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 27/12/2021   405

Desde 2004, desde el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación (MDSN) se implementa el Programa Centros Integradores Comunitarios, que implica el desarrollo de una política pública socio sanitaria en todo el territorio nacional. En ese marco se articulan acciones en lo referido al desarrollo local, la promoción de la participación comunitaria, la atención de problemáticas sociales de diversa índole, así como también, la implementación de acciones de salud bajo la estrategia de Atención Primaria de la Salud.

En el marco de la gestión social del Programa, se ponen en funcionamiento las llamadas “Mesas de Gestión Local” (MGL), que funcionan como órgano de toma de decisiones, organización y participación comunitaria en el ámbito de influencia de los Centros Integradores Comunitarios (CIC), manteniendo una interlocución con áreas de gobierno municipal, provincial y nacional, incidiendo en la implementación y territorialización de Políticas Públicas tanto del MDSN como otros organismos nacionales, debido a ello será de especial relevancia el análisis de los procesos de organización y participación comunitaria que se dan en ese contexto. Como política pública que apunta a la integralidad en el abordaje de las problemáticas sociales, los CIC poseen una notoria presencia territorial con 812 edificios construidos y en funcionamiento en todo el país (Comité Nacional Most- UNESCO, 2015:139)[1]

Los CIC son dispositivos territoriales que buscan reconstruir los lazos sociales frente a un escenario de crisis político institucional producto de la aplicación de políticas de corte neoliberal que desembocan en una catástrofe económica y social en 2001, dejando una tasa de desocupación de 21,5 % en 2002 (MDSN, 2011a: 264), con indicadores de pobreza 46 %, de los cuales 19 % se encontraban en situación de indigencia (Comité Nacional Most- UNESCO, 2015:204) y desde lo simbólico, una creciente caída en la representatividad y la credibilidad de las instituciones que históricamente habían encauzado de algún modo las inquietudes y las demandas sociales como los partidos políticos y los sindicatos. En ese marco se conciben los CIC y las MGL como mecanismos de intermediación entre el Estado y la sociedad, con el fin de revalorizar la participación popular, impulsar el desarrollo local y brindar asistencia a los sectores de la población más vulnerados.

En el presente artículo se analizan los procesos de participación social y organización comunitaria en torno a los CIC. Para ello, se han tomado como referencia dos experiencias como muestra de dichos procesos: CIC La Matera y CIC Pueblo Nuevo. El  primero, se encuentra ubicado en la localidad de San Francisco Solano, Partido de Quilmes del conurbano bonaerense y el segundo, en la localidad de Colonia Delicia, Provincia de Misiones. Con el objetivo de identificar las semejanzas y las diferencias en  ambos procesos, teniendo en cuenta que CIC La Matera se encuentra ubicado en una zona urbana, con existencia previa del programa en otras localidades del partido y, en el caso de Pueblo Nuevo, se trata de una zona rural sin experiencias previas de estas características. Se abordarán los emergentes surgidos de las personas entrevistadas que participaron desde el momento inicial de la implementación del programa en las localidades, intentando dar cuenta de las representaciones sociales[2] de los actores sociales involucrados.

 

Contextualización de los casos: Barrio La Matera y Barrio              Pueblo Nuevo

El CIC La Matera se encuentra ubicado en el barrio del mismo nombre, de la localidad de San Francisco Solano, en el Partido de Quilmes, cercano al límite con el Partido de Florencio Varela, en el sur del Conurbano Bonaerense. Emplazado entre los arroyos Las Piedras y San Francisco, en la zona denominada Cañada de Gaete.

Esta barriada tiene sus inicios a partir de un proceso de ocupación propio de los años noventa debido a la alta demanda de tierras existente en la zona. En cuanto a la población, asciende a más de 2800 familias. Según el Código Urbano, el predio pertenece a la Zona Residencial 8 y el uso está destinado a barrios de interés social. En términos urbanísticos, el barrio presenta graves problemas hidráulicos debido a la falta de concreción de un proyecto de este tipo. Asimismo, presenta dificultades en la conectividad entre los vecinos debido a la falta de puentes vehiculares y la precariedad de los puentes peatonales.

El barrio se crea en junio de 2000 a partir de la ocupación de tierras por unas 2300 familias. La historia se inicia cuando a fines de los 90 se decide instituir el Programa Asentamientos Planificados a partir de la figura de fideicomiso. Debido a las tierras eran bajas e inundables, desde la antes Dirección Provincial de Hidráulica se propuso realizar un relleno perimetral para evacuar los excedentes de agua, pero el proyecto nunca se llegó a concretar tal como fue planificado. Con unas pocas viviendas sin terminar y sólo  algunas plateas de fundación ejecutadas se ocupa la totalidad del predio.

Por su parte, el CIC Pueblo Nuevo se ubica en el barrio del mismo nombre, de la localidad de Colonia Delicia, perteneciente al Departamento de El Dorado, al Norte de la Provincia de Misiones. El pueblo de Colonia Delicia (o María Magdalena) es un desprendimiento de un núcleo poblacional originario llamado Puerto Mado. La vida de la localidad se encuentra fuertemente vinculada con el nacimiento y desarrollo de una empresa maderera que se instala en 1930, llamada Madereras Argentinas Delicia Obrajes.

