La experiencia
histórica confirma la verdad de
que el
hombre no hubiera obtenido lo posible, si no hubiera
pugnado
una y otra vez por alcanzar lo imposible.
Max Weber
Por: Armando
Possidoni[1]
El artículo plantea los
distintos enfoques teóricos del Estado, el rol como actor fundamental en las
Políticas Públicas, destacando la importancia del fortalecimiento de la
autonomía estatal y los riesgos que representa la captura de la decisión
pública para el sistema democrático.
Introducción
El pluralismo, el marxismo y el
elitismo son las tres corrientes que resumen los enfoques teóricos del Estado.
El pluralismo constituyó una reacción frente al absolutismo y tiene su origen
en Gran Bretaña, concibe al poder disperso en la sociedad en grupos más o menos
organizados (Malamud, 2007). El Estado es un actor neutral que recepta las
demandas de los distintos grupos. Las críticas a este corriente las encontramos
en el neopluralismo (Lindblom, 1982), que le reconoce un rol secundario en el
campo social, sosteniendo la existencia de posiciones privilegiadas.
La teorización marxista
relativizó el papel del Estado, considerándolo como un emergente de la lucha de
clases, lo cual se advierte en el Manifiesto del Partido Comunista (1848) al
afirmar que “el Estado moderno es el
comité de administración de los negocios de la burguesía”, para la
corriente gramsciana el Estado era un agente de la explotación capitalista y
del aparato represivo mediante la producción de normas sociales identificadas
con las clases dominantes. Otra corriente la instrumentalista (Miliband, 1970),
identifica al Estado como un instrumento de la clase dominante, ocupado y
administrado por personal al servicio de la burguesía. En tanto el
estructuralismo lo concibe como un emergente autónomo de la estructura de
clases (Poulantzas, 1969). Para la corriente elitista o realista organizacional
(Evans, 2006; Skocpol, 1984; Mann 1986) el Estado puede procurar beneficios
para las clases gobernantes o encontrarse al servicio de una determinada clase
social.
El Estado como un sujeto
político- no un mero objeto de poder- que ostenta el monopolio de la fuerza en
un territorio determinado, es conceptualizado a partir de Weber (1984 [1922]). En
tanto que es recién en los trabajos Bobbio (1989) y Poggi (1990) donde es
presentado como un poder social, económico, ideológico y político, como una
forma suprema de institucionalizar reglas y comportamientos que inciden en las
relaciones sociales, despersonalizándolas, formalizándolas, aportando
estabilidad y aumentando las condiciones de previsibilidad.
El Estado como actor de
políticas públicas -antecedente inmediato del Estado de Bienestar- lo
encontramos en Alemania a fines del siglo XIX durante el gobierno de Von Bismark. Mediante la implementación
de programas sociales como el seguro obligatorio para atender a la enfermedad,
la vejez y la invalidez. Sin embargo, el acceso a la asistencia estatal se
encontraba condicionada por la renuncia a los derechos civiles o políticos,
entre ellos la prohibición de asociarse a partidos u organizaciones sociales.
La consolidación del Estado de
Bienestar se remonta a la etapa posterior a la Segunda Guerra Mundial, en 1942
con el informe Beveridge. A partir de la
función asignada al Estado en el combate de los cinco gigantes: la necesidad,
la enfermedad, la ignorancia, la miseria y la desocupación (Bentley y Wildson,
2003; Giddens, 2007), pasando la asistencia estatal de una dádiva a constituir un
derecho social complementario de los derechos civiles y políticos, para lo cual
se utilizó el marco conceptual keynesiano donde la economía debía estar del
lado de la demanda.
Entre las características más
significativas del Estado de Bienestar o Welfare
State, aparece el acceso universal de la ciudadanía a los beneficios provistos por el Estado
(Gilbert, 2002), con fuerte protección de los derechos sociales, dentro de un
capitalismo impuesto por una madura revolución industrial, permitiendo atender
la cuestión social mediante un Estado intervencionista y activo, que materializaba
los derechos de participación en el poder político y en la riqueza social
producida (Regonini, 2004). La estructura administrativa era compleja, para atender
los servicios sociales, el empleo y las obras públicas y posibilitaron la
reconstrucción de la Europa de posguerra y el crecimiento económico por más de
tres décadas.
