de la economía modernísima, es el fruto que naturalmente produjo la libertad infinita de los competidores, que sólo dejó supervivientes a los más poderosos, que es a menudo lo mismo que decir, los que luchan más violentamente, los que menos cuidan de su conciencia.”32

Resumiendo, las Encíclicas sociales, marcan una verdadera y novedosa guía para los gobernantes cristianos, dando herramientas, horizontes, límites y verdades a fin de manejar la cosa pública orientada al bien común. En palabras de Descalzo:

Tanto en Rerum Novarum como en Quadragesimo anno se cuestiona la concepción liberal del Estado que se desentiende de la cuestión social. En contraposición, el catolicismo propugna una organización estatal comprometida con la prosperidad de la comunidad y de las personas, teniendo como prioridad a los más necesitados y débiles. Para la Iglesia, el Estado debe propender hacia el bien común y tutelar a los más humildes. Mientras que la clase social de mayor riqueza material se puede defender por sus propios medios, el pueblo precisa de la defensa del Estado.”33



IGLESIA ANTES DE LA REVOLUCIÓN DEL GOU

Antes de la revolución del GOU34, de junio de 1943, de la que el coronel Perón será el mayor ideólogo y figura descollante, la Argentina empezó a vislumbrar un proceso de resurgir católico, después de décadas de laicismo y liberalismo, y en donde sus dirigentes habían optado por olvidar las raíces católicas del país.

La Iglesia había optado por salir a la sociedad y disputar en variadas trincheras su hegemonía, esto se vio a fines del siglo XIX con sus periódicos, su partido político y en lo laboral con la organización de los Círculos de Obreros Católicos, intento de unificar a los trabajadores según los criterios de la Rerum Novarum.

Ya en el siglo XX, una importante herramienta que trajo numeras consecuencias positivas para el catolicismo, o si se quiere que le brindó fuerza y espíritu de debate y de centralidad de la escena intelectual y pública, fue la creación de los Cursos de Cultura Católica en 1922. Los cursos brindaron en las décadas siguientes nutridos canales para la formación de varios intelectuales y se convirtieron en un centro de difusión de las ideas católicas en disputa contra el liberalismo positivista y el marxismo. 35

También se ve la intención de la Iglesia de aportar directamente con sus fieles en los ámbitos de la sociedad con la creación, primero a nivel centralizado y después con su filial argentina de la Acción Católica Argentina. Se crea en 1931 y congrega a miles de militantes que saldrán a la tarea del apostolado a fin de dar una mano a los sacerdotes y autoridades eclesiásticas.

Por esos años, más precisamente en 1934, se desarrolló el XXXII Congreso Eucarístico Internacional36 en Buenos Aires. Fue todo un acontecimiento nunca antes realizado en Hispanoamérica y las imágenes demuestran una sorprendente participaron popular con cientos de miles de concurrentes. Las calles desbordaban de sentimientos piadosos y marcó un punto muy alto en el resurgir católico de ese tiempo. El coordinador de este colosal evento fue el arzobispo de Buenos Aires, Santiago Copello, quien seguramente a raíz del éxito Congreso fue nombrado Cardenal en 1935. No es menor el dato, ya que fue el primer Cardenal, no sólo de Argentina, sino también de toda Hispanoamérica.

Otro acontecimiento de gran envergadura, que marca el clima de época y suma a lo que venimos diciendo, es la visita del reconocido escritor católico Jacques Maritain, invitado por los organizadores de los Cursos de Cultura Católica, antes vistos. Este hecho lo toman como una influencia bastante importante en el pensamiento y obra de Perón quienes han estudiado el tema: Tanto, el pionero y maestro Fermín Chávez en Perón y el Justicialismo como Carlos Piñeiro Iñiguez, en su obra Perón. La construcción de un ideario, como también Damián Descalzo en su más reciente ¿Cómo se gestó el peronismo? Dios, Patria y Justicia Social. 1943-1944.

Las conferencias que dictó en Buenos Aires entre agosto y septiembre de 1936 fueron cinco y no sólo tuvieron un impacto momentáneo y novedoso, sino que también fueron recopiladas y publicadas en versión libro en una obra titulada Para una filosofía de la persona humana. Las conferencias eran publicadas en el diario La Nación y de esta manera le llegaban a Perón que se encontraba como agregado militar en Chile.

Dice Descalzo, siguiendo su última conferencia, que Maritain “se propuso crear una fuerza política de inspiración humanista y cristiana – pero que contuviera a cristiano y a no cristianos- y que superara las nociones del liberalismo individualista, del comunismo soviético y del nazi fascismo37.

