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 28/03/2022   617

La construcción de una política de Estado

Nuestro país cumplirá el 22 de febrero de 2022, 118 años de presencia ininterrumpida en la Antártida, en coincidencia con el inicio de actividades y presencia permanente gubernamental en la base Orcadas. A lo largo de todo este tiempo, e incluso desde algunas décadas antes, se han sucedido hechos trascendentes para la historia antártica argentina e internacional.

Sin pretender dar una descripción completa de estos hechos, no pueden dejar de mencionarse algunos de ellos para comprender los ejes que fueron guiando la política nacional antártica.

La fundación de nuestras bases antárticas, iniciando por base Orcadas en 1904, continuó con un fuerte impulso entre las décadas del 40, 50 y 60 concentrando gran parte de los esfuerzos de la actividad antártica argentina, en el marco de la premisa vigente de presencia y ocupación territorial. Esto estuvo acompañado del establecimiento de refugios, designación de topónimos, balizas, entre otras actividades.

La creación de instituciones que acompañaron y orientaron las actividades antárticas argentinas también resultó fundamental. Así, el Instituto Antártico Argentino, que en 2021 cumplió 70 años, es otro hecho fundamental de nuestra historia antártica, instituto pionero a nivel internacional, al ser el primero creado para dedicarse exclusivamente a la investigación antártica. Esto demuestra el rol que desde temprano tuvo la ciencia, que desde entonces, se constituyó en uno de los principales ejes de nuestra política nacional antártica. La creación de la Comisión Nacional del Antártico en 1939 y su sucesora la Dirección Nacional del Antártico, junto con las instituciones vinculadas al sostén logístico fueron dando forma a una estructura organizacional antártica específica.

Nuestro país formalizó sus reclamaciones territoriales sobre sectores de la península antártica en 1942, fijando en 1957 los límites definitivos del Sector Antártico Argentino, estableciendo que el mismo se extendería entre los 25° y 74° de longitud oeste y entre los 60° y 90° de latitud Sur. Actualmente, el Sector Antártico Argentino forma parte del territorio de la Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, tal como lo establece la Ley de Provincialización N° 23.775 y está sujeto al régimen del Tratado Antártico desde su firma, con participación de nuestro país, en 1959.

Dicho Tratado, tiene gran parte de su origen en los hechos sucedidos durante el año Geofísico Internacional desarrollado entre los años 1957 y 1958. Este evento que implicó un enorme esfuerzo de investigación en la Antártida entre numerosos países, entre los que se encontraban la Argentina y otros países con reclamos territoriales, concluyó evidenciando pujas entre las principales potencias mundiales en torno a la presencia y gobernanza en la Antártida, que podían arrojar al continente a ingresar dentro del conflicto de la Guerra Fría. Esta situación terminó derivando en la firma de un acuerdo sin parangón en la historia, el Tratado Antártico, en el cual doce países acordaron el manejo conjunto de un continente completo, el más austral, indómito y extremo del planeta, pero valioso desde el punto de vista geopolítico, ambiental, científico y económico: el continente antártico. Argentina integró este grupo de países e imprimió su sello en el articulado del acuerdo, siendo clave la participación de sus diplomáticos en la redacción del artículo IV, que resguarda los reclamamos territoriales hasta entonces hechos valer y en el artículo V, que prohibió las explosiones nucleares en el continente.

La firma en 1991 del Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente, también conocido como Protocolo de Madrid, que contó también con el acuerdo y trabajo de nuestro país, designó a la Antártida como reserva natural dedicada a la paz y a la ciencia.

A través de estos hechos destacados que contaron siempre con un rol activo y protagónico de nuestro país, podemos ver reflejados los ejes de una política de Estado que, si bien ha ido variando en el esfuerzo y ejes principales que fueron guiando las actividades antárticas a lo largo de las décadas, se ha sostenido bajo el objetivo principal de nuestra política nacional antártica, tal como lo indica el Decreto 2316/90 “Política Nacional Antártica”: “Afianzar nuestro derechos de soberanía en la región”. Si bien en un principio, y como se describía más arriba, esto se sostuvo poniendo los esfuerzos en la presencia y ocupación territorial, necesaria en un continente vasto, inexplorado y pretendido por otras naciones, fue la ciencia, la cooperación internacional, la protección ambiental y el fortalecimiento del Sistema del Tratado Antártico los ejes que con el tiempo fueron tomando protagonismo y constituyéndose en lo que hoy guía y sostiene nuestras tarea en el continente blanco.

