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 30/09/2021   376

De la globalización liberal al “capitalismo estratégico”

 

En los últimos años, según indican algunos autores, se está generando un repliegue de la economía de mercado tal como la conocíamos, para dar un lugar creciente a la orientación estatal de los procesos económicos. Las disputas comerciales entre China y los Estados Unidos, que alcanzaran un punto álgido durante la gestión de Donald Trump, serían una muestra de ello.

Como en tiempos de la Guerra Fría, estamos ante un escenario de fuerte imbricación entre economía, poder político y seguridad. A continuación, repasaremos algunos antecedentes y reflexiones que han encontrado estos nexos entre economía y su utilización como herramienta de poder en manos de los Estados.

 

Resulta importante mencionar que, tal como indica Christian Harbulot, (2013) la historia de la humanidad está marcada por enfrentamientos económicos vinculados a disputas de poder desde la Antigüedad. Por ello, este autor plantea, desde finales de los años noventa, la necesidad de estudiar en profundidad el fenómeno de la “guerra económica”.
El director de la Escuela de Guerra Económica[1], en París, rescata el interés del realismo por observar en las relaciones entre los estados la puja por el poder. El realismo es el enfoque que observa el mundo como un escenario dominado por la anarquía, que describe al mundo como es y no como debería ser. Desconfía de la cooperación y la interdependencia propuestas por la mirada institucionalista liberal. Los atributos tangibles del poder, en esta mirada, son los protagonistas. (Sotomayor, 2013)  No obstante, Harbulot llama la atención, hacia el escaso énfasis que la dimensión económica del poder ha merecido por parte de los distintos autores. Indica que los actores estatales envueltos en disputas económicas han optado por “enmascarar su estrategia mediante pretextos diversos como la difusión de un pensamiento religioso, la modernización de los países del Tercer Mundo, y, de manera más reciente, el desarrollo de la democracia”. (Harbulot, 2013, p.80)
Naturalmente, la economía, la seguridad y el poder político nunca han estado escindidos. En tiempos más recientes, a medida que se fue desarrollando el capitalismo industrial, se volvió clara la necesidad de obtener una mayor escala productiva y nuevas fuentes de aprovisionamiento de materias primas. Los Estados europeos, actuando en consecuencia, iniciaron una aventura colonizadora, poniendo la guerra económica al servicio de sus necesidades.

 

De igual modo, durante las dos guerras mundiales, Harbulot (2013) menciona la creación, por parte de los principales contendientes, de diferentes organismos estatales dedicados a la utilización de las presiones, bloqueos y/o espionaje económico en el marco de sus estrategias bélicas. Dichos organismos, desaparecidos tras la I Guerra Mundial, volverían a cobrar impulso – con otras denominaciones – al estallar la II Guerra. Como ejemplo ilustrativo, se recuerda el caso del Ministerio de Guerra Económica británico:

Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro británico, Neville Chamberlain, creó, en septiembre de 1939, un Ministerio de la Guerra Económica con atribuciones similares a las estructuras elaboradas durante la Primera Guerra Mundial. En julio de 1940, Winston Churchill le otorga a ese ministerio un papel muy ofensivo al adjudicarle un nuevo servicio, el Special Operations Executive, que se encargaría de las operaciones de sabotaje en el continente y de la incitación a la rebeldía y a la resistencia en los territorios ocupados. (Harbulot, 2013, p.80)

La Guerra Fría impulsó a los países del bloque occidental a acallar sus diferencias económicas detrás de una imagen de unidad ideológica frente al comunismo.
En las universidades, desde entonces, las lecturas sobre el libre comercio pasaron a ocupar un lugar central, ocultándose el rol fundamental que los Estados han desenvuelto en el desarrollo económico de sus países y de los medios bélicos de los que se han valido para tal fin. Los países desarrollados han soslayado recordar el impulso estatal orientado a sus procesos de desarrollo nacional (Gullo, 2008) y las diversas herramientas de guerra económicas utilizadas. Entre ellas, podemos pensar en: embargos comerciales, sanciones, expropiaciones, limitación de asistencia al desarrollo, congelamiento de activos, etc.
En línea con lo sostenido por Harbulot, Romero Pedraz (2020), comandante del Ejército del Aire de España, indica que “el concepto de geoeconomía entendida como uso del poder económico en contra del enemigo o como forma de continuar la guerra por otros medios, ha sido una constante en las relaciones internacionales”. (p.198). Lo que destaca hoy es cómo esta conexión entre problemáticas económicas y estratégicas ha cobrado nuevo impulso y, también, un redescubrimiento desde el plano académico.

