“Los pueblos disponen de su destino. Ellos labran su propia fortuna o su ruina. Es natural que ellos, en conjunto, defiendan lo que cada uno por igual ama y le interesa defender de la patria y su patrimonio”. (Juan Perón)
Uno de los pilares principales en la construcción del ideario de Juan Perón es su formación militar. Ésta deja una huella profunda que lo acompaña a lo largo de toda su vida política. Perón forja desde ahí una visión de la política, la conducción, la geopolítica, la estrategia, la táctica, etc.
De todas formas, vale destacar que Perón no constituía una rara avis en el ámbito castrense de su época, ya es parte integrante de una generación de militares que Carlos Piñeiro Iñíguez caracteriza certeramente como “intelectuales militares”, categoría bajo la cual podemos enmarcar a personajes como Savio, Mosconi, Juan I. San Martín, Aníbal Montes, Luis E. Vicat, Juan Lucio Cernadas, por mencionar solo un puñado.
No obstante lo mencionado anteriormente, es necesario remarcar que no se trata de una militarización de una concepción política, sino que el líder justicialista transforma las conceptualizaciones del ámbito castrense al político. Esto en gran parte explica por qué Perón logró una carrera política extraordinaria en relación con otros militares con una profunda formación y vocación patriótica pero que no lograron superar o trascender ese ámbito, o bien solo lo hicieron bajo una impronta técnica.
Esta huella profunda en el ideario de Perón ha sido mayormente dejada de lado y también en reiteradas ocasiones tergiversada para desfigurar la imagen del mismo. Estas visiones están plagadas mayormente de un anti-militarismo abstracto que se introduce y cala fuerte fuera del “campo nacional”, pero también lo hace dentro del mismo. Esta postura resulta un obstáculo para la comprensión de su figura y del fenómeno peronista, como asimismo de gran parte de la historia Argentina y de la Patria Grande.
Se olvida que a lo largo de la misma se han desarrollado, como bien señala Jorge Abelardo Ramos, dos grandes líneas dentro de las Fuerzas Armadas: por un lado la nacional que pugna por el desarrollo, el sostenimiento de la independencia económica, la ampliación de los márgenes de soberanía política, al mismo tiempo que la atención a la cuestión social, piensa en estrechar lazos con el pueblo trabajador y la ruptura de la dependencia; y por otro lado, la que se caracteriza por ser anti-nacional, ligada a las potencias imperialistas, mayormente sobre ideologizadas, influida por los patrones de la colonización cultural, con un fuerte contenido anti-popular.
Nos proponemos aquí realizar un breve recorrido por alguna de las conceptualizaciones de Perón que provienen de su formación militar, abordando el diseño de su política de Defensa Nacional (elaborando una doctrina en relación a la misma), como asimismo algunas de las políticas y realizaciones centrales de sus gobiernos ligadas a esta cuestión.
Partiendo de la idea jauretcheana de que no existe política de defensa nacional sin la elaboración de una política nacional, y viceversa, señalamos que no se puede entender ni escindir la política de defensa desarrollada por el peronismo del proyecto nacional de emancipación que pone en marcha en sus gobiernos. Es necesario pensar integralmente esa política en torno a la defensa de la Patria con nociones centrales como la comunidad organizada y la tercera posición.
En la línea que venimos expresando, observamos que Perón le otorga una importancia sustancial a la política de defensa. En este sentido, el documento donde tempranamente y en forma más clara explica su concepción en la materia es el famoso Discurso del 10 de junio de 1944 en la apertura de la Cátedra de Defensa Nacional bajo el título: “Significado de la defensa nacional desde el punto de vista militar”. No casualmente Bernetti y Puiggrós aseveran que este discurso es “un verdadero anticipo del proyecto peronista”. Allí Perón pone de relevancia lo imperioso de desarrollar una política de defensa nacional, entendiendo que “los pueblos que han descuidado la preparación de sus fuerzas armadas, han pagado siempre caro su error, desapareciendo de la historia o cayendo en la más abyecta servidumbre”.