Estos ejes, objetivos y prioridades se ven actualmente a cada año reflejados en la planificación de las tareas anuales, que en Antártida se traduce en la elaboración de Plan Anual Antártico, a cargo de la Dirección Nacional del Antártico, y en el trabajo vinculado a los foros multilaterales antárticos.

 

El año 2020 y el inicio de desafíos sin parangón

La segunda década del siglo XXI nos encontraba iniciando una nueva gestión, pero en el marco de una dinámica de trabajo establecida que, aunque intensa no exenta de desafíos o posibilidades de mejora, poseía una rutina bastante clara. Para la Dirección Nacional del Antártico y el Instituto Antártico Argentino transcurría en relación con el trabajo en varios ejes principales:

a)         La planificación y ejecución de las Campañas Antárticas

b)         El trabajo continuo del Instituto Antártico Argentino y la Dirección Nacional del Antártico

c)         La preparación y participación en reuniones internacionales del Sistema del Tratado Antártico.

d)        La ejecución de tareas de implementación y control ambiental, siendo la Dirección Nacional del Antártico la autoridad de aplicación del Protocolo de Madrid.

 

La irrupción de la pandemia por el virus SARS-COV 2 en marzo de 2020, pandemia cuya extensión en el tiempo hasta nuestros días nadie imaginó en un principio, ha tenido y aún tiene, consecuencias importantes para nuestras actividades en la Antártida que han afectado a cada uno de los ejes mencionados.

 

a)         La planificación y ejecución de las Campañas Antárticas

El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud declaraba la situación de pandemia. Ese día encontró al Rompehielos ARA Almirante Irizar, principal medio logístico antártico argentino, a sólo pocas horas de amarrar en el Puerto de Buenos Aires, en lo que constituyó el cierre de la Campaña Antártica de Verano 2019/2020. Así, la Campaña había podido transcurrir casi por completo, aún ajena a lo que vendría sólo unos días después.

Los proyectos científicos habían concluido sus tareas de verano, las dotaciones de invernada habían sido relevadas y las bases antárticas permanentes habían quedado completamente abastecidas con víveres, combustible y demás insumos para afrontar el año 2020.

Pero en Antártida aún se desarrollaba una actividad que generó preocupación: el turismo antártico. Ya durante el mes de febrero, la enfermedad había comenzado a causar preocupación. El nuevo virus comenzaba a dispersarse a nivel mundial y la posible llegada de turistas infectados a la Antártida disparó las primeras alarmas. Siendo que el turismo antártico suele mantenerse activo hasta el mes de abril en la zona de las islas Shetland del sur y la península antártica, y que usualmente los operadores incluyen alguna base antártica en su itinerario, la posibilidad de contagiar al personal de las bases y la posterior imposibilidad de evacuación en un momento del año en que ya no se contaba con medios logísticos propios en zona, originaron la toma de las primeras medidas vinculadas con la pandemia. Estas medidas se tomaron luego de reuniones entre expertos del Ministerio de Salud y las áreas competentes antárticas del Ministerio de Defensa y la Cancillería. El turismo, que se recibe a modo de cortesía cuando no afecta el normal desarrollo de las actividades científicas y logísticas de las base como forma de difundir nuestras actividades, no podría desembarcar en lo que restaba del verano. Y el objetivo se cumplió, todas las bases antárticas argentinas iniciaron sus invernadas libres de COVID

En lo que restó de ese verano, esta medida no debió ser aplicada por mucho tiempo, ya que en marzo de 2020 todo se desencadenó rápidamente una vez que la OMS declaró la pandemia, cancelándose el resto de los viajes turísticos por esa temporada.

Luego, el inicio de la cuarentena estricta en nuestro país y en gran parte del globo, cambió radicalmente las actividades en todo el mundo. Sin embargo, la Antártida fue, durante el periodo entre la Campaña Antártica de verano 2020 y 2021, el único lugar del planeta en donde las rutinas pudieron mantenerse. El aislamiento de las bases antárticas del resto del mundo mantuvo a sus habitantes seguros. La ciencia y las actividades de apoyo logístico de invierno continuaron. Incluso, tal como se destacó en diversos medios, la escuela de la base Esperanza, única base que alberga familias durante un año, fue la única que dictó clases presenciales durante el ciclo lectivo 2020.

