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Unidad y justicia: el espíritu democrático del modelo sindical argentino

 28/07/2022   2003
Unidad y justicia: el espíritu democrático del modelo sindical argentino

“Pienso que el problema social se resuelve de una sola manera: obrando conscientemente para buscar una perfecta regulación entre las clases trabajadoras, medias y capitalistas, procurando una armonización perfecta de fuerzas, de modo que la riqueza no se vea perjudicada, y propendiendo siempre, por todos los medios, a crear un bienestar social. (…) Yo no creo que la solución de los problemas sociales esté en seguir la lucha entre el capital y el trabajo (…) opiniones extraordinariamente autorizadas, como la de León XIII, proclamaron nuevas doctrinas, con las cuales debía desaparecer esa lucha inútil, que, como toda lucha, no produce sino destrucción de valores”. 
Juan Domingo Perón, 25 de agosto de 1944

Introducción
Nuestro sistema de asociaciones profesionales cumple cabalmente con todo lo contenido en los lineamientos de la democracia sindical. Bajo este concepto se incluye el respeto a la voluntad de la mayoría de los afiliados, el pluralismo interno, la no discriminación y la democracia interna participativa, entre otras facetas. 

Pero en este breve artículo nos proponemos resaltar otros aspectos profundamente democráticos del Modelo Sindical Argentino que escapan a formalidades legales. El Modelo Sindical Argentino permite la realización de una sociedad más justa a través de sindicatos que se fortalecen gracias a la unidad que el sistema sindical promueve. Unidad y Justicia son el alfa y el omega de la acción del sindicalismo nacional. La Unidad inicia el camino que lleva a la Justicia. Aquí radica su principal manifestación democrática. 

La Unidad es superior al conflicto 
El movimiento obrero argentino empezó a nacer paulatinamente hacia finales del siglo XIX. Sufrió de profundas divisiones hasta que apareció en la vida pública de la Nación el entonces Coronel Juan Domingo Perón. Hasta 1943 coexistían diversas corrientes ideológicas dentro de las filas del movimiento de trabajadores. Esa atomización atentaba contra sus propios intereses. Para contrarrestar tal situación, el Coronel Perón emprendió el camino de la unidad. Consideraba fundamental la unidad obrera para defender eficazmente a los trabajadores. Perón entendió que la unidad sindical era la única vía posible para fortalecer al debilitado movimiento sindical argentino. 

Una de las maneras de fortalecer los sindicatos fue promover la agremiación por rama o actividad en vez de hacerlo por profesión u oficio. Esa línea promotora de la unidad se estimuló desde la legislación desde el momento en que Perón comenzó a tomar decisiones en esta materia; se incentivó la unidad de los sindicatos de actividades afines. 

Se repetía, constantemente, en los primeros discursos de Perón, el llamado a la unidad sindical. En un mensaje dirigido a los obreros portuarios del día 4 de agosto de 1944, Perón expresó con contundencia esa aspiración de unidad: “Para nosotros, la unidad gremial es la base de todo; y nosotros defendemos la unidad de cada gremio, porque necesitamos la representación auténtica de un gremio para podernos entender. (…) He sostenido y sigo sosteniendo que todos los hombres que se ocupan de un mismo trabajo deben agruparse en un sindicato, porque el sindicalismo debe ser gremial. Además, los sindicatos, cuando están unidos, son disciplinados”. 

La vocación y las acciones concretas en favor de la unidad sindical no fueron los únicos aportes que hizo Perón por nuestros sindicatos. La argentinización y cristianización del Movimiento Obrero fueron otros de los aportes fundamentales de Perón. Hasta 1943 el sindicalismo de nuestro país estaba imbuido de ideologías socialistas, comunistas, anarquistas y sus planteos resultaban ajenos a la realidad nacional. Perón las acusó -en reiteradas oportunidades- de ideologías “extrañas” o “exóticas”. El gran mérito de encuadrar la lucha sindical dentro de los problemas reales de los trabajadores fue de Perón.

