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01/03/25

 21/03/2023   1618

Es las 22:00  del miércoles 18 de marzo de 2020, cada uno de nosotros veía por televisión el avance mundial de eso que habían dado en llamar COVID-19. Entre los debates obsoletos de quienes hasta ese tiempo oficiaban de “panelistas” de programas que nada tenían que ver con salud, se escuchaba hablar de epidemia, pandemia, y el entonces Ministro de Salud de la Nación (Ginés González García), aseveraba frente a micrófonos de la mayoría de los medios de comunicación nacionales que “el Virus de Wuhan tardaría varios meses en llegar a la Argentina”.

Antes de la medianoche, el Presidente de la Nación, Dr. Alberto Fernández, decretaba por cadena nacional el inicio del “Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio”, a partir del viernes 20 de marzo en todo el territorio nacional y con este Decreto cambiaba la cotidianidad de los argentinos y quienes trabajamos en el Servicio de Conciliación Obligatorio nos vimos obligados/as a adaptar nuevas herramientas que pudieran favorecer la continuidad de los convenios que iban a seguir afectando a miles y miles de ciudadanos/as.

 

El doble desafío: Cumplir con las exigencias laborales y llevar tranquilidad a l@s afiliad@s.

Tal cómo pasara en todos los ámbitos de la Administración Pública frente a las dudas que generaban una situación que hasta entonces era desconocida, las primeras consultas se canalizaban por medio nuestro: los delegad@s éramos quienes íbamos a poder traducir sus miedos, inseguridades, etc, en certezas (o al menos algo que bajara el nivel de ansiedad reinante).

¿Cómo íbamos a asegurar el cobro de la totalidad del salario si no se concurría al puesto de trabajo?

¿Qué pasaría con el “estimulo por presentismo”?

¿Las personas que se vieran obligadas a concurrir, cómo harían y a quién recurrirían en caso de contagios/aislamientos/contactos estrechos?

Todas éstas eran algunas de las preguntas que debimos ir contestando ya que afectaban el trabajo directamente. La sombra de los despidos vividos en otros tiempos y la estigmatización del/la empleado/a público/a, eran uno de los obstáculos más visibles. Una sociedad que no tenía permitido salir de sus hogares, sólo colaboraría  en el refuerzo del prejuicio que recae históricamente en el imaginario colectivo.

 

“El Empleado Público cobra por NO trabajar”

Hasta aquel 20 de marzo, el único trabajo virtual que se realizaba era la inscripción en el Portal de Abogados del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social que lo realizaban los/las letrados/as de cada una de las partes involucradas en una Audiencia (ya sea masiva o espontánea).

Entonces ¿cómo hacer en primer lugar que el trabajador y la trabajadora del S.E.C.L.O., sientan el desapego de un prejuicio?

Tengamos en cuenta que, si bien el Servicio nunca dejó de funcionar (de hecho aumentó en caudal), había much[CM1] @s que no tenían tareas asignadas y eso traía aparejadas diferencias entre quienes las tenían y quiénes no.

Trabajar inicialmente el desapego del ámbito laboral (físico) fue fundamental. Sin dudas el acompañar desde el plano emocional facilitó  el deshacerse de prejuicios y estereotipos que pesaban inconscientemente sobre las espaldas de las y los trabajadores para llenar el vacío que generaba la falta de presencia en la oficina.

Fue entonces que comenzó un diagrama laboral que colaboró a la continuidad de un servicio de excelencia, con el único fin de llegar al cumplimiento de las metas y objetivos del sector en tiempo y forma.

Las y los trabajadores empezamos a distribuirnos la asignación de turnos para las conciliaciones que ingresaban las partes. A partir de aquello, se realizaba el control documental para poder asignar día y hora a cada trámite y se notificaba a las partes involucradas, incluidos/as las y los funcionarios/as que llevarían adelante las audiencias vía Webex.

Los encuentros virtuales ganaron lugar y fue la forma más eficiente mediante la cual las ansiedades fueron desapareciendo.

El trabajo se realizaba en tiempo y forma.

Las metas propuestas se cumplieron.

Se evitaron las aglomeraciones de gente en la sala de espera de Alsina 665 PB.

Las y los trabajadores/as se sintieron parte de un engranaje fundamental.

La adaptación a las nuevas metodologías llegaron en tiempos de desconocimiento e incertidumbre y permanecen en la actualidad vigentes, con menos restricciones pero entendiendo que aquellos cuidados que se miraban de reojo en 2020, hoy a fines de 2022, son de vital importancia para el funcionamiento del Servicio de Conciliación Obligatoria y el cuidado de las y los trabajadores/as.

Hoy, se carga la documental de manera virtual, el control de la misma se hace desde la oficina de Alsina 665 y la asignación de funcionarios/as también. Éstos/as toman las audiencias desde la sede del Ministerio de Trabajo por Webex con cada una de las partes.

La presencialidad está garantizada gracias al trabajo y a la adaptabilidad de cada una de las personas que formamos parte del Organismo y los riesgos de contagios disminuyen teniendo la satisfacción de cumplir. Siempre cumplir.


 

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