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 21/03/2023   611

La presente monografía ha sido seleccionada de la series de trabajos finales realizados por los alumnos de la materia Seminario de Especialización I, de la Tecnicatura Superior en Administración Pública, del Instituto de Formación Técnica Superior N° 12 del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

 

En este trabajo expondremos el genocidio perpetrado contra la hermana República del Paraguay, por el Imperio de Brasil, el Uruguay y la Argentina, apoyado financieramente por la corona británica, en la llamada Guerra de la Tripe Alianza. Esta sangrienta guerra, totalmente desproporcionada, representa para la Argentina el final de una serie de batallas y circunstancias ocurridas dentro de su territorio: la batalla de Caseros en 1852[1], de Cepeda en 1859[2], de Pavón en 1861[3], las “expediciones punitivas”[4] al interior del país, y la invasión brasilera y mitrista al Estado Oriental con el bombardeo a Paysandú, culminando con la guerra más sangrienta acontecida en el continente sudamericano, que comienza en 1865 finalizando en 1870. Cinco años de matanza de hombres, mujeres y niños paraguayos, con la finalidad encubierta de instaurar una economía liberal, llevada a cabo por gobiernos títeres e impuesta por Inglaterra y por la oligarquía, que arrasaba con indios, gauchos… para quedarse con todo, como decía Sarmiento “civilización o barbarie”.

Nos enfocaremos en la actitud tomada por el ex presidente Justo José de Urquiza en esta Guerra y en el derrocamiento del presidente Berro en Uruguay, el rol del presidente argentino Bartolomé Mitre, la valentía y la lealtad del presidente paraguayo Solano López, la deserción de soldados argentinos fieles a sus ideales federales y la lucha del “Chacho” Peñaloza, el último caudillo de la Montonera de los Llanos.

La Guerra con Paraguay fue un plan secreto plasmando mucho antes de 1865. En la región existían muchos intereses que sentenciaban al Paraguay. Desde el vecino Imperio de Brasil y desde el gobierno argentino, las exigencias fueron por límites territoriales y principalmente por cuestiones económicas y políticas. Argentina quería anexar gran parte del Chaco paraguayo y Brasil extender su territorio del Mato Grosso y desde lo político, ambos necesitaban, a pedido del imperio británico, que todo el territorio tuviese gobiernos liberales.

Los británicos vieron al territorio paraguayo como un potencial proveedor en materia prima abundante y barata, ya que el sur de EEUU, tras la Guerra de Secesión, dejó de proveerles recursos, principalmente algodón. Inglaterra, al no poder realizar transacciones comerciales con el Paraguay, comenzó a alimentar el proyecto de la guerra con el Paraguay desde las sombras.

El país guaraní, desde su independencia, tuvo problemas con sus vecinos, principalmente con el Imperio de Brasil, que como dijimos, reclamaban soberanía sobre ciertos territorios y sobre el comercio naval del Río Paraná. Pero siempre la diplomacia estuvo del lado del gobierno paraguayo, Brasil y Argentina no lograrían sus objetivos, si no era por medio de la guerra.

En esos tiempos “Paraguay era rico, riquísimo. Sus inmensos yerbatales y tabacales abastecían la mayor parte del consumo del sur del continente, y sus maderas valiosas se exportaban a Europa, donde alcanzaban alta cotización. Eran bienes del Estado en su mayor parte, pues la propiedad particular era escasa en esa inmensa república que pasaba de millón y medio de habitantes; la misma población que tenía la vecina República Argentina. La tierra era pública en su casi totalidad, arrendándose en lotes. Los pocos propietarios eran paraguayos nativos, pues la ley impedía a los extranjeros el dominio del suelo; el comercio exterior (exportaba por millón y medio de pesos anuales, mientras importaba por sólo ochocientos mil) era exclusivo monopolio del Estado.”[5]. Paraguay llegó a ser un Estado próspero, gracias al Gobierno “socialista” de Francisco Solano López, que, continuando la política de su padre Carlos Antonio López, luchó contra la oligarquía dominante, logrando una unidad nacionalista para enfrentar a las minorías extranjerizantes cuyo objetivo era mantener a una América débil y divida. Con una política proteccionista, la industria y las actividades agrícolas y ganaderas fueron tomando impulso, logrando una exportación sin precedentes. En lo social, se prestó suma importancia a la educación, entregando becas para que los ciudadanos paraguayos, terminen sus estudios en prestigiosas universidades europeas, retornando profesionales para aportar sus conocimientos a favor del Estado. Paraguay en ese entonces, no tenía deuda externa.

