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Sede de la Calle Moreno 1332
Buenos Aires, 25 de abril de 2023 

- ¿Cómo fue tu ingreso al Estado y cómo te acercás a la actividad gremial en el Ministerio de Trabajo?
- Mi militancia tiene que ver con la Juventud Peronista, en una época donde estaba en juego el regreso, el retorno del General Perón a la patria. Yo estudié la secundaria en el Nacional Buenos Aires, un colegio bastante politizado por aquella época. Ahí había muchos cuadros del Partido Comunista y también del nacionalismo católico. Trabajaban mucho los curas del tercer mundo, el padre Carbone y varios de ellos. Me acuerdo cuando estaba en primer año, tener las imágenes de los Abal Medina, de Arrostito y de varios que luego fueron miembros importantes de lo que fue la lucha por el retorno de Perón, así que toda esa politización me llevó a una militancia juvenil, allá por el 68/69.

Cuando ingresé a la facultad en el año 70, estuve en una organización que era Guardia de Hierro, FNUP, eran las siglas de ese agrupamiento en la Facultad de Filosofía y Letras. Yo hice la carrera de Antropología, de Ciencias Antropológicas. En ese momento, las agrupaciones juveniles tenían un método de trabajo donde a uno lo enviaban a determinados sectores, en mí caso me tocó actuar en un barrio de la Ciudad de Buenos Aires, en la circunscripción 17, ahí, militábamos con los jóvenes yendo casa por casa, hablando con las compañeras y compañeros que teníamos detectados, buscando agruparlos. Toda la motivación estaba enfocada en el próximo regreso de Perón. 

Una vez producido este acontecimiento tan fuerte, triunfó el peronismo en las elecciones nacionales y hay un ministro de trabajo, Ricardo Otero que mi padre, (que también era militante del peronismo y estaba en el sindicato de músicos) conocía. Él tenía relación con muchos dirigentes de los gremios, incluso era amigo de varios de ellos, así que le pidió al por entonces Secretario de Estado de Trabajo, un abogado que era un cuadro de la UOM, y así se llego al Ministro. Ingresé como administrativo en la Dirección Nacional de Higiene que estaba recientemente creada.

Estamos hablando del año 73 y al año siguiente, en el 74, hubo elecciones de delegados y me eligieron delegado del sector y comencé a familiarizarme con lo que era mi propio gremio, la Unión del Personal Civil de la Nación. Previo a esto había tenido actividades ligadas a lo sindical. En ese mundo de amistades de mi padre y en la militancia propia de la juventud, el sindicato del calzado había renovado autoridades, estaba la fórmula Marchesi - Amicone, y estaban formando la Juventud Sindical Peronista, así que me pidieron hacer algunas charlas con los compañeros y compañeras del calzado. Fue mi primer acercamiento al mundo sindical pero, mi llegada real, fue la elección de delegados de piso del sector en el año 74. 
Allí fui generando acciones de la vida sindical, de la vida de un delegado, hasta que en el año 75 llega Ruckauf al Ministerio de Trabajo y UPCN es intervenida. Nuestra Unión tenía grandes dificultades en su dirigencia máxima, dificultades de enfrentamiento, había facciones que estaban peleando por la conducción del gremio y éste había sido tomado. Con la intervención por parte del Ministerio de Trabajo va el compañero Mufatti, que era del Sindicato del Seguro, igual que Ruckauf, y me llevan como colaborador junto a compañeros de otros sindicatos. 

Ahí ingresé a esta casa (la sede de Moreno) mientras continuaba la lucha de facciones. En lo personal no tenía compromiso con ninguno de los sectores e intentamos gestar una normalización, pero los acontecimientos de esa época, estamos hablando de noviembre del 75, fueron tan vertiginosos que prácticamente ya estábamos en marzo del 76. Miguel Unamuno asume como nuevo Ministro de Trabajo y ya prácticamente vino el golpe. 
A partir del golpe, a los pocos meses, se reemplazó la intervención que  estaba en el ámbito administrativo y ministerial por una intervención militar. Lo tomó la Marina y, por supuesto, caducaron todos los mandatos. Se produjeron persecuciones muy fuertes con muchos compañeros. 

