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 21/12/2021   578

Revisar el pasado, no siempre tiene buena prensa, sobre todo en tiempos de inmediatez positiva, y excesos de pragmatismos vagos.

No es el caso de esta experiencia que compartimos con ustedes, con el fin de hacer algunas reflexiones que puedan llevarnos a generar propuestas con raíces concretas, con una mirada al futuro.

El Programa de Autoconstrucción y Ayuda Mutua, que llevamos a cabo en el MDSN desde  2003 al 2008, fue una línea programática social en la construcción del hábitat. Consideramos que esta iniciativa contenía en su dinámica de trabajo cuestiones muy innovadoras, como el trabajo interdisciplinario, la arquitectura, el trabajo social y la cultura del habitar propia de las diversas zonas del país, y sobre todo el protagonismo de las familias participantes.


Un poco de su contenido

Basado en el trabajo solidario de familias de bajos recursos (entre 5 y 20 familias), se puso en marcha esta línea programática, que superó las 1000 viviendas en poco más de 4 años de implementación.

Su aspecto interdisciplinario concretaba duplas de técnicos en proyectos, seguimientos y evaluaciones. El trabajo conjunto de arquitectos y trabajadores sociales, tanto a nivel central se reproducía en los grupos a cargo, en cada localidad.

Más allá de algunas resistencias los municipios comprendieron a través del desarrollo del programa en el lugar, que la incorporación a la obra del integrante social, complementaba y fortalecía el trabajo de forma sustancial. Los responsables sociales sumaban a la tarea de obra y capacitación en oficios, una mirada integral y profunda. Clarificando nuevos espacios de reflexión y puesta en común de problemáticas de la propia dinámica del trabajo asociativo. Y abrieron puertas al abordaje de situaciones críticas intrafamiliares.

Las familias eran consideradas motor y sustento del proyecto colectivo, que con su protagonismo de, al menos un integrante en obra, construían las viviendas llevadas a cabo en un periodo que llevaba aproximadamente un año, salvo en lugares con veda climática, donde estos tiempos eran más prolongados.

La organización de los grupos de familias autoconstructoras, llevó a tener diversidad de situaciones, mencionaremos aquí un grupo de las mujeres cordobesas, que tenían a sus parejas en la cosecha y armaron una guardería que les permitió sostener el trabajo en obra, mientras una de las madres semanalmente cuidaba de los hijos de todas.

El desarrollo de la obra se planteaba de forma que se ejecutaran cimientos en todas las parcelas, y luego los muros comenzaran en la segunda vivienda, los revoques en la tercera y así plantear una rotación en los comienzos de tareas con el fin de que los errores producidos por el aprendizaje en el oficio, no quedasen todos en la vivienda uno.

Respecto del proyecto de vivienda, se trabajó en consideraciones respecto del hombre y su medio, a la forma de habitar, su clima y las tecnologías y recursos de cada lugar, rescatando saberes de la construcción más tradicional de diferentes zonas del país. El trabajo arduo en prototipos superadores acordes con el clima y tecnología apropiada, enriqueció las miradas locales sobre la vivienda social. Estas consideraciones resultaron una vez vencidos los prejuicios de las intervenciones usuales de la vivienda - obra pública tradicional-. Estos  surgen de  modelos estandarizados y repetitivos que priorizan economía de recursos financieros y están en un marco donde el perfil de los futuros propietarios tiene poca incidencia.

Tecnologías como piedra, adobe, torta de barro estabilizada con cemento en Jujuy, el buen uso del bloque de cemento en Córdoba, la puesta en valor de la vivienda con madera y ladrillos en el NOA junto a la de piedra y madera en la Patagonia convivieron amablemente junto a la construcción más tradicional de la zona de Santa Fe y otras provincias 

 


Yavi, Jujuy, 2006


Bariloche, Río Negro, 2004


Godoy, Río Negro, 2007

Trevelin, Chubut, 2004

Yavi, Jujuy, 2006

Matara, Chaco, 2006

Curuzú Cuatiá, Corrientes, 2007

Comunidad aborigen Ciyayoc, Salta, 2007

Colonia Urquiza, Misiones 2007

Comunidad aborigen wichi, el Sauzalito, Chaco , 2006


Los proyectos de obra se sostuvieron en estas bases, donde la vivienda instalada como semilla de crecimiento, acompañaba la evolución familiar, fortalecida con la capacitación en oficios que respaldaba las bases del programa. La solidaridad en formato de ayuda mutua y la construcción de objetivos constantes, con acuerdos de etapas fueron desarrollando en cada uno de los proyectos lo que para las familias fue un Proyecto de vida, dejando allí bases en sus integrantes desde la propia experiencia, de lugares posibles, de paradigmas positivos, que junto a reuniones periódicas de evaluación de los procesos de las dinámicas grupales daban sostenibilidad y marco genuino para la evolución de los trabajos.