Como antecedente a la Guerra de Paraguay, del lado argentino, Justo José de Urquiza, triunfante tras la batalla de Caseros, puso fin a más 17 años de gobierno de Rosas. En 1854 fue electo primer presidente de la Confederación Argentina, sin poder unificar al país, ya que Buenos Aires decidió no ser parte de esta Confederación. Durante su mandato, al tener a Buenos Aires como potencial enemigo, Urquiza realiza varias negociaciones con el Imperio de Brasil, con la condición de que éste no realice negociación alguna con los liberales porteños. Estos pactos, cuyos documentos desaparecieron misteriosamente, confirmaban la amistad con el Imperio vecino, otorgándole la libertar de navegar por el río Paraguay y ser aliado de los brasileros ante cualquier reclamo del país paraguayo. Urquiza al querer debilitar al gobierno porteño, quedó atado de manos ante cualquier agresión de Brasil contra el pueblo guaraní.

Tras la “extraña” Batalla de Pavón, en la que Urquiza se retira teniendo todas las posibilidades de ser triunfador, entrega la victoria a Mitre, que luego asume como presidente y reemplaza a todos los gobernadores provinciales, dejando sugestivamente a Urquiza como gobernador de la Provincia de Entre Ríos. De esta forma el liberalismo mitrista comienza su tarea de “concientizar” de cualquier manera, al interior del país. Sarmiento, al recibir la noticia de Pavón, escribe al presidente: «no trate de economizar sangre de gauchos. Éste es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos».

Los gauchos federales del interior del país al grito de “¡Viva Urquiza! desafían a los invasores porteños; todos llevan en el pecho la roja divisa partidaria con el dístico Defendemos la Ley Federal jurada. Son traidores quienes la combaten. Urquiza tiene a trece provincias a sus órdenes y a un partido que es todo, o casi todo, el país. Tiene el ejército intacto. Se lo espera con impaciencia”.[6] Pero Urquiza nunca llegó a auxiliarlos.

El ejército liberal porteño avanza hacia el norte del país para instaurar “el reino de la libertad”, masacran a cada gaucho con el que se cruzan, apoyado por Sarmiento que escribe: «Los gauchos son bípedos implumes de tan infame condición, que no sé qué se gana con tratarlos mejor»[7]. El lema “que viva Urquiza” es literalmente verdad, ya que Urquiza vive tranquilamente en su palacio de San José, gobernando la Provincia de Entre Ríos, tras un acuerdo realizado con Mitre, en consecuencia, traicionando sus ideales federales.

Ante la desatención de Urquiza a la llamada de sus camaradas federales… “Mitre se propuso unificar al país. Lo hizo a través de diferentes medios. Creó una moneda nacional única (en algunas provincias se usaban hasta cuatro monedas distintas), un organismo nacional para que recaudara los impuestos en todo el país. Difundió la educación primaria y secundaria, lo que fomentó la unificación de la enseñanza según los contenidos y valores que le interesaba transmitir a la clase dirigente porteña. Finalmente, creó un ejército nacional que tuvo como primera misión reprimir los levantamientos populares del Chacho Peñaloza y Felipe Varela, que representaron la última resistencia del interior a la política de Buenos Aires.”[8].

El riojano Ángel “Chacho” Peñaloza, último caudillo de la montonera de los llanos, se enfrentó contra el gigante ejército de Bartolomé Mitre. Y luego de provocar numerosos levantamientos armados, en junio de 1863, fue derrotado, apresado y fusilado, su cabeza cortada y exhibida en la Plaza de Olta. Días antes de esta última batalla, el Chacho escribe una carta al presidente Mitre: “Es por esto señor Presidente, que los pueblos, cansados de una dominación despótica y arbitraria, se han propuesto hacerse justicia, y los hombres, todos, no teniendo más ya que perder que la existencia, quieren sacrificarla más bien en el campo de batalla, defendiendo sus libertades y sus leyes y sus más caros intereses atropellados vilmente por los perjuros. Esas mismas razones y el verme rodeado de miles de argentinos que me piden exija el cumplimiento de esas promesas, me han hecho ponerme al frente de mis compatriotas y he ceñido nuevamente la espada, que había colgado después de los tratados con los agentes de V.E. No es mi propósito reaccionar al país para medrar por la influencia de las armas, ni ganar laureles que no ambiciono. Es mi deber el que me obliga a sostener los principios y corresponder hasta con el sacrificio de mi vida a la confianza depositada en mí por los pueblos”. En esta carta se aprecia la sustancial diferencia con Urquiza, el Chacho muere sosteniendo sus ideales federales y defendiendo a su pueblo “…ver su provincia invadida, el corazón le destroza…[9]

