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ESCENARIOS N°55 | PRÓLOGO

 26/07/2022   487
ESCENARIOS N°55 | PRÓLOGO

Compañeras y compañeros, ésta, como su nombre lo indica, es una edición especial de nuestra revista Escenarios, lo es porque rompe la habitualidad de nuestra publicación cuatrimestral pero, en particular porque vamos a adentrarnos en el análisis de una cuestión central del modelo sindical argentino y que forma parte de su alma misma: su carácter profundamente democrático. 

Pero es necesario precisar por qué, cuando pensamos en su título, a la idea de democracia, nos permitimos adjetivarla y agregarle la idea de “participativa”. El concepto de democracia es muy antiguo y no creemos que haga falta adentrarnos en su sentido y significado, sin embargo en el siglo pasado fue naciendo una corriente de pensamiento que pretende llevar un paso más allá la idea de esta institución política. 

Así se diferencia de la llamada democracia “delegativa”, en la que el pueblo la ejerce eligiendo a sus representantes y luego sale de la escena quedando la deliberación, el debate y el gobierno en manos de esos elegidos, se les entrega un mandato y éstos sólo rinden cuentas al final de su período de ejercicio. En esta nueva visión, la democracia participativa es aquélla en que los pueblos, no sólo eligen a sus representantes sino que participan en el gobierno a través de sus organizaciones sin menoscabo de los partidos políticos. 

Estas ideas que están en el núcleo del constitucionalismo social y que en Argentina se encarnaron en el peronismo y su propuesta de Comunidad Organizada, interpelan el espíritu liberal clásico de nuestra Constitución que expresa que: “El pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes” y fue por ello rápida y maliciosamente asimilada a formas autoritarias como el fascismo, por un lado, o tildadas de ahistóricas ya que en las grandes urbes o en las naciones no era viable, y que sólo pudo ser posible en las ciudades estado de la antigua Grecia. 

Sin embargo, lejos se estaba de proponer que los ciudadanos participaran individualmente, en interés propio, lo que conduciría a la anarquía y al individualismo más cerril. Simplemente reconocía que los seres humanos, desde sus más lejanas expresiones, son seres gregarios, tienden a conformar grupos por intereses profesionales, por necesidades comunes, por vecindad de residencia, y esos grupos u organizaciones son expresión de la voluntad popular al igual que los partidos políticos. 

El General Perón en su “Modelo Argentino Para el Proyecto Nacional” lo propone claramente como uno de los objetivos de una reforma constitucional, no propone reemplazar los partidos políticos sino ampliar y mejorar la representación popular a través de las organizaciones libres del pueblo. 

En este marco, los sindicatos son una de esas representaciones sectoriales, una de las más importantes, porque además encarnan en sí mismas esa democracia representativa, los trabajadores no son parte solamente a la hora de emitir un voto para elegir sus representantes, (cosa que, por otra parte, hacen con una frecuencia única en estas organizaciones ya que cada dos años eligen a sus delegados y cada cuatro a las conducciones de sus sindicatos, lo hacen a través del voto secreto y de la totalidad de los trabajadores, afiliados o no, en un caso y de la totalidad de los afiliados en la otra) sino que además son parte activa y decisoria en las políticas y acciones de su organización día a día. 

Cada dirigente gremial desde el día siguiente de su elección dialoga, debate y construye el accionar cotidiano del sindicato con sus compañeros, los escucha, les habla, en una escuela de espíritu democrático basado en el respeto de la opinión mayoritaria, en la elaboración de consensos, en encontrar los denominadores comunes que fortalezcan esa construcción colectiva, tanto así que su mandato puede ser revocado en cualquier momento si así lo deciden sus compañeros. 

Mientras que los representantes políticos son elegidos y luego actúan sin rendir cuentas cotidianamente a sus representados, esto es imposible en la vida sindical ya que esa relación de ida y vuelta permanente, cara a cara con los afiliados es al mismo tiempo el núcleo de su fuerza y de su capacidad de representación. No es el resultado de un acto de un día, es algo vivo y que crece, madura y se desarrolla en el día a día. 

