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 30/09/2021   413

Vivimos un mundo donde el teléfono celular se convirtió en un elemento prácticamente indispensable en nuestras vidas, al punto tal que es más probable que te olvides la billetera antes que el celular al salir del hogar.

 

La comunicación de nuestros mensajes se da por sentada (entendiendo los mensajes como cualquier actividad realizada que pretenda ser transmitida virtualmente a un destinatario/plataforma). En este sentido, garantizar la recepción y transmisión de la información digital pareciera ser un ente que camina entre las sombras, que emerge a la luz únicamente cuando no puede lograrse.

 

Sin embargo, para que suceda, se llevan adelante una gran cantidad de procesos automatizados los cuales, según su criticidad, deben ser monitoreados por seres humanos. Esto se debe al riesgo asociado a procesos donde un desvío pueda impactar de manera sustancial.

 

En el área de Comunicaciones Meteorológicas del Servicio Meteorológico Nacional (dependiente del Ministerio de Defensa), se monitorea todo el flujo de información meteorológica de intercambio nacional e internacional, que consta desde las observaciones meteorológicas (datos medidos: temperatura, humedad, viento, etc) hasta los productos más elaborados (por ejemplo, los pronósticos).

 

Para dimensionar un poco dicho flujo, podemos cuantificar algunos valores:

- Recibimos alrededor de 6 millones de mensajes mensuales tanto de Estados Unidos como también de Brasil. Ambos son nuestros principales centros para obtener información mundial.
- A su vez, enviamos alrededor de 100 mil mensajes mensuales a Estados Unidos y 70 mil a Brasil, refiriéndonos solamente a los principales usuarios internacionales.

- En lo que respecta a los usuarios externos nacionales, si consideramos un subgrupo compuesto por:

*  Servicio de Hidrografía Naval (SHN) de la Armada (ARA)

* Fuerza Aérea Argentina (FAA)

* Aerolíneas Argentinas (ARSA)

 

El flujo de información mensual hacia esos destinatarios alcanza un valor total cercano a los 600 mil mensajes.

 

Analizando los datos anteriores, podemos observar la relevancia que toman los receptores nacionales como el SHN y FAA, ambos también dependientes del mismo Ministerio que el SMN, para los cuales esta información es de carácter operativo (las 24 horas, los 365 días del año) por ser un insumo básico para sus operaciones. En este mismo nivel se encuentra el flujo hacia toda la comunidad aeronáutica que incluye compromisos nacionales e internacionales.

 

En lo concerniente a compromisos internacionales, se trabaja como Centro Regional de Telecomunicaciones del Sistema Global de Telecomunicaciones de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y como Centro de Producción y Recopilación de Datos del Sistema de Información de la OMM. Estos compromisos regulan una serie de funciones que debemos ofrecer y garantizar a los países bajo nuestra órbita (Chile, Perú, Bolivia, Paraguay y Uruguay).

 

Hasta aquí hemos planteado el trabajo “invisible” de los sectores de comunicación en general y brindado ciertos datos particulares que den, de modo muy escueto, una idea del volumen de información gestionado en Comunicaciones Meteorológicas del SMN.

 

Es de imaginar que en el momento en que se deja de cumplir la función de recepción y transmisión de forma total o parcial (es decir, un corte total en la gestión de la información) es muy probable que todos recuerden la existencia e importancia de este sector. Sin embargo, mientras los procesos automatizados operen con cierta normalidad, nadie se “percata” de la relevancia que tiene verdaderamente el trabajo que realizan estas personas.

 

Consideremos el siguiente escenario hipotético:

Sistemas automatizados en funcionamiento pero con personal humano de monitoreo asociado. Ocurre una interrupción en la recepción de datos de la región. En esta situación, no se espera hasta que algún usuario de dicha información lo reclame, (lo cual podría ocurrir una, dos, tres o más horas después) sino que al estar controlando los flujos de información se comenzarán las acciones de solución del problema inmediatamente, reduciendo el tiempo de la problemática.

 

Otra situación se presenta, por ejemplo, con los datos que tienen tiempos previstos de distribución muy acotados, como es el caso de la información aeronáutica donde el mensaje horario con la información meteorológica debe ser emitido y distribuido regionalmente entre la hora en punto y los 5 minutos posteriores y pasado ese límite se considera dicha información como “tardía”. La demora en los mensajes aeronáuticos y más aún, la ausencia de alguno de ellos - que podría ocurrir por distintas razones - tiene un impacto muy grande en la comunidad aeronáutica en lo concerniente a actividades operativas, planificación en general y por supuesto, el impacto económico para las empresas aéreas.

 

La planificación de un vuelo utiliza tanto la información meteorológica de la ruta a seguir como de las condiciones meteorológicas actuales y pronosticadas del aeródromo de partida, de destino y de alternativas. El peso total máximo posible del avión estará determinado por la temperatura (entre otras variables) y según las condiciones pronosticadas para el destino, las cuales se van “verificando” con las mediciones horarias. Se decidirá la cantidad de combustible extra por contingencia frente al mal tiempo (tal que pueda volar hasta algún aeródromo de alternativa). De esta forma, si al momento de despachar un vuelo no cuentan con la información meteorológica de destino, podrían no dimensionar cuánto combustible extra necesitan. Si tomaran la decisión de volar con el máximo de combustible posible implicaría un incremento en el peso del avión, por lo tanto deberían compensar reduciendo pasajeros o equipaje, lo cual termina provocando una pérdida económica para la aerolínea.

 

El caso de la información meteorológica que no es aeronáutica también tiene un impacto. Quizás no es tan evidente en un análisis económico directo, empero, la ARA, entre otros, utiliza a diario información suministrada por el SMN para sus operaciones. También los datos de la región sur de América del Sur son recopilados en el SMN y enviados a los Bancos Mundiales que los utilizan para correr los modelos meteorológicos globalmente, por lo que una interrupción en estos circuitos implicaría menos cantidad de datos en dicho proceso, generando pronósticos modelados más inexactos de lo que se podría obtener. Esto mismo ocurriría con el pronóstico generado en el SMN para la Argentina, con el agregado de que, frente a un corte masivo en las comunicaciones meteorológicas, los pronosticadores quedarían “a ciegas” mientras no recibieran los datos de las estaciones meteorológicas que les permitirán evaluar las condiciones actuales y tendencias del país.

 

Retomando la idea inicial, luego de haber intentado acercar ciertos datos y plasmar situaciones concretas, podemos concluir que el servicio que realizamos en Comunicaciones Meteorológicas es un trabajo crítico y esencial que se realiza las 24 horas del día, los 365 días del año, y a pesar de ser una actividad que la mayoría de las veces pasa inadvertida, la dedicación con la que se ejecuta mitiga el impacto, reduciendo los tiempos de las interrupciones en la gestión de la información.

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