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 28/03/2022   986

En abril de 1984, cuando estrenaba mi segundo título secundario en electrónica, encontré un aviso clasificado del Instituto Antártico Argentino (IAA) solicitando ingenieros y técnicos con experiencia para participar de una Campaña Antártica de Invierno (CAI), en ese momento dije: ¡Me voy a la Antártida!.

Siempre había pensado que era una posibilidad solo para personal militar, así que levanté el clasificado del piso y me fui a mi casa para avisarles a mi madre y a quien hoy es mi compañera de vida, que el año venidero iba a estar trabajando en Antártida. La pregunta… automática en ambos casos fue: ¿Y con quién hablaste? Mi respuesta fue, “aún con nadie, pero el viernes hay una reunión”.


Era tal mi convencimiento, que no dudaba de que viajaría.

El día de la reunión en la biblioteca del IAA había 30 personas, quien hablaba era un Geomagnetista, Don Jorge Gómez, que había invernado en Belgrano I registrando actividad auroral, quien nos daba una vista general de lo que se necesitaba para viajar. Del esfuerzo físico que se realizaría fuera de las actividades de laboratorio y la condición de operarnos del apéndice antes de viajar. Finalmente, luego de varias entrevistas y examen psicofísico exhaustivo, dado que ese año se había incendiado la base Brown y se informaba que el incendio lo había hecho el médico asignado con alguna patología psiquiátrica, tuvimos que realizar exámenes extras. Luego de eso quedé seleccionado y fui el único técnico del IAA que iba a invernar realizando trabajos para el Dpto. Ciencias de la Atmósfera junto al Ing. Pablo G. Recabarren, con quien realizamos las invernadas en Base Belgrano II en las CAI de 1985 y 1989 y forjamos una muy linda amistad al igual que con la mayoría de nuestros compañeros, y a raíz de eso, cinco invernamos juntos por segunda vez en la misma base.

Ya van 37 años de experiencia antártica trabajando en las líneas de investigación de Magnetósfera, Ozono, CO2 y algunos trabajos para todas las áreas del IAA, Glaciología, Biología, Ciencias del mar, de las cuales hablaré si hay oportunidad en otros artículos. En esta ocasión se me solicitó escribir sobre mi experiencia con la logística antártica y como podrán pensar, hay mucho para hablar y contar sobre la misma en tantos años de actividad antártica.

El día 8 de enero de 1985 embarqué por primera vez en el Rompehielos Almirante Irizar (RHAI) rumbo a base Belgrano II para realizar mis tareas en el laboratorio LABEL. Se me ocurrió pensar que el rompehielos era un hotel flotante, con muchas comodidades y quizás chico para la cantidad de gente que transporta, en esa ocasión el dormitorio asignado era la sala de internación del RHAI, camas cuchetas y me tocó la cama de arriba. Desde allí podía ver como los bolsos iban y venían cuando el mar estaba movido. Desde el puente de mando se podía ver como las olas cubrían el rompehielos en medio de la tormenta.  Muy poca gente suele deambular por el buque y en el puente se encontraban los oficiales de turno, el Capitán, el timonel y alguna que otra autoridad. A todos se los veía con un gran profesionalismo comandar tremenda embarcación, especialmente en momentos de tormentas, donde en las camaretas podíamos ver como volaban los platos cuando nos sorprendía una nueva ola.

Base Orcadas fue la primera base antártica que conocí. Ver los escombros de hielo antes de arribar a la misma con un cielo gris, fue sentir que estaba en otro planeta. Allí recuerdo haber bajado del Rompehielos (RHAI) en helicóptero, este tiene la posibilidad de llevar dos helicópteros embarcados con su grupo operativo, estos solían ser en aquellos años Super Pumas y el personal del Ejército Argentino que habían tenido participación en la guerra de Malvinas, tuve la oportunidad de escuchar sus anécdotas y con el correr del tiempo se me consideró parte del grupo, pues con mis conocimientos de electrónica, pude ayudar en más de una oportunidad a reparar algún instrumental.

La logística antártica argentina es realizada por las fuerzas armadas a través del Comando Conjunto Antártico (COCOANTAR) y todos los años ponen las aeronaves, buques y dotaciones de base al servicio de cumplimentar las tareas fijadas por el Plan Anual Antártico desarrollado por la Dirección Nacional del Antártico (DNA), el cual contiene todos los proyectos que desarrollará el Instituto Antártico Argentino y las diferentes instituciones que investigan en el antártico dentro del Programa Antártico Argentino.