En lo laboral había ascendido de administrativo a inspector en la Dirección Nacional de Higiene, dirección que había quedado acéfala. Había un subdirector de carrera a cargo, pero al poco tiempo nombraron a un General médico retirado, que lo primero que hizo fue suspenderme por 15 días sin goce de sueldo. Allí comenzó el runrún que tenía que ver con facciones extremistas, entonces tuve una entrevista con el delegado militar del Ejército que estaba en el Ministerio, el Coronel Daer, que era peronista y le dije con mucha claridad que si me querían hacer alguna cuestión por ser peronista era una cosa pero que no me acusaran de extremista ni mucho menos porque esto, como sabemos, significaba poca vida, era la historia de muchas compañeras y compañeros que lamentablemente desaparecieron o fueron asesinados.


 
A finales del 76, principios del 77, comenzamos a reordenar lo que era la vieja Agrupación Gremial Blanca, que tenía una rica historia dentro del gremio en la época de la resistencia del peronismo. Intentamos auscultar quiénes eran las compañeras y compañeros que todavía quedaban en actividad o que tenían algo que ver con el gremio y que realmente podíamos integrar a la agrupación. Fuimos, salpicadamente, encontrando a compañeras y compañeros y nos reuníamos permanentemente. El objetivo principal era recuperar el gremio de las manos de la intervención. Nos juntábamos en un bar que estaba en la Avenida de Mayo, por acá cerca, el Whisky Bar y allí conspirábamos, se podría decir entre comillas. Éramos una agrupación que hoy podría, en la democracia, tener miles de compañeros, en aquel momento éramos ocho o nueve compañeras y compañeros. 

Empezamos a imprimir con un mimeógrafo de manija, un boletín que se llamaba El Estatal y, por supuesto, todo estaba vinculado a recuperar el gremio de manos de los militares y que vuelva a regir por el voto de los trabajadores. Fue una época muy difícil. Estamos hablando de los años 77/78/79, los años más duros de la dictadura que, merced a las propias contradicciones de ellos y las debilidades de su esquema de dominio, de poder, de represión, fueron llegando a su fin. Ahí quisimos que el gremio pasara o intentara pasar de una intervención netamente militar, a una comisión normalizadora. 

El movimiento sindical había empezado a tener conversaciones con los últimos dictadores, en el sentido de tratar de normalizar las entidades sindicales, tanto la CGT como muchos de los gremios importantes habían sido intervenidos. A partir de ello, a fines del 82, cuando ya estaban en retirada los militares e indudablemente venían las elecciones en el país, pudimos conformar una Comisión Normalizadora integrada por compañeros de la organización que venían del interior.

Las delegaciones del interior no habían sido intervenidas. Las únicas intervenciones concretas fueron el Gremio a nivel nacional, lo que después fue la Seccional Capital y la Seccional Santa Fe, donde estaba Alberto Maguid. Él fue uno de los tantos compañeros que sufrió el proceso militar en prisión, también están quienes han desaparecido en esa época, como el compañero Repetto.
Como decía, todos los acontecimientos que se sucedían a fines del 82, nos permitieron, de alguna manera, empezar a transitar el camino hacia la normalización del Gremio. En marzo del 82 hubo una movilización muy importante, se hizo desde la CLATE, que en ese momento presidía un compañero de ATE, gremio que no fue intervenido por la dictadura. Tenía disidencias internas, pero no intervención militar y nosotros, que veníamos trabajando en ese aspecto para reordenar el gremio, movilizamos fuertemente y fuimos reprimidos en la Avenida de Mayo por las fuerzas de seguridad, por la policía. Esa movilización reivindicaba la normalización de la vida institucional. 