 

Si se ha mencionado que la Guerra Fría incidió en el ocultamiento de las divergencias en el plano económico, lo cierto es que hoy tras la implosión soviética y la globalización estamos ante un escenario donde la competencia económica pasa a un primer plano. Como ejemplo de ello, en los últimos años un director del Centro Nacional de Inteligencia de España, relataba a los diplomáticos y empresarios de su país las ventajas de contar con sus agentes: “Es difícil encontrar en cualquier ámbito nacional una institución más discreta que la nuestra; estamos acostumbrados a manejar información delicada”. (Barbería, 2012)

 

Con algunos años de ventaja, Francia ha estado poniendo la inteligencia al servicio de sus empresas desde instituciones como la Délégation Interministérielle à l’Intelligence Économique, que capacita a las pymes galas en metodología e instrumentos de seguridad económica mediante el programa Euclès. Esto es parte de un “sistema de protección de tangibles e intangibles empresariales global, realista y aplicable sobre todo en pymes en temas reputacionales o de marca, además de en los habituales como gestión de activos, stocks, seguridad informática, etc.”. (Gorospe & Zunzarren, 2014) Hoy este organismo, junto con el Service de coordination à l’intelligence économique (SCIE) se han fusionado en el Service de l’Information Stratégique et de la Sécurité Économiques[2], coronando una trayectoria del Estado francés en la materia que lleva ya un cuarto de siglo.
Los estudios de la guerra económica promovidos por Harbulot, tal como se adelantara,  cobran hoy nuevos bríos, al punto de hablarse de la emergencia de una nueva etapa conocida como “capitalismo estratégico”:

La economía global está gradualmente virando en la dirección de lo que podría ser llamado capitalismo estratégico. Los Estados intervienen crecientemente en la producción y circulación de bienes, servicios y datos, como así también en el desarrollo y difusión de tecnologías. (Choer Morales & Wigell, 2020, p.4)

 

La irrupción de China en el mercado global (sin una contrapartida manifestada en una apertura más amplia de su mercado) y los desequilibrios geoeconómicos resultantes, serían el marco en el cual nace este “capitalismo estratégico”. La inseguridad resultante de depender de ciertos países para el abastecimiento de ciertos insumos críticos sería otro de los puntos considerados.

 

Los Estados Unidos han preparado un listado de “tecnologías emergentes” consideradas críticas para la seguridad nacional. Las mismas, reflejan los sectores que se integran en la estrategia Made in China 2025, por medio de la cual este país busca posicionarse como líder en industrias de alta tecnología. (Allison, 2018) El objetivo chino es el reemplazo de tecnologías extranjeras por innovaciones propias, contando para esto con una planificación estatal a largo plazo, cuya etapa final llega hasta el año 2049.

La pandemia ha sido un fenómeno que ha acelerado la comprensión respecto de las limitaciones de la teoría liberal de las relaciones internacionales, la cual “identifica tres medios principales [para lograr el progreso moral y material]: el aumento de regímenes republicanos democráticos, la profundización de la interdependencia económica (comercio e inversiones) y el fortalecimiento de las instituciones internacionales”. (Turzi, 2017, p.26)

 

Lo anteriormente mencionado, ha significado una revalorización del rol de los Estados nacionales, habida cuenta de la necesidad de asegurar la provisión de insumos médicos, equipamiento y toda suerte de medicinas en un contexto en el cual, hasta el momento, la interdependencia económica era considerada de utilidad para una correcta distribución de recursos.
Las organizaciones supranacionales, durante la emergencia de la pandemia, se mostraron sorprendidas y sin suficiente capacidad de reacción.  Las respuestas fueron principalmente nacionales y, especialmente, se generaron distintas situaciones que podrían reputarse como actos de guerra económica.

 

Guerra económica en la pandemia

En el caso de los Estados Unidos (que retiró el financiamiento a la Organización Mundial de la Salud y a la Organización Panamericana de la Salud) las acciones desarrolladas en beneficio de su ciudadanía implicaron, a veces, conflictos diplomáticos con aliados históricos y con adversarios. Andreas Geissel, ministro del Interior de Alemania, se refirió a la confiscación de 200.000 mascarillas FFP2 (producidas en China y comercializadas por una firma estadounidense), en el aeropuerto de Bangkok como un “acto de piratería moderna” por parte del gobierno de Donald Trump. (Ferrer-Bonsoms Cruz, 2020)
La Ley de Producción para la Defensa, promulgada durante la Guerra de Corea, que permite al Poder Ejecutivo que "pida a las empresas y corporaciones que prioricen y acepten contratos (del gobierno federal, por encima de los de otros clientes)” (Redacción BBC, 2020) fue también utilizada por Trump para lograr una veloz provisión de equipos e insumos en su propio país. En esta línea, la firma 3M fue presionada para que cancelara su exportación de materiales sanitarios a Canadá y otros países de la región, lo que despertó un reclamo del Primer Ministro de ese país, Justin Trudeau, quien se refirió a la existencia de insumos de la industria médica estadounidense que tienen su origen en Canadá. (Dunham, 2020)
Sin dudas el Covid19 ha mostrado que la interconexión entre los países ha extendido la riqueza (y las desigualdades) pero también ha alentado una “interdependencia geoestratégica sin precedentes, no solo por la presencia geográfica de las empresas internacionales y los efectos sobre las economías locales, sino también por la importancia de las rutas comerciales y las alteraciones y vulnerabilidades geopolíticas derivadas.” (Romero Pedraz, 2020) .

