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 28/03/2022   774

¡Suena el gong! Tomándonos por sorpresa con su estruendoso sonido y generando una vibración en nuestro pecho y en nuestros corazones, todos alerta, se puede ver el brillo y hasta algunas lágrimas en los ojos de los tripulantes mientras los Chafas (marineros de cubierta) cubren el rol de maniobra de amarras liberándonos a la suerte de los remolcadores que nos arrancan del muelle como a una fiera encadenada. Hay mucho entusiasmo, caras nuevas, la moral es alta y es mucha la expectativa. Detrás van quedando los brazos en alto de los seres queridos que no dejan de agitar sus manos, Por delante en la oscuridad de la noche las luces rojas y verdes del canal nos marcan el principio de una travesía y de una aventura en la que 250 almas provenientes de distintas partes del país incluso del exterior también de organismos e instituciones diferentes, vivirán en los siguientes meses lo que será la segunda y tercera etapa de la Campaña Antártica de verano. En los pasillos y escaleras un tanto desorientados nos cruzamos con una variedad llamativa de uniformes, Infantes de Marina, Meteorólogos de Fuerza Aérea, Marinos, Científicos, Ingenieros, Técnicos, Corresponsales, Logísticos como en mi caso y también las Dotaciones de las Bases que relevaran a sus camaradas que cumplieron ya con la misión de ser los Centinelas de los confines de la Patria. Pasada Rada La Plata y una vez desembarcado el Práctico, la tripulación comienza a moverse con suma organización tanto en los turnos de rancho como en las guardias, la lavandería, los detales y todos los departamentos y servicios del buque, la memoria juega un papel primordial al intentar recordar los nombres, funciones y/o jerarquías del personal con quien debemos manejarnos abordo, incluso encontrarlos si es necesario preguntar algo o tener que evacuar alguna duda, esto va formando poco a poco las normas y el orden necesario para la convivencia mientras el rompehielos a 13 nudos sigue abriendo las aguas que ya empiezan a cambiar su color y sus matices, para definitivamente bañar las amuras con el azul del Atlántico Sur y poner proa a Bahía Blanca en las cercanías de la base Espora donde se embarcaran dos helicópteros Sea King de la Armada Argentina, los cuales jugaran un papel crucial en lo que nos espera.

   A la mañana siguiente los murmullos y los pasos acelerados por los corredores nos anuncian la llegada de los HELOS (helicópteros) y todos nos dirigimos a la cubierta 05 para poder contemplar a los dos poderosos Sea King agitar las aguas y hasta sacarnos alguna que otra lágrima de nuestros ojos.  Mediante una maniobra temeraria descienden hasta apoyar sus ruedas sobre la cubierta, mientras los señaleros y asistentes ayudan a hacer firme las naves y adentrarlas en las entrañas del coloso naranja que pone proa al sur dotado por sus cuatro motores diesel generadores de 4.500 kw. y sus dos motores eléctricos de 6.500 kw. Energía suficiente para darle luz a un poblado y desplazar sus 14.400 toneladas alcanzando una velocidad máxima de hasta 17.2 nudos.

   Con el correr de los días petreles gigantes, dameros, y gaviotas ceja negra nos acompañan curiosos en vuelos rasantes y acercándose casi al alcance de las manos mientras algún delfín austral juega entre la roda del buque  dando mucho entusiasmo a los observadores de aves del grupo de biólogos del Instituto Antártico y al grupo Cethus observadores de mamíferos e incansables buscadores de ballenas que nos acompañan abordo realizando censos. Cabe destacar el sorprendente e incansable trabajo que realizan estos profesionales día y noche sin importar los días, durmiendo pocas horas para cubrir sus guardias sin dejar ni un minuto una mirada en el horizonte ansiosa por gritar fuerte ¡un soplido! Y allí todo es alegría las cámaras fotográficas los celulares y todo tipo de equipamiento surgen como por arte de magia, para capturar con sus sofisticados lentes  estas maravillosas criaturas que se dejan ver solo como premiando a los que no se cansaron de buscarlas, a los que no dejaron de observar el mar, tan solo una pequeña aparición, tan solo unos breves segundos. En algunas cámaras quedaran grabadas imágenes sorprendentes y para los otros quedaran escondidas en algún lugar de la memoria como un recuerdo más de la inagotable colección de anécdotas.

   Sin darnos cuenta el frío comienza lentamente a adueñarse de nosotros recordándonos las latitudes en las que navegamos y a las que aspiramos alcanzar. Ya avistando la Isla de los Estados a babor y la mítica e inconfundible Tierra del Fuego por nuestra banda de estribor, mientras el estrecho de Le Maire intenta advertirnos arbolando sus aguas, con fuertes vientos por osar navegar los misteriosos y bravos mares del sur poniéndonos a prueba durante varias millas para luego dejarnos pasar reconociendo nuestro ímpetu, abriéndonos las puertas de las tranquilas aguas del Canal de Beagle que nos reciben con el esplendor de los Canales Fueguinos rodeados de silenciosas montañas que acarician un cielo gris plomo, escenario que alguna vez fue testigo de  tribus onas, selk´nams y yamanes. Mientras bajamos por sus aguas como en un túnel del tiempo, de repente avistamos el inconfundible Faro de Les Eclaireurs construido en 1920 y conocido turísticamente como el faro del fin del Mundo, junto a la Isla de los Lobos entre las cuales descansan los restos del crucero Monte Cervantes que zozobró en 1930 sin cobrar vidas, salvo su capitán Teodoro Dreyer cuyo cuerpo nunca apareció.

¡Ushuaia a la vista! El buque es un hormiguero, una revolución de rumores con la finalidad de saber si habrá permiso para desembarcar algunas horas mientras el rompehielos comienza la delicada maniobra de carga de combustible en el muelle Orión, dejando detrás a la vista la Base Naval y el famoso Presidio del Fin del Mundo. A las 10 de la noche sería nuestra presentación abordo y en la guardia, listos para levantar la escala real, soltar amarras y comenzar una nueva singladura después de un buen estirón de piernas y un buen aprovisionamiento en tierra. ¡Suena el gong! una otra y otra vez, zarpamos y las aves vienen en bandadas por la popa a darse un banquete, pescando sobre las aguas revueltas por las hélices que nos impulsan lentamente a nuestra misión, nos espera por delante el temible y misterioso Drake.

*Responsable del Departamento de Navegación de la Dirección Nacional del Antártico.

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