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 28/03/2022   798

La Constitución de la Nación Argentina, en su Disposición Transitoria Primera, no deja lugar a dudas sobre el espíritu que anida en la mayor parte de la comunidad argentina sobre la Causa de recuperación de los territorios del Atlántico Sur, ni de las políticas que el Estado Nacional debiera instituir para su cumplimiento.(1).

Sin embargo, habiendo transcurrido cuarenta años del enfrentamiento bélico entre nuestra Nación y el usurpador colonial, y veintiocho años de la unánime aprobación de esa cláusula constitucional, no sólo comprobamos conductas pendulares de los sucesivos Gobiernos – es decir, ausencia de políticas de Estado-, sino groseros desafíos y abiertas rebeldías por parte de amplios sectores de nuestras élites, a lo prescripto por nuestra Carta Magna.

Más allá de la evaluación pendiente sobre las causas del conflicto armado de 1982, y sobre la evidente ausencia de pensamiento político estratégico por parte de los conductores circunstanciales de nuestro país durante la guerra, es innegable que la única potencia agresora y que amenaza la paz en el Atlántico Sur, es el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

En la inmediata postguerra de Malvinas, la potencia colonialista construyó bases militares de la OTAN en el Atlántico Sur, amplió sus pretensiones territoriales proyectándose a la Antártida, otorgó licencias de pesca ilegales a terceras potencias, se encuentra construyendo un gran puerto y proyecta a mediano y largo plazo, el saqueo de nuestros recursos hidrocarburíferos, mientras recompuso su “cartera de negocios” en la Argentina continental suramericana.  

Para desarrollar esta estrategia, aplicó lo que mejor saben hacer en su larga experiencia imperial: el ejercicio de su “poder blando”, consistente en la ejecución permanente, sucesiva y consistente de maniobras políticas, culturales, de inteligencia, comunicacionales, diplomáticas y jurídicas, -pergeñadas por unas élites de altísima formación-, para perpetuar su dominación colonial sin oposición de nuestras dirigencias.

El conjunto de esas maniobras son las que genéricamente podemos denominar como “desmalvinización”(2), neologismo que podemos extender no sólo a la confusión deliberada sobre las causas, desarrollo y consecuencias del conflicto específico en el Atlántico Sur, sino al proceso de sometimiento general de nuestro país.

¿Qué hemos hecho los argentinos frente a esos avances?  O mejor dicho… ¿Qué han hecho nuestras clases dirigentes frente a la inteligente política británica?

A pesar del enorme grado de conciencia que la inmensa mayoría de nuestro pueblo expresa sobre la Causa de recuperación de Malvinas y demás territorios ocupados por una potencia extranjera, la mayor parte de nuestras dirigencias políticas, intelectuales, empresariales y académicas, han posibilitado el desarme material y espiritual de nuestra Nación, con algunas excepciones basadas en esporádicas, parciales y discontinuas políticas adoptadas por el Estado Nacional.

Frente a la creciente y sostenida política armamentista británica en el Atlántico Sur, nuestras “clases dirigentes” decidieron en forma casi unánime la desarticulación del Sistema de Defensa Nacional, ignorando que la capacidad disuasiva de un país es una de las herramientas importantes para el desarrollo de su política internacional.

Nuestra diplomacia sostuvo el reclamo formal ante los organismos internacionales y multilaterales, con distinta intensidad según los sucesivos gobiernos, pero fluctuó entre la construcción de apoyos regionales y de potencias emergentes, y el alineamiento automático con las potencias occidentales, entre la amenaza de sanciones a quienes participen en el saqueo de nuestros recursos y la cooperación para destrabar el “desarrollo económico” de los ocupantes coloniales. 

En lugar de honrar los hechos heroicos protagonizados por los jóvenes combatientes de nuestro pueblo en el Atlántico Sur, se nos expulsó al campo de las víctimas, sin derecho a voz ni a protagonismo alguno de nuestra historia presente.

A contramano de la mirada mayoritaria de nuestro pueblo, que puso a Malvinas como su principal bandera de afirmación identitaria, nuestras élites adoptaron el punto de vista de los invasores, consolidando esa visión en el sistema educativo argentino.

Lejos de reforzar las herramientas que el Estado Nacional disponía para la construcción de mayores grados de autonomía, se enajenaron las mismas, favoreciendo la apropiación de nuestras riquezas por parte de capitales vinculados directa o indirectamente al usurpador de nuestra Soberanía en el Atlántico Sur.