La crisis del Estado
benefactor en la década del 70 se asocia con los shocks petroleros, la aceleración inflacionaria, la reducción de la
capacidad financiera y el envejecimiento poblacional, lo cual originó una
disminución de los contribuyentes del sistema previsional. La crisis puede
explicarse desde dos enfoques la estatización de la sociedad (Habermas,
1975[1973]; Offe 1990 [1984]) que generó una excesiva dependencia en los
ciudadanos o la socialización del Estado (Crozier; Huntington; Watanuki, 1975) al
sostener que la ideología igualitaria originó un exceso de demandas las cuales no
pudieron ser satisfechas a través de las instituciones estatales.
El modelo desarrollista se
presentó en la región como el Estado de Bienestar latinoamericano. A partir de
las últimas tres décadas del siglo XX, producto de las visiones neoliberales y
de la crisis del modelo regional se produce un aumento de los ataques
antiestatistas que resultaron funcionales para instalar la idea de un Estado
sobredimensionado e hipertrofiado. Estas ideas permitieron avanzar en los dos
procesos de reformas del Estado en la Argentina, orientadas a delimitar su
tamaño y redefinir su papel regulador. Thwaites Rey (2001) considera que las
primeras reformas ocurridas a principios de la década de los 90 se impusieron
mediante recursos políticos, económicos e ideológicos orientados a distribuir
el poder social.
Oszlak (1995) considera que
las segundas reformas del Estado, denominadas hacia adentro, fueron funcionales para instalar en la
Administración Pública los paradigmas de la Nueva Gestión Pública (NGP),
caracterizado por el management del
sector privado.
Un paradigma post-burocrático
que se centró en la neutralidad política y el aspecto instrumental de la
gestión gerencial. Los principios que orientaron el modelo pueden ser rastreados
en el trabajo de Osborne y Gaebler (1984) “Reinventando el Gobierno” guiado por
las cinco “R”; Restructuración, Reingeniería, Reinvención, Realineación y
Reconceptualización, basados en los principios de economía, eficacia y eficiencia,
pretendiendo publificar las
administración en tres direcciones; la apropiación privada del aparato público,
la actuación autorefenciada y la falta de responsabilidad pública (Cunill Grau,
1997).
La crisis financiera
internacional de comienzos del siglo XXI originada por el fracaso del Estado
neoliberal y el agotamiento de la Nueva Gerencia (NGP), promovido en la región por
los organismos internacionales durante la década 90 (Abal Medina, 2012; Dussauge
Laguna, 2009; Vicher, 2009), determinó la necesidad de rescatar al “Estado de
vuelta” como conductor de los cambios económicos, sociales y como guía de la transformación
administrativa (Larrouqué, 2018). Considerándose primordial para el desarrollo la
función que desempeña la Administración Pública y la necesidad de atender las
capacidades estatales (Cao y Laguado, 2014, Motta 2012, Rivero Ortega, 2007).
Una
aproximación a las políticas públicas
El Estado, al recobrar su rol,
posibilitó avanzar en el estudio de las Políticas Públicas lo que se
materializó en los últimos años del siglo XX. La contemporaneidad de las
políticas como objeto de estudio imposibilitó adoptar un concepto unívoco, aunque,
sin embargo, la mayoría de los autores coinciden en caracterizarlas como acciones o inacciones del Estado,
tendientes a solucionar problemas públicos.
Tamayo Sáez (1997) adopta una concepción
restringida en tanto es acción gubernamental al definir a la políticas como “el
conjunto de objetivos, decisiones y acciones que lleva a cabo un gobierno para
solucionar los problemas que en un momento determinado los ciudadanos y el
propio gobierno consideran prioritarios.” En un criterio más amplio Dye (1995)
en Understanding Public Policy las
define “(…) como todo aquello que los gobiernos deciden hacer o no hacer”,
estableciendo una relación de respuesta a las demandadas efectuadas por actores
sociales o económicos. Pero será Lasswel (1956) quien considere las políticas públicas como un “proceso de
decisión” integrado por fases o etapas, concepto que luego es reformulado
mediante los ciclos de las Políticas Públicas: 1.Identificación y definición
del problema, 2. Formulación de las
alternativas de solución, 3. Adopción de una alternativa, 4. Implementación de la
alternativa seleccionada, 5.
Evaluación de los resultados obtenidos.
La cuestión problematizada que
atiende la política es analizada por Aguilar Villanueva (1992), entendiendo que
se trata de carencias objetivas de una sociedad o de los que en nombre de la
sociedad lo consideran un problema social y que deberá incorporarse a la agenda gubernamental o pública, para ser
considerada socialmente problematizada o políticamente relevante.