Peñaloza fue asesinado gracias a la interpretación que realizó Sarmiento de las órdenes emanadas por Mitre: «Quiero hacer en La Rioja una guerra de policía. Declarando ladrones a los montoneros sin hacerles el honor de considerarlos como partidarios políticos ni elevar sus depredaciones al rango de reacciones; lo que hay que hacer es muy sencillo…» Y Sarmiento lo interpretó muy bien, aplica lo que casi un siglo después fue la “Ley Marcial”, todo prisionero de guerra sería despojado de sus derechos y masacrado. El odio de Sarmiento a los caudillos, el odio del “padre del aula” y “guía de la niñez argentina”, del que había escrito “Las ideas no se matan”, se reflejaba en una carta a Mitre: “No sé lo que pensarán de la ejecución del Chacho. Yo inspirado por el sentimiento de los hombres pacíficos y honrados aquí he aplaudido la medida, precisamente por su forma. Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, las chusmas no se habrían aquietado en seis meses. ‘Murió en guerra de policía’, ésta es la ley y la forma tradición de la ejecución del salteador”. [10]

Debilitada la sublevación de la montonera de los llanos, el gobierno mitrista avanza sobre el ala oriental. Necesita quitar a los blancos, de Bernardo Prudencio Berro, del gobierno de Uruguay, y lograr que lo reemplace un partido afín a sus ideales políticos, éstos son del partido colorado que brindaron apoyo en la Batalla de Pavón. Así es que, con el nombre de "Cruzada Libertadora de 1863" Venancio Flores invade territorio uruguayo el 19 de abril de 1863, cuando se produjo el desembarco de sus tropas en Rincón de las Gallinas, hoy departamento de Río Negro, con el objetivo de derrocar al gobierno nacionalista de Berro. El nombre de "Cruzada Libertadora" fue designado por el propio Flores quien pretendía asimilar esta acción con la realizada por los Treinta y Tres Orientales, en 1825, cuando lucharon contra el Imperio de Brasil y reintegraron estas tierras a las Provincias Unidas del Río de la Plata.

El gobierno de Berro confió en la antigua amistad con el gobierno argentino, pero se equivocó, Mitre traiciona a su par uruguayo, y ante una simulada neutralidad, deja hacer a Venancio Flores. El diario La Nación Argentina publica: «Se confirma la noticia de haber desembarcado el domingo el general Flores en el Estado Oriental… El designio del general Flores ha sido llevado con tanto secreto que nadie entre nosotros lo ha traducido… Nadie ha visto ni mencionado siquiera nada que se parezca a una tentativa de invasión… El gobierno no podía impedirlo… No está en sus manos atacar la libertad de las personas para impedirles el derecho que tienen de trasladarse de un punto a otro»[11] Los titulares de este periódico, ya reflejaba la simpatía por los gobiernos liberales y por la incipiente oligarquía.

El partido blanco de Berro pide ayuda a su aliado Paraguay, mientras el partido colorado liderado por Flores, ya tiene el apoyo, no declarado de Argentina, y manifiesto de Brasil, y estos dos protegidos y financiados económicamente por la Corona Británica.

Durante estos acontecimientos, los federales solicitaron la reacción de Urquiza, pero más allá de los deseos de las 13 provincias que siempre enfrentaron a Buenos Aires, y en ese momento a Mitre, su líder se encontraba tranquilo y neutral, nada le haría reaccionar y perder lo obtenido, la gobernación de Entre Ríos y un abundante patrimonio.

¿Por qué no se oye tu voz, Justo José de Urquiza?

¿Por qué no dices una sola palabra?

¿En qué lugar de tu hermoso palacio

la muerte pasa inadvertida a tus urgencias?

 

¿Por qué no estás allí, donde las tropas

del Imperio ejercitan coléricas sus matanzas?

¿Paysandú, la del martirio imperial no te conmueve?

¿Paysandú la heroica, la desdichada joya de la Banda Oriental

es sólo polvo, memoria del subsuelo de la pampa uruguaya

desangrándose a manos de los degolladores?

