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02/02/30

 10/08/2023   772
Juan Domingo Perón concurrió como presidente por primera  a un acto  de la Liga Argentina de Empleados Públicos  el 4 de diciembre de 1947. El General habló  a los compañeros en su doble carácter de Jefe de Estado y primer afiliado de la Liga: “Como primer magistrado de la Nación,  aseguraré de modo inquebrantable la  justicia entre los funcionarios y empleados del Estado y que, como miembro de la  Liga, he de aportar todo mi esfuerzo para  que el Gobierno la apoye y la ayude en sus  aspiraciones. Es indispensable que todos  los funcionarios y empleados del Estado compartan con el Gobierno la dirección y  ejecución de todos los planes de realización  en que estamos empeñados.” 

En sus discursos públicos Perón destacaba permanentemente su doble condición de presidente y trabajador público agremiado, reconociéndose un miembro más de la Unión del Personal Civil de la Nación.  
Para muestra de ello traemos algunos fragmentos del discurso que el Presidente Juan  Domingo Perón brindó ante los delegados de la Unión del Personal Civil de la Nación en fecha 27 de julio de 1949: 
“El personal civil es el agente al servicio inmediato y directo del Estado. Nosotros hemos fijado bien en nuestra doctrina cuáles son las gradaciones y los servicios que los hombres prestan a la comunidad, estableciendo perfectamente quiénes son los agentes del estado, vale decir, los que están en el gobierno y los que están conformando las organizaciones estatales, como así también las organizaciones del pueblo, aquéllas que, libremente constituidas, representan las fuerzas que actúan popularmente en la comunidad. Son de extraordinaria importancia en la organización de esa comunidad los hombres que forman el gobierno. Son también extraordinariamente importantes los que forman la organización estatal y los que integran las organizaciones populares. Ustedes, los agentes del Estado, organizados, constituyen en ese orden organizativo una institución que tiene una doble importancia: la de pertenecer a la organización del Estado y la de constituir una organización popular también al servicio del Estado”.

En otra parte del discurso destaca la necesidad de la organización diciendo “siempre he dicho que en este orden de actividades ni el gobierno, ni el Estado, ni ninguna fuerza interna o externa, puede resolver el problema que no resuelva la propia organización. Por más buena voluntad que yo tuviese como presidente de la República y como primer afiliado de vuestra institución, y por más buena voluntad que tuviesen todas las organizaciones gubernamentales y estatales, ustedes no llegarían a ninguna parte si no se decidieran ustedes mismos a resolver sus problemas con su propia fuerza. Para que nosotros, el Estado o el gobierno, podamos ayudar a la organización, es necesario, antes que ella se organice, que se constituya y se ayude a sí misma. Es el caso que yo cito siempre de que mal se puede hacer un guiso de liebre si no se cuenta primero con la liebre. Entonces, señores, reúnanse ustedes en asamblea y constituyan una verdadera organización. Realicen después los congresos que sean necesarios para ir acordando paso a paso todas las conquistas que deben concretarse en la organización, y verán ustedes que no tendrán nunca que arrepentirse ni lamentarse de una falta de ayuda que nosotros seríamos los primeros en lamentar. Esta tarea de organizar el personal civil me toca muy de cerca por razón de funciones, y en esto quiero también ofrecer a esta asamblea todas las posibilidades que el gobierno y el Estado ponen en nuestras manos para la organización material de vuestra institución en todo el territorio de la República, como asimismo la posibilidad de trabajar mancomunadamente con la Unión del Personal Civil de la Nación en el establecimiento de las condiciones de trabajo de todo orden para su futuro desenvolvimiento”. 

Y por último augura un futuro pujante para la UPCN con estas palabras; “Dios quiera que el éxito corone esta organización y que veamos nacer aquí un pujante movimiento de la Unión del Personal Civil, que levante regionales en todo el país, que levante sus mutualidades, sus asociaciones de ayuda social, sus proveedurías, sus escuelas sindicales, y todo lo necesario para que un movimiento de esta naturaleza sea completo. Y Dios quiera que todo eso lo pongan en buenas manos, en compañeros que quieran trabajar, en compañeros que quieran sacrificarse un poco para hacer más grande la organización; y que ese éxito que ustedes obtengan llegue a ser un ejemplo para los demás argentinos”.
Juan Domingo Perón, nuestro ilustre primer afiliado




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