La localidad cuenta con una población que en un 60% es rural y el resto se ubica en el núcleo urbano, contando con 29 barrios y parajes. Otra característica a destacar es que se encuentran asentadas dos comunidades originarias Mbya Guaraní, una de ellas se llama "Ysyry", que cuenta con alrededor de 102 habitantes, y la segunda de reciente asentamiento, denominada “Aguaray Miní” con cuatro familias registradas.

Pueblo Nuevo es la segunda concentración más urbana de la localidad, cuenta con alrededor de 208 familias, se encuentra del otro lado de la Ruta Nacional 12; sin embargo, la atención sanitaria y social que se realiza en el CIC se extiende a los parajes ubicados en zonas rurales. Se trata de un barrio conformado principalmente por familias relocalizadas.



Respecto de la participación comunitaria

En los casos analizados, las características locales propias marcan una diferencia fundamental sobre cómo es concebido el Programa CIC. En el caso de La Matera, surgirá en respuesta a la organización comunitaria y política previa, propia de la dinámica territorial y organizativa de los referentes en el Conurbano Bonaerense, y en el     segundo caso, Pueblo Nuevo se asocia a la “bajada” del Estado en términos de presencia activa en pueblos históricamente relegados, donde a la vez, la implementación  del programa se encuentra investida de un acto político institucional donde las autoridades municipales vienen a Buenos Aires (al MDSN) a formar parte de la firma de un Convenio de Adhesión con autoridades nacionales, donde a la vez, el CIC será parte de una paquete de acciones a desarrollarse desde Nación.

La diferencia en ambos casos se plantea desde la experiencia organizativa previa de la comunidad, es decir, la existencia o no de mecanismos de gestión que se ponen en juego, en el primero, la organización comunitaria- política será preponderante y en el otro, la vehiculización del proyecto es impulsada desde la centralidad del Estado Nacional. En el caso quilmeño, desde las tomas iniciales de los terrenos (año 2000) se realiza a partir de una acción organizada, planificando dónde se ubicarían las familias y qué espacios serían destinados para uso comunitario.

“(...) me acuerdo de gente que vino de todos lados, de Iapi, de Solano, tenían una organización, lo tomaron hacía una semana, tenían los planos. Los compañeros que organizaron el asentamiento tenían las manzanas divididas, la cancha, la plaza, la escuela, y la sala. O sea que ellos ya lo tenían planificado desde que tomaron los terrenos. Y siempre fueron los mismos compañeros que encabezan las luchas para conquistar un derecho  que ellos creían” (Entrevista Autoridad Municipal Atención Primaria- Partido de Quilmes).

Ambas localidades muestran indicadores desfavorables respecto del NBI, mortalidad infantil y tuberculosis. En el caso del Partido de Quilmes, se trata de una acción conjunta entre el ejecutivo local y las autoridades del MDSN, principalmente por la presencia de casos de     familias en situación de vulnerabilidad social.

Si bien ambas localidades analizadas se enmarcan en el Plan AHÍ, eso no supone la construcción obligatoria de un CIC. En el caso de Quilmes como producto del proceso de gestión conjunta entre el MDSN y el Municipio se construyen tres CIC más en la localidad: CIC La Ribera (La Ribera), CIC 2 de Abril (Ezpeleta) y CIC de La Matera (San Francisco Solano) que se suman a los realizados en años anteriores: CIC IAPI (Bernal Oeste), CIC La Paz (San Francisco Solano), CIC Santo Domingo (Bernal Oeste)[3]. Esto dependerá de dos factores adicionales clave: la existencia de terrenos municipales disponibles y la movilización política e institucional presente en los barrios.

Lo que tendrán en común, desde lo simbólico, tiene que ver con pensar la intervención social con eje en el estrechamiento de lazos sociales, la resignificación de espacios barriales con carga histórica de abandono por parte del Estado. En ese aspecto se trata de dos barrios que son escenario de conflictos sociales, con carencia de servicios básicos de infraestructura y ausencia de acompañamiento social a las necesidades particulares de las comunidades. Una problemática central a cubrir será la integración social ya que ambas experiencias enfrentarán la construcción de una identidad barrial, colectiva a partir de la instalación de los nuevos pobladores provenientes de relocalizaciones (Pueblo Nuevo) o de barrios vecinos (La Matera).

Respecto de la percepción inicial sobre las funciones que vendría a cubrir el CIC, nuevamente se observan diferencias, que se estima hacen al recorrido institucional que cada comunidad tiene respecto del desarrollo de las Políticas Sociales y la vida de las instituciones existentes. Es así como en el primer caso, el CIC es rápidamente asociado a la institucionalidad pública, vale decir, una conquista de la organización popular tal como había sido el proyecto de la escuela del barrio, la sala de salud, y otras mejoras que se fueron logrando, a la vez que recoge la experiencia previa de otros CIC existentes en el Partido; mientras que en el segundo, se visualizaba como institucionalidad privada que podría generar fuentes de empleo, cuestión que desde el ejecutivo local y los representantes del MDSN trabajaron para revertir en las reuniones y las campañas de difusión realizadas inicialmente.

 

“Sabíamos que se iba a construir un centro comunitario, sin más detalles. Sabíamos que era para trabajar con las organizaciones, con las instituciones que trabajaban en el barrio y nos empezamos a juntar, a hacer reuniones. Primero en la salita mientras se construía el CIC (...) Como el CIC es integrador, también los vecinos vienen no sólo por temas de salud, tratamos de solucionar todos los problemas como luminarias,  una calle, hacer un cruce de calles, darle respuesta al vecino a través del CIC” (Entrevista Participante MGL- CIC La Matera, Quilmes).

