Hace
78 años, la Argentina reafirma día a
día su configuración como país productor y exportador de materias primas por
excelencia, en nuestro país nunca se ha sancionado un cuerpo legal que
especifique y agrupe íntegramente las condiciones de trabajo, remuneraciones y
estabilidad de los/as trabajadores/as rurales permanentes y estacionales en su
conjunto.
El
día 8 de octubre de 1944 se sanciona el Estatuto del Peón mediante el
Decreto-Ley 28.160/44. En aquel momento el Coronel Juan Domingo Perón se
desempeñaba como Secretario de Trabajo y Previsión y fue quien, el 15 de octubre, da a conocer y firma
las reivindicaciones que se habían logrado para el trabajador rural mediante el
Estatuto del Peón.
Marcando
un hito en la historia de los derechos de los/as trabajadores/as, en noviembre
de 1944 Perón se adelantó a la recepción del Estatuto diciendo: “Yo sé que el Estatuto del Peón ha sido, es y
será resistido, pero sé también que ha sido, es y será indispensable
establecerlo. No tomaremos medidas violentas para hacerlo ejecutar pero
queremos que entre esto en el ambiente de una vez y que, paulatinamente, vaya
ejecutándose en la mejor manera posible”.
Las
respuestas no tardaron en llegar, por un lado la Confederación de Sociedades
Rurales planteaba que “el Estatuto del
Peón elimina la jerarquía del patrón para dejar a merced de los peones o de
cualquier agitador profesional conspirando contra la tranquilidad y la vida de
las familias y las de los hombres honestos que trabajan en el campo”;
mientras que la Sociedad Rural Argentina (SRA) puso el grito en el cielo
argumentando que la nueva legislación sembraría el germen del desorden social
ya que inculcaba, en “gentes de limitada cultura”, aspiraciones irrealizables,
colocándose por encima del mismo patrón .
Con
el Estatuto del Peón, se logró que todos los/as trabajadores rurales del país
obtuvieran mejores condiciones laborales y no siguieran siendo explotados/as
por sus patrones. Por medio del mismo se establecía un aumento salarial y
estabilidad laboral para los peones de campo.
Juan
Domingo Perón luchó por lograr que los salarios no pudiesen ser embargados, que
se les pagara en moneda nacional y que se los incluyera en los convenios
laborales nacionales. Así, se establecieron salarios mínimos, descansos
obligatorios, alojamientos dignos, provisión de alimento y ropa de trabajo,
asistencia social y vacaciones pagas, con acciones reales con el objetivo de
modificar la vida de los/as trabajadores/as.
El
Estatuto terminó con la orfandad del trabajador rural de la época, en materia
legislativa, fijándosele un salario que le permitió satisfacer todas sus
necesidades, una cuestión tan básica, pero no asegurada por el Estado, hasta
las políticas llevadas adelante por la figura de Perón.
Con
la misma convicción, aclaró que en lo relativo al cumplimiento de esta
exigencia sería inflexible “…nadie podrá desconocer esta facultad
tutora de las autoridades del trabajo, porque ello sería peligroso,
trastornando los cimientos de la organización estatal. Los funcionarios
encargados de aplicar la legislación social deben ser respetados como los
tribunales de justicia. Es necesario acostumbrarse definitivamente a esta idea,
porque no estamos dispuestos a delegar una función que corresponde,
íntegramente, al Gobierno, ni queremos dejar librada la solución de un problema
a la buena o mala voluntad de unos u otros.”
La
tarea emprendida desde la Secretaría de Trabajo y Previsión con el eje puesto
en la defensa de los derechos de las masas sufridas y trabajadoras, fue la
principal garante de la nueva justicia social instaurada por Perón. Supieron generar las condiciones para gravitar
en la regularización del trabajo y en el mejoramiento de las condiciones.
El
estatuto fue luego derogado, restituido en 1974 y vuelto a derogar por la
última, lamentable y asquerosa dictadura cívico militar, para ser reinstaurado
y actualizado en el año 2004, con las modificaciones realizadas por Ley.
Es
imperioso mantener vivos estos hechos transcendentales que marcaron la historia
de los/as trabajadores/as argentinos/as, para mantener en lo más alto los
principios de la justicia social.
Con
la sanción del Estatuto, ese sector tan postergado adquirió la dignidad que era
negada por un sector de la sociedad, ello se logró porque se supo comprender la
necesidad de crear un nuevo esquema de derechos necesarios para una Argentina
más justa y solidaria.
En
el contexto social actual, que nos encuentra atravesados por diversas
coyunturas hay que responder a la urgencia de cada situación, haciéndonos cargo
desde nuestro rol, y de esta forma hacer efectivos los preceptos fundamentales
y cambiar las realidades de cada trabajador y trabajadora.