El deporte universitario
como política de estado
La creación de los Juegos Universitarios Argentinos
como política ejemplar para incluir a miles
de estudiantes deportistas y para impulsar la práctica
deportiva en el ámbito de la educación superior.
El modelo deportivo del que suelen
hablar los atletas de alto rendimiento o los dirigentes políticos
que planifican las políticas deportivas a corto, mediano y largo plazo suelen
hacerlo a través de una mirada que ubica
a los clubes deportivos y sociales como
actores principales para el desarrollo físico,
mental, integral y espiritual de las personas
que realizan una práctica deportiva.
A lo largo de toda su historia, los clubes han
sido un bastión social, cultural y territorial
para congregar a cientos y miles de personas, pero también han sido bastiones de
guardia y de contención frente a políticas
de desigualdad y ajuste.
Tal vez en países
más ordenados a nivel económico como en
Europa y en América del Norte, se tenga un
mayor conocimiento de la práctica deportiva
asociada a las instituciones de educación superior. Sin ir más lejos, las franquicias
que compiten en la National Basketball
Association (NBA), el campeonato de básquet a nivel profesional más importante
del mundo, se nutre de sus jugadores más
jóvenes en la liga universitaria NCAA, como
el paso previo al torneo de excelencia en los
Estados Unidos.
Si bien la Argentina posee un sólido sistema
de Educación Superior, con un total de 55
Universidades Públicas Nacionales distribuidas a lo largo y ancho de su República,
donde los estudiantes pueden inscribirse en
una carrera y recibir educación de calidad
de manera gratuita, el deporte universitario
recién tuvo una política pública de acceso
para todos los estudiantes deportistas en
el año 2014, con la creación de los Juegos
Universitarios Argentinos (JUAR), a partir
de la decisión política de la Secretaría de
Políticas Universitarias (SPU) del Ministerio
de Educación de la Nación.
Más que un certamen deportivo
Los JUAR son un torneo federal que se realiza todos los años en todas las regiones del
país que vinieron a reemplazar a los Juegos
Nacionales Universitarios. En éste último
certamen deportivo, los representantes del Comité Técnico del Deporte Universitario
Argentino (CTDUA) elegían una sede para
desarrollar el torneo durante un período de
cuatro días, y participaban del mismo las
Universidades que disponían de los recursos
económicos para hacerlo.
En este presente,
con la participación del Estado Nacional, el
Ministerio de Educación financia no sólo la
competencia deportiva, sino también los
viajes, la gastronomía, el hospedaje de
todas las delegaciones durante la instancia
regional y la Final Nacional.
Durante la primera etapa, el mapa argentino
queda dividido en nueve regiones (NEA,
NOA, Cuyo, Centro, Patagonia, CABA,
Interior de Buenos Aires, Conurbano Norte
y Conurbano Sur de Buenos Aires) y se designa una Universidad sede de cada área. La
competencia en cada uno de los regionales
se extiende a lo largo de cuatro días y los
ganadores de cada uno de los deportes
(ajedrez, atletismo, básquet, básquet 3x3,
fútbol, futsal, handball, hockey, natación,
rugby (seven), tenis, tenis de mesa y vóley)
clasifican a la Final Nacional, con sede en
Debate
la Ciudad de Buenos Aires.
Para este año, la instancia
decisiva se realizará fuera
de CABA y se mudará a
las ciudades de Córdoba
o Mar del Plata.
Las y los rectores suelen
sorprenderse con el movimiento deportivo y también
cultural que generaron
los Juegos Universitarios
Argentinos durante los
últimos años. Representa
un movimiento turístico
muy importante, por lo que
los distintos responsables de los eventos
muchas veces terminan agotando la capacidad hotelera de las distintas ciudades.
En el marco del bienestar universitario, la
práctica deportiva se transformó en un hecho social, cultural y también inclusivo.
Las
Universidades además de ser pilares de
promoción del desarrollo integral del campo
de las humanidades, las ciencias y las artes,
también lo son del deporte.
La mayoría de las Universidades Nacionales
poseen infraestructura deportiva propia y
un esquema de clases dictadas con el fin
de impulsar la práctica deportiva, así como
también han desarrollado mecanismos de
cooperación y convenios con instituciones
deportivas y clubes de barrio radicados
en los territorios para la utilización de su
infraestructura. Como resultado de esto, el
deporte termina siendo el principal eslabón
para conectar a la sociedad con los establecimientos educativos, y viceversa. En
algunos casos, niñas, niños y adolescentes
tienen su primer contacto con la Universidad
por intermedio del deporte.
El surgimiento de la Federación del Deporte
Universitario Argentino (FeDUA) ha sido
fundamental para poder ordenar las distintas
prioridades de la agenda del desarrollo del
deporte universitario argentino, establecer el
rumbo y proyectar la creación de un modelo
social donde escuela, clubes e instituciones
de educación superior además de trabajar
de manera mancomunada, puedan ser los
vectores de transformación de la sociedad
en su desarrollo físico, mental, integral y
espiritual.
Se prevé que para los
próximos años, el programa “Doble Carrera”
que impulsa la FeDUA
pueda acompañar a los
estudiantes deportistas a
desarrollarse como futuros
profesionales y también
como atletas ejemplares,
en lo que representa una
acción concreta para poner
fin a la dicotomía que siempre reinó entre
estudiar o hacer deporte.
La agenda del deporte universitario está. El
movimiento universitario también. Los estudiantes se han apropiado de los Juegos. Se
necesita tiempo, orden, y mayores recursos
económicos para que la agenda del deporte,
ya sea universitaria, social y también de alto
rendimiento deportivo, siga creciendo en
todo el país, sin perder los fines educativos
e inclusivos.
Juan Pablo Molino Torres*
*Delegado UPCN Educación se desempeña en la Secretaría de Políticas Universitarias