Llega la asunción del Dr. Alfonsín y, después de varios tires y aflojes, desde la comisión normalizadora pudimos organizar un proceso electoral transparente. En el año 84 fuimos a elecciones y normalizamos el estamento orgánico de la UPCN. En ese momento ocupé el cargo de Secretario Gremial del Secretariado Nacional y la Secretaría General de la Seccional Capital. Ahí comienza la historia de la democracia. 
Cuando la comisión normalizadora se hace cargo, el Gremio estaba en una situación muy precaria. La Seccional Capital, que es una de las más fuertes históricamente, no existía. Se conformaba de otra manera UPCN. Cada organismo público nacional era una Seccional y los provinciales tenían seccionales por espacio territorial. Con ello, se conformaban dos juntas que terminan desembocando en la construcción nacional del gremio; esto lo cambiamos durante la intervención militar, pero se creó lo que fue la Seccional de los Nacionales. Es decir,  todos los que eran seccionales por organismos terminaron siendo una sola seccional en paralelo con cada seccional provincial, es así que, cuando se llegó a la vía electoral del 84, se respetó esta conformación y fui electo Secretario General de la Seccional. Competimos con otras listas de la vieja data, que habían quedado y que hicieron realmente oposición, pero fueron derrotados en las urnas. 



Cuando asumimos, encontramos el gremio muy destruido, muchas de las propiedades mal vendidas, juicios de todo tipo con deudas astronómicas. Planes de vivienda que la dictadura militar había suspendido y, lógicamente, los diseñadores, arquitectos y quienes realizaron los proyectos de obra en general demandaron a la Organización; la situación era bastante desesperante. La Seccional Capital tenía en ese entonces menos de 3000 afiliados que le habían quedado y, en el orden nacional, si bien algunos compañeros provinciales habían podido mantener parte de los afiliados y delegados, eran también muy escasos, así que hubo que reconstruir todo, casi todo de cero. 

Se empezó un trabajo arduo en la administración. Desde el advenimiento de la democracia había entrado mucha gente joven con deseos de participar y comprometerse con la organización. Así, fuimos relevando cada uno de los lugares de trabajo para elegir delegados. Se empezaron a afiliar trabajadores. Fue una construcción importante de ese período que duró, prácticamente, todo el período del gobierno radical.

En ese momento, cuando se hizo la modificación de la normativa sobre elecciones gremiales, se resolvió que los períodos duraran 3 años y no 4, como fue la Ley de Asociaciones posterior. El Dr. Alfonsín, en principio, quiso condicionar al movimiento sindical y modificar muchas de las legislaciones y derechos que tenían los gremios y el mundo del trabajo. Allí se actuó muy firmemente, también con la reconstrucción de la CGT, que estaba dividida en dos grandes CGT. Se logró unificarlas y empezó a surgir la figura notoria de Saúl Ubaldini, quien había estado en la resistencia de lo que fue el período dictatorial. Pudimos entonces generar una alianza con algunos senadores provinciales, ahí nos ayudó mucho la familia Sapag, con el Movimiento Popular Neuquino, que no permitió que se modificará la Ley de Asociaciones Sindicales. Alfonsín cuando vio esta oleada que defendía al movimiento obrero, cambió la escenografía y lo nombró como ministro de trabajo a Casella, que fue un poco el que abrió las puertas de las normalizaciones de los gremios por vía electoral, lo que significó un período de cierta tranquilidad y recuperar la democracia de los diferentes sindicatos.

En aquel entonces, la principal demanda era por mayores ingresos; todavía no sufríamos la hiperinflación de fines del gobierno radical, pero la situación era difícil. Además, había puntos importantes de la carrera administrativa que no existían, así como otras cuestiones que después fueron conquistadas.

