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 28/03/2022   674

Quizás pueda parecer un poco exagerado, pero la evidencia científica nos dice que si no se procede con firmeza y activamente en los próximos años, estaremos frente a daños irreversibles en nuestro medio ambiente afectando por ende nuestra vida cotidiana y nuestras sociedades tal como las conocemos.

Hoy ya no hay dudas entre la comunidad científica internacional, que el calentamiento global no es solo de origen natural respondiendo a ciclos de calentamiento y enfriamiento que se vienen dando desde el principio de los tiempos, sino también a la actividad antinatural que viene desarrollando el hombre, principalmente desde  el advenimiento de la revolución industrial a fines del siglo XIX, esta etapa de la evolución del hombre marca un punto de inflexión modificando su entorno a una velocidad superior a la capacidad de recuperación de los ambientes naturales.

Es muy común escuchar a personas de más de 50 años, relatar que en la Ciudad de Buenos Aires, durante sus infancias, era habitual ver escarcha en el agua que corría por los cordones de las veredas. Otro síntoma más cercano, es la cantidad de loritos que hoy anidan en nuestras plazas porteñas y del conurbano bonaerense, por ejemplo. Hasta no hace mucho estas aves solo llegaban hasta la provincia de Entre Ríos o como máximo hasta el norte de la Provincia de Buenos Aires, desde ya , cumpliendo todo el ciclo de vida de las mismas.

Podemos asegurar sin ánimo de equivocarnos, que nuestra región pampeana pasó de ser de clima templado a subtropical en los últimos años.

Cuando comencé mi carrera como investigador en la Antártida, allá por los años 80, no se registraban lluvias en forma líquida prácticamente nunca. Hoy en día puede haber varios días de precipitaciones en forma líquida en casi la totalidad de la Península antártica e Islas aledañas.

Actualmente, el calentamiento global y el adelgazamiento de la capa de ozono estratosférica son dos claros ejemplos de los efectos de esta actividad humana, principalmente por las emanaciones de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera.

El término cambio climático es más amplio que calentamiento global, que se refiere sólo al aumento de temperatura.

El cambio climático está sucediendo en tiempo real ante la vista de todos. Vemos diariamente imágenes de inundaciones inéditas, intensificación de lluvias, mayor frecuencia de huracanes y olas de calor devastadoras, retroceso de glaciares, desertificación y sequias: la realidad del calentamiento global es cada vez más clara.

Según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático, (IPCC), en su informe de octubre de 2018, señaló que las emisiones de CO2 deben caer un 45% para 2030 si se quieren evitar los efectos más catastróficos del calentamiento global.

El CO2 además de ir a la atmósfera, alrededor de un tercio del mismo se deposita en los océanos provocando una disminución del ph produciendo lo que se conoce como “acidificación de los océanos”. Esto no es gratuito, como no lo son ningunos de los cambios producidos fuera de los ritmos normales de la naturaleza. Dicha acidificación interfiere en la fijación de carbonatos de calcio, principal formador de exoesqueletos y valvas de crustáceos y mariscos provocando daños en la estructura de la cadena trófica marina. Que los mares se vuelvan más azules no es sinónimo de salud del ecosistema, sí nos dice que hay menos biomasa (vida marina) en los mismos

Los gases de efecto invernadero (GEI) atrapan la radiación que la superficie de la Tierra emite luego de calentarse al recibir la luz solar. Entre estos gases podemos citar además del CO2, el metano (CH4), óxido nitroso (N2O) y los gases cloro flúor carbonados (CFC)

Hoy se habla mucho de la “huella de carbono” que es la cantidad de carbono emitida por un individuo u organización en un período determinado, o emitida durante el proceso de manufactura de un producto. Muchos países han anunciado que planean reducir sus emisiones de carbono a 0 para el año 2050, esto solo puede lograrse no solo emitiendo menos sino también poniendo en marcha métodos de absorción del CO2, como ser la forestación intensiva.

Las principales organizaciones meteorológicas del mundo confirmaron el aumento de la temperatura a nivel global, en alrededor de 1?C desde la segunda mitad del siglo XIX y el doble en el Ártico. Esto debido a mecanismos de retroalimentación, esto es, que el hielo (blanco) refleja la luz incidente del sol produciendo un normal enfriamiento, al derretirse, el mar (oscuro) absorbe esa radiación produciendo un fenómeno de sinergia acelerando el proceso de calentamiento y como resultado mayor rapidez de deshielo.

Algo similar ocurre en la Antártida donde además del hielo marino, empieza a descubrirse de hielo y nieve zonas rocosas y al ser éstas principalmente de colores oscuros, también aceleran los procesos de descongelamiento. Esto trae aparejado otros fenómenos como ser, mayor aporte de agua dulce al ambiente marino, modificando la salinidad del mar y por ende modificando el hábitat natural de las especies autóctonas. Este cambio de salinidad y temperatura modifica la densidad del agua de mar y como resultado se modifican las corrientes de circulación oceánica.

Los glaciares se están retirando en casi todas partes del mundo incluso en los Alpes, el Himalaya, los Andes, las Montañas Rocosas, Alaska y África. En los últimos años se han perdido muchos km2 de barreras de hielo en ambas costas de la península antártica.

Lo que alarma a los investigadores es que si el calentamiento supera un cierto nivel sería muy difícil revertir el proceso, es decir, que por más que se hagan acciones para reducir las emanaciones de los GEI este proceso no se detendría.

Vemos continuamente noticias de fenómenos climáticos extremos, temperaturas en Base Esperanza (Antártida Argentina) de 16 ?C, en Vancouver (Canadá) de 50?C, inundaciones en Europa (Bélgica, Alemania), tornados y huracanes de gran magnitud y con mayor ocurrencia. Es muy difícil probar que el cambio climático sea el causante de un hecho en particular, pero sí está más que claro que impacta positivamente en la magnitud y frecuencia de los mismos.

Es sabido que el derretimiento de los hielos continentales en la Antártida va modificando la altura de los océanos entre otras cosas. Zonas que hoy son costeras e insulares pueden verse modificadas drásticamente con tan solo unos cuantos cm de aumento y esto ya está sucediendo  (alrededor de 3 mm por año)

Hay un gran consenso y temor de que el agua que actualmente está almacenada en el hielo se pueda derretir y, como consecuencia, aumentar significativamente le nivel del mar. Si no se pone freno, el aumento del nivel del mar podría afectar a millones de personas en 2100, que se verían obligadas a abandonar sus lugares de residencia. ¿El motivo? Que serían tragados por el mar

Como vimos, las consecuencias del cambio climático en todo el planeta son evidentes y aún pueden afectar más, a los ecosistemas marinos y terrestres y por consiguiente al ser humano no solo en su salud, sino también su capacidad de adaptarse cultural y económicamente.

Es crucial tomar conciencia e intensificar las acciones para revertir, en la medida de lo posible, este proceso. Claro que los factores ambientales naturales no pueden ser modificados por el hombre, pero sí es posible tomar medidas para minimizar las acciones negativas del ser humanos sobre el ambiente, único hogar posible para nuestra supervivencia. Por lo menos por ahora.

 

* Coord. Ciencias Físico Químicas e Investigaciones Ambientales DNA-IAA, Licenciado en Ciencias del Ambiente, Doctorado en Oceanografía Química, Coordinador de Ciencias Físico Químicas e Investigaciones Ambientales en el IAA, 30 campañas antárticas y más de 30 publicaciones científicas.

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