 

“Nosotros no sabíamos por ahí el sentido o el significado del CIC, después de ahí vimos que era un Centro Integrador, que por ahí la gente entendió al inicio que era como que iba a funcionar como una empresa, como una fuente laboral para varias personas. Se entendió de esa manera, de a poquito, después de los siguientes encuentros (...) fuimos viendo que en el CIC no era donde se generaba trabajo, si se generaba trabajo se tenía que trabajar así en forma solidaria, sin cobrar nada. Prestando el conocimiento que uno tiene en distintas áreas, alguien que tiene un conocimiento como una manualidad puede ejercer una clase de eso (...) Hay que prestar el conocimiento que uno tiene al bien de la comunidad. Esa era una de las formas en que se entendió, una salida laboral de apuro para los que necesitaban trabajar” (Entrevista Coordinador MGL CIC Colonia Delicia- Misiones).

Con el desarrollo del programa, las expresiones de los actores sociales tendieron a analizar el aporte que los CIC y en especial de las MGL en lo referido a la territorialización de las Políticas Públicas y en los procesos de organización y participación popular. Resaltando su rol como espacio de referencia y de construcción identitaria barrial, donde los conflictos pueden dirimirse o al menos problematizarse teniendo en cuenta las distintas pertenencias políticas e ideológicas.

 

En este punto, se recupera la noción de institución planteada por Acuña (2013:49) para pensar la importancia que éstas tienen para la compresión de la dinámica social, cumplirán un papel sumamente relevante en lo que hace a la “administración del conflicto”, en la medida que distribuyen poder y recursos; regulan el accionar de los sujetos y, a la vez, son producto del mismo, o de dicho accionar. Entendiendo a los CIC como institución, se reconoce a las MGL, como dispositivo a partir del cual se administra el conflicto. Es así como, en la constitución de las Mesas convergen actores sociales con distintos intereses y distintas posiciones de influencia (municipalidad, vecinos y vecinas, referentes barriales e institucionales), pero la dinámica propia de los CIC reclama la construcción de consensos en pos del bien común; más aún, teniendo en cuenta que muchas veces quienes participan de las MGL lo hacen en representación de sus instituciones de origen, muchas veces los propios intereses sectoriales o particulares se deben dejar de lado y asumir lo que prioriza el colectivo.

El dispositivo MGL institucionaliza la participación comunitaria a partir de la cual se llevarán a cabo las acciones en el CIC. En ese contexto, no es sorprendente que muchos referentes sociales que antes desarrollaban su actividad de manera precaria en sus propias viviendas, sin acompañamiento del Estado se vuelquen a los CIC. En período neoliberal (1976-2002) se crea un abanico de organizaciones no gubernamentales (ONG) a partir de las cuales se terceriza la acción del Estado, con la implementación de  diversos programas sociales, ad hoc, producto de la intervención de los distintos organismos de financiamiento internacional. Las políticas sociales del período van a ser focalizadas social y territorialmente (Rofman, 2007), de carácter fragmentario y bajo el paradigma “proyectista” (Cardarelli y Rosenfeld, 2002). En el marco de la gestión kirchnerista (2003-2015), el rol del Estado será central en tanto promotor de las políticas sociales con eje en la participación social pero no desde una perspectiva de tercerización en su relación con las ONG, sino desde la cogestión con los actores de la sociedad civil.

Si durante el período neoliberal la participación de las ONG, en teoría, garantizaría la transparencia, eficacia y eficiencia ante la visión del Estado burocrático e ineficiente, bajo la nueva administración adquiere centralidad el Estado y se reconfigura su relación con la sociedad civil, reconceptualizando la participación como herramienta técnico política que permitiría la democratización de la gestión del Estado (Gradin, 2011).

 


El CIC funciona como espacio articulador, con presencia física a través del edificio e institucionalidad permanente a través de un modelo de gestión, logra instalarse en la escena política y social de los territorios. Ante la fragmentación de las organizaciones barriales y el aislamiento producto de la llamada “cultura de la delegación” (Asociación Civil “El culebrón Timbal”, 2002) propia del momento histórico de la crisis de 2001, desde el CIC se recupera el sentido lo comunitario, de lo colectivo y de lo público; donde las instituciones sociales y referentes políticos históricos son convocados a aportar desde su experiencia y su conocimiento barrial.

En la experiencia de La Matera, la MGL se va a nutrir del conocimiento de referentes barriales que han participado del proceso de toma de tierras que dio origen al barrio, junto a otros que se fueron sumando de nuevas generaciones de vecinos. Así es como, la  conformación de la MGL fue mutando, si en los inicios era conformada por militantes históricos de la zona, luego, el desarrollo del proceso daría lugar a la existencia de dos MGL funcionando en paralelo. Las nuevas incorporaciones se alejarían de la dinámica inicial, más politizada, con más raigambre territorial, pero con menos experiencia en el desarrollo de políticas públicas. Esta nueva conformación se asocia a un perfil más “social” propio de las instituciones y ONGs, que fue desarrollando experiencia y conocimiento en la ejecución de políticas públicas, en base al acompañamiento e injerencia del nivel central del MDSN y la mirada estratégica del Municipio. La MGL actual se abre paso, buscando alianzas estratégicas con los vecinos del barrio y construyendo la agenda del CIC con una impronta netamente barrial, que se propone abordar las problemáticas de los distintos grupos etarios que transitan el espacio: fundamentalmente mujeres, adultos mayores, niños y jóvenes.