Fue durante los meses siguientes a la finalización de la Campaña Antártica de verano 2019/2020 cuando comenzó el principal desafío: la planificación de la siguiente campaña, en el marco de una pandemia y una cuarentena estricta que comenzaba a extenderse.

En este contexto, la planificación debía replantearse, así como sus prioridades. Se sumaron las consideraciones propias vinculadas con la salud de personal como prioridad sosteniendo la premisa de no introducción del virus al continente antártico. Para ello, uno de los cambios más profundos introducidos fue la minimización de las actividades logísticas y científicas como forma de limitar las vías posibles de ingreso del virus.

Esta decisión, completamente necesaria a los fines de priorizar la salud del personal no estuvo sin embargo exenta de causar consecuencias para el cumplimiento de los objetivos que cada año se plantean para las actividades antárticas. Se inició así un proceso de planificación que incluyó fuertes restricciones, priorizando particularmente aquellas actividades indispensables para mantener operativas las bases antárticas.

La actividad que sufrió la mayor reducción fue la científica, eje principal de nuestra política antártica. A través de la ciencia, nuestro país no sólo contribuye a incrementar el conocimiento que tenemos del ambiente antártico, sino que es clave para nuestra posición  en el contexto internacional antártico. Así, nuestra ciencia nos permite influir en la toma de decisiones que se realiza en los distintos foros del Tratado Antártico, como el Comité de Protección Ambiental y la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos. En estos foros, se debaten y se deciden las medidas, muchas de ellas vinculantes, que luego regulan el accionar de los países en la Antártida. Medidas para la mitigación de los efectos del cambio climático en la Antártida o la determinación de los límites de captura de especies pesqueras clave, se deciden utilizando evidencia científica basada en la mejor ciencia disponible. Argentina es uno de los países que realiza grandes aportes en este sentido, gracias a sus sólidos proyectos de investigación en diversas ramas de la ciencia y a sus proyectos de monitoreo de larga data. En definitiva, el rol protagónico de nuestro país en cuanto a desarrollo científico contribuye de manera directa a nuestro principal objetivo Antártico centrado en afianzar nuestros derechos de soberanía en la región, mediante el desarrollo de la ciencia, el fortalecimiento del Sistema del Tratado Antártico y la protección ambiental principalmente.

Es por esta razón, que resultó fundamental, las consecuencias para el desarrollo de la ciencia durante la pandemia, si bien inevitables, se minimizaran en la mayor medida posible. Así, el personal científico y técnico de invernada no se redujo y se recambió junto con las dotaciones logísticas, de modo de continuar las mediciones que se desarrollan en las bases permanentes. Proyectos vinculados a ozono sondeo, geodesia y sismicidad, estudios de alta atmósfera y seguimiento de parámetros biológicos tuvieron continuidad durante el año, pero el resto de las actividades científicas tuvieron grandes recortes. La denominada precampaña Antártica, que implica el desplazamiento de los primeros científicos del año, generalmente vinculados con la biología, durante los meses de septiembre, octubre y noviembre, fue cancelada. Por su parte, la actividad científica de verano se redujo a su mínima expresión, siendo que sólo alrededor del 10% del personal científico previsto inicialmente se trasladó al continente Antártico.

La decisión de qué ciencia priorizar se basó en diferentes criterios y necesidades:

-           Necesidad de no discontinuar proyectos de monitoreo a largo plazo, que permiten a la Argentina mantener un lugar de relevancia en la toma de decisiones en los foros internacionales.

-           Necesidad de cumplir con compromisos internacionales en proyectos de investigación conjuntos.

-           Necesidad de cumplir plazos vinculados con becas de investigación y compromisos institucionales.

Estos ejes orientaron la selección de los proyectos y personal científico y técnico que se desempeñó ese verano.