En las concepciones e influencias filosóficas de Maritain, en Perón pueden mencionarse su realismo tomista, alejado del idealismo, del escepticismo o del relativismo. “Para el tomismo la verdad es “lo que es y existe o, como diría Perón la única verdad es la realidad (…) Maritain cuestiona al idealismo su hábito de poner en duda la posibilidad de conocer la realidad, con lo que se estaría ubicando al ser humano aun por debajo de los animales, que al menos conocen a través de los sentidos”.38

Lo concreto es que hay toda una serie de conceptos fundamentales de Maritan que reaparecen en el discurso y la acción de Perón (…) Nos estamos refiriendo a la compartida idea de la justicia social: al similar tercerismo entre el comunismo y el capitalismo liberal; a la conjugación de democracia con autoridad (conducción dirá Perón); al viejo y nuevo concepto del uso común, consagrado en la Constitución de 1949; a la llamada por Maritain “comunidad de trabajo”, que en Perón deviene en Comunidad Organizada; a la importancia otorgada a la clase obrera, a la que el filósofo cristiano propone otorgarle libertad y propiedad, cosa que Perón realiza mediante redistribución del ingreso nacional, jerarquización del trabajo y mejoramiento sustancial de los sistemas educativos y de salud; al dejar de lado la dicotomía derecha-izquierda (otra forma compartida de tercerismo).39

Otro hito de considerable envergadura en el “resurgir católico” que se estaba viviendo fue el establecimiento (o re establecimiento) de la educación católica en las escuelas de la Provincia de Buenos Aires. En 1936 se llevó a cabo lo que dictaba el espíritu de la Constitución provincial, que había sido reformado en 1934. El gobernador Manuel Fresco, acompañó enérgicamente la propuesta, diciendo que el Estado no podía continuar indiferente de contribuir a la integración moral de los niños dejando a las acechanzas perniciosas del medio actuar libremente.

Con la revolución del 4 de junio de 1943 la educación nacional volverá a ser confesional. Ya en 1929 con la Encíclica Divini illus Magistri la Iglesia había advertido de los peligros de la enseñanza laica o neutra y la necesidad de la instrucción católica. El gobierno surgido de la revolución lo oficializará a fines del 4340. Se reinstauró la enseñanza de la religión católica como una materia ordinaria, pero no era de carácter obligatorio para los que no lo quisieran. Perón, cuando llegue a la presidencia la volverá a oficializar mediante una Ley, consolidando la alianza con la Iglesia. Dirá Leopoldo Marechal al respecto:

Con la implantación de la enseñanza religiosa en las escuelas, el nuevo Estado argentino reconoce la naturaleza trascendente del hombre y su destino sobrenatural, con lo que totaliza su noción de la unidad humana y propende a su entera realización.”41

Señalaba Arturo Sampay, católico confeso, gran teórico de la futura Constitución Justicialista de 1949, en un texto de 1943, que el problema que el agnosticismo filosófico de la Constitución de 1853 y su derivación espiritual, que es la Ley de enseñanza laica de 1884 trajeron a la Nación al beber de las aguas del iluminismo europeo. Sampay también postulaba reintegrar los valores del cristianismo, para una restauración moral y política. 42 Este espíritu católico se puede vislumbrar en todo el espíritu de la misma Constitución de 1949. 43

También, y fundamental para la influencia sobre Perón, el ejército se vio inmiscuido en el proceso de recatolización que venimos hablando. Y allí fue particularmente fuerte e importante desde los años 30. Los capellanes militares cumplieron una función trascendental llevando el culto, las prácticas y la doctrina a todos los establecimientos y cuarteles militares.

Mezclado con el catolicisimo estaba también el nacionalismo, que había decidido dar la batalla contra la dependencia y el colonialismo en plena década infame. Junto a estos temas no puede pasarse por alto el revisionismo histórico del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas creado a fines de la década del 30.

La década del 30 y principios de la del 40 fue una época de ebullición y símbolo de un mundo que moría y uno nuevo que había que construir. El ejército, adoctrinado por la Iglesia daría una contundente respuesta en la revolución de junio, donde Perón figuraba como líder e intelectual.