Como decía, un eje muy fuerte de lucha de los 80 fue el tema de la equiparación salarial. El proceso militar había generado muchas deformaciones entre los propios organismos y, bajo pretextos que no tenían justificación alguna, habían generado diferencias salariales ante la misma función. El Ministerio del Interior, por ejemplo, cobraba un plus por seguridad. El Fondo Estímulo del Ministerio de Economía lo cobraba solamente una parte,  que era la Secretaría de Hacienda, por la recaudación que disponía de la Aduana y de la DGI, lo que hoy es la AFIP.  



Cuestiones de esta naturaleza hizo que nosotros diéramos pelea para que todos los compañeros de la Administración Pública tuvieran un ascenso, una equiparación ascendente, como la llamamos nosotros, e hicimos manifestaciones muy fuertes; en aquel entonces teníamos una acción conjunta con el gremio de ATE.  Además de De Gennaro, en el orden nacional estaba el compañero Germán Abdala en la Ciudad de Buenos Aires, ellos eran el sindicato Capital y teníamos un juego muy combinado Ambos gremios hicimos una manifestación histórica en la Plaza de Mayo, movilizamos en conjunto con el planteo de equiparación salarial. Fue todo un período de lucha gremial. Paralelamente, se estaba dando la recuperación del propio peronismo con la renovación y posteriormente con el triunfo de Cafiero en la Provincia de Buenos Aires, Saúl Ubaldini tenía ya un protagonismo significativo en el mundo de la CGT. Lamentablemente, empezó a haber desajustes económicos importantes durante el alfonsinismo que terminaron en esa inflación galopante y, también, en lucha sindical para que no cayeran los ingresos. 
En ese contexto se produjo la entrega del poder anticipado. La interna del peronismo ya había definido a Carlos Menem como candidato a presidente y esto permitió salir un poco de esa situación. Ahí el gremio, como logros importantes y significativos, conformó la comisión de política salarial, donde los sindicatos participábamos no en forma vinculante, no con decisión como en una paritaria, pero sí teníamos, por lo menos, la posibilidad de llevar nuestra voz. En esa comisión de política salarial, que estaba en el ámbito de Economía, pudimos discutir con los funcionarios la cuestión salarial y ciertos aspectos de la carrera que venía con el viejo escalafón de la época dictatorial. Ni siquiera de la última dictadura, de la época de la dictadura de Lanusse. Era una mecánica, en cierta forma, participativa y si bien no tenía carácter de negociación colectiva, fue un paso importante para orientar el tema, lo que nosotros también reivindicamos. Queríamos claramente una paritaria, una convención colectiva. 

En estos años se da la lucha por la ratificación de los convenios 151 y 154 de la OIT, que fueron el derecho a sindicalizarse, el derecho a afiliarse a un sindicato, el derecho a tener gremios en el Estado. Fue un paso muy importante, que nos contuvo y, paralelamente, había un trabajo muy fuerte de todas las compañeras y compañeros no solamente en Capital sino en todas las provincias, donde creció mucho la afiliación y se fueron dando elecciones de delegados permanentes. Fue un período de mucho crecimiento, el gremio se fue reconstruyendo, acondicionamos las sedes que estaban muy deterioradas. Pudimos, realmente, hacer crecer el gremio, generar políticas diferenciales. 

En ese entonces, yo siempre digo que, aún hoy, uno habla de igualdad de oportunidades y de género y prácticamente UPCN ha sido una vanguardia muy importante en ese sentido. Se incorporaron a las compañeras con iguales derechos, como corresponde, no sólo en el ejercicio gremial sino también en la vida laboral. Creamos la Subsecretaría de la Mujer, mal llamada así, pero era un espacio, un primer escalón que tendía a una política de igualdad de oportunidades, en un momento donde las mujeres prácticamente no tenían participación sindical y estaban en una posición abusiva en el terreno laboral. 