¿Por qué le das la espalda hasta tu propio hijo?

¿La patria americana vale lo que una caballada[12]?

¿Por qué no se oye tu voz, Justo José de Urquiza?

¿Por qué pactas con Mitre la muerte de la Patria Grande?[13]

 

La neutralidad de Urquiza fue tal, que negó toda vinculación al Chacho Peñaloza: «Si mi nombre era explotado para darle autoridad o prestigio, esto se hacía sin mi conocimiento ni aprobación» le escribe el 27 de junio, agregando: «jamás he otorgado ni otorgaré mi aprobación a los movimientos sediciosos que tienden a perturbar la paz, alterar el orden, menoscabar la autoridad general e impedir que el país disfrute de los beneficios que le garanten instituciones protectoras»[14]

En el mismo año en que fue asesinado el Chacho Peñaloza en La Rioja, se producen los primeros ataques de Venancio Flores sobre el Uruguay. En Argentina cae uno de los últimos caudillos y van por Berro. El sitio de Paysandú, fue el último bastión de la defensa uruguaya y del gobierno blanco. Aunque la ciudad no tenía fortificación alguna, resistió por un mes los bombardeos del ejército de Flores y de sus aliados brasileros. La ayuda esperada por los blancos no llegó, los caudillos argentinos del noroeste fueron detenidos por tropas coloradas antes de llegar al rio Uruguay, beneficiados por la indiferencia de Urquiza.

Por lo contrario, Paraguay, fiel a sus ideales, presta ayuda incondicional al Uruguay, declara la Guerra al Imperio de Brasil. Al mismo tiempo el gobierno guaraní solicita a su par argentino autorización para que sus tropas naveguen por aguas argentinas para prestar auxilio al país oriental. Ante la negativa del gobierno de Mitre, Paraguay también declara la guerra a Argentina e invaden en abril de 1865 la ciudad de Corrientes.

La «Cruzada Libertadora» de Flores, constituye un antecedente inmediato de la Guerra de la Triple Alianza contra Paraguay. Instalado el gobierno colorado en Uruguay, el país guaraní no tendría salida al mar por los ríos que desembocan en el Plata, quedando aislado en el centro de Sud América. Este pacto secreto entre los tres países con el apoyo financiero de Inglaterra tuvo como finalidad la conquista territorial y la unificación de ideas liberales en toda la región, acabar con el gobierno “socialista y tirano”, como se lo llamaba, de López.

Iniciada la Guerra de la Triple Alianza, se inicia la leva, se reclutan a todos los militares y civiles que estaban en condiciones de participar en batalla, y el 3 de julio de 1965, en el arroyo Basualdo en la provincia de Entre Ríos, se produce la primera deserción en masa llamada “Desbande de Basualdo”, los reclutas abandonan sus puestos y se refugian en el interior de la provincia y otros cruzan al Uruguay. Mitre alineado con Urquiza, pide que éste, salga de su neutralidad por un momento y que reúna nuevas fuerzas. Así es que convoca a 5000 soldados para marchar hacia el norte, y aniquilar al pueblo guaraní. El caudillo Ricardo López Jordán contesta al llamado de Urquiza: “Usted nos llama para luchar contra el Paraguay. Nunca, general; él es nuestro amigo. Llámenos para luchar contra los porteños y brasileños. Estamos listos. Esos son nuestros enemigos”[15]. El 8 de noviembre de 1865 se produce otra deserción llamada el “Desbande de Toledo”, arroyo de Corrientes cerca del actual Departamento de Federación, donde nuevamente los soldados se retiran y Urquiza ordena matar a todo soldado capturado, la deserción era considerada en esos tiempos, como el delito por excelencia contra el Estado.

Todos estos desertores eran partidarios del federalismo, combatientes contra el centralismo de Buenos Aires y con gran afinidad al gobierno paraguayo. “Sumarse a una alianza cuyos polos centrales estaban en la élite porteña y en las autoridades imperiales brasileras implicaba, desde estas posiciones, contrariar las tradiciones federales y republicanas…La resistencia cotidiana a la guerra muestra en definitiva la debilidad del sentimiento de identidad nacional… las dificultades encontradas por los gobiernos de Buenos Aires y Montevideo para movilizar y librar las batallas contra Solano López revelan la fragilidad de las comunidades imaginarias nacionales… resaltando por otro lado un sentimiento de nacionalidad y la tenaz resistencia de la población paraguaya…”[16]

La deserción de soldados en el ejército argentino no proporcionó al Paraguay un alivio en la guerra, las tropas del Imperio de Brasil, con su poderío castigaban al país guaraní desde el Mato Grosso. Mitre que había pronosticado el desarrollo de la guerra en estas palabras: “en 24 horas en los cuarteles, en 15 días en la campaña, en tres meses en Asunción”, pecó de optimista, la guerra duró 5 años, esto se debió, por un lado, a la resistencia del pueblo paraguayo y por otro lado a la cólera, enfermedad contraída por soldados brasileros, que produjo numerosas bajas sin distinguir soldados, ni civiles.