En definitiva, así se encontraba la sociedad argentina en 1943. (…) Fueron años de fructífera actividad para el catolicismo argentino. También fue profuso el movimiento a nivel mundial. La guerra internacional conmovió a toda la humanidad y la iglesia, por supuesto, no quedó al margen. Se alentó la difusión del pensamiento católico: La doctrina socialcristiana y el humanismo cristiano fueron promovidos como solución a los graves problemas políticos, sociales y económicos, alejada de las opciones liberales, socialistas, nazis o fascistas. La divulgación de las ideas humanistas cristianas en nuestro país fue nutrida y fecunda. Esos principios animaron e inspiraron al movimiento revolucionario de 1943. La Argentina vivía un despertar de la conciencia nacionalista y un resurgir de los valores y el pensamiento católico. Sus fuerzas Armadas estaban cada vez más decididas a ser parte de los asuntos políticos y la clase obrera se encontraba en pleno proceso de expansión. Ese era el ambiente en el que se produjo la revolución nacional.”44

Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión y luego directamente desde la Presidencia de la Nación Perón llevaría adelante varias de las reformas establecidas en las encíclicas socialcristianas y traduciría en gobierno el espíritu católico de justicia.

También son significativos los variados sacerdotes que acompañaron o se acercaron a Perón desde el GOU en adelante. Uno de ellos es el poco conocido, pero de gran influencia Roberto Wilkinson, quien asesoraba y escribía para el GOU y ocupó diversos cargos de la Revolución de 1943, como Vicario General del Ejército, hasta el derrocamiento de Perón en 1955. Por el lado de Evita, no puede negarse el total acompañamiento del sacerdote Hernán Benítez, quien ha quedado en la historia como “el cura peronista”. Hay varios más pero no es el lugar para mencionarlos a todos, es sólo una muestra de la influencia del catolicismo.

La obra fáctica de justicia social del Peronismo es inconmensurable y ella por sí sola habla. Sin embargo, Perón ha dejado explícito, muchas veces, su influencia católica y de las encíclicas sociales.

Nuestra doctrina social ha salido en gran parte de las encíclicas papales y nuestra doctrina es la doctrina social cristiana” (14 de diciembre de 1945)

He procurado poner en marcha mucho de los principios contenidos en las encíclicas papales” (10 de abril de 1948)45

En la obra Doctrina Peronista se lee:

Pensamos en una Nueva Argentina, profundamente cristiana y profundamente humanista. (Perón, 28 diciembre 1945)

El mundo del futuro será solamente de los que posean las virtudes que Dios inspiró como norte de la vida de los hombres. (Perón, 9 septiembre 1944)

Al impulso ciego de la fuerza, al impulso ciego del dinero, la Argentina, coheredera de la espiritualidad hispánica, opone la supremacía vivificante del espíritu. (Perón, 12 octubre 1947)

También en su última obra, Modelo Argentino para el Proyecto Nacional Perón deja huellas de su cristianismo, confirmando la influencia que tuvo en él toda la vida.

(…) que todos los argentinos participen de una profunda revolución ética, que en verdad implica una auténtica toma de conciencia cristiana46

Existe una cabal coincidencia entre nuestra concepción del hombre y el mundo, así como de la justicia social, y los principios esenciales de la Iglesia” (…) “En este sentido, no sólo los principios filosóficos guardan plena coherencia; la Iglesia y el Justicialismo instauran una misma ética, el fundamento de una moral común y una idéntica prédica por la paz y el amor entre los hombres.”47

Como si el Peronismo fuese la doctrina práctica y más efectiva, mundana y terrena de enseñanzas mucho más antiguas y elevadas dirá:

Si en las realizaciones históricas dependemos de nuestra propia creatividad y de nuestro propio esfuerzo, el sentido último de toda obra estará cimentado siempre sobre los valores permanentes48

Pero estoy seguro, eso sí, de que el llamamiento de las cartas encíclicas, las constituciones pastorales y las cartas apostólicas – particularmente las más recientes – constituyen para nosotros un aporte claro y profundo. La ruta que debemos recorrer activamente es la misma que definen las Escrituras: un camino de fe, de amor y de justicia, para un hombre argentino cada vez más sediento de verdad.”49

El pensador e historiador vienés Víctor Frankl tiene un trabajo específico sobre el Peronismo y las encíclicas sociales, adjudicándole una influencia importantísima a éstas sobre aquél. Como uno de los ejemplos pone la Declaración de los derechos del trabajador, de febrero de 1947, incluidos en la Constitución de 1949.