En el caso de Pueblo Nuevo, la participación social se sustenta en las instituciones tradicionales de la localidad como la parroquia del pueblo, la policía, la Comisión Vecinal, a la que se suman, las cooperativas conformadas para la construcción del CIC, el agente sanitario, la enfermera y la responsable del Sindicato de Amas de Casa (SACRA). Los primeros encuentros de la MGL se realizaron durante la segunda parte de 2007, en el marco de la implementación del Plan Ahí y su principal objetivo fue realizar un primer diagnóstico participativo comunitario.

En el desarrollo de ambas MGL, con una formación de origen muy disímil y con actores sociales que tenían representaciones iniciales antagónicas sobre los CIC, el proceso de participación social y de organización comunitaria permitió que las acciones trascendieran los límites del edificio para transformar el hábitat social circundante. En La Matera, sucedió tal como lo indica una de las entrevistadas:

“Como el CIC es integrador también los vecinos vienen no sólo por temas de salud, tratamos de solucionar todos los problemas como luminarias, arreglar una calle, hacer un cruce de calles, darle respuesta al vecino a través del CIC” (Entrevista Participante MGL La Matera, Quilmes).

 

El barrio, tal como se mencionó al principio, carece de infraestructura básica, con accesos vehiculares y peatonales precarios, con calles de tierra y arroyos que funcionan como límites naturales. A lo que se suma la acumulación de residuos y déficit de alumbrado público. Debido a ello, desde la institucionalidad del CIC se abordan diferentes articulaciones con los organismos municipales para dar respuesta a dichas problemáticas, principalmente en lo referido al arreglo de calles y luminarias.

En Pueblo Nuevo, la MGL profundiza sus acciones más allá del edificio gestionando el empedrado del barrio y encarando la reparación de la capilla del pueblo. Según uno de los entrevistados:

“Esos proyectos (como la pavimentación) surgieron en la Mesa, ahí se habla de las necesidades, de qué hace falta en los barrios, en los lugares. Ahí se ve lo que se puede hacer. En el barrio donde está el CIC era todo camino entoscado, pero si tenemos el CIC, una escuela y una capilla, la necesidad era conseguir el empedrado. Junto con la Mesa y el Municipio se reactivaron las tres cooperativas que fueron las mismas  que hicieron la construcción del CIC y con esa gente también se va manteniendo el trabajo que se viene realizando dentro de la comunidad. Los trabajos quedan a cargo de las cooperativas, entonces se decide en tal barrio se necesita empedrado, en otros se necesita veredas que viene por el Argentina Trabaja que brinda todas esas posibilidades”.

Otra cosa que surge así, que no viene la ayuda de parte de nación y de provincia y se hace con recurso del municipio, una reparación de la capilla. Es una capilla que no fue construida hace mucho tiempo, súper grande, lujosa y tiene una fisura. Se hundió la base principal y se está rajando en la mitad de la capilla (...) ésa es una preocupación de la comunidad. La parroquia de por sí no va a poder reparar eso, y la diócesis no se compromete en eso, entonces, ¿quién se hace cargo? La comunidad. Por medio de la comisión de la Mesa, se tomó la decisión de buscar la forma de cómo repararla. Tenemos albañiles que son del barrio y de la comunidad, y la buena predisposición de hacer el arreglo si es que tienen los materiales. Cómo conseguimos los materiales, vamos a hacer eventos bailables, vamos a hacer un campeonato de fútbol, se hizo asado de pollo, para conseguir recaudar fondos. El representante    de la comisión se reunió con el Intendente, y él se comprometió a conseguir materiales como arena, piedra y con la plata recaudada vamos a comprar cemento, hierro. La mano de obra es un servicio que se  presta como colaboración. De esta manera hay cosas que se resuelven con la Mesa, por ahí cosas muy importantes como ésta. Es sencillo, pero es de importancia para nosotros. Por ahí sino había mesa de gestión, si no estaba esa conversación, sino había preocupación de eso, por ahí no se lograba” (Entrevista  Coordinador MGL, CIC Colonia Delicia- Misiones).

 

En ambos casos, la participación comunitaria en el marco de las MGL no sólo va a incidir en la agenda local para el tratamiento de una problemática barrial, sino por sobre todo, será desde la organización popular que se encuentran y se gestionan las soluciones. Es así como, desde La Matera se realizan las gestiones pertinentes para la mejora de los servicios públicos ante las áreas municipales; y desde la MGL de Pueblo Nuevo, se gestiona el empedrado del barrio ante el MDSN, empleándose las cooperativas de trabajo que construyeron el CIC. También, se inician las acciones necesarias para la reparación de la parroquia del barrio; allí la tarea será articular los distintos aportes: por un lado, la mano de obra solidaria de los vecinos y por otro, los materiales de parte de la Municipalidad, a lo que se suma la realización de una serie de eventos por parte de la MGL con el objetivo de recaudar fondos.

