Lo que puede devolverle al hombre la actitud combativa
es la fe en su misión, en lo individual,
en lo familiar y en lo colectivo.1
J.D.P
Cincuenta años nos separan de la muerte de Juan Domingo Perón y aún vemos a la nación a la deriva, fragmentada y prácticamente olvidada entre discusiones internas, cada vez más estériles. La administración del Estado parece un botín de guerra que los partidos políticos se disputan mientras la inestabilidad de la coyuntura favorece a uno u otro. No hay tiempo ni espacio para el debate acerca de los intereses y objetivos nacionales.
La última dictadura militar dejó un país casi en ruinas, y la opción que tomó la dirigencia política para evitar la destrucción total fue el alineamiento al poder imperial de Estados Unidos en los términos del Consenso de Washington. El costo fue altísimo; y el período 2003-2015, el de mayor subsistencia político-institucional, parece cada vez más una victoria pírrica al analizar los resultados de los últimos 10 años, entre los cuales se encuentran una deuda externa inédita, un mercado interno al menos paralizado, para no decir destruido, y un pueblo que, tras haber conquistado alguna vez las dignidades de la justicia social, se hunde cada vez más en la pobreza, al tiempo que habita un país rico en recursos de todo tipo.
El mundo atraviesa una guerra que opera en múltiples escenarios. El Estado argentino siempre se caracterizó por sostener el ejercicio de su soberanía, más allá de las internas político-partidarias. Hoy éstas llegan incluso a discutir la naturaleza y necesidad del Estado, mientras el gobierno efectúa la entrega del mismo, en lugar de realizar una planificación estratégica de su defensa.
Al colocar al Estado como enemigo de la libertad, la nación pierde cohesión, el egoísmo se convierte en una gratificación instantánea para una sociedad vulnerable que necesita guía, criterio, doctrina, ideas, fuerza, ánimos…entonces hay que volver a Perón. No por necesidad nostálgica o idolatría banal, sino para reforzar los conceptos sobre los cuales se apoyó el movimiento nacional de la Argentina moderna, y sobre los cuales debemos volver cuanto sea necesario hasta lograr sus objetivos.
La obra de Perón abarca un largo período de tiempo y una extensa variedad de temas, mucho de los cuales quedarán sin abordar en esta síntesis. En el ámbito político, interesa aquí resaltar el concepto de liberación como una idea constante, que, si bien adquiere su explicitación más literal en el Modelo Argentino para el proyecto nacional, sus bases filosóficas provienen de los elementos teóricos que nos lega en el texto de la Comunidad Organizada.
En aquel Primer Congreso Internacional de Filosofía del año 1949, se criticaba la decadencia moral y espiritual de occidente en contraste con el progreso material alcanzado, sosteniendo una firme convicción en la capacidad transformadora del hombre, quien, como portador de valores absolutos, es capaz de impulsar el desarrollo y evolución de su comunidad, concibiendo y practicando una ética que recupere la fe en su misión. Toda la vocación pedagógica de Perón se esfuerza en esta idea.
La reivindicación de la persona humana se actualiza en la comunidad cuando ésta se libera en su contexto geopolítico de los esquemas teóricos extranjeros y del yugo coercitivo de la política imperial, pensándose y sintiéndose a sí misma como nacional. En el contexto de guerra militar e ideológica entre las potencias imperialistas de la segunda mitad del siglo XX, la comunidad que el peronismo pretendía, debía necesariamente elaborar su propio modelo en lugar de asumir otros, ajenos a su realidad histórica. Dice Perón en El modelo argentino:
“La solución ideal debe eludir ambos peligros: un colectivismo asfixiante y un individualismo deshumanizado. Nuestra comunidad sólo puede realizarse en la medida en que se realice cada uno de los ciudadanos que la integran. La condición elemental de la integración del ciudadano en la comunidad es que la sienta como propia, que viva en la convicción libre de que no hay diferencia entre sus principios individuales y los que alienta su patria”2
El Modelo…proponía una relación armónica entre todos los sectores sociales ante el peligro que para los pueblos generaron las políticas imperialistas en la etapa guerra fría. Por eso la liberación no podía ser sólo de la patria propia más inmediata, sino que debía, y debe aún hoy, necesariamente extenderse a Latinoamérica como región y a todos los pueblos del mundo como humanidad. Dice Perón: “El mundo del futuro se está orientando hacia nuevas formas, en virtud de las cuales ya no tendrá sentido analizar los problemas como exclusivamente nacionales”3 Ya vivimos ese mundo.