En este trabajo medular del pensamiento Perón, el entonces Coronel integrante del gobierno de la Revolución juniana recupera a Von der Goltz y la “Nación en Armas” (es el centro de la conferencia), relacionado al desarrollo anterior realizado por Clausewitz, abordando así la cuestión de la Defensa Nacional no limitada únicamente a las Fuerzas Armadas sino que tanto en su diagrama como en su resolución participan todos los habitantes, como asimismo “todas las energías, todas las riquezas, todas las industrias y producciones más diversas; todos los medios de transporte y vías de comunicación, etc.”. Resuena aquí también la conferencia realizada en el Círculo Militar a mediados de los años 20 por el Coronel Luis E. Vicat.
El planteo de la Defensa Nacional entonces no limitada al ámbito militar en sí, sino también estrechamente ligado a la economía, la política, lo financiero, la industria, la educación, la moral, etc. Se trata de utilizar todas las fuerzas y energías de la nación, todos deben estar preparados para un evento bélico.
Estas ideas llevan al entonces Coronel a una cuestión central: la consideración que la planificación de una Defensa Nacional óptima viene acompañada de una política nacional, al mismo tiempo que de una política en torno al desarrollo industrial. Esta última ligada estrechamente al armamento, desde ya, pero también a partir de esta concepción integral de defensa implica una industrialización generalizada de la Patria como una forma de garantizar la mejor defensa nacional posible, al mismo tiempo la reducción de los factores de vulnerabilidad que vienen con la dependencia.
Esta noción en torno a la defensa lo lleva también a poner en consideración la cuestión social, dado que se debe “procurar a las Fuerzas Armadas el máximo posible de hombres sanos y fuertes, de elevada moral y con un gran espíritu de patria”, integrados a la comunidad nacional que sean y se sientan parte del país en tanto los protege, da la posibilidad de desarrollar su vida, a partir de lo cual quieran defender lo propio. Perón encuentra en la defensa un argumento más en torno a la necesidad de establecer en nuestro país la justicia social y la felicidad del pueblo.
Perón destaca en este punto políticas que ya se desarrollaron como la creación de la Dirección General de Fabricaciones Militares, considerando un conjunto de ideas como la necesidad de tener una política comercial nacional en relación a la defensa, el control de los puertos, de las vías de comunicación viales y fluviales, los trenes, una política financiera alineada con el interés nacional, el impulso de la formación técnica, de las escuelas industriales y carreras vinculadas a la misma, etc. La propuesta entonces pone en el centro la discusión de la dependencia en toda su magnitud, la ruptura del entramado semi-colonial que impera en la Argentina desde mediados del siglo XIX.
No se trata de una posición en favor de la guerra, sino más bien todo lo contrario. Se trata del planteo de una política profunda de defensa nacional como elemento disuasivo, para reducir la posibilidad de recibir un ataque, y sostener la paz.
Hay dos instituciones que resultan pilares en la conformación de la política de Defensa Nacional que como en el caso del discurso de Perón actúan por un lado como antecedente, pero también al mismo tiempo como parte de la diagramación posterior de la misma cuando el peronismo esté en el poder. Nos referimos al Consejo Nacional de Posguerra (CNP), y al Consejo de Defensa Nacional (CONADE)
El CNP se crea en 1944 a partir de considerar que durante la Primera Guerra Mundial se había generado cierta industrialización, no obstante lo cual ante la finalización de la misma se volvió plenamente al modelo semi-colonial agroexportador. Ahora con la crisis del orden liberal y el estallido de Wall Street, sumado a la Segunda Guerra Mundial que está llegando a su fin, hubo un proceso similar aunque más profundo. La idea entonces ahora con el CNP es pensar, como sostiene De la Vega, “cómo asegurar condiciones económicas que permitieran el mantenimiento de la industria y la producción”.