A muchas compañeras no se les permitía llegar a los puestos jerárquicos, había un sistema bastante machista en ese sentido. Nosotros fuimos rompiendo, de a poco, esa situación. Los jóvenes también fueron otro gran canal de expresión de nuestro gremio, porque verdaderamente la mayoría de los delegados y delegadas era gente joven y pudimos empezar a organizar un activismo en el ámbito de la Juventud. Fue un período donde se obtuvieron logros en el terreno cultural y la acción social, entre otros aspectos. 
El gran despegue viene en la época de los gobiernos peronistas. En la época del gobierno de Menem, trabajamos junto con Germán Abdala, que era diputado nacional y con nuestra asesora legal, la doctora Noemí Rial, una profesional brillante, muy formada en la construcción de la negociación colectiva, quien fue la ideóloga de nuestra paritaria en sentido técnico. Esto nos permitió que, por Ley del Congreso, se aprobara la Negociación Colectiva de Trabajo en el Sector Público. Fue un gran paso esa negociación colectiva. Si bien no teníamos la posibilidad de aplicarla porque el régimen de derechos y deberes de la administración aún estaba regido por la época anterior, lo que hicimos fue una suerte de inteligencia para no aplicar el ejercicio de la negociación y sacar un régimen jurídico básico de la Función Pública que también compuso los derechos y deberes del personal del trabajo, quitando muchos de los deberes rígidos que había impuesto la dictadura militar y donde muchas de esas materias eran convencionales. Sacamos todo eso y dejamos simplemente lo básico respecto a los deberes y obligaciones del trabajador estatal y lo volcamos todos a la convención. 

La otra gran conquista fue la sindicalización de la Obra Social. Las Obras Sociales del Estado estaban en manos de Institutos por grupos de Organismos que eran de conducción estatal, con directores y presidentes estatales. A lo sumo se dejaba un vocal para alguno de los gremios que eran del sector, pero se administraba desde el Estado. En esa oleada de privatizaciones que introdujo el gobierno y el aspecto específico de los Institutos Obras Sociales, reclamamos la sindicalización: que tuviéramos una Obra Social sindical como corresponde. Se permitía así, que todos los trabajadores públicos tuvieran acceso a la misma calidad de salud. La mayoría de estos Institutos eran deficitarios, con grandes problemas de deudas, mala calidad de atenciones. El IOS del Ministerio de Trabajo y Previsión Social estaba un poco más ordenado, pero el resto de los institutos estaban muy deteriorados en todos los aspectos. Así, pudimos generar el mecanismo para que fuera una Obra Social Sindical con dos pasos, convertir al IOS que tenía por creación de Ley la posibilidad de tener un representante del gremio mayoritario en el directorio. Nos hicimos fuertes y se la otorgaron a la UPCN como Obra Social Sindical. El resto de los Institutos, que estaban creados por decreto o resoluciones ministeriales, los unificamos en un solo Instituto primero, para luego fusionarlo en el que estaba creado por Ley y terminar siendo la Obra Social de la Unión del Personal Civil de la Nación, primer nominación que tuvimos, después la convertimos en UP.
Era una obra social netamente sindical, con el directorio propuesto por la organización, por UPCN. Una tarea ciclópea que comenzó mejorando muchísimo la calidad de los servicios, de las prestaciones y generando una administración ordenada de los recursos, saldando las deudas de las obras sociales. Se hizo un trabajo muy fuerte hasta que, ya con buenos recursos acumulados, pudimos encarar obras de gran significación. Empezamos a gestar, por lo menos en la idea, la posibilidad de tener efectores propios que se fueron cumpliendo en diferentes etapas. 

Volviendo a la Negociación Colectiva, en la postrimería del gobierno menemista logramos aplicar el Convenio en el nivel más bajo de la escala salarial porque también, (esa es otra de las grandes ventajas) con el régimen jurídico básico generamos una nueva carrera administrativa, a diferencia de la que había del escalafón 1428, que era el viejo escalafón de la época de Lanusse. Nosotros impulsamos el SINAPA, Sistema Nacional de Profesión Administrativa, que después se transformó también en SINEP y  fue evolucionando conforme las nuevas necesidades. Las carreras administrativas tienen que ver con la evolución de los tiempos y hay que adaptarlas a los cambios que se van produciendo. 