En este punto, es importante la pregunta acerca de los procesos de participación en torno a los CIC. Siguiendo a Magarola (2010), la participación adquiere dos modalidades: “participación como fin en mismo” o “como medio para”. En la primera, la participación tiene un valor como proceso en mismo, el eje está puesto en el ejercicio de la ciudadanía, en el fortalecimiento del rol de los sujetos en tanto actores anclados en su historia y en su comunidad. Mientras que, en la segunda, la participación se piensa con vistas a la concreción de un proyecto, en línea con el objetivo de conformar una base social que posibilite el cumplimiento, por ejemplo de una política pública. Tal como afirma el autor, las modalidades mencionadas suelen mezclarse, dándose formas de participación más amplias en algunos momentos y más acotadas en otros.

Puede decirse, que en ambos CIC se presentan ambas modalidades de participación. En los inicios de ambas MGL, las convocatorias eran amplias con la presencia de distintos referentes comunitarios, instituciones, vecinos y vecinas de ambas localidades. La expectativa en torno al espacio, en el caso de Pueblo Nuevo llevó a que participaran de los 24 barrios, cerca de 80 personas en cada reunión, la situación se repite en La Matera, con un similar número de participantes.

En La Matera, al año de dar inicio a las reuniones en el CIC (11 de septiembre de 2010) se propone la formación de comisiones de trabajo de distintas temáticas: Tierra y Viviendas; Desarrollo Social; Salud; Cultura y Educación; Derechos Humanos; Obras Públicas y Comunicación Web. Así es como, se gestionan distintas respuestas a problemáticas barriales. El proceso de participación se abre y se cierra permanentemente, ya que si bien se mantienen las reuniones generales donde se informa  el estado de situación y las acciones realizadas por cada comisión, sumándose nuevos actores; cada una de ellas sostiene su temática propia con un número más o menos estable de participantes, con objetivos específicos. El ejercicio de construcción ciudadana se visualiza en todo el proceso, desde el armado de una agenda pública netamente barrial, hasta la búsqueda de soluciones colectivas y la evaluación de las acciones realizadas. En Pueblo Nuevo, la necesidad de concretar proyectos específicos, también llevó a la conformación de una comisión de trabajo, puntualmente para la refacción de una capilla. Asimismo, la dinámica inicial donde participaban representantes y vecinos de los 24 barrios se fue perdiendo y solo asisten a las reuniones de los barrios cercanos al CIC.

 

La participación social tal como lo expresan Sirvent (1984) y Magarola (2010) no es un hecho natural, sino que como proceso social, está atravesado por múltiples condicionantes, que pueden funcionar como facilitadores u obstaculizadores, tales como, las experiencias previas, y los contextos micro y macro social. El contexto de las políticas públicas nacionales desde 2003, va a entender la participación social como eje central en la recuperación del vínculo Estado- sociedad, posibilitando la democratización de la gestión del Estado. Puede decirse que en ambas MGL, se presenta lo que Magarola menciona como “el aprendizaje para la participación”, en la medida en que se generan los mecanismos propicios para el debate, la reflexión y la formación en dicho sentido.

 

Entender la participación social como proceso complejo, requiere abandonar las categorías duales del “si”- “no”, “abierto”- “cerrado”; o en el caso de los CIC y las MGL, el par “municipalizado”- “no municipalizado” que en sí mismas no logran describir  en profundidad las características específicas de cada escenario donde se despliega dicha política pública, ni la configuración política de los actores sociales. En la medida en que se superan las falsas oposiciones podemos empezar a dar cuenta de procesos de construcción identitaria, de pertenencia y de territorio.

 

Territorio, territorialidad e identidades

Como resultado de la participación social y la organización popular en los CIC, se constituyen distintos procesos colectivos de importancia central para el desarrollo las comunidades y los barrios, puede decirse, que se construye territorio, territorialidad e identidades.



Pensar el territorio y la territorialidad como categorías conceptuales en las Ciencias Sociales, va más allá de lo puramente geográfico para adentrarse en el terreno de lo simbólico, lo cultural, lo político y lo histórico como espacio construido socialmente, que no necesariamente reconoce la delimitación de fronteras administrativas y políticas. En dicho sentido, se recupera lo expresado por Sosa Velásquez (2012:24) quien entiende que “el territorio es un espacio representado, apropiado y construido socialmente que involucra lo histórico, lo económico, lo cultural y también lo político”.

 

Sosa Velásquez (2012) sostiene que el territorio es una configuración espacial organizada no solamente a partir de la utilización y el manejo de sus recursos o elementos naturales, con objetivos de la administración y ejercicio de poder, sino que a la vez, se encuentra atravesado por las identidades culturales, los procesos históricos y las transformaciones que los sujetos sociales le imprimen a través de sus prácticas, creando sentido de pertenencia. Se entiende pues, que hay una relación de interdependencia entre los sujetos y su hábitat, en el sentido en que ambos se construyen y se transforman.

La noción de territorialidad, según Rodríguez Valbuena (2010) se define como una dimensión dependiente de territorio; son las relaciones y los vínculos que se construyen y son construidos por y en el territorio. Estas relaciones, dirá, están pensadas desde la pertenencia territorial y están supeditadas a procesos de identificación y de representación colectiva e individual que pueden reconocer, o no, las fronteras políticas o administrativas y no se limitan exclusivamente a la institucionalidad del Estado.