Las políticas públicas siguiendo a Lowi (1972)
pueden ser clasificadas en cuatro grupos: a) Políticas Distributivas: caracterizadas por el ofrecimiento de
bienes o recursos no rivales, en general recursos públicos divisibles, b) Políticas Redistributivas: que otorgan
beneficios a clases o determinados sujetos considerados grupos de interés o
presión, c) Políticas Regulatorias o Reglamentarias: constituyen normas que imponen límites a las libertades
individuales y d) Políticas Constitucionales o Constituyentes: las cuales definen
normas o reglas acerca del poder.
Las
políticas públicas son construcciones sociales en las cuales se verifica la
intervención de las instituciones estatales, involucran procesos más o menos
complejos de agregación de “valor público”, entendido como una aspiración
colectiva sobre condiciones sociales que gozan de cierto grado de
consentimiento. Los instrumentos de los cuales se valen son las regulaciones, la
producción de bienes y servicios, las transferencias dinerarias y la
construcción de consensos estratégicos. En tanto que las políticas obedecen a
necesidades sociales y se estructuran respecto a objetivos de interés público y
son desarrolladas por el Estado (Sotelo, 2016).
La
pérdida de la autonomía mediante la captura del Estado
La captura del Estado es
definida por el Banco Mundial (2017) como “la capacidad de los actores
específicos en la arena política de diseñar o implementar una política que
maximiza beneficios privados más que el bienestar social debido a su mayor
poder de negociación”. Así, la captura
se aleja del interés público para aproximarse a los intereses de la empresa
regulada (Carpenter y Moss, 2014).
La alteración del juego de
poder que se establece entre la elite de decisores de políticas y la elite económica,
mediante los mecanismos de captura alteran las prioridades de respuestas a las
demandas de los ciudadanos (Lindblom, 1991) e inciden en el proceso de
acumulación del capital. El poder estructural de los actores económicos se
verifica mediante amenazas de desinversión (exit)
que actúan como un condicionante para las políticas públicas, en tanto que el
poder instrumental se evidencia mediante el uso del lobby en forma directa, tendiente a la participación en la
producción de la política pública o la participación directa de los actores en
la función pública.
La captura regulatoria del
Estado puede ser material o cultural donde se verifica la presencia de valores
comunes o un conjunto de entendimientos. La captura material se encuentra
representada por la denominada “puerta giratoria”, de origen estadounidense, que
existe cuando se verifica la participación de actores, que alternativamente se
desempeñan en altos cargos dentro del sector público (puerta giratoria de
entrada) para luego desempeñarse en el sector privado (puerta giratoria de
salida) como consecuencia se produce el aseguramiento de un flujo de contactos,
información sensible y un conocimiento específico del manejo estatal.
En el ingreso a la función
pública es común que los actores privados presenten verdaderos conflictos de
intereses, entre las obligaciones públicas y los intereses del sector donde se
desempeñaba el funcionario, conflictos de carácter de actual o potencial. El “soborno diferido” tiene lugar cuando el
funcionario otorga beneficios desde su cargo público a determinado sector, en
el cual ocupara un alto puesto al terminar su gestión. Las áreas más sensibles
a éstas prácticas son, las finanzas, los seguros, las comunicaciones, los
servicios de salud, entre otros (Castellani, 2016).
Consideraciones
finales
El artículo
propuso reflexionar sobre la importancia del Estado en el ámbito público
mediante el abordaje de los distintos enfoques, destacando los origines del
Estado de Bienestar y los motivos que
ocasionaron su crisis, encontrando equivalencias con el modelo desarrollista latinoamericano
y definimos los peligros que representa
la captura regulatoria del Estado, en tanto la afectación de su autonomía
inevitablemente produce un desvío del bien o interés común para privilegiar a
intereses particulares de actores
hegemónicos.
Si
analizamos la evolución de los Estados en las distintas regiones observaremos
que no existe un desarrollo lineal y la adopción de determinado paradigma
corresponde a la cultura institucional (Kliksberg, 1998). En algunos países el
Estado regresó ocupando un rol central, privilegiando una concepción
estadocéntrica, mientras que en otras latitudes se observa un carácter secundario
consolidándose una posición sociocéntrica. No obstante, en todos los casos el
Estado salió reforzado (Evans, Rueschemeyer, Skocpol, 1985; Fukuyama, 2004) a
partir de la eficacia y eficiencia, como también su capacidad relacional con
distintos actores, como características privilegiadas en el proceso
globalizador.