Se trata de establecer los puntales donde asentar un proyecto nacional de emancipación. En este sentido, Perón expresa en la presentación del CNP que “las fuerzas armadas, las fuerzas económicas y las fuerzas creadoras, unidas en haz indisoluble por medio de una sólida cultura ciudadana, son los cimientos sobre los que debe edificarse nuestro porvenir para mantenernos económicamente libres y políticamente soberanos”
La creación del CODENA en 1943 resulta un hito significativo en la política de defensa nacional, en tanto no existía hasta entonces legislación en torno a la planificación de la defensa, y éste constituye un puntal desde donde se va desarrollar la normativa en la materia.
El decreto que crea el mismo (que era de carácter reservado), establece que los objetivos del CONDENA son “determinar la correlación entre la política internacional y la preparación de todas las fuerzas del país para hacer frente a las necesidades de la defensa nacional; impartir a los diferentes organismos y ramas del gobierno nacional las directivas generales para la preparación y ejecución de la defensa nacional, sin intervenir en la disposición de las propias Fuerzas Armadas; armonizar las potencialidades del país en relación con su posición internacional y los factores que influyen sobre el desarrollo nacional; y estudiar y evaluar los proyectos relativos a la organización defensiva del país y las situaciones de emergencia en caso de guerra”.
El CODENA pone de relevancia el estudio en materia de las hipótesis de guerra, la articulación entre los objetivos políticos y las potencialidades bélicas del país, en torno a preparar la defensa, la coordinación en relación a esta última de los diferentes ministerios, etc. El Consejo lo conformaban el Presidente y todos los ministros. Así, no era un órgano permanente, sino que consistía en la reunión de todos los ministerios en forma horizontal en torno a una política de defensa. El fortalecimiento y funcionamiento del mismo se da en los años del peronismo en el poder.
Montenegro y Cortese afirman que “la secretaría del CDN fue el primer organismo en la historia argentina que reunió a funcionarios civiles y militares para estudiar aspectos exclusivamente relacionados con la defensa nacional”. Anteriormente esta cuestión estaba limitada a los sectores militares.
Con el peronismo en el poder se dicta la Ley de Defensa Nacional (N° 13.234), denominada “Organización de la Nación para tiempo de guerra” sancionada en 1948 y de 38 artículos. Se trata de la primera ley en torno a la organización de la defensa en nuestro país. Marcelo Saín sostiene así que el peronismo conformó el “primer modelo institucional de defensa nacional y de organización militar establecido en la Argentina moderna”.
La ley establece que la Defensa Nacional le corresponde al Presidente de la Nación, al CODENA y a los ministerios. Así, como destacan Montenegro y Cortese, la Doctrina de Defensa Nacional “implicaba la asignación de un rol institucional subordinado de las fuerzas militares a la conducción de la política”. La ley al mismo tiempo cristaliza los debates de los años anteriores que referimos al comienzo del artículo, y se encuentra bajo el influyo de la concepción integral de la defensa, de la “nación en armas”.
La Defensa Nacional es una cuestión central a la que Perón y el peronismo le otorgan especial atención, por lo que no podía quedar afuera de la Reforma Constitucional de 1949 que, acompañada de la Ley de reforma ministerial, da organicidad hasta 1954 a la política de defensa. Así aparecen cuatro ministerios relacionados con el tema de la defensa: el Ministerio de Defensa Nacional (es el primer ministerio de América Latina) ocupado por Humberto Sosa Molina, el Ministerio del Ejército, el de Aeronáutica y el de Marina. El primero resulta central, ya que como sostienen Montenegro y Cortese con el tiempo llegó “a convertirse en el eje por el cual pasaban todas las decisiones de la política de defensa nacional”.
En 1954 hay una nueva reforma de organización de todo el gobierno. Quedando el mismo dividido en dos grandes áreas, la conducción centralizada y la ejecución descentralizada, en línea con la concepción peronista. La Secretaría de Defensa Nacional queda en la primera, mientras que las otras tres secretarías (Ejército, Marina y Aeronáutica), quedan en los órganos de ejecución.