(…) en su pensamiento se efectivizó un impulso totalmente nuevo, tomado desde las encíclicas sociales con su concepción conductora principal de justicia social, concepto ubicado en el centro de la encíclica Quadragesimo Anno de 1931 y una concepción basada en los derechos del Ser para los obreros, según una apreciación del derecho individual natural, que tiene su raíz en la encíclica obrera Rerum Novarum de 1891, desde donde recién pudo emerger aquello que luego se llamaría Peronismo. La tradición católica, que en la Argentina muy bien puede verse como arraigada nacionalmente, ya que fue formando esta tierra desde la conquista, llega aquí a manifestarse.” 50



CONCLUSIONES

Desde la década del 20 del siglo XX y también en el 30 y el 40, el ejército y toda la sociedad argentina experimentaron un proceso de recristianización impulsado por la Iglesia y efectivizado por diferentes instituciones y organismos, autores, publicaciones, diarios, creadas para tal fin. El mismo se vio potenciado por un mismo proceso de nacionalismo que también nutrió las filas del ejército y de la sociedad, en contrapartida de las fuerzas de izquierda del país y del pasado liberal/conservador.

Se revela evidente cómo la doctrina católica constituyó el cemento del bloque Iglesia, Ejército y “pueblo” que los gobiernos militares surgidos de la revolución de junio de 1943 se habrían esforzado en consolidar. Esta influyó intensamente en el lanzamiento de una política de nacionalización e integración social de los sectores populares, que el estado promovió a través de una dinámica política redistributiva orientada a prevenir la revolución social.”51

Entre las variadas influencias de Perón, que son vastísimas, se encuentra, de esta manera, la de la Iglesia católica y la del pensamiento social católico en general, potenciado por las encíclicas sociales, que en la época fueron discutidas, comentadas y marcaron un antes y un después en las posibilidades políticas en un mundo que estaba cambiando demasiado rápido, después del declive de la hegemonía liberal. Esta influencia se vislumbra en Perón en su accionar como gobierno y en sus discursos y escritos durante toda su vida.

Desde los inicios de su vida pública, en los albores de la revolución de 1943, hasta sus últimas apariciones en 1974, el general Perón ratificó la misma vocación; un proyecto genuino y auténticamente argentino debe contener inspiración cristiana, impronta patriótica y alcanzar la justicia social: Dios, Patria y Justicia Social.”52



* Licenciado en Historia. Secretario Gremial de la Delegación General UPCN-Senasa. Profesor de la Tecnicatura de Administración Pública en el IFTS 12

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1 En su mayor expansión a principios del siglo XX el imperio inglés estaba conformado por casi 500 millones de personas/súbditos y 35.000.000 km2. Había llevado la guerra a todos los rincones del mundo para ofrecer su divina “libertad de comercio”.

2 Descripción de un médico francés de los trabajadores en 1835 en Édouard Dolléans, Historia del movimiento obrero, TI, Eudeba, Buenos Aires, 1960, p.17.

3 Vicente D. Sierra, El hombre, la sociedad y el estado en la doctrina peronista, [S/E], Buenos Aires, 1948, p. 8.

4 Vicente D. Sierra, op.cit., p.11-12

5 Juan Domingo Perón, La comunidad organizada, Fabro, Buenos Aires, 2019, p. 56.

6 Juan Domingo Perón, La comunidad organizada, op. Cit., p.11.

7 Nacimiento y destinos nacionales y extranjeros

8 Juan Domingo Perón, 9/12/1943 en Discursos, mensajes, declaraciones, documentos, entrevistas y escritos: 1943-1944 / Perón. – Buenos Aires: Biblioteca del Congreso de la Nación, 2022.

9 Novedoso trabajo publicado por Ignacio Cloppet, Perón en Roma, citado en Damián Descalzo, Damián Descalzo, ¿Cómo se gestó el peronismo? Dios, Patria y justicia social (1943-1944), Biblos, Buenos Aires, 2021, 163.

10Perón es parte natural de esta categoría de intelectuales militares gracias a su obra escrita antes de llegar al poder; bastaría para integrarlo a esa nómina la sola mención a sus Apuntes de Historia Militar, pero es bueno recordar que en la década de 1930 fueron más de diez sus aportes escritos a la historia y teoría bélica”. Carlos Piñeiro Iñiguez, Perón. La construcción de un ideario, Ariel, Buenos Aires, 2013, p. 218.

11 Los ejemplos más conocidos podrían ser el General Savio, Mosconi y Baldrich.

12 Damián Descalzo, ¿Cómo se gestó el peronismo?... Op.cit., p.20-21.

13 Discurso de José Manuel Estrada pronunciado en la Asociación de Santiago del Estero el 22 de julio de 1884. Discursos, TII, Ediciones Estrada, 1946, p.49.

14 Un análisis minucioso del tema se encuentra en Néstor Auza, Católicos y liberales en la generación del ochenta, Ediciones culturales argentinas, Buenos Aires, 1975.