Malvinas “parte visible, de un sistema de dominación invisible” (3)

Un somero repaso por los principales yacimientos minerales en nuestro país (y por toda Latinoamérica, excepción hecha de Venezuela), da cuenta que su explotación está en manos de empresas canadienses, sudafricanas, australianas o inglesas, todas integrantes de la Comunidad Británica de Naciones, encabezadas por la monarca británica.

Igual panorama encontramos en la explotación de nuestras reservas petroleras, sea a través de compañías dominadas por mayoría accionaria británica en forma directa, sea a través de falsas banderas, como en el caso de la “española” Repsol en el proceso de privatización de YPF, cuyo accionista mayoritario es la British Petroleum. El caso más incongruente es la concesión de cuencas petrolíferas en los mares patagónicos no disputados a empresas ligadas a la explotación ilegal de hidrocarburos en aguas adyacentes a Malvinas

Mientras se sostuvieron los reclamos formales o retóricos en la Cuenca Malvinas Norte, en 2019 –al final de la presidencia de Mauricio Macri-, se otorgaron licencias de exploración y explotación petrolera a empresas ligadas directa o indirectamente a la explotación ilegal británica, en las cuencas Malvinas Oeste y la Austral Marina (la primera en aguas de la Provincia de Tierra del Fuego, la segunda en aguas de Santa Cruz).(4)

En enero de 2021, YPF suscribió un acuerdo con las empresas Equinor (Noruega, cuyo CEO Anne Drinkwater, es la misma que elaboró una hoja de ruta para la explotación petrolera a solicitud del gobierno ilegal de las Malvinas), y la anglo-holandesa Shell, que traspasó toda la información prospectiva a la Rockhopper Exploration, principal empresa petrolera que bajo licencia pirata se apresta a robar nuestro petróleo en la Cuenca Malvinas Norte. A fines de diciembre pasado, el Gobierno Nacional otorgó nueva concesión a Equinor, para explotar la cuenca ribereña a Mar del Plata. (5)

La concentración y extranjerización económica y financiera no han cesado de crecer en todos estos años de democracia, reduciendo nuestras capacidades autónomas hasta el punto de no poder controlar los precios, limitando la puja distributiva a la renta agroexportadora y dejando en manos extranjeras el resto de la renta nacional, que se fuga inexorablemente. Como dijimos, la mayor parte de los beneficiarios de ese saqueo, son capitales anglosajones. Este modelo extractivista empuja a la pobreza, la miseria y la indigencia a la inmensa mayoría de nuestra población.

Necesitamos, imperiosamente, hacer visibles esos mecanismos del despojo y sus responsables, para revertir la decadencia argentina. Sin ese diagnóstico certero, no hay Proyecto Nacional posible.

No es una tarea que pueda realizar ningún gobierno en soledad, por más lúcido y patriota que sea. Esa tarea sólo se puede realizar a través de la Comunidad Organizada, reconstruyendo paulatinamente (sin prisa, y sin pausa), nuestras capacidades nacionales y el entramado político y comunitario del campo popular.

Tampoco es una tarea que la Argentina, en soledad, pueda concretar; se requiere la reconstrucción de las Provincias Unidas de Suramérica, la Patria Grande o, como se la denomina actualmente, “Nuestra América”. Ninguna pequeña república, por separado, podrá afrontar los desafíos que suponen la voracidad de las corporaciones financieras globales, ni la complejidad geopolítica de un mundo en disputa entre las grandes superpotencias económicas y militares.

 

La necesidad de formarse para dar las batallas

Como se desprende de nuestro análisis inicial, la principal asimetría entre la potencia colonial británica y nosotros, consiste en la formación de nuestras élites. Cualquier cambio en ese sentido, lleva décadas de trabajo sostenido. ¿Debemos resignarnos, entonces, a un destino de miseria, de desocupación, de sometimiento y entrega? Estamos convencidos de que no, porque existen fuerzas espirituales y morales en nuestro pueblo, una enorme tradición de lucha, una Doctrina que nos legara el más grande conductor político de nuestra Historia, y un Movimiento Obrero que fue –y puede volver a ser-, la columna vertebral de la Comunidad Organizada.

En estos cuarenta años de posguerra, junto a las organizaciones de ex soldados combatientes y los familiares de los Héroes caídos en Malvinas, fueron muchas organizaciones sindicales las que resistieron la desmalvinización.

La Unión del Personal Civil de la Nación ha sido una de las organizaciones sindicales más activas en la defensa de la Causa de Malvinas, tanto en sus diversas publicaciones, como en el dictado de cursos, seminarios y talleres dirigidos a sus delegadas/os como a las trabajadoras/es.