En conclusión, luego de 5 años de combates, las tropas aliadas triunfarían en 1870, con la derrota del ejército paraguayo en Cerro Corá, donde muere el presidente paraguayo Francisco Solano López. Para ese entonces, el conflicto se había convertido claramente en una guerra de exterminio del pueblo paraguayo (un derrumbe demográfico del 60 al 69% de su población), de destrucción sistemática de su infraestructura, una economía diezmada y la pérdida de un 30% de su territorio. Las tropas aliadas permanecerían varios años en este territorio y tendrían una influencia considerable en los gobiernos locales; su actitud belicosa, así como los abusos de los ocupantes, continuaron hasta el retiro definitivo de las tropas en junio de 1876.[17]

Al gobierno argentino esta victoria le costará más de 500 millones de pesos y 50.000 muertos. El general Mitre declarará: «En la guerra del Paraguay ha triunfado no sólo la República Argentina sino también los grandes principios del libre cambio (…) Cuando nuestros guerreros vuelvan de su campaña, podrá el comercio ver inscripto en sus banderas victoriosas los grandes principios que los apóstoles del libre cambio han proclamado»[18]. Frase con la que se interpreta que, para Mitre, esta guerra fue exclusivamente para instaurar el liberalismo en la región, responder a los intereses británicos y acabar con un modelo de desarrollo como el paraguayo, que se encaminaba a ser un mal ejemplo para el resto de América Latina, acabar con la idea de la unificación territorial y de su población autóctona.

En 1872, a dos años de finalizada la guerra, el presidente eurocentrista Sarmiento escribe a Mitre: “Estamos por dudar de que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto o falta de razón. En ellos, se perpetúa la barbarie primitiva y colonial…son unos perros ignorantes…Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era necesario purgar la tierra de toda esa excrecencia humana, raza perdida de cuyo contagio hay que librarse[19].

 


 

Bibliografía consultada

 

-          José María Rosa – La Guerra del Paraguay y las Montoneras Argentinas - Editorial Hispamérica.

 

-          El misterio de Pavón - El Historiador - https://www.elhistoriador.com.ar/el-misterio-de-pavon.

 

 

-          Lic. Virginia Bincaz - Museo y Biblioteca Casa del Acuerdo - La Guerra de la Triple Alianza.

 

-          Pablo Buchbinder - Gente decente y “paysanos” contra la guerra: dimensiones de la resistencia a la Triple Alianza en la provincia de Corrientes - Instituto Ibero-Americano de Berlín – 2012.

 

-          Daniela D’Ambra - KaraíGuasú- Revista Viento Sur - julio 2020 - http://vientosur.unla.edu.ar/index.php/karai-guasu/

 

-          Eduardo Mariano Lualdi – Poemas Épicos - La Guerra Contra la Triple Alianza - https://clubdeescritura.com/obra/2149341/la-guerra-contra-la-triple-alianza/

 

 

-          La batalla de Curupaytí y la Guerra del Paraguay - El Historiador - https://www.elhistoriador.com.ar/la-batalla-de-curupayti-y-la-guerra-del-paraguay/

 

-          El Historiador - El asesinato del Chacho Peñaloza -https://www.elhistoriador.com.ar/el-asesinato-del-chacho-penaloza

 

 

-          Urquiza – El vendedor de caballos - http://www.lagazeta.com.ar/vendedor_de_caballos.htm

 

-          Jorge Cafrune - La Muerte del Chacho:  https://youtu.be/dHKRqYyWxNY

 

 

 

 



[1]La batalla de Caseros fue un enfrentamiento armado ocurrido el 3 de febrero de 1852, en el cual el ejército de la Confederación Argentina, al mando de Juan Manuel de Rosas —gobernador de la Provincia de Buenos Aires y Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina—, fue derrotado por el Ejército Grande, compuesto por fuerzas de BrasilUruguay, las provincias de Entre RíosCorrientes y Santa Fe y los unitarios exiliados, liderado por Justo José de Urquiza. (https://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Caseros)