Párrafo aparte merecen las actividades científicas desarrolladas en la base Carlini, en el verano 2020/2021. Fueron los mismos científicos del Instituto Antártico Argentino, que, con un cupo reducido de no más de doce investigadores y técnicos, decidió crear el denominado “Grupo Multidisciplinario Carlini”, rompiendo con el tradicional esquema de Grupos de Trabajo divididos por proyectos específicos en temáticas especializadas. De esta manera, el Grupo Multidisciplinario se comprometió a trabajar conjuntamente y a apoyarse mutuamente para realizar la mayor cantidad de muestreos, mediciones y experimentos como fuera posible, aún para aquellos proyectos que no hubiesen podido designar investigadores para trasladarse al terreno. Esta decisión permitió minimizar el impacto de la reducción en el despliegue científico y sólo fue posible gracias al enorme compromiso, solidaridad y trabajo profesional de los integrantes de ese Grupo, demostrando la calidad no sólo profesional sino humana del personal del Instituto Antártico Argentino. Debemos destacar y valorar este hecho, aunque sin dejar de reconocer que implicó un enorme esfuerzo y que sólo una situación tan delicada como la de pandemia en un mundo que aún no contaba con vacunas lo ameritó, no debiendo tomarse como un antecedente a repetir, sino como una excepción de emergencia.

También se sumaron medidas como la no apertura de las bases de verano, las cuales poseen menor capacidad para la atención médica y el no despliegue de los campamentos científicos que no cuentan con posibilidad de atención médica.

Esta situación se repitió en la mayoría de los países que desarrollan actividades en la Antártida. Incluso, algunos Programas Nacionales Antárticos optaron directamente por cancelar sus actividades durante el verano 2020/2021. Tal fue el impacto, que tanto el Comité Científico de Investigaciones Antárticas (SCAR), como diferentes autores de diversas partes del mundo, analizaron las consecuencias que la pandemia traía y traería en la ciencia antártica.

La llegada de las vacunas y un escenario de baja de casos permitió planificar para 2021/2022 una Campaña Antártica, con regreso pleno de personal, tanto científico como logístico. Sin embargo, la permanencia de la pandemia requirió que se mantuvieran los protocolos sanitarios implementados en la campaña anterior, sumados al requisito de contar con el esquema de vacunación completo para todo el personal con destino a Antártida.  Así, pudo cumplirse sin inconvenientes la denominada Pre Campaña Antártica, entre los meses de septiembre y noviembre. Sin embargo, la Campaña Antártica de Verano, coincidente con el alto crecimiento de casos por la variante Ómicron, se encuentra, a fin de diciembre de 2021, generando inconvenientes debido a la detección de casos positivos en el ingreso a las cuarentenas, haciendo vislumbrar que será una campaña delicada, donde los cuidados deberán extremarse.

Y a futuro ya queda claro que, si la pandemia perdura durante todo el año 2022, deberemos tomar nota de las lecciones aprendidas y de la experiencia de estas dos Campañas Antárticas e instrumentar, en conjunto con el Ministerio de Defensa a cargo de la logística Antártica, la mejor manera de cumplir con nuestros objetivos en la Antártida, preservando la salud del personal.

 

b)         El trabajo continuo del Instituto Antártico Argentino y la Dirección Nacional del Antártico

Sin dudas, la cuarentena estricta y la prolongada no presencialidad en los diferentes ámbitos de la Administración Pública Nacional tuvo consecuencias. Así, para la continuidad de distintas tareas se debieron implementar diferentes estrategias para poder llevar adelante el trabajo de la mejor manera posible. Teletrabajo, correo electrónico, utilización de “nubes” y  reuniones por video llamadas fueron algunas de las formar que se generalizaron en múltiples ámbitos laborales.

Sin embargo, para algunas actividades, la presencialidad no tiene reemplazo. Una de ellas es el trabajo científico en laboratorios. Así, el mantenimiento y/o procesamiento de muestras de las campañas antárticas y el seguimiento de determinadas pruebas de laboratorio requirieron de la designación de personal científico clave del IAA como esencial, de modo que pudiera concurrir periódicamente a los laboratorios del IAA. De no haberlo hecho, las consecuencias para determinados proyectos científicos habrían sido aún más considerables que las que inevitablemente causaron la pandemia. Se destaca aquí nuevamente el compromiso del personal científico y técnico que con su esfuerzo mantuvo las actividades presenciales indispensables para evitar mayor pérdida de información científica. 

