En
este artículo queremos reivindicar la lucha y valentía de las primeras
mujeres en ejercer la representación del pueblo, luego de la aprobación del
voto femenino, mediante la Ley 13010 promulgada el 23 de septiembre de 1947.
Hasta ese momento, las mujeres
formaban parte de los sectores mayormente excluidos, injustamente no podían
elegir a sus representantes ni podían ser elegidas.
A setenta y seis años de la
promulgación del voto femenino, hoy más que nunca necesitamos interpelar las
vivencias de aquellas estoicas mujeres, no sólo por la importancia de haber
sido las primeras en apoderarse de la vida pública y mostrarnos un camino, sino
también por todo lo que posteriormente debieron soportar y por haberse animado
a ser parte de la dirigencia política.
Esas primeras mujeres se sumaron a
la vida política a partir de la gran movilización popular que despertó el
peronismo.
Militaban en el partido peronista femenino,
tenían en su historia una práctica de solidaridad y comunidad. Muchas eran amas
de casa, otras costureras, empleadas administrativas, maestras, universitarias,
todas con una gran vocación de servicio y por
sobre todo, con la enorme capacidad de construir territorio.
Destacamos la tarea de las delegadas
censistas, fundamental para la formación del partido Peronista Femenino. La
gran conductora Eva, se encargó de unirlas, organizarlas y guiarlas.
Eva
desafió a esas mujeres,
principalmente a que se empoderaran y que fueran autónomas en sus ideas
y en la toma de decisiones, no en vano prohibió el ingreso de los hombres a las
reuniones de las mujeres integrantes del partido femenino, así dijo: “El
partido femenino que yo dirijo en mi país está vinculado lógicamente al
movimiento Peronista pero es independiente como partido del que integran los
hombres.(...) Así como los obreros sólo pudieron salvarse por sí mismos y así
como siempre he dicho, repitiéndolo a Perón, que ‘solamente los humildes
salvarán a los humildes’, también pienso que únicamente las mujeres serán la
salvación de las mujeres”.
Ella sabía que se enfrentaba a la
enorme responsabilidad de conducir a las primeras mujeres que pasarían a la
historia en el ejercicio de los derechos de representación política.
El enorme trabajo se reflejó en las
elecciones, que concluyeron con 109 mujeres electas del Partido Peronista
Femenino. A modo de ejemplo, señalo que en la Provincia de Buenos Aires
asumieron 37 legisladoras, en la Nación 23 diputadas, 6 senadoras, todo lo cual
significó un hecho inédito en Latinoamérica (luego de la sanción de las leyes
que otorgaban el voto femenino).
La
organización
Para el logro de esa conquista fue
fundamental estar organizadas. Así, se
armaron dos tipos de unidades básicas, las sindicales que nucleaba a las
trabajadoras asalariadas y las ordinarias que reunía a las amas de casa,
trabajadoras de casas particulares y trabajadoras rurales en total
informalidad. El cupo de 33% estaba garantizado para las mujeres.
“Las mujeres nos salvamos a las
mujeres”, y desde esa perspectiva aquellas gladiadoras mujeres, junto a Eva
como conductora, comprendieron y asumieron la problemática que padecían las
mujeres en ese momento.
Por un lado, la injusta distribución
que se acentúa por la condición de ser
mujer y por el otro, la problemática de la subordinación basada también
en la condición de ser mujer, puesto que hasta ese momento no contaban con
ningún tipo de derechos políticos y de participación en la decisiones de
Estado.
Las compañeras que lucharon para
generar leyes y políticas públicas que representaran las necesidades y
problemáticas de las mujeres en ese momento histórico, nos han dejado en la memoria
de todas y cada una de nosotras esa experiencia y legado. Después de ellas
nuestra historia, a pesar de todo intento de disciplinamiento en contrario,
jamás será la misma.
La
persecución
No fueron tiempos tranquilos, ni
tampoco una conquista totalmente gloriosa para esas muchachas, como Eva las
llamaba. El Movimiento Peronista y en especial el Partido Femenino Peronista
fueron disruptivos para la época y la persecución arrasó también con las
dirigentes peronista mujeres.
Inmediatamente, con el tremendo
atropello del Golpe Militar de 1955, se vio reflejado el odio antiperonista y
se formaron “comisiones investigadoras”,
comisiones “arbitrarias”, que tenían un único objetivo en el caso de las
mujeres, acusarlas de delitos contra la administración pública y disciplinarlas
con el propósito de alejarlas de la política y del partido para siempre y que
ninguna de ellas intentara ejercer esos liderazgos.
El gobierno de Aramburu, con el
Decreto 4161/56 prohibía la mención de Perón y Evita en cualquier espacio
público. Ante este panorama, se desataron un sinfín de persecuciones sufridas
por docentes, trabajadores y trabajadoras de las reparticiones públicas, y los
sindicatos fueron intervenidos.
Los abusos por parte del poder
represor, en un intento más por borrar de la historia al movimiento obrero y
disciplinar a las mujeres, llevó a armar una sistemática persecución.
Las denuncias en las referidas
Comisiones a diversos dirigentes y funcionarios y funcionarias, entre la Nación
y las provincias acumularon 70.000 expedientes (que ocupan actualmente 230
metros lineales del Archivo General de la Nación), desatando así una verdadera
caza de brujas. “Muchachas Bonaerenses, primeras
legisladoras de la Patria” Instituto Cultural Gobierno de la Provincia de Bs.
As. (2023)
Este clima se utilizó para poner en
debate las asimetrías que nos afectaban a las mujeres en el mundo de la
política, el trabajo y en función de nuestras identidades como mujeres. En efecto,
se buscaba devolvernos al lugar asignado que culturalmente era el hogar y las
tareas de cuidado.
Conclusión
El desafío es mantener viva la
memoria. Imaginar a esas primeras mujeres que protagonizaron la historia de
nuestra política, en el armado de las Unidades Básicas, en el trabajo de
territorio haciendo censos, invitando a otras compañeras a ser parte del
proyecto, pensar y repensar las diferentes actividades que se desarrollaron
para poder hacer posible el ejercicio del poder en una primera elección, que a
su vez, hasta sin proponérselo, colaboraron con la ruptura de algunos esquemas
tradicionales de la política.
Esas mujeres
interpretaron la importancia de la organización.
Se reunían en las Unidades Básicas, en el
lugar donde militaban, incluso llevaban a sus hijos en las horas de trabajo, y
en muchos lugares del interior del país supieron transformar sus hogares en
puntos de reunión partidaria, dando lugar a la vida política y familiar.
Trabajaron de manera
intensa, lograron el desafío que la historia y las decisiones políticas en ese
momento les brindaron.
El rememorar estos
hechos fundamentales nos interpela a las mujeres, a todas, y en especial las
militantes y dirigentes políticas con responsabilidad de mantener ese legado
vivo, activo y organizado.
*Abogada, miembro de la Secretaría de Profesionales UPCN