[2]La batalla de Cepeda el 23 de octubre de 1859, donde se enfrentaron las fuerzas del Estado de Buenos Aires, separados del resto del país y de la Confederación Argentina. El ejército porteño fue derrotado, como consecuencia de esto se firma el Pacto de San José de Flores, que estableció la reincorporación de Buenos Aires a la Confederación Argentina. (https://enciclopediadehistoria.com/batalla-de-cepeda-1859)

[3]La batalla de Pavón, nuevo enfrentamiento entre el Estado de Buenos Aires y la Confederación Argentina, el 17 de septiembre de 1861, el ejército de la Confederación Argentina es derrotado por las fuerzas de Estado de Buenos Aires lideradas por Bartolomé Mitre, Urquiza sorpresivamente abandona la batalla. El mitrismo avanza, con su movimiento liberal, hacia las provincias con sus “expediciones punitivas”. Se disuelve la Confederación Argentina, se unifica el país liderado por Buenos Aires. Se traslada el gobierno nacional desde Paraná a Buenos Aires. Mitre asume la presidencia del País. (https://enciclopediadehistoria.com/batalla-de-pavon)

[4]Con las “expediciones punitivas” el gobierno de Mitre se dedicó a ahogar a sangre y fuego las protestas de los pueblos del interior, esas masas populares que pelearon en la guerra de Independencia, en Ituzaingó contra el Imperio esclavista de Brasil, en la Vuelta de Obligado contra británicos y franceses, fueron declaradas raza inferior condenada a la extinción. (http://www.laopinionpopular.com.ar/noticia/28719-bartolome-mitre-y-el-centralismo-porteno.html)

[5] José María Rosa, La Guerra del Paraguay y las Montoneras Argentinas, Hispamérica, Pág. 12

[6]El Historiador – El misterio de Pavón - https://www.elhistoriador.com.ar/el-misterio-de-pavon

[7]José María Rosa, La Guerra del Paraguay y las Montoneras Argentinas, Hispamérica, Pág.  56

[8]El Historiador – El asesinato del Chacho Peñaloza - https://www.elhistoriador.com.ar/el-asesinato-del-chacho-penaloza

[9]   Jorge Cafrune - La Muerte del Chacho:  https://youtu.be/dHKRqYyWxNY   (para ver el video Ctrl + clic)

[10]El Historiador – El asesinato del Chacho Peñaloza - https://www.elhistoriador.com.ar/el-asesinato-del-chacho-penaloza

[11]José María Rosa, La Guerra del Paraguay y las Montoneras Argentinas, Hispamérica, Pág.. 77

[12] Mientras se hacia la defensa de Paysandú, en la costa opuesta se libraba otra batalla trascendental: era un duelo entre el militar jefe de la caballería brasileña Manuel Osorio, futuro Marqués de Erval, y el mismísimo Justo José de Urquiza; el campo de batalla era el palacio de San José, y la lucha era por el precio de venta de 30.000 caballos entrerrianos al ejército imperial, prácticamente todos los caballos de Entre Ríos.

[13]Eduardo Mariano Lualdi – Poemas Épicos - La Guerra Contra la Triple Alianza - https://clubdeescritura.com/obra/2149341/la-guerra-contra-la-triple-alianza/

[14]  José María Rosa, La Guerra del Paraguay y las Montoneras Argentinas, Hispamérica, Pág. 87

[15]Lic. Virginia Bincaz - Museo y Biblioteca Casa del Acuerdo – La Guerra de la Triple Alianza

[16]Pablo Buchbinder - Gente decente y “paysanos” contra la guerra: dimensiones de la resistencia a la Triple Alianza en la provincia de Corrientes - Instituto Ibero-Americano de Berlín – 2012.

[17] Lic. Virginia Bincaz - Museo y Biblioteca Casa del Acuerdo – La Guerra de la Triple Alianza

[18]La batalla de Curupaytí y la Guerra del Paraguay – El Historiador - https://www.elhistoriador.com.ar/la-batalla-de-curupayti-y-la-guerra-del-paraguay/

[19]Daniela D’Ambra – KaraíGuasú – Revista Viento Sur – julio 2020 - http://vientosur.unla.edu.ar/index.php/karai-guasu/

 

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