Los concursos, las calificaciones del personal, la posibilidad de empezar a negociar por paritaria, ese último esfuerzo, lo hicimos en el gobierno de Menem. Pero terminaba su período y venía la Alianza y, como se presentó bastante desordenada en materia de conducción política, decidimos no avanzar demasiado en el tema, porque podíamos poner en riesgo todo lo que habíamos hecho,  así que prácticamente, en esa etapa, hubo un stand by de lo que fuera la negociación colectiva hasta el advenimiento de Néstor Kirchner. El gran ejecutor de la  paritaria fue Néstor, que comienza a aplicarla.

La alianza se presentó, como decía, muy desordenada, con muchos problemas internos entre ellos y lógicamente, con eso generaron una política errática en todas las materias, entre ellas, lo relacionado con el mundo laboral. Hubo situaciones complejas, como el descuento de los sueldos de los trabajadores; en ese momento estaba la señora Patricia Bullrich como Ministra de Trabajo del Dr. de la Rúa; allí se sucedieron manifestaciones importantes del movimiento obrero para enfrentar estas situaciones injustas. Como todos sabemos, la Alianza no pudo cumplir su mandato, tuvo que retirarse antes del gobierno y atravesamos un período de transición hasta que pudo afirmarse, con la elección el compañero Néstor Kirchner a la presidencia y allí, debo recordar, hay anécdotas interesantes con Néstor. 

Al principio, cuando él desembarcó, teníamos varios problemas heredados y  decidió otorgar un aumento por decreto. Nosotros salimos al cruce, hicimos una manifestación muy fuerte del Frente de Gremios Estatales, nos habíamos aglutinado en un frente casi todos los gremios del sector menos ATE, que no quiso participar, e hicimos una manifestación fortísima en Plaza de Mayo, pero con mucha cautela y mucha diplomacia, dejando la puerta abierta para una futura negociación y, como Néstor era muy inteligente y sabía manejar el poder, al poco tiempo nos convocó para ver cómo podíamos hacer. Nosotros fuimos muy claros, lo que hay que hacer es aplicar la Negociación Colectiva. No vamos a aparecer con planteos extremistas ni raros, vamos a plantear lo que necesita el gobierno y lo que necesitan los trabajadores, vamos a encontrar los puntos medios. 

Así se hizo y ahí Néstor fue, realmente, el que aplicó el ejercicio de la paritaria, que fue muy bueno, trabajamos en conjunto en ese aspecto y también fue él quien mejoró el SINAPA, que se convirtió en SINEP con la carrera mucho más estructurada, más modernizada, que fue otro de los grandes logros que durante su gobierno hicimos. Comenzamos un proceso interesante además, la verdad hay que reconocerlo, Kirchner ponía mucha atención en la realidad del movimiento sindical, tenía muy buena relación con la CGT, con cada uno de los gremios. En muchos casos, las pautas salariales más o menos se homogeneizaban entre las diferentes actividades y eran acordadas políticamente con él de acuerdo a la realidad social del momento.

La experiencia del ejercicio paritario nos permitió a todos, Estado empleador y representación sindical, tener una práctica no sólo de manejo, sino también de formación en lo que implica una paritaria, así que todo fue creciendo en forma positiva. Paralelamente, hubo también un período de bonanza de la Argentina que acompañaron grandes obras en la Obra Social. Comenzamos el Anchorena Recoleta, después pasamos al Anchorena San Martín y pudimos terminar ese policlínico que hoy está en la localidad San Martín; más recientemente y saltando varios períodos, inauguramos el Sanatorio Itoiz en Avellaneda, comprándolo y mejorándolo notoriamente, terminando en breve la obra en la zona de entrada de ambulancias y, lo más reciente, es la compra en Zárate, donde estamos construyendo desde el pozo otra clínica importante propia. 

