Compañeras y compañeros, ésta,
como su nombre lo indica, es una
edición especial de nuestra revista
Escenarios, lo es porque rompe la
habitualidad de nuestra publicación cuatrimestral pero, en particular porque vamos a
adentrarnos en el análisis de una cuestión
central del modelo sindical argentino y que
forma parte de su alma misma: su carácter
profundamente democrático.
Pero es necesario precisar por qué,
cuando pensamos en su título, a la idea
de democracia, nos permitimos adjetivarla
y agregarle la idea de “participativa”. El
concepto de democracia es muy antiguo y
no creemos que haga falta adentrarnos en
su sentido y significado, sin embargo en el
siglo pasado fue naciendo una corriente de
pensamiento que pretende llevar un paso
más allá la idea de esta institución política.
Así se diferencia de la llamada democracia “delegativa”, en la que el pueblo la ejerce
eligiendo a sus representantes y luego sale
de la escena quedando la deliberación, el
debate y el gobierno en manos de esos
elegidos, se les entrega un mandato y éstos
sólo rinden cuentas al final de su período
de ejercicio. En esta nueva visión, la democracia participativa es aquélla en que los
pueblos, no sólo eligen a sus representantes
sino que participan en el gobierno a través
de sus organizaciones sin menoscabo de los
partidos políticos.
Estas ideas que están en el núcleo del
constitucionalismo social y que en Argentina se encarnaron en el peronismo y su
propuesta de Comunidad Organizada, interpelan el espíritu liberal clásico de nuestra
Constitución que expresa que: “El pueblo
no delibera ni gobierna sino a través de sus
representantes” y fue por ello rápida y maliciosamente asimilada a formas autoritarias
como el fascismo, por un lado, o tildadas
de ahistóricas ya que en las grandes urbes
o en las naciones no era viable, y que sólo
pudo ser posible en las ciudades estado de
la antigua Grecia.
Sin embargo, lejos se estaba de proponer que los ciudadanos participaran
individualmente, en interés propio, lo que
conduciría a la anarquía y al individualismo
más cerril. Simplemente reconocía que los
seres humanos, desde sus más lejanas
expresiones, son seres gregarios, tienden a
conformar grupos por intereses profesionales, por necesidades comunes, por vecindad
de residencia, y esos grupos u organizaciones son expresión de la voluntad popular al
igual que los partidos políticos.
El General Perón en su “Modelo Argentino Para el Proyecto Nacional” lo propone
claramente como uno de los objetivos de
una reforma constitucional, no propone reemplazar los partidos políticos sino ampliar
y mejorar la representación popular a través
de las organizaciones libres del pueblo.
En este marco, los sindicatos son una
de esas representaciones sectoriales, una
de las más importantes, porque además
encarnan en sí mismas esa democracia
representativa, los trabajadores no son parte
solamente a la hora de emitir un voto para
elegir sus representantes, (cosa que, por
otra parte, hacen con una frecuencia única
en estas organizaciones ya que cada dos
años eligen a sus delegados y cada cuatro a las conducciones de sus sindicatos, lo hacen
a través del voto secreto y de la totalidad de
los trabajadores, afiliados o no, en un caso y
de la totalidad de los afiliados en la otra) sino
que además son parte activa y decisoria en
las políticas y acciones de su organización
día a día.
Cada dirigente gremial desde el día
siguiente de su elección dialoga, debate y
construye el accionar cotidiano del sindicato
con sus compañeros, los escucha, les habla, en una escuela de espíritu democrático
basado en el respeto de la opinión mayoritaria, en la elaboración de consensos, en
encontrar los denominadores comunes que
fortalezcan esa construcción colectiva, tanto
así que su mandato puede ser revocado en
cualquier momento si así lo deciden sus
compañeros.
Mientras que los representantes políticos
son elegidos y luego actúan sin rendir cuentas cotidianamente a sus representados,
esto es imposible en la vida sindical ya que
esa relación de ida y vuelta permanente,
cara a cara con los afiliados es al mismo
tiempo el núcleo de su fuerza y de su capacidad de representación. No es el resultado de
un acto de un día, es algo vivo y que crece,
madura y se desarrolla en el día a día.