 

Estamos en momentos en que las potencias están repensando la vía para ganar márgenes más amplios de maniobra ante esta interdependencia que se muestra peligrosa. La creciente acción estatal en ámbitos en que economía y seguridad van de la mano así lo demuestra.
Refiriéndose al presidente Macron y el “redescubrimiento” de la relación entre economía y seguridad, el filósofo Alain de Benoist (Benoist, 2020) ha señalado:  

El jefe de Estado - ¡vaya sorpresa! - ha declarado que «delegar nuestra alimentación, nuestra protección, nuestra capacidad de cuidarnos, nuestro estilo de vida básicamente, a otros es una locura». «Las próximas semanas y los próximos meses requerirán decisiones de ruptura», dijo también. ¿Será posible reubicar sectores enteros de nuestra economía y diversificar las fuentes de suministro?

La guerra económica implica la apelación a ciertos valores de exaltación nacional, conectados con prácticas proteccionistas.
Si la pandemia ha mostrado ser un catalizador de ciertas tendencias en evolución, la energía ha sido otro de los ejemplos. Arabia Saudita fue uno de los países que mejor ha demostrado su involucramiento en la guerra económica, colisionado con los intereses de Rusia (dependiente en buena medida de sus exportaciones de commodities) y con los de su aliado desde hace años: los Estados Unidos. Este último, había logrado su autosuficiencia energética a través del impulso estatal a la explotación del Shale. Había logrado, también, posicionarse como primer exportador mundial de petróleo. (Sandri, 2019)
Al haber estado invirtiendo en los últimos años en su autoabastecimiento, los Estados Unidos demostraron su comprensión de que el desarrollo económico es algo diferente al poder nacional. Contar con acceso a petróleo barato no implicaba para este país una plataforma para su poder nacional.[3] Éste último, indica Gullo, (2008) requiere del desarrollo económico, pero lo excede en importancia.

Los Estados Unidos acabaron recostándose sobre sus propios recursos gracias a la revolución energética del fracking. Ya hacia mediados de la era Obama logró revertir el déficit en la materia gracias a las explotaciones de petróleo y gas no convencionales, que resultaron del énfasis y la promoción que supusiera la Energy Policy Act del 2005. (Montenegro,  2020, p.57)

Un Memorándum de Donald Trump del 9 de febrero del 2020, es otro ejemplo de la vinculación entre economía y seguridad, que se manifiesta en la solicitud de un informe que contemple, entre otras cosas, lo siguiente: 

Casos de utilización en el Ártico que contemplen la gama completa de misiones de seguridad económica y nacional (incluyendo la facilitación de recursos de exploración y explotación y el tendido de cables subacuáticos y su mantenimiento) que puedan ser ejecutados por una clase mediana de Interceptores de Seguridad Polar (ISP), tanto como un análisis sobre cómo estos casos de utilización divergen con respecto al uso anticipado de ISP pesados para estas mismas actividades. Estos casos de utilización deberán identificar un número óptimo y tipo de rompehielos de seguridad polar para asegurar una presencia persistente tanto en las regiones del Ártico como en la Antártida. (Trump, 2020)

También se sumaron a la guerra económica durante esta pandemia, India, China y Rusia: Pasaron a utilizar su rol en la producción de vacunas como una herramienta de política exterior ("Diplomacia de las Vacunas"). La política exterior aislacionista de Trump (criticada por sus detractores por “abandonar América Latina a la influencia china”) y el inmovilismo inicial europeo dieron margen a este tipo de acciones.
La Comisión Europea, por su parte, está generando propuestas para avanzar en la “autonomía estratégica europea”, lo que implica reducir la dependencia en tecnologías y materiales críticos, como infraestructura, alimentos, tecnología y “otras áreas estratégicas”. (Choer Morales & Wigell, 2020)

 

Palabras finales

 En relación con la evolución de las tendencias geoeconómicas, cabe mencionar, por un lado, la fuerte incidencia del sector terciario de la economía (incluyendo servicios de alto valor agregado para la industria). En tal dirección se viene señalando la disminución de la incidencia relativa de la localización en muchos rubros de la economía, a partir de fenómenos como la subcontratación (outsourcing), el traslado de plantas de fabricación (offshoring), introducción de subcontratistas en la gestión (insourcing), acceso libre a códigos fuente para la fabricación (open-sourcing), etc. (Friedman, 2006)