También desarrollamos centros propios de atención. Son cuatro Centros Accord en la ciudad de Buenos Aires. No es lo mismo, ni en recursos ni en calidad, contratar consultorios privados que tener los propios, con una estructura adecuada y profesionales de primer nivel. 

Otra obra significativa en época de la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, fue el jardín maternal Upecenitos. Si bien su tamaño no alcanza para satisfacer las necesidades de todas las compañeras y compañeros trabajadores que necesitan un maternal, es un importante espacio donde, en la actualidad, albergamos a casi 300 chiquitos. Es un jardín maternal modelo. Recientemente lo visitó Francesco Tonucci, un experto en Psicopedagogía en Europa, y se quedó admirado. En su momento, antes de su edificación, él nos había asesorado en la parte constructiva, sobre algunos detalles a tener en cuenta para el jardín maternal. Seguimos esas indicaciones y cuando lo conoció, le pareció una excelente obra.

Nuestro gremio sigue creciendo. Todos los meses, nuestra verdadera elección, es mirar las altas y bajas y siempre, tenemos superávit afiliatorio importantísimo. También seguimos trabajando y militando con muchas compañeras y compañeros de trabajo que aspiran a comprometerse con la organización sindical, a participar, a ser elegidos delegados y crecer en la faz dirigencial. Nuestra última elección, en 2022, fue una elección muy importante. Hubo una alta participación e incorporamos, tanto en las comisiones directivas seccionales como en los cuerpos de delegados, muchos nuevos valores.

Tenemos muchas acciones sindicales que acompañan el bienestar de nuestros trabajadores y trabajadoras. En Cultura con concursos, libros escritos, ensayos históricos, concursos de poesía, pintura, fotografía; participando de la Feria del Libro. Tenemos una muy buena colección de cuadros de artistas vinculados al mundo del trabajo. Esto fue una idea que plasmamos con la compra de cuadros y de algunas esculturas con el título de Arte y Trabajo y son motivos de autores, algunos ya fallecidos, pero contemporáneos, reflejando realidades laborales. Es una muestra que la hacemos itinerante, ha paseado por varias provincias para que sea expuesta frente a la sociedad. Participan tanto nuestros trabajadores y trabajadoras como escuelas y público en general. Obviamente, la entrada siempre es libre y gratuita. Este es otro elemento significativo en la historia de nuestro gremio. 
Acción Social también desarrolla una importante tarea, con distribución gratuita de kits escolares, festejo del día del niño, ajuares para los recién nacidos, colonia de vacaciones, turismo, camping propios. Cuando fue la conformación de la Obra Social, los predios que eran de los Institutos quedaron en nuestras manos. Estaban bastante deteriorados y los hemos mejorado en todo sentido, con estructuras modernas, buenas piletas, para que la gente disfrute los fines de semana o las épocas de verano. Hemos construido una estructura social y cultural relevante. Porque la acción gremial no es sólo el salario, es también todo aquello que brinda una mejor calidad de vida a los trabajadores y trabajadoras.
Todo lo expuesto son obras de la Organización. Propiedades, patrimonio nuestro. Esto es lo importante y  la razón por la cual la UPCN tiene tanto reconocimiento.  Los distintos gobiernos democráticos, el mundo empresario, la Iglesia y sectores comunitarios reconocen y respetan nuestra labor. Somos un gremio muy importante dentro del mundo sindical, ocupando en este momento, en la Confederación General de Trabajo, la Secretaria General Adjunta. 