15 Claudio Díaz, El movimiento obrero argentino. Historia de lucha de los trabajadores y la CGT, Fabro, Buenos Aires, 2010, p.17.

16 Para conocer las demandas de esta época del movimiento obrero, sintetizamos el petitorio del 1ro de mayo 1890: jornada de 8 horas, prohibiciones de trabajo menores de 14 años, abolición trabajo nocturno salvo excepciones, cuidado de la mujer, descansos entre jornadas, prohibiciones de trabajos que dañen la salud, prohibición trabajo a destajo, inspecciones por el Estado, seguros, tribunales especiales.

17 Recalde, Héctor, La Iglesia y la cuestión social (1874-1910), Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, Buenos Aires, p.21

18 Recalde, Héctor, La Iglesia y la cuestión social…,Op.cit., p. 17.

19 León XIII, Rerum Novarum, Ediciones Paulinas, Buenos Aires, p. 14.

20 Vicente D. Sierra, El hombre, op.cit., p. 13.

21 León XIII, Rerum Novarum, op.cit., p. 15.

22 León XIII, Rerum Novarum, op.cit., p.27-28.

23 León XIII, Rerum Novarum, op.cit., p.34.

24 2/12/1943 en Juan Domingo Perón, en Discursos, mensajes, op. cit., p. 162.

25 León XIII, Rerum Novarum, op.cit., p.40.

26 2/12/1943 en Juan Domingo Perón, en Discursos, mensajes, op., cit., p. 161.

27 León XIII, Rerum Novarum, op.cit., p.43.

28 Carta Encíclica sobre la restauración del orden social en perfecta conformidad con la Ley Evangélica al celebrarse el 40° aniversario de la encíclica Rerum Novarum de León XIII.

29 Pio XI, Quadragésimo anno, Ediciones paulinas, Buenos Aires, p. 36

30 Pio XI, Quadragésimo anno, op.cit., p. 47-48.

31 Pio XI, Quadragésimo anno, op.cit., p. 48-49.

32 Pio XI, Quadragésimo anno, op.cit., p. 57.

33 Damián Descalzo, ¿Cómo se gestó el peronismo?..., op.cit., p.28-29.

34 Grupo Obra de Unificación.

35 Comenta Leopoldo Marechal cómo comenzó a participar de los cursos luego de su crisis espiritual, a comienzos de los años 30: “Se trataba de poner en estudio, reverdecimiento y práctica los tesoros universales de la iglesia universal, en la filosofía, la ciencia y el arte, diluidos y hasta olvidados por ella en frías prácticas rituales o mecánicos ejercicios de la caridad”

36 El congreso contó con la presencia como participante de Perón.

37 Damián Descalzo, ¿Cómo se gestó el peronismo?..., op.cit., p.46.

38 Carlos Piñeiro Iñiguez, Perón. La construcción de un ideario, Ariel, Buenos Aires, 2013, p. 41.

39 Ibid, p. 68.

40 Decreto 18.411 que deroga la Ley 1.420

41 Citado en Damián Descalzo, ¿Cómo se gestó el peronismo?..., op.cit., p.157.

42 Damián Descalzo, ¿Cómo se gestó el peronismo?..., op.cit., p.155.

43 Damián Descalzo, Influencia del pensamiento socialcristiano en la Constitución de 1949, en https://www.relatsargentina.com/

44 Damián Descalzo, ¿Cómo se gestó el peronismo?..., op.cit., p.63-64.

45 Ambas en Víctor Frankl, El Peronismo y las encíclicas sociales en Fermín Chávez, El Peronismo visto por íictor Frankl, Theoría, Buenos Aires, p. 10.

46 Juan Domingo Perón, Modelo Argentino para el Proyecto Nacional en Obras Completas, T 25, Buenos Aires, 2002, p. 416.

47 Juan Domingo Perón, Modelo Argentino…op.cit., p. 447

48 Ibid.

49 Juan Domingo Perón, Modelo Argentino…op.cit., p. 448

50 Víctor Frankl, El Peronismo y las encíclicas sociales en Fermín Chávez, El Peronismo visto por Víctor Frankl, Theoría, Buenos Aires, p.42

51 Zanatta, Loris, Del estado liberal a la nación católica. Iglesia y ejército en los orígenes del peronismo. 1930-1943, Universidad Nacional de Quilmes, Bernal, 2005.


52 Damián Descalzo, ¿Cómo se gestó el peronismo?..., op.cit., p.276.

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