Desde la Secretaría de Trabajo y Previsión se persuadió a los trabajadores en el sentido de articular las aspiraciones de la Patria con los reclamos obreros gracias a la obra de Perón, el sindicalismo argentino ensambló la cuestión nacional con la cuestión social y comenzó a enarbolar banderas nacionales en vez de los distintivos rojos. Además, el proceso de nacionalización del movimiento obrero fue contemporáneo y simultáneo al de cristianización. Por acción de Perón, el sindicalismo argentino promovió la conciliación y la armonía entre el trabajo y el capital y abandonó la lucha de clases. En definitiva, el gremialismo nacional olvidó el marxismo y se inspiró en la Doctrina Social de la Iglesia. Desde aquella etapa inicial, el sindicalismo peronista abrazó los principios cristianos que mantiene todavía hoy. La principal manifestación de la inspiración cristiana es el anhelo de justicia social de nuestro movimiento obrero. 

Haciendo justicia juntos 
La palabra sindicato deriva del vocablo griego syndikos, y éste, a su vez, procede de la unión del prefijo syn (que significa “con” o “junto”) con la palabra dikein, (que equivale a “hacer justicia”). La etimología nos enseña que el sindicato es una manera de hacer justicia todos juntos. El Papa Francisco lo ha recordado en más de una oportunidad. Desde la antigüedad, el término diké hace referencia a una concepción legal que expresa un tipo de justicia (impersonal) retributiva o compensatoria por transgresión, que ya se manifestaba dentro del marco de nacimiento de la polis, cuya obligación se aplicaba por igual a todos, tanto para los nobles como para los hombres del pueblo. A su vez, diké proviene del lenguaje procesal (puede ser identificado con los verbos pagar, dar, tomar o decir) que equivale a dar a cada cual lo debido. En la medida que constituye una justicia retributiva y distributiva, la diké alude, tanto al proceso, como al juicio y el cumplimiento de la pena. Por último, el concepto de diké encierra, desde sus orígenes, una acepción más amplia que la emparenta con la noción de igualdad (Lucas Soares, El cosmos jurídico-moral de Anaximandro y su antecedente en la poesía político-moral de Solón, 1999). 

Así las cosas, no sorprende que la mayoría de la dirigencia sindical y los trabajadores en general se identifiquen con las banderas del Justicialismo. La falta de justicia social produce consecuencias negativas en términos económicos y de cohesión social. El sindicalismo cumple un rol fundamental para contrarrestar los efectos nocivos que la injusticia social genera. La existencia de un sindicalismo fuerte es una de las condiciones principales que favorecen a su reducción y propician sociedades más integradas. Existe evidencia empírica para considerar que los sindicatos desempeñan un rol importante en la reducción de la desigualdad. Se ha encontrado una correlación negativa entre sindicalización y desigualdad de ingresos. Esto implica que las dos variables se correlacionan en sentido inverso: A mayor nivel de sindicalización, se reduce la desigualdad de los ingresos. En este sentido, la negociación colectiva es el mecanismo central para comprender la relación entre sindicatos y reducción de la desigualdad de ingresos laborales. Sindicatos y empleadores negocian condiciones de empleo y definen normas que regirán sus relaciones recíprocas; el salario constituye una de esas condiciones, y a través de la negociación colectiva los sindicatos fortalecen los ingresos de los trabajadores. 




“Por acción de Perón, el sindicalismo argentino promovió la conciliación y la armonía entre el trabajo y el capital y abandonó la lucha de clases.”

Resumiendo, los sindicatos son un elemento fundamental en la tarea de hacer justicia. En el caso particular de nuestro país, el llamado Modelo Sindical Argentino ha producido sindicatos fuertes y con gran poder de negociación, gracias a su sistema de unidad promocionada, que otorga facultad exclusiva en la negociación colectiva al sindicato más representativo. La existencia de un sindicalismo fuerte es una de las condiciones más relevantes que puede favorecer a la instauración de la justicia social. Una sociedad con mejores condiciones laborales y con mejor distribución del ingreso es una sociedad más equilibrada y más homogénea. En definitiva, el Modelo Sindical Argentino es profundamente democrático toda vez que forja una sociedad más justa.

Mg. Damián Descalzo*
* Docente UBA-USI
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