Otro desafío lo constituyeron las actividades de capacitación. Cursos obligatorios, previos a la partida hacia el continente Antártico, como el curso de “Política Antártica” y “Pautas de Protección Ambiental en la Antártida” cambiaron su formato presencial por uno virtual. Esto, como en todo ámbito de capacitación y educación tuvo sus pro y sus contra. En todo caso, garantizar la capacitación del personal en temas sensibles a nuestra política antártica  resulta fundamental a los fines de que el personal comprenda el rol de su trabajo en el marco de nuestros objetivos nacionales y pueda trabajar en consecuencia, y los desafíos de la pandemia no deben llevarnos a perder calidad y exigencia en las capacitaciones.

 

c)         La preparación y participación en reuniones internacionales del Sistema del Tratado Antártico.

Una de las grandes consecuencias a nivel internacional que trajo la pandemia para la actividad antártica es la pérdida de presencialidad en las distintas reuniones del Sistema del Tratado Antártico.

La primera de las reuniones que sufrió consecuencias fue la Reunión Consultiva del Tratado Antártico (RCTA) y Comité de Protección Ambiental (CPA) de 2020, la cual se encontraba prevista para mayo de 2020 en Helsinki, Finlandia. En esta reunión los miembros del Tratado Antártico deciden cada año las nuevas Medidas, Resoluciones y Decisiones que se suman al cuerpo normativo antártico. Su organización implica por un lado, varios años de preparación para el país sede. Por su parte, implica para todos, una preparación y trabajo prácticamente constantes, mediante la participación en los foros de discusiones intersesionales y mediante la elaboración de los Documentos de Trabajo y Documentos Informativos que presentarán ese año. De acuerdo con las normas de procedimientos vigentes, los documentos de trabajo se deben remitir 45 y 30 días antes del inicio de la reunión, respectivamente.

Quedaba claro en marzo de 2020, en el momento en que los países se encontraban en el final del proceso de elaboración y remisión de documentos, que no había certezas sobre la posibilidad de que delegados de más de 50 países pudieran reunirse de manera presencial en Helsinki. Finalmente, luego de unas semanas de deliberaciones, la reunión fue cancelada. Algunos debates intersesionales se continuaron durante el siguiente año y otros documentos fueron compartidos de manera virtual a través de la página web de la Secretaría del Tratado Antártico (ats.aq). Pero, a pesar de estos esfuerzos, la falta de avance en temas sensibles como la gestión de las consecuencias del cambio climático, o la generación de medidas que generen sinergias con las medidas de conservación que toma el otro gran foro de decisión en la Antártida, la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA), no tuvieron avances.

En 2021, la RCTA/CPA estaba prevista con París, Francia. Nuevamente, la pandemia obligaría a la cancelación de la reunión de manera presencial, pero esta vez, la opción de cancelación total no era viable. Había debate que mantener y decisiones que tomar. Así, Francia, con el apoyo de la Secretaría del Tratado Antártico y luego de largos debates virtuales entre los Jefes de todas las Delegaciones, decidieron migrar, por primera vez en la historia, hacia una reunión virtual. Para ello, las partes acordaron Directrices ad hoc para establecer las reglas de procedimiento que permitieran organizar el trabajo virtual. La reunión se realizó entonces de manera virtual y, si realizamos una evaluación de sus resultados, podemos decir que el balance fue positivo. Muchos de los debates pudieron realizarse y se arribó a consensos en la mayoría de los temas. En cuanto a nuestro país, las propuestas de Argentina, largamente trabajadas los meses previos, fueron todas aceptadas. Fue en los temas sensibles como cambio climático, en donde el mecanismo virtual demostró sus puntos débiles. Los debates sensibles suelen tener en las reuniones presenciales debates bilaterales o multilaterales que se dan en los márgenes de las sesiones presenciales. Esto permite arribar a las sesiones plenarias ya con posiciones aceptables para las Partes, en aquellos temas en donde en principio no hay acuerdo. La falta de esa dinámica intensa es una de las fallas del sistema virtual. Por otro lado, la ventaja de la virtualidad fue sin dudas la posibilidad de contar con delegaciones mucho más nutridas. En el caso de nuestro país, la Delegación fue la mayor con la que contó nuestro país en su historia, habiéndose podido incorporar numeroso científicos del IAA que realizaron sus aportes específicos durante el desarrollo de las sesiones.

Una situación similar se dio con respecto a las Reuniones de la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA). En este caso, ya en 2020 se acordó la realización de una sesión virtual, siendo que la pandemia llevaba ya varios meses y las herramientas virtuales ya se habían vuelto moneda corriente en todos los ámbitos. Los beneficios y las desventajas se repitieron en relación con lo que sucedió en la RCTA/CPA. Avances en determinados temas, bloqueo en otros y, como ventaja, una mayor participación de los Delegados.