En vísperas de conmemorarse el 40º aniversario de la guerra, el Secretariado de la Seccional Trabajadores Públicos Nacionales y del GCBA aprobó la realización de la Diplomatura “Islas Malvinas y sus espacios correspondientes: una Política de Estado”, a implementarse a través del FOPECAP bajo la coordinación de la Secretaría de Cultura y Capacitación, dirigidas a las/los trabajadoras/es de la APN, mientras que desde la Secretaría de Formación Sindical se organizarán jornadas de capacitación “malvinera”, dirigidas a delegadas/os que integran la UPCN.(6)

Estos nuevos esfuerzos se enmarcan en la contundente y vigente definición del Secretario General de la UPCN, compañero Andrés Rodríguez: “En esta guerra se vence con inteligencia y organización, no con violencia” (7)

Sin lugar a dudas, las acciones adoptadas por la conducción de la UPCN, posibilitarán a las/os trabajadoras/es de la Administración Pública Nacional, contar con las herramientas esenciales para defender con inteligencia y organización los intereses  nacionales en el Atlántico Sur.


Una oportunidad histórica

La conmemoración de los 40 años de la recuperación transitoria de nuestros territorios, significan una oportunidad histórica para definir una auténtica política de Estado. La designación de Guillermo Carmona al frente de la Secretaría de Malvinas, Antártida e Islas del Atlántico Sur, significa un paso importante en esa dirección. No sólo por su trayectoria en la gestión pública y su disposición a dialogar con los más variados sectores –lo que concretó en poco tiempo de gestión de manera ostensible-, sino porque sus declaraciones públicas sobre la necesidad de encarecer los costos de la ocupación colonial, son las más acertadas definiciones que algún funcionario pronunciara en estas cuatro décadas de postguerra. (8)

Descartado el uso de la fuerza –tanto por decisión política, como por la situación de desarme unilateral de nuestro país-, la única respuesta posible es fortalecer nuestro reclamo diplomático, con una homogénea y mayoritaria movilización popular y adecuadas medidas políticas desde el Estado Nacional para encarecer de todas las maneras posibles, los costos de la ocupación colonial. En primer lugar, afectando los ingresos británicos por el otorgamiento ilegal de licencias de pesca a terceros países, lo que demanda la estructuración de una auténtica política pesquera nacional y una perseverante política exterior para que los países suramericanos rechacen la pretensión británica de convertir sus puertos en bases logísticas de apoyo a la pesca ilegal.

La tarea de desmontar el enorme cerco construido por los británicos y sus aliados en el Atlántico Sur, plagado de trampas y amenazas jurídico-diplomáticas y político-culturales, debe ser tarea del esfuerzo colectivo, superador de toda grieta artificial y donde las argentinas y argentinos podamos hacer realidad la “Cultura del Encuentro”, la felicidad de nuestro Pueblo y la grandeza de la Nación.

Si somos capaces, ello constituirá el más auténtico homenaje a nuestros Héroes caídos en la defensa de nuestra Soberanía Nacional.

* Ex soldado combatiente en Malvinas. Secretario de Cultura de la Delegación General UPCN-Cancillería. Responsable del Observatorio Malvinas de la UNLa.

(1) https://www.congreso.gob.ar/constitucionDispTransitorias.php

(2) https://es.wikipedia.org/wiki/Desmalvinizaci%C3%B3n

(3)https://rephip.unr.edu.ar/bitstream/handle/2133/20845/CONFERENCIA%20GULLO%20DEL%20COLLAR%20VISIBLE%20BORBON%20AL%20COLLAR%20INVISIBLE%20INGLES.pdf?sequence=4

(4) https://www.oetec.org/nota.php?id=3977&area=1

(5)https://www.ambito.com/economia/ypf/el-gobierno-autorizo-la-exploracion-offshore-hidrocarburos-la-costa-bonaerense-n5344254

(6)https://capacitacion.inap.gob.ar/beca/diplomatura-islas-malvinas-atlantico-sur-antartida-una-politica-de-estado/

(7)http://www.unla.edu.ar/observatorios/observatorio-malvinas/publicaciones-observatorio-malvinas/primer-congreso-latinoamericano-malvinas-una-causa-de-la-patria-grande

(8)https://elgritodelsur.com.ar/2022/01/carmona-malvinas-causa-que-nos-une-lucha-contra-ultimos-vestigios-colonialismo.html

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