Volviendo al tema electoral, algunas voces reclaman por la existencia de “listas únicas” en lugar de diversas ofertas electorales, trasladando equivocadamente la realidad de la política a la vida sindical, en una democracia de partidos. Éstos, como su nombre lo indica representan “partes” de la sociedad, no el conjunto y expresan distintas formas de proponer la organización de la misma, hay distintas ideologías acerca del “bien común”, entonces resulta natural que haya distintos partidos y distintas listas en las elecciones. En una elección sindical el bien común es uno solo: la defensa y ampliación de los derechos de los trabajadores, por ende nada obsta a que en la misma lista haya, por ejemplo, peronistas, radicales y/o socialistas, estas diferencias se basan en temas exorbitantes a este interés común, deben postergarse en aras del conjunto de los trabajadores. 

Es esta misma idea la que llevó a ir conformando el llamado “Modelo Sindical Argentino”, otro de cuyos pilares lo constituye el instituto del sindicato único por actividad, la idea es si todos trabajamos en una misma actividad el eje del debate debe ser el bienestar de todos, con independencia si uno es operario, administrativo o profesional, más allá de reconocer y asumir los diferentes reclamos y visiones. Si las ideologías individuales no pueden dividir a los militantes y delegados mucho menos prohijar una atomización de la representación que sólo debilita al movimiento sindical. El poder de los trabajadores se basa y así ha sido siempre en la unidad colectiva. 

En el sector estatal, además de que la afiliación no es obligatoria, al igual que en el sector privado, no se aplica el concepto anterior lo que conllevó a la existencia de dos grandes sindicatos nacionales, UPCN y ATE, y además sindicatos de sectores (en PAMI, ANSES, INTA) y hasta de oficios (Fesprosa en Salud y Apumag en Agricultura y SENASA), por lo que, y más allá de lo positivo o negativo que nos parezca esta realidad, cada trabajador elige afiliarse o no a un sindicato y en el primer caso tiene una oferta variada para hacerlo. 

Esta última realidad incorpora en nuestro ámbito un nuevo elemento, la elección de representantes y autoridades del gremio por el voto directo y secreto (no obligatorio) adquiere un valor más grande que en otros sectores, es la señal de la fortaleza y sentido de pertenencia de los trabajadores a la organización que han elegido, es una expresión de identidad colectiva y es un mensaje a los demás trabajadores y a los representantes del Estado empleador. 

Este modelo sindical ha atravesado permanentes intentos de destrucción, leyes de dictaduras, proyectos de leyes en gobiernos democráticos, incluso en plena dictadura se nos obligó a concurrir individualmente a las oficinas de personal, tanto en el sector público como en el privado, para ratificar si queríamos seguir siendo afiliados al sindicato o desafiliarnos, vale consignar que el resultado fue que no sólo los trabajadores ratificaron su afiliación en forma multitudinaria sino que hasta hubo afiliaciones de quienes no lo estaban hasta ese momento. 

El sistema de asociaciones profesionales de la Argentina no sólo goza de muy buena salud y constituye un poder real y gravitante en los destinos de la patria sino que es reconocido y estudiado en las cátedras y en las organizaciones de toda América Latina, como una alternativa para revertir la atomización y división que, lamentablemente, predomina en los países hermanos. Los artículos que van a encontrar en esta revista abordan desde distintos enfoques las características descriptas, su valor estratégico, la necesidad de su defensa y profundización, contribuirá, no lo dudamos, no solo a convertir el 2 de junio en un día de movilización colectiva, militante, esperanzado y alegre sino a consolidar aún más la conciencia de la importancia estratégica de cada elección y de la participación. 

Nos estaremos viendo y dialogando en cada acto, reunión o debate de esta campaña y saldremos más fuertes y comprometidos en la defensa de la democracia sindical. Un gran abrazo. 

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