En lo que respecta a la formación y capacitación de nuestros delegados y activistas, tenemos un edificio para la Escuela de Formación Sindical. Así mismo, hacemos convenios con universidades prestigiosas, donde, incluso, creamos carreras específicas para la Administración Pública, gestión cultural, licenciaturas en Administración Pública. Realmente hemos desplegado un sistema de formación muy interesante. El Ciper, que funciona aquí, en nuestra sede central, es una herramienta muy valiosa de difusión. En las recorridas, se van a encontrar con vitrinas con objetos disparadores de la historia del mundo laboral y del peronismo. 
Participan muchos compañeros, sobre todo jóvenes, de todo el país. Las visitas se realizan los viernes, guiadas por un equipo de trabajadoras y trabajadores jóvenes de nuestra organización,  que se han preparado para tal fin, con un gran conocimiento y que a la par de las explicaciones, generan lo más importante,  debate tanto político como gremial. 
Y ahora tenemos dos grandes capítulos para esta etapa que se avecina. Están íntimamente relacionados. Uno es apuntalar todo lo que sea formativo. Estamos asistiendo a un mundo donde los cambios vertiginosos producen situaciones de avances en muchos aspectos a la par que retrocesos y marginalidades en otros. El sector del trabajo tiene que estar formado y capacitado para enfrentar estos desafíos. Vemos muchos compatriotas que hoy están en la informalidad, que no tienen posibilidad de tener un trabajo decente, un trabajo formalizado Ligado a eso es el mundo comunicacional. La gran revolución comunicacional que existe y que entendemos debemos analizar junto a la inteligencia artificial. 

No podemos desconocer que estas corporaciones comunicacionales y estos importantes grupos de poder que manejan estas realidades, indudablemente, tienen caminos que excluyen la posibilidad de acceder al trabajo a muchísima gente en el mundo, no sólo en la Argentina.  Esto no quiere decir que nos opongamos al avance tecnológico, sino que tenemos que formarnos y encontrar las herramientas para neutralizar ese embate y convertir todo este avance en algo positivo. Utilizar la tecnología para las mayorías, a favor de las mayorías, a favor de la inclusión, a favor de la generación de trabajos formales y decentes. 

Esto es una revolución que tenemos que hacer pero para ello, es indispensable conocer cómo se estructura sino, nos vamos a ver imposibilitados de actuar eficazmente. Hay que utilizar esa fuerza comunicacional para revertir lo que sucede en este momento, donde sólo se habla de lo negativo, se busca infundir terror entre la gente. Se procura profundizar la “grieta”, enfrentar a la sociedad. Tenemos que decir, contar las buenas cosas que suceden. Gestar esperanza, gestar certidumbre, compartir noticias positivas, que las hay. Ver cómo un barrio se organiza en un club, cómo la gente se organiza en una cooperativa, cómo un sindicato defiende a sus trabajadores. Hay muchas historias que son positivas en la comunidad y muchas veces a propósito, no se difunden. Hay que utilizar esa capacidad de tecnología comunicacional a favor. Desde nuestra óptica, se trata de apostar por la cultura del trabajo, por lo que represente la dignidad del pueblo, lo que permita el crecimiento de un país. Y, por supuesto, por una justa distribución de la riqueza. 

El problema de fondo no es que las épocas cambien. La modernización conlleva nuevos desafíos, lo importante es que esos cambios tienen que incluir a todos. No pueden ser a costa de las espaldas de millones de seres humanos que no encuentran destino. Lo estamos viendo no solamente aquí, sino en otros lugares incluso, mucho más cruelmente, cómo migraciones humanas enteras huyen de las guerras, de las pestes, de las persecuciones con cualquier pretexto, étnicas o religiosas, y tienen que dejar su tierra, tienen que dejar sus familias. Es una destrucción muy fuerte esto. Hay que reaccionar de una vez por todas.
Así es como concebimos el mundo del trabajo de un sindicato y, por supuesto, no estamos solos. Hay mucha gente, muchas organizaciones que piensan igual y que trabajamos en ese sentido con la misma dirección, así que, como siempre hemos hecho, vamos a seguir peleando....

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