Unidad y justicia:
el espíritu democrático
del modelo sindical
argentino
“Pienso que el problema social se resuelve de una sola manera: obrando
conscientemente para buscar una perfecta regulación entre las clases trabajadoras, medias y capitalistas, procurando una armonización perfecta
de fuerzas, de modo que la riqueza no se vea perjudicada, y propendiendo
siempre, por todos los medios, a crear un bienestar social. (…)
Yo no creo que la solución de los problemas sociales esté en seguir la lucha
entre el capital y el trabajo (…) opiniones extraordinariamente autorizadas, como la de León XIII, proclamaron nuevas doctrinas, con las cuales
debía desaparecer esa lucha inútil, que, como toda lucha,
no produce sino destrucción de valores”.
Juan Domingo Perón, 25 de agosto de 1944
Introducción
Nuestro sistema de asociaciones
profesionales cumple cabalmente
con todo lo contenido en los lineamientos de la democracia sindical. Bajo este
concepto se incluye el respeto a la voluntad
de la mayoría de los afiliados, el pluralismo
interno, la no discriminación y la democracia
interna participativa, entre otras facetas.
Pero en este breve artículo nos proponemos resaltar otros aspectos profundamente
democráticos del Modelo Sindical Argentino
que escapan a formalidades legales. El Modelo Sindical Argentino permite la realización
de una sociedad más justa a través de sindicatos que se fortalecen gracias a la unidad
que el sistema sindical promueve. Unidad y
Justicia son el alfa y el omega de la acción
del sindicalismo nacional. La Unidad inicia el
camino que lleva a la Justicia. Aquí radica su
principal manifestación democrática.
La Unidad es superior al conflicto
El movimiento obrero argentino empezó a
nacer paulatinamente hacia finales del siglo
XIX. Sufrió de profundas divisiones hasta
que apareció en la vida pública de la Nación
el entonces Coronel Juan Domingo Perón.
Hasta 1943 coexistían diversas corrientes
ideológicas dentro de las filas del movimiento de trabajadores. Esa atomización
atentaba contra sus propios intereses. Para
contrarrestar tal situación, el Coronel Perón
emprendió el camino de la unidad. Consideraba fundamental la unidad obrera para
defender eficazmente a los trabajadores.
Perón entendió que la unidad sindical era la
única vía posible para fortalecer al debilitado
movimiento sindical argentino.
Una de las maneras de fortalecer los sindicatos fue promover la agremiación por rama
o actividad en vez de hacerlo por profesión
u oficio. Esa línea promotora de la unidad
se estimuló desde la
legislación desde el
momento en que Perón
comenzó a tomar decisiones en esta materia;
se incentivó la unidad de los sindicatos de
actividades afines.
Se repetía, constantemente, en los primeros
discursos de Perón, el llamado a la unidad
sindical. En un mensaje dirigido a los obreros portuarios del día 4 de agosto de 1944,
Perón expresó con contundencia esa aspiración de unidad: “Para nosotros, la unidad gremial es la base
de todo; y nosotros defendemos la unidad
de cada gremio, porque necesitamos la
representación auténtica de un gremio para
podernos entender. (…) He sostenido y sigo
sosteniendo que todos los hombres que se
ocupan de un mismo trabajo deben agruparse en un sindicato, porque el sindicalismo
debe ser gremial. Además, los sindicatos,
cuando están unidos, son disciplinados”.
La vocación y las acciones concretas en
favor de la unidad sindical no fueron los
únicos aportes que hizo Perón por nuestros
sindicatos. La argentinización y cristianización del Movimiento Obrero fueron otros
de los aportes fundamentales de Perón.
Hasta 1943 el sindicalismo de nuestro país
estaba imbuido de ideologías socialistas,
comunistas, anarquistas y sus planteos resultaban ajenos a la realidad nacional. Perón
las acusó -en reiteradas oportunidades- de
ideologías “extrañas” o “exóticas”. El gran
mérito de encuadrar la lucha sindical dentro
de los problemas reales de los trabajadores
fue de Perón.
Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión
se persuadió a los trabajadores en el sentido
de articular las aspiraciones de la Patria con
los reclamos obreros gracias a la obra de
Perón, el sindicalismo argentino ensambló
la cuestión nacional con la cuestión social y
comenzó a enarbolar banderas nacionales
en vez de los distintivos rojos. Además, el
proceso de nacionalización del movimiento
obrero fue contemporáneo y simultáneo
al de cristianización. Por acción de Perón,
el sindicalismo argentino promovió la conciliación y la armonía entre el trabajo y el
capital y abandonó la lucha de clases. En
definitiva, el gremialismo nacional olvidó el
marxismo y se inspiró en la Doctrina Social
de la Iglesia. Desde aquella etapa inicial, el
sindicalismo peronista abrazó los principios
cristianos que mantiene todavía hoy. La
principal manifestación de la inspiración
cristiana es el anhelo de justicia social de
nuestro movimiento obrero.
Haciendo justicia juntos
La palabra sindicato deriva del vocablo griego syndikos, y éste, a su vez, procede de la
unión del prefijo syn (que significa “con” o
“junto”) con la palabra dikein, (que equivale
a “hacer justicia”). La etimología nos enseña
que el sindicato es una manera de hacer
justicia todos juntos. El Papa Francisco lo
ha recordado en más de una oportunidad.
Desde la antigüedad, el término diké hace
referencia a una concepción legal que expresa un tipo de justicia (impersonal) retributiva o compensatoria por
transgresión, que ya se
manifestaba dentro del
marco de nacimiento de
la polis, cuya obligación
se aplicaba por igual a
todos, tanto para los nobles como para los
hombres del pueblo. A su vez, diké proviene
del lenguaje procesal (puede ser identificado
con los verbos pagar, dar, tomar o decir) que
equivale a dar a cada cual lo debido. En la
medida que constituye una justicia retributiva
y distributiva, la diké alude, tanto al proceso,
como al juicio y el cumplimiento de la pena.
Por último, el concepto de diké encierra, desde sus orígenes, una acepción más amplia
que la emparenta con la noción de igualdad
(Lucas Soares, El cosmos jurídico-moral de
Anaximandro y su antecedente en la poesía
político-moral de Solón, 1999).
Así las cosas, no sorprende que la mayoría
de la dirigencia sindical y los trabajadores
en general se identifiquen con las banderas
del Justicialismo. La falta de justicia social
produce consecuencias negativas en términos económicos y de cohesión social.
El sindicalismo cumple un rol fundamental
para contrarrestar los efectos nocivos que
la injusticia social genera. La existencia
de un sindicalismo fuerte es una de las
condiciones principales que favorecen a
su reducción y propician sociedades más
integradas. Existe evidencia empírica para
considerar que los sindicatos desempeñan
un rol importante en la reducción de la desigualdad. Se ha encontrado una correlación
negativa entre sindicalización y desigualdad
de ingresos. Esto implica que las dos variables se correlacionan en sentido inverso: A
mayor nivel de sindicalización, se reduce la
desigualdad de los ingresos. En este sentido, la negociación colectiva es el mecanismo central para comprender la relación entre
sindicatos y reducción de la desigualdad
de ingresos laborales. Sindicatos y empleadores negocian condiciones de empleo y
definen normas que regirán sus relaciones
recíprocas; el salario constituye una de esas
condiciones, y a través de la negociación colectiva los sindicatos fortalecen los ingresos
de los trabajadores.

“Por acción de Perón, el sindicalismo argentino
promovió la conciliación y la armonía entre el trabajo
y el capital y abandonó la lucha de clases.”
Resumiendo, los sindicatos son un elemento fundamental en la tarea de hacer justicia. En el caso particular de nuestro país, el llamado Modelo Sindical Argentino ha producido sindicatos fuertes y con gran poder de negociación, gracias a su sistema de unidad promocionada, que otorga facultad exclusiva en la negociación colectiva al sindicato más representativo. La existencia de un sindicalismo fuerte es una de las condiciones más relevantes que puede favorecer a la instauración de la justicia social. Una sociedad con mejores condiciones laborales y con mejor distribución del ingreso es una sociedad más equilibrada y más homogénea. En definitiva, el Modelo Sindical Argentino es profundamente democrático toda vez que forja una sociedad más justa.
Mg. Damián Descalzo*
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Docente UBA-USI