Es un camino teórico perfecto y muy agradable de andar ya que la vocación pedagógica de Perón hace simple lo complejo…pero la práctica es difícil. La crisis que se vivía en aquel momento no ha hecho más que profundizarse y el mundo se encuentra una vez más, sumido en la violencia de la guerra. Los peligros que advertía Perón hace 50 años configuran la realidad de hoy.
“Los pueblos que carecen de organización pueden ser sometidos a cualquier tiranía”4, dice. Entonces, hacer comunidad es fomentar la más amplia unidad entre todos los sectores sociales, a partir de su participación en el debate sobre cómo alcanzar los objetivos nacionales. Todos deben integrar la comunidad para que ésta sea auténtica y creativa, a través del convencimiento libre de cada integrante. Por eso el hombre es principio y fin de la comunidad en tanto debe desarrollar una ética, una autenticidad y una responsabilidad que aspiren al bien común.
El objetivo que alienta a Perón en El Modelo…es institucionalizar un proceso nacional de participación e integración. El modelo viene a ser así una estructura que permite a todos los sectores sociales hacer su aporte, de acuerdo con sus propios intereses conscientes en relación directa con la realidad histórica de la nación y con sus necesidades sociales.
Pero en la Argentina actual no se aprecia esa convicción, y ciertamente parece difícil insertarse en el esquema que El Modelo…plantea desde la exclusión y la pobreza, y más difícil parece integrar la diversidad de intereses contrapuestos, pero ésta es la complejidad de la tarea y de la sociedad, donde además existen sectores que identifican sus intereses con aquellos propios de los imperialismos. La acción política en clave nacional debe identificarlos, tener bien el claro dónde se encuentran y cómo actúan, para oponer la fuerza necesaria.
En Conducción política enseña Perón que no se puede conducir sectarios, y mucho menos puede ser sectario el conductor. Por eso en El Modelo…, que sale a la luz, inmerso en el espiral de violencia de los setenta, se propone un ámbito de coincidencia nacional en armonía, postulando que “la doctrina es revolucionaria en su concepción, pero pacífica en su realización.”5
La idea de armonía es clave en el pensamiento de Perón, es una condición inalienable para la configuración de la Argentina que se pretende, ya que sólo así es posible lograr el acuerdo interno necesario. Por ejemplo, armonizar la estructura económica agropecuaria con la industrial, sin que el progreso de un sector se logre a costa del otro. “Todos deben participar en el esfuerzo, pero todos deben también gozar de los beneficios”. “Si tanto el estado como el sector privado comprenden que su meta es la misma – el bienestar de toda la comunidad- la determinación de los límites de acción no puede ser conflictiva.”6
El condicional en la cita anterior es revelador, más si se pasa revista a una historia llena de conflictos. Es precisa una toma de conciencia sobre la necesidad de alcanzar acuerdos básicos entre los distintos sectores sociales. Uno de los pasajes más didácticos de Conducción política, enseña que uno no debe hacer todo, sino que tiene que guardar la mitad para que lo haga otro…con la conclusión (pícara) de asegurarse hacer la mitad más importante. Hay que tomarlo en serio, no se puede ir por todo. Hay que ir por la mitad más importante y alcanzar acuerdos posibles. Incluso Perón iba más lejos al decir que “Hay que ser tolerante hasta con la intolerancia.”7
Está claro que el conflicto existe y que los hechos sucedieron. El general muere en julio del 74 y en marzo del 76 se instala la dictadura más violenta y vendepatria de la historia argentina, y el problema fundamental que advertía El Modelo…ante la amenaza del neocolonialismo se revive en los últimos 50 años.
