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04/01/142

 22/04/2024   3291

En  este artículo queremos reivindicar la lucha y valentía de las primeras mujeres en ejercer la representación del pueblo, luego de la aprobación del voto femenino, mediante la Ley 13010 promulgada el 23 de septiembre de 1947.

Hasta ese momento, las mujeres formaban parte de los sectores mayormente excluidos, injustamente no podían elegir a sus representantes ni podían ser elegidas.

A setenta y seis años de la promulgación del voto femenino, hoy más que nunca necesitamos interpelar las vivencias de aquellas estoicas mujeres, no sólo por la importancia de haber sido las primeras en apoderarse de la vida pública y mostrarnos un camino, sino también por todo lo que posteriormente debieron soportar y por haberse animado a ser parte de la dirigencia política.

Esas primeras mujeres se sumaron a la vida política a partir de la gran movilización popular que despertó el peronismo.   

Militaban en el partido peronista femenino, tenían en su historia una práctica de solidaridad y comunidad. Muchas eran amas de casa, otras costureras, empleadas administrativas, maestras, universitarias, todas con una gran vocación de servicio y por  sobre todo, con la enorme capacidad de construir territorio.

Destacamos la tarea de las delegadas censistas, fundamental para la formación del partido Peronista Femenino. La gran conductora Eva, se encargó de unirlas, organizarlas y guiarlas.

Eva  desafió a esas mujeres,  principalmente a que se empoderaran y que fueran autónomas en sus ideas y en la toma de decisiones, no en vano prohibió el ingreso de los hombres a las reuniones de las mujeres integrantes del partido femenino, así dijo: El partido femenino que yo dirijo en mi país está vinculado lógicamente al movimiento Peronista pero es independiente como partido del que integran los hombres.(...) Así como los obreros sólo pudieron salvarse por sí mismos y así como siempre he dicho, repitiéndolo a Perón, que ‘solamente los humildes salvarán a los humildes’, también pienso que únicamente las mujeres serán la salvación de las mujeres”.

Ella sabía que se enfrentaba a la enorme responsabilidad de conducir a las primeras mujeres que pasarían a la historia en el ejercicio de los derechos de representación política.

El enorme trabajo se reflejó en las elecciones, que concluyeron con 109 mujeres electas del Partido Peronista Femenino. A modo de ejemplo, señalo que en la Provincia de Buenos Aires asumieron 37 legisladoras, en la Nación 23 diputadas, 6 senadoras, todo lo cual significó un hecho inédito en Latinoamérica (luego de la sanción de las leyes que otorgaban el voto femenino).

 

La organización

Para el logro de esa conquista fue fundamental estar organizadas. Así,  se armaron dos tipos de unidades básicas, las sindicales que nucleaba a las trabajadoras asalariadas y las ordinarias que reunía a las amas de casa, trabajadoras de casas particulares y trabajadoras rurales en total informalidad. El cupo de 33% estaba garantizado para las mujeres.

“Las mujeres nos salvamos a las mujeres”, y desde esa perspectiva aquellas gladiadoras mujeres, junto a Eva como conductora, comprendieron y asumieron la problemática que padecían las mujeres en ese momento.

Por un lado, la injusta distribución que se acentúa por la condición de ser  mujer y por el otro, la problemática de la subordinación basada también en la condición de ser mujer, puesto que hasta ese momento no contaban con ningún tipo de derechos políticos y de participación en la decisiones de Estado.

Las compañeras que lucharon para generar leyes y políticas públicas que representaran las necesidades y problemáticas de las mujeres en ese momento histórico, nos han dejado en la memoria de todas y cada una de nosotras esa experiencia y legado. Después de ellas nuestra historia, a pesar de todo intento de disciplinamiento en contrario, jamás será la misma.

 

La persecución

No fueron tiempos tranquilos, ni tampoco una conquista totalmente gloriosa para esas muchachas, como Eva las llamaba. El Movimiento Peronista y en especial el Partido Femenino Peronista fueron disruptivos para la época y la persecución arrasó también con las dirigentes peronista mujeres.

Inmediatamente, con el tremendo atropello del Golpe Militar de 1955, se vio reflejado el odio antiperonista y se formaron “comisiones investigadoras”,  comisiones “arbitrarias”, que tenían un único objetivo en el caso de las mujeres, acusarlas de delitos contra la administración pública y disciplinarlas con el propósito de alejarlas de la política y del partido para siempre y que ninguna de ellas intentara ejercer esos liderazgos.

El gobierno de Aramburu, con el Decreto 4161/56 prohibía la mención de Perón y Evita en cualquier espacio público. Ante este panorama, se desataron un sinfín de persecuciones sufridas por docentes, trabajadores y trabajadoras de las reparticiones públicas, y los sindicatos fueron intervenidos.

Los abusos por parte del poder represor, en un intento más por borrar de la historia al movimiento obrero y disciplinar a las mujeres, llevó a armar una sistemática persecución.

Las denuncias en las referidas Comisiones a diversos dirigentes y funcionarios y funcionarias, entre la Nación y las provincias acumularon 70.000 expedientes (que ocupan actualmente 230 metros lineales del Archivo General de la Nación), desatando así una verdadera caza de brujas. “Muchachas Bonaerenses, primeras legisladoras de la Patria” Instituto Cultural Gobierno de la Provincia de Bs. As. (2023)

Este clima se utilizó para poner en debate las asimetrías que nos afectaban a las mujeres en el mundo de la política, el trabajo y en función de nuestras identidades como mujeres. En efecto, se buscaba devolvernos al lugar asignado que culturalmente era el hogar y las tareas de cuidado.

        

Conclusión

El desafío es mantener viva la memoria. Imaginar a esas primeras mujeres que protagonizaron la historia de nuestra política, en el armado de las Unidades Básicas, en el trabajo de territorio haciendo censos, invitando a otras compañeras a ser parte del proyecto, pensar y repensar las diferentes actividades que se desarrollaron para poder hacer posible el ejercicio del poder en una primera elección, que a su vez, hasta sin proponérselo, colaboraron con la ruptura de algunos esquemas tradicionales de la política.

Esas mujeres interpretaron la importancia de la organización. 

 Se reunían en las Unidades Básicas, en el lugar donde militaban, incluso llevaban a sus hijos en las horas de trabajo, y en muchos lugares del interior del país supieron transformar sus hogares en puntos de reunión partidaria, dando lugar a la vida política y familiar.

Trabajaron de manera intensa, lograron el desafío que la historia y las decisiones políticas en ese momento les brindaron.

El rememorar estos hechos fundamentales nos interpela a las mujeres, a todas, y en especial las militantes y dirigentes políticas con responsabilidad de mantener ese legado vivo, activo y organizado.

*Abogada, miembro de la Secretaría de Profesionales UPCN

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