Asimismo, y en contraste con lo anterior, la emergencia de la tecnología de fabricación aditiva (impresión 3D) a costos crecientemente más accesibles, ya hace pensar a otros en la posibilidad de salir progresivamente de la “deslocalización” y volver a fabricar en el propio marco nacional (incluso mediante redes distribuidas de colaboradores, just in time, en algunos casos). (Oppenheimer, 2018)

Sea cual fuere la evolución del contexto económico, se ha pretendido presentar en este apretado resumen, cómo el abandono de un discurso liberal sobre los beneficios de la globalización se ha convertido tendencialmente en una apuesta por un “capitalismo estratégico”. Es decir, un capitalismo menos dominado por el mercado en los años por venir.

 

           


Referencias

Allison, G. (2018). Destined for War: Can America and China Escape Thucydides’s Trap? Boston-New York: Houghton Mifflin Harcourt.

Barbería, J. L. (2012, Marzo 26). El servicio secreto entra en la 'guerra económica'. El País. Obtenido de https://elpais.com/sociedad/2012/03/26/actualidad/1332762326_179566.html

Benoist, A. (2020, Agosto 8). Después del coronavirus. Obtenido de Conclusión: https://www.conclusion.com.ar/opiniones/despues-del-coronavirus-2/08/2020/

Choer Morales, H., & Wigell, M. (30 de Septiembre de 2020). The emergence of strategic capitalism: Geoeconomics, corporate statecraft and the repurposing of the global economy. Obtenido de Finnish Institute of International Affairs: https://www.fiia.fi/wp-content/uploads/2020/09/wp117_the-emergence-of-strategic-capitalism_final30092020.pdf

Dunham, J. (4 de abril de 2020). Canada to receive 'millions' of masks, won’t retaliate for U.S. ban on 3M exports: PM. Obtenido de CTV News: https://www.ctvnews.ca/health/coronavirus/canada-to-receive-millions-of-masks-won-t-retaliate-for-u-s-ban-on-3m-exports-pm-1.4882563

Ferrer-Bonsoms Cruz, C. (4 de abril de 2020). Francia y Alemania acusan a Estados Unidos de confiscar máscaras .Business Insider Obtenido de. https://www.businessinsider.es/francia-alemania-acusan-estados-unidos-confiscar-mascaras-615757:

Gorospe, B., & Zunzarren, H. (2 de diciembre de 2014). Inteligencia económica: tarde, pero llegando. El País. Obtenido de https://cincodias.elpais.com/cincodias/2014/12/02/empresas/1417544854_867041.html

Gullo, M. (2008). La insubordinación fundante. Breve historia de la construcción del poder de las naciones. Buenos Aires: Biblos.

Harbulot, C. (Junio de 2013). Estudio de la guerra económica y de las problemáticas relacionadas. Cuadernos de Estrategia (162), 67-100. Obtenido de http://www.ieee.es/Galerias/fichero/cuadernos/CE_162_La_inteligencia_economica_en_un_mundo_globalizado.pdf

Montenegro, E. (2020). Crisis global postpandemia: Riesgos y posibilidades para la Argentina. In E. Montenegro, Geopolítica y pandemia: el liberalismo en crisis (pp. 49-67). Buenos Aires: Edición de E. Montenegro.

Romero Pedraz, B. (2020). Guerra económica, inteligencia económica. Nuevo concepto de seguridad. Relaciones Internacionales, 29(58), 197-215. Obtenido de http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/102500/Documento_completo.pdf-PDFA.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Sandri, P. (2019, Septiembre 16). Estados Unidos se convierte en el mayor exportador mundial de petróleo. La Vanguardia. Obtenido de https://www.lavanguardia.com/economia/20190916/47376394851/petroleo-estados-unidos-fracking-opep.html

Sotomayor, A. (2013). Realismo. En T. Legler, A. Santa Cruz, & L. Zamudio González, Introducción a las relaciones internacionales: América Latina y la política global. (pp. 13-84). México D.F.: Oxford University Press.

Trump, D. (2020). Memorandum on Safeguarding United States National Interests in the Arctic and Antarctic Regions. Casa Blanca, Washington D.C. Obtenido de https://www.govinfo.gov/content/pkg/DCPD-202000434/pdf/DCPD-202000434.pdf



[1] Cfr. Ecole de Guerre Economique: https://www.ege.fr/

[2] Cfr. Service de coordination à l’intelligence économique (SCIE). https://sisse.entreprises.gouv.fr

[3] De igual modo esta lección la tuvieron quienes criticaban en nuestro país los contratos petroleros con firmas extranjeras durante el año 1958 (en favor de importaciones a precios módicos desde Oriente Medio) cuando 15 años más tarde sucediera la “Crisis del Petróleo”, y subieran los precios del barril.

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