Reuniones grupales

Por otro lado, generaron un impacto positivo a nivel urbano, mejorando la calidad de vida de las familias, fortaleciendo vínculos intrafamiliares y grupales y dejando como resultado mano de obra calificada en las localidades.




Crespo, Entre Ríos, 2007

 Gualeguaychú, Entre Ríos, 2007

San Lorenzo, Corrientes, 2006

Escalante, Córdoba, 2005

San Martín de los andes, Nqn 2007


Con bases en el trabajo colectivo la participación, este abordaje integral, contenía en el final de las obras la elaboración de un documento llamado “reglamento de convivencia”. El objetivo fue, generar reglas de sostenimiento de la construcción comunitaria lograda.

El basamento social del programa, teniendo como fundamento la participación de las familias y su capacitación, permitió -donde fue necesario-, diversificar las soluciones habitacionales para adaptarlas a las realidades locales.


Es el caso de un proyecto especial de viviendas en Tucumán, donde se trabajó sobre la existencia, (en una especie de envolvente) donde la ayuda mutua hubo que trabajarla con la flexibilidad adecuada a la propia privacidad de las familias.


San Miguel de Tucumán, Tucumán, 2003


Algunas reflexiones:

Éstas y anteriores experiencias, fueron inicio de programas municipales que continuaron algún tiempo y también las Madres de Plaza de Mayo trabajaron en formatos similares, y hoy Cáritas también recupera esta operatoria como desarrollo de proyectos en sus diócesis. Con resultados discutidos en el primer caso y exitosos en su propio marco en el último.

Conflictos de incumbencias ministeriales, dificultades de algunos municipios del acceso a la tierra fueron y son hoy temas a resolver. Lo cierto es que se hacen necesarias múltiples respuestas al tema de la vivienda social hoy más que nunca, si consideramos que el derecho a la vivienda digna forma parte de los derechos económicos, sociales y culturales establecidos y reconocidos en diferentes instrumentos internacionales de protección de los Derechos Humanos.

El pasado nos construye, nos da raíz, y en su reconsideración de puente en el desarrollo personal nos lleva a considerar este programa como una herramienta que aún es válida, valiosa y concreta.

Cabe señalar que la gestión de estos proyectos se sostuvo en base a subsidios a Municipios, Asociaciones aborígenes, Comunas y ONGs donde se otorgaba solo el monto para materiales, enmarcados naturalmente en las normativas de la Dirección de Rendición de Cuentas del MDSN.

El fomento a la compra de materiales en las propias localidades en las zonas le agregaba un eslabón más al círculo virtuoso generado fortaleciendo la economía de la microrregión.

La administración del proyecto incorporaba como parte del convenio (que funcionaba en el marco del Manos a la Obra, de la Secretaría de Políticas Sociales) los lotes, los profesionales técnicos de obra y social, y la ayuda a gremios específicos (gas, techos etc.) necesarios.

La construcción del hábitat humano es la dinámica entre muchas variables, que son más que meramente el hecho construido, atraviesa procesos, historia, gestiones, tradiciones y el hecho mismo de la vida en comunidad.

Es intención de la que escribe, instar a recuperar estrategias y herramientas que han resultado con considerable éxito, ya que no sólo construyen viviendas y ciudad, sino que construyen y fortalecen el desarrollo de familias, de los técnicos, ampliando miradas integradoras de inclusión.

Creemos en que es una propuesta que no compite con otras y que su pertenencia al MDSN no pareciera una cuestión a discutir. La autoconstrucción es en esencia una estrategia que sumada a la ayuda mutua, convierten a la misma en una forma de trabajo social. Dar respuestas adecuadas a la vivienda social puede ser entonces una temática inherente también a nuestro Ministerio.

Retomar estas temáticas pendientes es una deuda que nos compromete y deseamos puedan incorporarse para ser parte de la agenda de las políticas públicas del MDSN.

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