Debemos
tener presente, que la reedición de viejos modelos nos expone a idénticos
resultados, por lo cual el debate respecto del modelo de Estado a adoptar no es
una tarea sencilla, por las múltiples complejidades y tensiones existentes en
el sistema de acumulación capitalista. Sin formulas exactas y advirtiendo que
deberá moldearse al espacio socioeconómico, el modelo que mayores ventajas
presenta para la región consideramos que es el conceptualizado como Estado
“Neoweberiano” (neo-Weberian). El cual presenta una identidad híbrida, producto
de la superación del modelo burocrático y el paradigma neogerencial (Bouckeart
y Pollit, 2004), además del principio de
racionalidad basada en la centralización política y en la despersonalización
del poder, orientado al bien común, organizando una Administración Pública
estructurada jerárquicamente por el procedimiento legal, con una actuación
impersonal, universal y gratuita, que es ejecutada por funcionarios capacitados
profesionalmente con independencia del poder político.
En el plano
social se distancia del modelo de solidaridad residual, caracterizado por las políticas
focalizadas que estigmatizan a la población-objetivo y que obtiene recursos a
partir de impuestos progresivos relacionados con la capacidad contributiva. Como
ejecutor de políticas públicas se destaca por la transversalización, cooperación
interinstitucional, aprendizaje mutuo, intersectorialidad, transparencia y
democratización. Un Estado que posee una visión “dirigista” de la producción de
bienes sociales y económicos estratégicos con el agregado de valor, lo cual se
sintetiza en la fórmula de Timsit (2006) [ENW=R.S.S]
un Estado responsable (R) un Estado estratega (S) y un Estado social (S).
Pensar
sin Estado, es un riesgo para el desarrollo que se asocia con una falsa idea de
liberación y en realidad constituye un inevitable camino hacia la servidumbre.
Bibliografía
ABAL
MEDINA, J. (2012). De la nueva gerencia pública a una concepción distinta sobre
el Estado. En Revista Aportes para el Estado y la Administración Gubernamental.
Nro. 30
AGUILAR
VILLANUEVA, L. (1992).”La Hechura de las Políticas”. México: Grupo Editorial
Miguel Ángel Porrúa.
AGUILAR
VILLANUEVA, L. (1993). “Problemas públicos y agenda de gobierno”. México: Grupo
Editorial Miguel Ángel Porrúa.
BANCO
MUNDIAL (2017). Governance and the Law.
Washington: Banco Mundial.
BENTLEY, T.; WILDSON,
J. (eds.) (2003). The
Adaptative State: Strategies for Personalising the Public Realm. London:
Demos.
BOUCKAERT, G.; POLLITT, C. (2004). Public Management Reform: a Comparative
Analysis
Oxford: Oxford
University Press.
CAO, H y LAGUADO, A.
(2014). La
renovación de las ideas sobre el Estado y la administración pública en
Argentina. En Revista del CLAD Reforma y Democracia Nro. 60
CARPENTER,
D. y MOSS, D. (2014). Introduction. En D. Carpenter y D. Moss (eds.) Prevening Regulatory Capture. New York: Cambridge
University Press.
CASTELLANI,
A (2018). Lobbies y puertas giratorias. Los riesgos de la captura de la
decisión pública. En Revista Nueva Sociedad Nro. 276, julio-agosto.
CROZIER,
M.; HUNTINGTON S.; WATANUKI, J. (1975). The Crisis of Democracy. Report in the Governability of
Democracies to the Trilateral Commision. New York: New York
University Press.
CUNIL
GRAU, N. (1997). Repensando lo Público a través de la Sociedad. Nuevas Formas
de Gestión Pública y Representación Social. CLAD. Caracas: Nueva Sociedad.
DUSSAUGE
LAGUNA, M. (2009). ¿Todos los caminos llevan a la nueva gestión pública? Tres
argumentos sobre las reformas administrativas en los países en
desarrollo/transición. En Estado Gobierno, Gestión Pública: Revista Chilena de
Administración Pública. Nro.13
DYE, T. (1995). Understanding Public Policy. Cornell
University. Editor Prentice Hall.
EVANS, P.;
RUESCHEMEYER, D.; SKOCPOL, T. (eds.) (1985). Bringing the State Back In, Cambridge: Cambridge University Press.
FUKUYAMA,
F. (2004). La construcción del Estado: gobernanza y orden mundial en el siglo
XXI. México: Ediciones B.
GIDDENS,
A. (2007). Europa en la era global. Barcelona: Paidós
HABERMAS,
J. (1975). Problemas de legitimación en el capitalismo tardío. Buenos Aires:
Amorrortu [Legitimations probleme in
Spätkapitalismus, 1973]
KLIKSBERG,
B. (1998). Repensando el Estado para el desarrollo social: más allá de dogmas y
convencionalismos. En Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Vol.43
Nro.73.