La historia de nuestra actividad antártica lleva ya 117 años ininterrumpidos de permanencia en el continente, en ese periodo hubo varios hitos, entre ellos la creación de la DNA, la cual adquiere en 1979 el Rompehielos Alte. Irizar y aeronaves que fueron operadas por las diferentes fuerzas. Actualmente las mismas fueron pasadas al COCOANTAR para su operación.

Tuvimos accidentes lamentables en los cuales hemos perdido embarcaciones y aeronaves muy importantes para nuestra actividad, el buque Polar Bahía Paraíso encalló y luego se hundió frente a la base estadounidense Palmer el 28 de enero de 1989. Recuerdo que nos dirigíamos con el (RHAI) a base Belgrano para mi segunda invernada. En el citado naufragio se perdieron dos helicópteros nuevos. Este buque, al igual que él (RHAI) tenía un hangar con dos helicópteros que no pudieron ser evacuados.


El incendio del (RHAI)) en  2007, fue algo muy penoso para nuestra actividad. Reacondicionarlo nos llevó diez años y durante ese tiempo hubo que chartear logística privada para poder aprovisionar nuestras bases antárticas, buques rusos para ingresar a base Belgrano, un buque de carga y un rompehielos que le abriera camino. El reaprovisionamiento aéreo para base Belgrano II, algo maravilloso, con avión ruso y lanzamiento de carga en paracaídas. Tuve la posibilidad de participar en ese tipo de relevos por aire en la base más austral que posee nuestro país, coordiné actividades con la logística privada contratada por el estado argentino. Para los relevos de personal y lanzamientos se salía del aeropuerto de Ushuaia en un avión Ilyushin 76-TD hasta Unión Glacier, lugar donde se encontraba el campamento privado de Antarctic Logistic Expedition (ALE) y luego volábamos a Belgrano II en aviones Basler BT-67 y DHC-6 Twin Otter realizando el regreso por la misma ruta a Ushuaia. El alojamiento en el campamento era en carpas montadas sobre hielo, se llegó a tener -30?C en el lugar durante el mes de febrero. Fue una muy linda experiencia y por sobre todo se mostró que se podía aprovisionar la base por aire, tal cual lo propusiera en la CAV 97/98 cuando tuvimos que dejar una dotación de emergencia en base Belgrano II por no poder acercarnos demasiado a la base.

En el año 2017 regresa nuestro querido Rompehielos Almirante Irizar a la actividad antártica, un hecho notable, completamente renovado y remozado con tecnología de control que permitiría reducir la cantidad de personal para su operación. Al (RHAI) se le redujeron sus bodegas para tener laboratorios a bordo ya que el IAA realiza proyectos de envergadura como el proyecto ARGAU (Argentina Austral 2000-2005) realizado con el Laboratorio de Física y Química Marinas (LPCM), Universidad Pierre et Marie Curie, de París, y otras  instituciones argentinas, los lugares de trabajo eran escasos.

Hoy se dispone de mucho espacio de laboratorios para trabajar y los mismos se encuentran a la espera de proyectos y fundamentalmente de instrumental.

 

Los aviones Hércules DC130 operados por el personal de la Fuerza Aérea Argentina, son utilizado fundamentalmente para aprovisionar base Marambio y movimientos de grupos de investigación durante las campañas antárticas de verano (CAV). Cuando arriban a la base, los grupos eran distribuidos a otros lugares con aviones Twin Otter, lamentablemente en agosto de 2019 uno de los aviones sufrió un accidente en Isla Ross y fue dado de baja, en febrero de 2021 vuelve a perderse otro avión por accidente en la barrera de Larsen, lo cual obliga a dejar los helicópteros Bel 212 en base Marambio.

 

La logística antártica no es algo trivial, es muy compleja, lo cual requiere de una inversión enorme por parte de nuestro país y de muy buenos profesionales para llevarla a cabo. El clima, el cambio climático generan nuevos escenarios y eso hace que se deba incrementar la inversión.

En dos oportunidades propuse a diferentes Directores Nacionales, adquirir dos aviones DC3 para realizar relevos de dotaciones en base Belgrano II y no tuve éxito en la propuesta. Con la pérdida de los Twin Otter, quizás ya sea tiempo de pensar en esa inversión y actualizar las aeronaves. También se debería invertir en un buque polar similar al buque polar ruso Vasily Golovnin que fuera rentado para realizar el aprovisionamiento de las bases cuando el (RHAI) se encontraba fuera de servicio.

