Caracterizar geopolíticamente a un país nos da la ventaja de evitar discusiones retóricas y, en muchos casos, entender su política exterior por encima de ideologismos o modas políticas coyunturales.
Para llegar a entender en profundidad, cómo la Nación argentina llegó a serlo y cuál es su proyección deben retomarse desde su filiación varios factores concluyentes. Uno de ellos nace desde la pura geografía física original y se transforma con el agregado progresivo de la población humana en esa geografía.
El valor intrínseco de un país depende de la abundancia y de la calidad de sus recursos. Su riqueza en función de su productividad y del valor comercial de su producción. En fin, su potencia política y su fuerza dependen del empleo que puede y sabe hacer de sus recursos y de los productos que éste saca de ellos, es decir de su valor constitutivo y de su riqueza. Un país puede ser un gran valor, hasta ser rico, sin por ello alcanzar la potencia.
La determinación de la frontera política tiene que ver con la determinación geográfica, geoeconómica y finalmente geopolítica. Tomando conciencia de esta geografía y de lo que ella produjo sobre el hombre argentino y lo que el hombre argentino hizo de ella, tenemos que ver cuál es la política espacial para la Argentina. Esto es, definir una geopolítica argentina que se basa fundamentalmente en el control de sus cuencas, en no abandonar por ninguna circunstancia el eje longitudinal norte-sur en su desarrollo y el perforar la barrera de los Andes; para este espacio geopolítico, es vital la conexión del Atlántico con el Pacífico.
Como para hacer una primera síntesis de estos primeros conceptos podemos tener en cuenta:
El hombre vive en el espacio y lo modela, lo organiza. Dicha organización, en tanto tiene por fin la satisfacción de alguna necesidad, constituye un hecho político.
A diferencia de lo que proponen algunos autores, para captar la realidad en que nos toca movernos, en toda su complejidad, no podemos partir del análisis de lo local, seguir con lo regional e insertarlo luego en lo continental. Por el contrario pensamos que el análisis debe invertirse, aprehendiendo la realidad mundial inicialmente, a fin de analizar correcta y objetivamente las situaciones regionales y nacionales.
La historia nos permite establecer una constante predominante en la evolución de la humanidad: la existencia de pueblos conquistados, consecuentemente, como el hombre crea la geografía casi al mismo tiempo que la historia, las políticas aplicadas por los grupos humanos a través de los Estados quedan perfectamente reflejadas en el espacio, que se convierte así en factor político de primera magnitud. Política y geografía han sido a lo largo de la historia, consciente o inconscientemente, los elementos básicos de la conducción de los Estados.
La República Argentina tiene un gran desafío geopolítico en el presente siglo XXI: la ocupación y explotación del Océano Atlántico Sudoccidental, última frontera a la que accedió a fines del siglo XIX. En él se encuentran riquezas naturales estratégicas y también funciona como puente geográfico para la necesaria integración con la proporción antártica sudamericana, y el afianzamiento de lazos económicos y políticos con el resto de América, el Asia Pacífico y el centro sur de África. La Argentina tiene en el gran espacio costero y marítimo su principal debilidad estratégica. No sólo por su vastedad sino porque en las Malvinas se encuentra la principal amenaza a sus pretensiones soberanas que, en su conjunto con los archipiélagos australes de Georgias y Sandwich del Sur, interrumpen la continuidad jurisdiccional nacional hacia el sur[1].
Desde nuestro nacimiento como Nación nos costó establecer y mantener políticas, ya sean desde educativas a económicas y culturales, que destacaran los intereses sobre el mar y sus cursos de agua como factor de desarrollo de la Argentina, a pesar de que ya Manuel Belgrano manifestó la importancia de contar con una marina mercante y militar respetable.
Nuestro país carece de una clara identificación con el mar, se lo valora poco y fundamentalmente, la mayoría de la clase política desconoce todo lo que nos puede entregar. El mar, inexorablemente, adquirirá una creciente importancia como elemento de progreso y será menester diseñar estrategias y políticas, por lo que será escenario de conflictos de variada naturaleza pues, el siglo XXI será el de la geopolítica del mar.
Aquí hay algo que no podemos soslayar y que marca la posibilidad de encontrar un rumbo cierto a las crisis recurrentes en las que estamos sumergidos: En la operación de la defensa y la protección de su mar, en el desarrollo de tecnologías y en el fomento a la industria naviera y pesquera, existe mucha más renta y mucho más futuro para Argentina que en la discusión de retenciones agropecuarias[2].
La conferencia “reservada” en la Escuela Nacional de Guerra
El 11 de noviembre de 1953 el Presidente Perón habló ante los jefes militares del país en una conferencia que asumió el carácter de reservada, dada la importancia internacional de su contenido y la tirantez en la relación con el Departamento de Estado de EE.UU:
“La República Argentina no tiene unidad económica; Chile y Brasil solos, tampoco tienen unidad económica, pero estos tres países unidos conforman quizás en el momento actual la unidad económica más extraordinaria del mundo entero, sobre todo para el futuro, porque toda esa inmensa disponibilidad constituye su reserva. Estos son países reservas del mundo. Los otros están quizás a no muchos años de la terminación de todos sus recursos energéticos y de materia prima. Esa explotación que han hecho de nosotros, manteniéndonos para consumir lo elaborado por ellos, ahora en el futuro puede dárseles vuelta, porque en la humanidad y en el mundo hay una justicia que está por sobre todas las demás justicias, y que algún día llega. El día que nosotros podamos realizar nuestro comercio entre nosotros, nos habremos realmente independizado de toda corriente y de todo poder extra continental, y en esto debemos pensar que para nosotros latinoamericanos, no debe haber nada mejor que otro latinoamericano”, dijo el General Juan Domingo Perón[3]. (3)
Desafíos geopolíticos sudamericanos
Algunos desafíos en el orden geopolítico cobran enorme importancia a la hora de plantear la Agenda estratégica Sudamericana:
Consideraciones finales
Si consideramos, tomando rasgos generales, caracterizar la historia económica de nuestro país en períodos que van de 1870 a 1930 (Modelo Agroexportador), de 1930 a 1976 (Modelo de Industrialización por sustitución de importaciones), de 1976 a 2001 (Modelo de acumulación rentístico financiero) y una actualidad en la que la realidad y la sensación es que no se encuentran o consolidan los rumbos para el siglo en el que nos adentramos, es necesario y tenemos una oportunidad, como parte del Movimiento Nacional Justicialista y de la Confederación General del Trabajo, de exigir y formar parte de las decisiones que atañen al cuidado de nuestros recursos y de poner el rumbo de nuestra producción y empleo mirando y resaltando la oportunidad que tenemos con nuestro mar argentino y el sur del país.
Si como se viene sosteniendo en varios sectores, cuestiones como la ecología y el cuidado de la casa común no pueden estar fuera de la agenda de cualquier candidato o proyecto político, lo mismo tenemos que alcanzar para que nuestra “bala de plata” no sea rifada y sea herramienta para el bien de la Patria, la felicidad de sus hijos y la grandeza Nacional.