LARROUQUÉ,
D. (2018). ¿Qué se entiende por “Estado neoweberiano”? En Revista del CLAD
Reforma y Democracia. Nro.70
LASSWELL
(1956). The Decision Process. College Park, MD,
University of Mary land Press
LINDBLOM, Ch. (1982). Another State of Mind. American Political
Science Review.
LINDBLOM, Ch. (1991). El proceso de
elaboración de las políticas públicas. Madrid:
Ministerio para las Administraciones Públicas.
LOWI, T. (1972). Four Systems of Policy, Politics and Choice.
Public Administration Review 32.
MALAMUD,
A. (2007). Estado en Política. Preguntas y Problemas publicado en Luis Aznar y
Miguel De Luca (eds). 2° Edición. Buenos Aires: Emecé.
MANN,
M. (1991/1997). Las fuentes del poder social. Madrid:
Alianza (volúmenes I y II) [The Sources of Social Power, 1986, 1993]
MILIBAND,
R (1970). El Estado en la sociedad capitalista. México
DF: Siglo XXI [The State in te Capitalist
Society, 1969]
MOTTA, P. (2012). Administración para el
nuevo desarrollo: propuestas e ideas en busca de relevancia. En Revista del
CLAD Reforma y Democracia Nro. 54.
OFFE,
C. (1990). Contradicciones en el Estado de Bienestar. Madrid:
Alianza [Contradictions of the Welfare
State, 1984]
OSBORNE,
D. y GAEBLER, T. (1994). La reinvención del gobierno. La influencia del
espíritu empresarial en el sector público. Barcelona: Editorial Paidós.
OSZLAK,
O.; O´DONNELL, G. (1995). Estado y políticas estatales en América Latina: hacia
una estrategia de intervención. Buenos Aires: Redes,
Vol. 2
POGGI, G. (1990). The State. Its Nature, Development and
Prospects. Cambridge: Polity Press.
POULANTZAS, N. (1969).The Problems of th e Capitalist State . New Left Review.
REGONINI, G. (2004). Estado do Bem estar, en Bobbio, N. Matteucci, N. y
Pasquino, G (eds)
Dicionário de Política.
Brasila:
Editora UNB.
RIVERO
ORTEGA, R. (2007). Reforma del Estado en América Latina: las instituciones administrativas
como clave del desarrollo. En busca del buen gobierno: nuevas perspectivas
sobre política y gestión del Estado en América Latina, Agustín Ferraro
(eds.).Barcelona: Ediciones Bellaterra.
SOTELO
MACIEL, A. (2016). Políticas públicas, valor público, planificación y
presupuesto. Ficha Conceptual. En proceso de publicación.
SKOCPOL,
T. (1984). Los Estados y las revoluciones sociales. Un análisis comparativo de Francia,
Rusia y China, México DF: Fondo de Cultura Económica [State san Social
Revolutions: A Comparative Analysis of France, Russia and China, 1979
TAMAYO
SAÉZ, M (1997). “La nueva Administración Pública”. Madrid. Ed. Alianza
Universidad
TIMSIT,
G. (2006). ENW= R. S 2: le nouveau retour
de I´Etat? Réflexions sur I´expérience
francaise. En Revue
internationale des Sciences A d ministratives, Vol. 72
THWAITES
REY, M (2001). Tecnócratas vs Punteros. Nueva falacia de una vieja dicotomía:
Política
vs Administración. En Revista Encrucijadas N° 6, abril, Universidad de Buenos
Aires.
VICHER,
D. (2009). Reflexiones sobre las reformas neogerenciales: ¿hacia una nueva
reforma administrativa? En Estado, Gobierno, Gestión Pública. Revista Chilena
de Administración Pública.13
WEBER,
M (1984). Economía y Sociedad. Esbozo de sociología comprensiva. México D.F.: Fondo
de Cultura Económica [Wirtschaft und
Gesellschaft, Grundiss de verstehenden sociologie ,1922].
[1] Abogado (UAJFK).
Diploma Superior en Desigualdades y Políticas Públicas Distributivas (FLACSO).
Maestrando en Políticas Públicas para el Desarrollo con Inclusión Social.
(FLACSO). Diplomando en Intervenciones Pedagógicas en Contextos de Encierro
(UNSAM). Docente del INAP.