Como pudimos observar a lo largo de este artículo la cuestión de la Defensa nacional no se puede pensar en forma aislada de las políticas desarrolladas en el marco de la Revolución Nacional Justicialista. Asimismo, el lugar central que le otorga a Perón en el diseño de su proyecto político de emancipación.
Esas ideas que habían ido germinando en una generación militar -sobre todo desde los años 20, 30 y principios de los 40- que va a pensar la defensa en articulación estrecha con la industria (y otras cuestiones que desarrollamos aquí). Es desde el ámbito castrense desde donde salen mayor cantidad de ideas en torno a la necesidad de industrializar la Argentina, a la reducción de los factores de vulnerabilidad, y en mayor o menor medida poner en cuestión el orden semi-colonial.
Perón, como decíamos, es parte de esa generación y va a resultar su máximo representante, excediendo a la misma a partir de poder transformar varias de las nociones, derivarlas al campo político y más aún llevarlas al éxito. Esas ideas van a ser sintetizadas, reordenadas, y potenciadas en la conformación de una doctrina de Defensa Nacional, al mismo tiempo que en la institucionalización de las mismas.
El proyecto de emancipación nacional que construye Perón tiene entre sus fundamentos principales la noción de independencia económica, la cual encuentra uno de sus pilares para su realización y fortalecimiento en el desarrollo industrial y el control por parte de la nación de la estructura económica del país.
En este marco, se puede comprender más profundamente el proceso de industrialización. Esa independencia económica se vincula a la ampliación de los márgenes de soberanía política. Asimismo, cabe destacar que el camino de la defensa y la necesidad de la optimización de los recursos acompañada de la idea de “nación en armas”, lleva a la noción de justicia social.
Se trata el fin y al cabo de poner en cuestión la Argentina que se había diseñado desde Caseros y el derrocamiento de Rosas hasta el comienzo de los años 40. Es la elaboración de una respuesta propia a la Argentina dependiente. Comprender este entramado que marcamos es importante no sólo para este proceso que describimos, sino también en relación con el iniciado cuando se comenzó a “tirar abajo las chimeneas que construyó Perón”, la posterior vuelta al sistema democrático con un conjunto de limitaciones que se cristalizan en los “acuerdos” impuestos (no exentos de entregas por parte de cierta “clase dirigente” cipaya), por Gran Bretaña años después de la Guerra del Atlántico Sur, del “consenso” (más bien otra imposición en el mismo sentido que la anterior) de Washington, que trajo la destrucción del patrimonio nacional y del tejido industrial-militar, fortaleciendo el orden dependiente.
Queremos significar que las potencias entendieron que, para destruir el proyecto de nación elaborado en los años peronistas, entre otras cosas, había que destruir la industria, y para eso el camino era la destrucción de ese tejido industrial-militar ya que así se había construido y dinamizado nuestro desarrollo, al mismo tiempo que establecía una política de defensa de lo propio, ahora sin desarrollo, fuertemente dependientes e indefensos. Vale sumar la debilitación de la comunidad nacional en este mismo sentido. Tenemos como contracara una clave para la recuperación nacional. No casualmente Perón había advertido que “así como es difícil armar una nacionalidad, es fácil desarmarla cuando no median los factores que la engrandecen y cohesionan (…) como argentinos, no podemos perdonar el intento de destruir el alma nacional”.
* Sociólogo (UBA). Doctor en Comunicación Social (UNLP). Magister y Especialista en Metodología de la Investigación (UNLa). Profesor de Sociología (UBA). Director de la especialización en “Pensamiento Nacional-latinoamericano del Siglo XX” (UNLa). Docente universitario de grado y posgrado. Autor de libros como “La FORJA del nacionalismo popular”, “Volver a las fuentes. Apuntes para una historia y sociología en perspectiva nacional”, “La brasa ardiente contra la cuádruple infamia”, “Nación, Fuerzas Armadas y dependencia” y de más de trescientos artículos vinculados al pensamiento nacional y el revisionismo histórico. Ha dictado más de doscientas conferencias en relación con las mismas temáticas.
Bibliografía
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