Al par territorio- territorialidad, se suma la dimensión del poder, circulando en las relaciones sociales y prácticas sociales cotidianas. En dicho sentido, podemos discriminar el poder del Estado (en el sentido weberiano) en su sentido coercitivo que se despliega en una espacialidad y la noción foucaultiana (Foucault, 1996), donde el poder es parte constitutiva del entramado social y se produce permanentemente desde los sujetos. Desde esta mirada, podemos decir que “el poder se concretiza produciendo territorio” (Haesbaert, 2013:25-26) y no será sólo producto de la acción organizada del Estado, sino que sucederá en la imbricación e intervención de los distintos actores sociales.

Los CIC se desarrollan en el tejido urbano y puede decirse que desde lo espacial modifican su entorno inmediato; la apropiación comunitaria de los espacios es decisiva, los pasillos, las veredas, los patios internos y externos serán lugar de reunión y circulación social, dando nacimiento a nuevas relaciones, nuevos proyectos, en suma, una nueva forma de habitar los barrios. Los edificios desde su emplazamiento estratégico vienen a recomponer el entramado social y urbano. Desde lo simbólico, la vinculación con lo público se transforma y se deja de visualizar cómo lo lejano, lo punitivo, para ser habitado desde lo cotidiano. Así crecen para los jóvenes y los niños, los proyectos de murga, los talleres de plástica, percusión y reciclado (La Matera) y los torneos de fútbol, de handball, la escuela de danzas folclóricas (Colonia Delicia).

Desde la dimensión urbana, la reapropiación de lo público, vía los CIC, trae consigo el desarrollo de distintos proyectos clave para la mejora de la habitabilidad de los barrios, y por qué no embellecimiento de los mismos. Entorno a los CIC florecen plazas comunitarias, playones deportivos que adquieren usos recreativos y culturales, se pavimentan las calles, se coloca cordón cuneta y se proyectan viviendas sociales (Colonia Delicia); se amplía el alumbrado público, se limpian las calles y se abre un cruce de calles (La Matera). En suma, se empieza a revalorizar lo público, como espacio    común, barrial y comunitario.

La dinámica de los CIC aporta en la constitución de las identidades y en los procesos de referenciación de los sujetos, en la medida en que crea canales de comunicación, capacitación y educación, superando las representaciones sociales que asocian a los barrios populares con un gueto. El CIC dirán crea pertenencia, permite crecer individual y colectivamente, se erige como recurso de educación, cultura, salud y organización comunitaria.

En el desarrollo de los CIC, tendrán injerencia decisiva los actores sociales en comunión  con el Estado, que por decirlo de algún modo, siembra el germen a través de la construcción edilicia e instala una concepción de cogestión estatal- comunitaria que va a  adquirir un cariz propio en cada pueblo, barrio o comunidad, dependiendo de su historia y su propia capacidad organizativa; aunque también, se visualizaron semejanzas en los dos procesos que se analizaron.

 

Democratización, la construcción de poder popular

La demanda social entorno a los CIC puede decirse que fue cambiando al compás de las transformaciones socioeconómicas del país, si al inicio el espacio se visualizó como una empresa que podría generar ingresos; luego, aparecerían en el devenir del desarrollo del proyecto las llamadas “demandas de segunda generación”, “demandas de tercera generación” y “demandas de intervención en la complejidad” (Gómez, 2013).

Según Gómez (2013), superadas las demandas iniciales que tienen que ver con la asistencia inmediata por parte del Estado y la provisión de bienes básicos: los clásicos colchón, chapa, garrafa, alimentos, etc.; “las demandas de segunda generación” se abren  paso, éstas tendrán que ver con el desarrollo de infraestructura y mejoramiento habitacional, redes de agua, pavimentación, tareas de saneamiento, etc. Estas últimas, muy visibles en el recorrido que se dio en ambos CIC, dado que se trata de barrios recientemente instalados con carencia de infraestructura urbana.

Resueltas estas problemáticas básicas, se cristalizan las demandas de tercera generación “son aspiraciones de tipo educativo, recreativo, comunicacional y de participación política” (Gómez, 2013:38). En los CIC, se pondrá en discusión la agenda barrial como se mencionó al principio y los referentes comunitarios históricos van a ir cambiando la perspectiva respecto al trabajo territorial inicial.

 

“Se puede hacer con eso (con las campañas de vacunación), que el referente comunitario político salga con la vacunadora, a ellos le da la oportunidad de seguir siendo referentes, ser útiles para la comunidad, cosas que por ahí antes no lo veían. Antes era pedir colchones, cortar la calle y pedir chapas, hoy la cosa pasa por otro lado” (Entrevista Autoridad Municipal Atención Primaria- Partido de Quilmes).

 

Los CIC se vuelven espacios estratégicos para dar lugar al nacimiento de proyectos educativos, culturales, comunicacionales y recreativos, con la recuperación de la política como herramienta de transformación social.   Se menciona a modo ilustrativo, el impacto del Programa Fines como oferta para la terminalidad de la educación primaria y secundaria. Fortaleció no sólo a la comunidad en general, sino incluso para los referentes barriales que tuvieron, a partir de la implementación del programa, la posibilidad de capacitarse y en muchos casos, continuar su camino de formación en carreras terciarias, universitarias o bien, en temáticas de interés social a través de diplomaturas o cursos.