Es necesario crear una fuerza capaz de sustentar una política nacional, para lo cual es indispensable perseguir una vocación tanto formativa como pedagógica en un doble juego, un ida y vuelta, tal como se expresa en las clases de Conducción política, donde el conductor y los conducidos constituyen una unidad que se retroalimenta y va en ambas direcciones. En donde aquello que se predica parte del ejemplo, en la práctica de una ética que se postula: Mejor que decir, es hacer.
Dice Perón: “El grado ético alcanzado en la sociedad imprime el rumbo al progreso del pueblo, crea el orden y asegura el uso feliz de la libertad”8. La libertad no es obrar según la propia gana, sino una elección entre posibilidades conocidas, por eso la acción política es primeramente pedagógica.
Horacio González, en su prólogo sobre Conducción política, interpreta que la más alta libertad es aquélla que “emerge cuando el hombre se halla no en un aislamiento apático sino inmerso en una totalidad de creencias”9,a la vez que no se haya cohibido por ellas. Allí emerge el signo inmediato de libertad que es la figura del hombre como “conductor de sí mismo”. Así Perón, en Conducción política específicamente, pero a lo largo de toda su obra, recoge la herencia política humanista, según la cual la libertad no es otra cosa que la formación auto reflexiva de un sujeto en el seno de una colectividad deliberante, que encuentra en el individuo un elemento singular regenerativo capaz de reconstruir el conjunto social, si éste se desmorona.
Entonces, compañeros y compañeras para devolvernos la fe en la misión, primero habrá que formarse en la fe y en la misión, auténtica y creativa, necesariamente nacional, desarrollando la ética que implica elevar el “yo” hacia el “nosotros”. Siendo tolerantes, pacientes, pero firmes en las convicciones. Sin sectarismos al abrazo de todo. Combatir la injusticia, pero abrazar todo lo demás. Ir hacia la más alta libertad, porque como dijo el general:
“Sí hay algo que ilumine nuestros pensamientos, que haga perseverar en nuestra alma la alegría de vivir y de actuar es nuestra fe en los valores individuales como base de redención y, al mismo tiempo, nuestra confianza de que no está lejano el día en que sea una persuasión vital el principio filosófico de que la plena realización del “yo”, se halla en el bien general”10
* Delegado de base SGBATOS
1Perón, Juan Domingo. La comunidad organizada, Buenos Aires, Fabro, 2019. p.40.
2Perón, Juan Domingo, Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, Buenos Aires, Punto de Encuentro, 2020 p. 65
3Ídem, p. 89
4Ídem, p 66.
5Ídem, p.27
6Ídem p 95.
7Biblioteca del Congreso de la Nación (Argentina). Comisión Ejecutora de la Ley 25.114 Perón: conducción política / director: Prof. Oscar Castellucci. – Buenos Aires: Biblioteca del Congreso de la Nación, 2011. 295 p. 22 cm. – (JDP, los trabajos y los días) p.42
8Perón, Juan Domingo, La comunidad organizada, Buenos Aires, Fabro, 2019 p22.
9Biblioteca del Congreso de la Nación (Argentina). Comisión Ejecutora de la Ley 25.114 Perón: conducción política / director: Prof. Oscar Castellucci. – Buenos Aires: Biblioteca del Congreso de la Nación, 2011. 295 p. 22 cm. – (JDP, los trabajos y los días) p.48
10Perón, Juan Domingo, La comunidad organizada, Buenos Aires, Fabro, 2019 p 39.