Por último, se destaca que en 2020 Argentina fue el país organizador de la Reunión de Administradores de Programas Antárticos Latinoamericanos (RAPAL) y lo hizo de manera virtual, por primera vez en sus 31 años de historia. La decisión de sugerir la no cancelación y el pasaje a formato virtual se tomó precisamente teniendo en cuenta que para nuestro país, la cooperación latinoamericana es una parte importante de nuestra política exterior antártica. Esto, sumado a que Argentina fue el país impulsor de la RAPAL, llevó a proponer esta reunión virtual que tuvo como foco y objetivo principal, poder brindar a los Administradores de los Programas Nacionales Latinoamericanos (APAL) un espacio para el intercambio de información con respecto a cómo encararía cada uno sus Campañas Antárticas en un contexto de inédito de pandemia y generar lazos de cooperación y coordinación en lo que sería una de las temporadas más difíciles. El objetivo se logró y sentó las bases para que en 2021, Uruguay alojara virtualmente la reunión RAPAL de 2021.

Es muy posible que de ahora en más las reuniones de los distintos foros antárticos migren hacia un formato mixto, que permita a las Partes el intercambio presencial, irremplazable en algunos casos, con el seguimiento de las sesiones por parte de una cantidad mayor de asesores, enriqueciendo las reuniones y generando mayor equidad entre las delegaciones.

 

d)        La implementación de las normas ambientales y su seguimiento y control

La protección del medio ambiente antártico es, desde la firma del Protocolo de Madrid, uno de los tres ejes del Tratado Antártico, junto con la paz y la cooperación internacional.

Firmado en 1991 y en vigencia desde 1998, tiene a la Dirección Nacional del Antártico como Autoridad de Aplicación a nivel nacional. Esto implica que la DNA tiene como función y bajo su responsabilidad, entre otras, el control del cumplimiento de las normas ambientales emanadas del Protocolo en nuestro país. La pandemia no afectó la etapa de planificación ambiental, en la que se realiza la evaluación de impacto ambiental de las actividades previstas para la campaña siguiente, se extienden permisos y autorizaciones y se capacita al personal. Sin embargo, las limitaciones para el traslado de personal en la Campaña 2020/2021 obligaron a poner una pausa en los controles en el terreno que realiza el personal de la DNA. Esta situación se está revirtiendo en la Campaña 2021/2022, sobre todo por el inicio de las tareas de relevamiento de información ambiental de base que se espera permita, en los próximos dos años elaborar y elevar al Comité de Protección Ambiental del Tratado Antártico, la Evaluación de Impacto Ambiental Global para el proyecto de ampliación de las capacidades de la base antártica Petrel.

 

En síntesis

Nuestro país ha realizado grandes esfuerzos durante los dos últimos años para mantener las actividades esenciales que nos permitieran continuar cumpliendo con nuestros objetivos nacionales antárticos. Las restricciones, por ejemplo, en el despliegue de personal científico, consecuencia de las grandes restricciones impuestas en la Campaña 2020/2021, serán evidentes por varios años. Asimismo, las consecuencias de las dificultades para alcanzar consensos en temas sensibles en los foros del Sistema del Tratado Antártico, se verán traducidas en la demora de la toma de decisiones. Esto, en lo que respecta, por ejemplo, a la conservación de recursos, podrían redundar en impactos ambientales, siendo esto contrario a nuestra política de conservación de recursos de un ambiente que priorizamos para la ciencia, como laboratorio natural dedicado a la paz y la ciencia.

El año 2022 se vislumbra como incierto en cuanto al fin de la pandemia, pero los dos años de pandemia nos deben servir para aprender la experiencia y repensar nuestras actividades de manera de adelantarnos a los desafíos y prever alternativas que permitan continuar con las actividades que coadyuvan al cumplir con nuestros objetivos en el marco de nuestra política nacional antártica. Debemos ver así  a todas las actividades vinculadas al quehacer antártico, desde de planificación, el trabajo de campo en Antártida y trabajo en el ámbito multilateral, como un todo que debe funcionar de manera conjunta y coordinada, en pos de nuestro objetivo común.

 

* Directora Nacional del Antártico

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