 

La cobertura de las “demandas de tercera generación” tendrá que ver con la restitución de derechos, por tanto, expresan la realización personal y colectiva ampliando la agenda de discusión, siendo entonces, una buena noticia para los referentes comunitarios porque suponen la superación de las situaciones de pobreza (Gómez,2013). Las “demandas de intervención en la complejidad”, por su parte, son producto de padecimientos del orden de lo subjetivo que requieren de otros recursos materiales y simbólicos; tendrán que ver con el deterioro de los vínculos familiares, comunitarios y sociales, se trata de problemas de la pobreza que no se resuelven por la vía de la distribución de ingresos (Gómez, 2013).

Dentro de la tipología propuesta por Gómez (2013),   las “demandas de intervención en la complejidad” se dan en el momento en que, durante la gestión kirchnerista, se plantea el discurso de la “sintonía fina” como necesidad de aumentar los esfuerzos para abordar problemáticas que aún no se podían resolver y persistían más allá de la batería de medidas de protección social mediante transferencia de recursos y la generación de empleo, propios de los primeros años de gestión; se trata por ejemplo, de situaciones como la persistencia de consumo problemático de drogas, el aumento de casos de violencia de género, la falta o la inadecuada atención de las discapacidades, el maltrato infantil, entre otras. Los CIC como dispositivo de intervención territorial, respecto de este tipo de demandas, funcionaron principalmente para instalar en la agenda social estos temas y ser espacios de capacitación de los actores territoriales.

“Ya en los encuentros InterCIC, regionales y nacionales aparecía el rol que las mujeres fuimos tomando socialmente, y la necesidad de que en los CIC se instalarán ludotecas, espacios de primera infancia donde se pudiera ir trabajando la autonomía de las compañeras, su desarrollo personal y colectivo. Se empezó a trabajar en encuentros de Mesas de Gestión donde se armó con el Consejo Nacional de las Mujeres un protocolo de atención ante las situaciones de violencia de género. Las compañeras se capacitaban para contener y para saber orientar, se instalaba a la vez la línea 144” (Entrevista Trabajadora Social Equipo Nacional MDSN).

De allí en más, los CIC funcionaron como caja de resonancia para estas problemáticas sociales, organizándose acciones concretas tales como: talleres de formación y capacitaciones para el armado de protocolos para la atención de la violencia de género; la creación y fortalecimiento de espacios para la primera infancia en los CIC, a través de la articulación de acciones con la SENNAF; formación de promotores en discapacidad en conjunto con la Comisión Nacional de Discapacidad como organismo de referencia en el tema, entre otras.

Puede decirse que desde los CIC se toman las llamadas “demandas de intervención en la complejidad” pero de manera inicial, se empiezan a crear las redes institucionales y de actores territoriales y comunitarios necesarias para dar respuesta a la complejidad. El período de la llamada sintonía fina, se vio truncado con el cambio de gestión nacional, con el vaciamiento de los contenidos estratégicos nacionales, quedando a cargo de cada administración local la gestión social de los mismos. La gestión social entonces perderá la mirada federal, sin acompañamiento de los equipos nacionales, quedando librada a la interpretación, disponibilidad de recursos, etc. de los municipios.

A modo de cierre

En el presente artículo se analizaron los procesos de participación y organización popular en torno a dos CIC, haciendo hincapié en las diferencias y las semejanzas que se presentan, reconstruyendo las impresiones desde la perspectiva de los actores involucrados.

En ambos casos, las expresiones y las vivencias de los actores sociales se analizaron desde las nociones de territorio, territorialidad, identidad y poder, que se entiende, atraviesan todas las prácticas sociales que se desarrollan en los CIC como dispositivos territoriales estatales donde se implica a la comunidad. El involucramiento de la comunidad en lo que refiere a la definición de la agenda barrial/local será central para pensar los mecanismos de democratización que se producen, tanto para generar las demandas sociales, canalizarlas y gestionarlas. Puede decirse que hay un diálogo permanente y recíproco donde la comunidad define las necesidades sociales, las estrategias para su abordaje en conjunto con los distintos organismos estatales que se hacen presentes en los CIC a partir de programas y proyectos de distinta índole.

En suma, puede decirse que en los CIC se recupera la participación social como herramienta de sustentación política como lo es en las formas de sociedad nacional- popular planteada por Argumedo (1993). El Estado desde la perspectiva nacional popular adquiere un carácter intervencionista, pero a la vez, democratizador en tanto se basa en la participación popular. Según López (2018:7):

La forma de Estado en estos proyectos desborda lo político y toma el carácter de democratizador de los procesos económicos, de la educación, de la salud, la vivienda, el hábitat y la seguridad social, las comunicaciones, la información, la producción cultural y demás áreas de actividad. En estos procesos, la política deja de ser patrimonio exclusivo de las representaciones partidarias o los funcionarios públicos y pasa a ser actividad de las diversas organizaciones sociales. La presencia de la política en la sociedad civil es un componente necesario para el basamento de las diversas relaciones de fuerza que sostienen esta forma de Estado. Es así que los proyectos nacional populares se sustentan en el protagonismo y la participación popular y para ello deben redefinir la forma de Estado”.

Y después…

Luego del cambio de autoridades nacionales en diciembre de 2015, se dieron una serie de modificaciones en la forma de visualizar las Políticas Públicas en general y los CIC en particular, incluyéndose una serie de cambios sustanciales tanto en términos filosóficos y conceptuales como en la práctica territorial y  formas de intervención concretas.