Volviendo al tema electoral, algunas
voces reclaman por la existencia de “listas
únicas” en lugar de diversas ofertas electorales, trasladando equivocadamente la
realidad de la política a la vida sindical, en
una democracia de partidos. Éstos, como su
nombre lo indica representan “partes” de la
sociedad, no el conjunto y expresan distintas
formas de proponer la organización de la
misma, hay distintas ideologías acerca del
“bien común”, entonces resulta natural que
haya distintos partidos y distintas listas en las
elecciones. En una elección sindical el bien
común es uno solo: la defensa y ampliación
de los derechos de los trabajadores, por
ende nada obsta a que en la misma lista
haya, por ejemplo, peronistas, radicales y/o
socialistas, estas diferencias se basan en
temas exorbitantes a este interés común,
deben postergarse en aras del conjunto de
los trabajadores.
Es esta misma idea la que llevó a ir conformando el llamado “Modelo Sindical Argentino”, otro de cuyos pilares lo constituye
el instituto del sindicato único por actividad,
la idea es si todos trabajamos en una misma
actividad el eje del debate debe ser el bienestar de todos, con independencia si uno es
operario, administrativo o profesional, más
allá de reconocer y asumir los diferentes
reclamos y visiones. Si las ideologías individuales no pueden dividir a los militantes
y delegados mucho menos prohijar una
atomización de la representación que sólo
debilita al movimiento sindical. El poder
de los trabajadores se basa y así ha sido
siempre en la unidad colectiva.
En el sector estatal, además de que la
afiliación no es obligatoria, al igual que en
el sector privado, no se aplica el concepto
anterior lo que conllevó a la existencia de
dos grandes sindicatos nacionales, UPCN
y ATE, y además sindicatos de sectores
(en PAMI, ANSES, INTA) y hasta de oficios
(Fesprosa en Salud y Apumag en Agricultura y SENASA), por lo que, y más allá de
lo positivo o negativo que nos parezca esta
realidad, cada trabajador elige afiliarse o no
a un sindicato y en el primer caso tiene una
oferta variada para hacerlo.
Esta última realidad incorpora en nuestro
ámbito un nuevo elemento, la elección de
representantes y autoridades del gremio
por el voto directo y secreto (no obligatorio)
adquiere un valor más grande que en otros
sectores, es la señal de la fortaleza y sentido
de pertenencia de los trabajadores a la organización que han elegido, es una expresión
de identidad colectiva y es un mensaje a los demás trabajadores y a los representantes
del Estado empleador.
Este modelo sindical ha atravesado permanentes intentos de destrucción, leyes de
dictaduras, proyectos de leyes en gobiernos
democráticos, incluso en plena dictadura
se nos obligó a concurrir individualmente a
las oficinas de personal, tanto en el sector
público como en el privado, para ratificar si
queríamos seguir siendo afiliados al sindicato o desafiliarnos, vale consignar que el
resultado fue que no sólo los trabajadores
ratificaron su afiliación en forma multitudinaria sino que hasta hubo afiliaciones de
quienes no lo estaban hasta ese momento.
El sistema de asociaciones profesionales
de la Argentina no sólo goza de muy buena
salud y constituye un poder real y gravitante en los destinos de la patria sino que es
reconocido y estudiado en las cátedras y en
las organizaciones de toda América Latina,
como una alternativa para revertir la atomización y división que, lamentablemente,
predomina en los países hermanos.
Los artículos que van a encontrar en
esta revista abordan desde distintos enfoques las características descriptas, su valor
estratégico, la necesidad de su defensa y
profundización, contribuirá, no lo dudamos,
no solo a convertir el 2 de junio en un día
de movilización colectiva, militante, esperanzado y alegre sino a consolidar aún más la
conciencia de la importancia estratégica de
cada elección y de la participación.
Nos estaremos viendo y dialogando en
cada acto, reunión o debate de esta campaña y saldremos más fuertes y comprometidos en la defensa de la democracia sindical.
Un gran abrazo.
La Dirección