Esto permitiría reducir los tiempos de campaña, trasladar material sin realizar el recorte de los mismos por el espacio de bodega y proveer de helicópteros que puedan transportar más peso para el traslado de contenedores y carga pesada.



 

Las comunicaciones son una parte importante de la logística antártica. Cuando ingresé a la actividad, las mismas se desarrollaban con equipos de radio en la frecuencia de HF y la comunicación podía desarrollarse si había buena propagación de ondas en la ionosfera, caso contrario nos quedábamos sin hablar. Habiendo sufrido la carencia de una buena comunicación y la falta de privacidad en las mismas, -todo salía al aire y era escuchado por radioescuchas-, me propuse mejorar las comunicaciones antárticas y por esa razón convencí a mis autoridades para poder contactar empresas de comunicaciones.

En 1993 conseguimos la primera inversión de Telintar en base Belgrano II, tuvimos telefonía, luego TV digital en base Jubany (hoy Carlini), base Orcadas, Marambio y a partir de 1999 con otras empresas e inversión extranjera, Internet en base Belgrano II, San Martín, base Jubany y Orcadas. La satisfacción por haber aportado mi granito de arena en dicha actividad, fue enorme, el agradecimiento de algunos invernantes que realizaron la primer experiencia con Internet en una base antártica pudiendo ver a sus bebés recién nacidos, a sus hijos y familias en fotos.

La emoción y las lágrimas de aquellos que agradecieron las gestiones cuando arribaba a alguna base, aún me acompañan y me dan fuerzas para seguir trabajando en pro del bien común en la comunidad antártica.

 

Finalmente en el (RHAI), asesoré a las autoridades para tener Internet en el buque y se instaló, este servicio en el mismo. Este asesoramiento no fue casual, ya había vivido la experiencia en el buque estadounidense Laurence M. Gould en el año 2002, cuando fuimos invitados por la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires a participar de una campaña de medición de CO2. En ella, visité la base Palmer y compartí una experiencia muy enriquecedora, especialmente en lo logístico, pues al llegar tenía mi cuenta de correo habilitada y tenía envío gratis de emails y toda la actividad coordinada.

Luego de la experiencia citada, fui invitado a una reunión de comunicaciones satelitales que se desarrolló en las instalaciones de Hidrografía Naval, donde participaron todos los referentes en comunicaciones de las tres fuerzas y donde tuve una activa participación. Por esta razón me contactaron las autoridades para dar asesoramiento. El Segundo Comandante del (RHAI), Capitán de Fragata Valentín Sanz Rodríguez, me solicita asesoramiento para tener televisión en el buque. Viendo el equipamiento que tenían, propuse tener Internet, averigüé por el tipo de sistema, costos y les dije como podían hacerlo realizable. En poco tiempo compraron el equipamiento y a partir de allí tuvimos Internet en navegación. Fue una gran alegría poder tener acceso a Internet en el buque, nos cambió la vida a todos los que navegamos.

Las velocidades en ese entonces eran de 64 Kbps y 32 Kbps. Con los avances de Internet, se necesita mucho más ancho de banda y actualmente las nuevas autoridades de COCOANTAR se encuentran trabajando en ampliar el ancho de banda de manera sustancial para todas las bases antárticas.

 

Actualmente se espera realizar CAI en 2022, en base Petrel. Ésta es una base que alguna vez tuvo una pista de aterrizaje, dicen los que saben que se mejorarían los tiempos de relevos y que desde allí se podría brindar un servicio logístico a la comunidad internacional. Es un lindo proyecto y espero se pueda llevar a cabo. Lógicamente sin inversión se hará cuesta arriba, y un buque Polar y nuevas aeronaves deben ser una prioridad para la logística antártica y en particular para este proyecto.

 

Podría escribir un libro sobre mi experiencia antártica en varios rubros, la logística que conocí es uno de ellos y si pudiera, si estuviera en mis manos, aplicaría calidad de servicio a la misma para reducir la cantidad de personal, mejorar los procesos y optimizar el servicio en pro de toda la actividad antártica.

 

 

*Jefe de Laboratorio de Electrónica del Instituto Antártico Argentino

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