 

La estructura orgánica de la anterior Dirección Nacional de Comunicación Estratégica se modificó por completo, pasando a ser una Unidad Ejecutora Especial Temporaria Unidad de Centros Integradores Comunitarios (UCIC)[4]. Se crea basándose en el Artículo 108 de la Ley 27.431/2018 que facultaba a la constitución de unidades ejecutoras temporarias para gestionar planes, programas y proyectos de carácter transitorio y excepcional, pudiendo tener una duración que no exceda los dos años. Aprobada la nueva orgánica, la UCIC tendrá como responsabilidades: 1. Terminar las obras iniciadas previamente y finalizar el proceso de su puesta en funcionamiento, 2. Acompañar los procesos comunitarios para la implementación territorial del Programa y 3. Realizar el seguimiento de los espacios de MGL y desarrollar acciones conjuntas con los distintos niveles de gobierno. Tendrá como fecha de disolución el 31 de diciembre de 2019, por Resolución Ministerial.

 

En lo concreto, durante los dos primeros años de la gestión macrista se realizaron Encuentros InterCIC a lo largo del país, cumpliendo un sentido netamente diagnóstico, ya que no se concretaron ninguna de las propuestas de las MGL (en su mayoría apuntaban a mejoramientos de las estructuras edilicias, ampliaciones, proyectos comunitarios, etc.). Puede decirse que en términos de acompañamiento técnico- territorial a los espacios participativos, fue escaso o nulo; dejándose en manos de las gestiones municipales no sólo lo que refiere al mantenimiento edilicio, sino también, la gestión social de los mismos. No existiendo una mirada estratégica nacional que integre, proponga contenidos y acompañe los procesos a nivel federal, quedó en manos de cada municipio y comunidad el sostenimiento de los espacios, la gestión de los recursos, perdiéndose toda referencialidad y coordinación nacional.

Con respecto a las problemáticas sociales abordadas, en los primeros años de la gestión macrista la demanda hizo un viraje hacia la atención alimentaria, cuestión que se creía superada en los años anteriores, se instalan nuevamente comedores, copas de leche y entrega de bolsones alimentarios en los CIC para asistir la demanda alimentaria y de acompañamiento a las familias.

 

El eje central durante todo el período, estará puesto en la finalización de las obras y el financiamiento de equipamientos pendientes; respecto del contenido social de los CIC, se pierde toda injerencia, dándose toda una serie de usos no admitidos para los edificios: instalación de destacamentos policiales, gendarmería, traslados de otras dependencias gubernamentales y/o refuncionalización de las obras para otros usos no sociales ni comunitarios. En relación a las cooperativas de trabajo, organizaciones que son constitutivas y base del programa, se  deja de darles prioridad para las terminaciones de obras, dejando librado a los municipios la decisión de construir afectando al personal municipal, o bien, subcontratando empresas constructoras que no poseen fines sociales.

 

Luego, con la actual gestión nacional asumida en diciembre de 2019 y en el contexto de la pandemia por COVID- 19, los CIC adquieren un rol central en territorio, en tanto son espacios de referencia barrial donde circula información segura respecto del virus, donde los equipos de salud y personal de los CIC, organizan campañas casa por casa para concientizar respecto de los cuidados personales y comunitarios, sostienen el funcionamiento de las áreas de salud estratégicamente con vacunación para la gripe y neumococo, como así también, son espacios para la contención de la demanda alimentaria (principalmente durante la declaración del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio), acompañando la distribución de alimentos secos y leche, la preparación de viandas para asistir a las familias. En términos generales, puede decirse, que respecto a las instancias de participación social vía MGL, se entiende que el escenario post pandemia resultará un gran desafío para las gestiones gubernamentales y para la comunidad en su conjunto.

 

 

Bibliografía

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·         Argumedo, A. (1993) Los silencios y las voces en América Latina. Notas sobre el pensamiento nacional y popular. Buenos Aires: Ediciones pensamiento nacional.

·         Asociación Civil “El culebrón Timbal”, Fundación Defensores del Chaco, Sociedad de Fomento de Video Alternativo y Escuela Julio Cortázar (2002). “Desde los barrios, hacia una Red Cultural y Solidaria en el Gran Bs. As.” Borrador para un documento de trabajo y capacitación. Bs. As.

·         Cardarelli, A. y Rosenfeld, M. (2002) “La gestión asociada: una utopía realista”, Presentado en el 1°Congreso Nacional de Políticas Sociales, UNQ, Quilmes.

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·         S. Moscovici. Psicología social. Vol. II. Buenos Aires: Editorial Paidós.

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·         Sosa Velásquez, M. (2012) ¿Cómo entender el territorio? Guatemala: Editorial Cara Parens.

 



1  Se toman como referencia la última publicación realizada por el MDSN en el marco del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, Presidencia de la Nación.

 

[2] Señala Jodelet (1986: 474), que “las representaciones sociales constituyen modalidades de pensamiento   práctico orientados a la comunicación, la comprensión y el dominio del entorno social, material e ideal”.

 

[3] Durante el período de la gestión macrista, se puso en funcionamiento el CIC Agustín Ramírez, ubicado en barrio La Odisea en Quilmes Oeste, cuya construcción se había iniciado antes del cambio de gestión nacional y municipal.

[4] Resolución del 13 de marzo de 2018 (RESOL-2018-209-APN-MDS).

 

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